Resumen y sinopsis de El viaje vertical de Enrique Vila-Matas
Existe el viaje circular, el del retorno al lugar de origen que describe la Odisea. Pero también existe el viaje sin retorno, la odisea rectilínea y sin Ítaca que transforma a un individuo que ya no regresa a casa. Dentro de este segundo apartado debe incluirse la original modalidad del viaje vertical que es el que, tanto en lo geográfico como en lo vital, emprende el protagonista de esta novela, el septuagenario Federico Mayol hombre de negocios, aficionado al póquer, nacionalista catalán cuando al día siguiente de celebrar sus bodas de oro se ve sorprendente y absurdamente obligado por su mujer a dejar para siempre el domicilio conyugal. Como siempre en Enrique Vila-Matas, pululan los fantasmas de la vejez, la soledad, la locura y centellea el dilema entre supervivencia y suicidio. En esta ocasión en forma de un viaje vertical que es, por su trayectoria geográfica (de Barcelona a Oporto para bajar a Lisboa y después descender a Madeira y finalmente sumergirse en un extrañísimo destino final), una novela atlántica y al mismo tiempo la historia de una iniciación a la cultura, es decir, la clásica novela de aprendizaje, de no ser porque su protagonista tiene una edad en la que generalmente ya nadie aprende nada. Y al fondo de toda la historia, el drama de una generación de españoles que vio truncada su formación cultural y las libertades republicanas por la guerra civil y los años de barbarie que siguieron.
Ha participado en esta ficha: yiyolon
Una cosa es hacer metaliteratura y otra, muy distinta, escribir una novela.
Si esta novela no fuera de Vila-Matas, yo creo que la habrían rechazado en cualquier editorial.
Salvaría las 18 últimas páginas, pero nada más.
Nada de lo que le pasa a Mayol está mínimamente justificado, tiene errores de bulto, topicazos como echar la culpa de no haber estudiado a la Guerra Civil, conceptos que se repiten hasta la saciedad, pero que no quieren decir nada (como el Puerto metafísico).
Cuando acabé esta novela, por llamarla de alguna manera, tuve que releer, por circunstancias que no hacen al caso, "El embrujo de Shanghai" ¡Marsé, por favor, sigue escribiendo! Como dejemos la literatura en manos de los metaliteratos acabamos con ella en dos días.