Resumen y sinopsis de Su cuerpo y otras fiestas de Carmen Maria Machado
Ocho cuentos perturbadores que giran alrededor de lo femenino, el cuerpo y la sexualidad. Un debut arrollador.
Una mujer se niega a permitir que su marido le quite una misteriosa cinta verde que lleva alrededor del cuello; otra mujer relata sus encuentros sexuales mientras una plaga letal se extiende por el planeta; una intervención quirúrgica para perder peso tiene unos resultados siniestros; un par de detectives investigan varios crímenes acompañados por los fantasmas de las chicas asesinadas; una mujer es capaz de oír los pensamientos de los actores de las películas porno...
En los ocho cuentos de este contundente debut Carmen Maria Machado mezcla sin complejos terror, realismo mágico, erotismo, ciencia ficción y comedia. Un libro radical y provocador que juega con los géneros y retuerce los clichés. Aquí la sexualidad confluye con lo siniestro, el deseo se torna perturbador, el humor deriva hacia lo grotesco y el cuerpo y la carnalidad se convierten en el sugestivo e inquietante centro de la creación literaria.
Asoman en estas páginas partos, violaciones, enfermedades, operaciones, fantasmas y fantasías como un modo de explorar el imaginario femenino adentrándose en los vericuetos de lo monstruoso. Una osada propuesta que podría ser el resultado de un cruce entre Margaret Atwood, Angela Carter, Shirley Jackson, David Lynch y David Cronenberg. El resultado explora un territorio inexplorado en el que se entremezclan de modo deslumbrante lo fantástico, lo poético, lo humorístico y lo macabro.
Un debut que se adentra en los incómodos territorios del cuerpo y la feminidad, haciéndolo a través del terror, lo distópico, las referencias a los cuentos de hadas clásicos, a menudo desde la experiencia lésbica. Se recrea sin reparo en una sexualidad explícita, no tanto con voluntad provocadora, que también, sino quizá con el afán de revelar frontalmente esos misterios del deseo y del tabú. Machado impacta y desconcierta con un estilo, unos recursos, más o menos afortunados según la ocasión, en una narrativa joven, arriesgada, con voluntad de reelaborar géneros, moldes; literatura en mutación perpetua que a veces acierta y golpea, y a veces no logra sino expulsar al lector o caer en lo gratuito, creo yo.
“El punto de más” en sí mismo es una broma macabra con pequeños relatos dentro del relato principal que guardan un paralelismo lejano, a modo de fábula ingenua donde irrumpe un elemento mágico-fantástico. Nos habla de la sumisión femenina a un varón que exige una entrega máxima, hasta el punto de la aniquilación de la pareja, instrumento sexual, engendrador y lo que haga falta… es precisamente ese detalle irrelevante, esa cinta atada al cuello, el centro de todo. “Inventario” es una distopía en forma de diario muy peculiar sobre el fin del mundo y la expansión de un virus letal, que por cierto, adquiere una siniestra y profética relevancia en el momento actual; un intento de catalogar y de sistematizar las cosas que dan sentido a la vida cuando todo está perdido, siendo las experiencias sexuales un ejemplo claro, o la alienación y temor al contagio de las personas frente al acto más físico y carnal posible.
Muy poco convincente es “Madres”, que explora la maternidad en parejas del mismo sexo, así como las relaciones de abuso y maltrato que pueden darse en estas relaciones; narración que se pierde en devaneos y que culmina lo que bien comienza en medio de una absoluta confusión que desconcierta más que seducir. Pero peor todavía es “Especialmente perversos”, pretendida parodia de la serie “Ley y Orden” compuesta por pequeñas sinopsis de episodios; difícil encontrar el hilo y la coherencia en un texto que roza lo infumable y que evoca incluso el “Naked lunch” de Burroughs, en torno a las peripecias de unos detectives que se las ven con dobles suyos, fenómenos paranormales y víctimas de violencia sexual… por si fuera poco, es el relato de mayor extensión; inacabable del todo, me sobra por completo.
Por suerte, la autora retoma el pulso y nos facilita las cosas. “Las mujeres de verdad tienen cuerpo”, que parte nuevamente de un fenómeno colectivo extraño, sin explicación, trata del cuerpo femenino sometido siempre a debate y sospecha, de mujeres que literalmente son borradas, olvidadas y convertidas en débiles espectros; lo erótico tiene algo de tabla de salvación, aunque sin futuro, y el contexto es el de la moda y el trabajo precario. En “Ocho bocados” aparece la cuestión alimenticia y los estándares de belleza, la conversión mediante cirugías semejantes a un culto religioso; la felicidad es amputación artificial del deseo, el rechazo de algo que es de una misma, si no una misma. Aquí el desarrollo surreal encaja mejor y vuelven las reminiscencias de cuento tradicional (las hermanas guapas y la fea).
“La residente” tiene ecos góticos y es una historia de aprendizaje ambientada en una comuna de artistas, cada uno más excéntrico que el anterior. Auto-ficción tras la que se intuye a Machado, en torno al estereotipo de la doncella loca, desvalida y atrapada en un entorno envolvente, en una naturaleza ominosa. Se cruza la disquisición ensayística en torno a residir y colonizar con el trauma pasado, el descubrimiento doloroso, o bien con no descubrirse en absoluto. Para finalizar, “Problemática en las fiestas” es sobre las relaciones complicadas dentro de la pareja, su distanciamiento, la difícil confianza, los problemas para relacionarse también con los demás, percibidos como amenazantes. Tras un hecho violento sin especificar, otra vez se da una ruptura de lo real sin razón alguna; es la pornografía la que pasa a ser de repente el vehículo para acceder, irónicamente, a los pensamientos más íntimos, a sincerarse el uno con el otro.