Resumen y sinopsis de La hija desmantelada de Jacqueline Harpman
¿Es tabú sentir y decir que se odia a su propia madre, y escribir sobre ese odio recordando los episodios más hirientes? No para Jacqueline Harpman, aunque por ser psicoanalista y escritora no lo tiene más fácil.
Sobre el trasfondo del panorama histórico y social de Bélgica durante la primera mitad del siglo XX, La hija desmantelada se presenta como una novela autobiográfica en la que la narradora, desprendiéndose de todos los tabúes que rodean la relación maternofilial, salda sin piedad las cuentas pendientes con su madre, Rosa, una mujer de origen rural, autoritaria, avariciosa e inculta que logra ascender en la escala social gracias a su matrimonio con Walter, un hombre de negocios con el que viajará a lugares exóticos y vivirá fastuosamente, desentendiéndose de la educación de su hija. Al morir Walter, Rosa verá esfumarse todos sus sueños de grandeza y caerá en la acritud de una vida gris.
La hija desmantelada es, ante todo, una historia de desamor en la que la evocación de la figura de la madre no es la que la moral propone. En un lenguaje crudo, Harpman da rienda al odio acumulado desde la infancia hacia una madre que, aun muerta, la habita y la persigue. Llevando a cabo una suerte de autoanálisis en el sentido psicoanalítico del término, intentará librarse del terror sedimentado y alimetnado por el inoportuno y constante recuerdo materno. Con palabras, edificará un sepulcro simbólico donde enterrar para siempre el molestísimo fantasma.