Resumen y sinopsis de Últimas notas de Thomas F. para la humanidad de Kjell Askildsen
El lector de Últimas notas de Thomas F. para la humanidad (que obtuvo el premio de la Crítica en Noruega) comenzará odiando al protagonista y narrador de estos relatos, un viejo cascarrabias y misántropo enfrentado al mundo de hoy. Después, el lector se acordará de los ancianos queridos, y comenzará a descubrir bajo la mala sangre de Thomas F. su chispeante buen humor, indicio de un alto grado de sabiduría y lucidez. Finalmente el lector comprenderá, no sin emoción, que le hablan de sí mismo, que Thomas F. es un representante literario del Robinson Crusoe que estamos abocados a ser cuando lleguemos a eso que la más reciente hipocresía llama la tercera edad.
Estas “últimas notas” del tal Thomas F. son un conjunto de apuntes y observaciones redactadas por un octogenario cascarrabias a modo de diario, que le sirven al autor noruego para escupir un puñado de verdades amargas relacionadas con la vejez y la muerte, para una de esas pequeñas iluminaciones de lo cotidiano que nos hacen ver las cosas desde el pellejo de uno de esos seres olvidados, incomprendidos. En cierto modo, el autor de estas reflexiones podría ser cualquiera; uno de tantos ancianos solitarios, un tanto cruel en sus valoraciones, que presiente la cercanía del fin y percibe como ajeno un mundo que hace tiempo ha dejado de tener sentido para él, que continúa habitando muy a su pesar. Juega su propia partida al ajedrez, quizá como medio para no volverse loco, o volverse menos loco. Su actitud funciona un poco a modo de coraza, guardando distancias, juzgando duramente a sus seres queridos, con esa frialdad interpersonal con la que quizá solemos identificar a los nórdicos. Se cuestiona gravemente en este libro si merece la pena continuar viviendo a tales edades, en especial cuando la decrepitud física establece cada vez más limitaciones a la rutina y la ancianidad se prolonga de manera indefinida. Se hace hincapié en una necesidad de silencio, un desprecio de lo mundano, pues las palabras sobran en un determinado momento… pero de igual modo, en la necesidad de la comunicación, del respeto, de un calor humano y una compasión hacia los débiles, en un alegato en contra de la estupidez humana.
Pero nuestro hombre tampoco es una excepción, y esa insensibilidad, esos defectos que señala no es difícil encontrarlos en él mismo. Lo que hace Askildsen es una forma de decir, de escribir, pese a todo, pese a la vida. Un decir para que quede dicho, en un estilo duro, concentrado, que rehúye todo sentimentalismo y que a veces resulta más elocuente si leemos entre líneas. Es un reducir al ser humano a lo más esencial, a esa soledad desnuda frente a la cual todos quedaremos expuestos cuando llegue el momento. Y planea de cerca la cuestión un tanto obsesiva de la religión, sin tomársela demasiado en serio a veces y con cierta dosis de humor negro. “Carl Lange” es otro relato que acompaña a estas “notas”, junto con otro más, “Un repentino pensamiento liberador”. El primero nos acerca al calvario un tanto absurdo de un hombre acusado de violación, enfrentado a un policía que le pone contra las cuerdas, haciendo emerger de su interior un sentimiento soterrado de culpa que le hace cuestionarse las nociones de inocencia y de culpabilidad, siendo él su peor enemigo… su espiral de angustia nos conducirá a un desenlace sumamente incierto. El otro cuento nos presenta a un personaje que bien podría ser el Thomas del principio, a modo de manuscrito encontrado; un encuentro con un desconocido en un parque puede ser real o ficticio, un diálogo o un ajuste de cuentas personal en el que se anulan las fronteras entre quien juzga y quien es juzgado, donde las palabras son la única realidad que pervive ante el único acto definitivo.
Los mejores relatos breves (algunos, brevísimos) que he leído en mi vida (y he leído muchos). Lo que sentí al leerlos me resulta muy difícil de expresar. Inolvidable.