Resumen y sinopsis de Boulder de Eva Baltasar
Después de la exitosa Permafrost, Boulder es la segunda novela del tríptico donde Eva Baltasar explora la voz, la vida y el cuerpo de tres mujeres.
La protagonista de Boulder se gana la vida como cocinera en un viejo barco mercante. Es la situación perfecta: soledad, una cabina, el océano, algún puerto en el que conocer mujeres y horas para encarar el vacío, para sentir la fuerza de la provisionalidad. Hasta que un día una de ellas consigue que abandone el mar, acceda a vivir entre cuatro paredes y se implique en la gestación asistida y en la educación de un hijo. ¿Qué ha hecho la maternidad con la mujer que en su día conoció en un bar de la Patagonia? ¿Qué hará ella, animal enjaulado en una casa unifamiliar de Reikiavik?
Todo ha cambiado excepto su apodo, Boulder: esas enormes piedras aisladas en medio del paisaje, expuestas a todo sin que nadie sepa de dónde vienen ni porque están ahí.
Después de la exitosa Permafrost, esta es la segunda novela del tríptico donde Baltasar explora la voz, la vida y el cuerpo de tres mujeres.
Segunda novela integrada en la trilogía de la autora sobre la maternidad.
Es una mujer solitaria que por amor abandona su forma de vivir en la que esta muy cómoda. Todo va bien hasta la decisión de tener un hijo que se lleva por delante la vida en común que tenían todo y que no acaba ella de estar del todo conforme.
Muy interesante la forma de escribir, a pesar de que no me acaba de seducir no puedes dejarla y comprendes que ella siga viviendo sin oponer resistencia.
Es la historia de una mujer que huye de todo, de su tierra, de los trabajos, las amantes. Esta vez huye de una relación estable a causa del nacimiento de una hija. Volvemos a tener una narración fresca y que engancha.
La segunda novela de esta autora catalana vuelve a ser la exploración de una voz femenina nada convencional. La de Boulder, una persona que se nos define a partir de un término geológico a falta de un nombre común y corriente; practicante de un estilo de vida nómada, aventurero, sin la menor atadura material ni emocional, una suerte de eremitismo errante definido por lo transitorio, por la soledad. La opción contraria es la de una existencia organizada, cómoda, integrada en el sistema, muy burguesa y típica, además, de los países nórdicos donde todo es perfecto. Lo que parecía una relación idílica no tardará en truncarse por causa de una catástrofe, eso sí, muy normal y cotidiana; la llegada del primer bebé, experimentada por la protagonista como algo completamente ajeno, como un trastorno irreparable. Su visión, quizá radical, sirve a Baltasar para criticar una realidad que todos ponemos en un altar y que pocas veces nos atrevemos a cuestionar; la de la maternidad, vista como una prisión que absorbe las energías y la voluntad de los individuos, comenzando por la de las tan felices como ignorantes mamás, que profesan su recién estrenada condición con fervor fanático. Su dedicación las anula del todo y el recién nacido es un intruso capaz de destruir la felicidad incluso antes de nacer. Se desconfía del lenguaje, de la obsesión por hablar, por rodearse de gente, se abraza en cambio el idioma más natural del cuerpo, de una sexualidad mucho más primaria, más honesta.
Recibe también lo suyo la reproducción asistida, por lo artificial, deshumanizador incluso, del proceso. Se añade la variable de las parejas del mismo sexo, en las que el imperativo de ser madre puede no estar tan condicionado por los códigos de la familia tradicional; aún así, ciertas actitudes se acercan peligrosamente a una masculinidad de toda la vida (la amistad masculina como apoyo ante la crisis conyugal, el rechazo de la comunicación directa), no exenta de gestos nobles (al final todo sea hace, pese a las reticencias, por un amor puro, desinteresado), aflorando incluso sentimientos insospechados bajo una superficie pétrea. Las dos mujeres que se nos describen representan, creo yo, polaridades demasiado extremas. El punto de vista contiene un fuerte sesgo, pero la novela es más dura, concentrada, que su predecesora; un desgranar minucioso de un mundo interior, pese a lo que pueda parecer, muy sensible, a partir de elaboradas comparaciones, de imágenes muy visuales, rotundas, al borde del rebuscamiento expresivo, en un intento de comunicar, poner palabras a la manera en que una siente y ve las cosas (aunque podemos cuestionar la credibilidad de semejante registro viniendo de quien viene, de alguien tan proclive a lo sencillo, tan poco dado a los alardes retóricos). El desenlace, un retorno al punto de partida, cargado de resignación, viene marcado por una escena sumamente bizarra, al límite de lo creíble, aunque profundamente simbólica.
Segunda novela de esta autora que, para mí, ha sido un gran descubrimiento.
Escritura cercana a la poesía por su belleza y sus recursos literarios tan bien construidos.
Boulder, protagonista de la novela, siempre está huyendo de su tediosa rutina, y en este vivir, refleja sus continuas dudas y contradicciones. Vida nada convencional.
Lectura que invita a la reflexión y al disfrute del lenguaje.
Muy recomendable.