Resumen y sinopsis de Las lealtades de Delphine de Vigan
En el centro de esta novela hay un niño de doce años: Théo, hijo de padres separados. El progenitor, sumido en una depresión, apenas sale de su caótico y degradado apartamento, y la madre vive consumida por un odio sin fisuras hacia su ex, que la abandonó por otra mujer. En medio de esa guerra, Théo encontrará en el alcohol una vía de escape. A su alrededor se mueven otros tres personajes: Hélène, la profesora que cree detectar que el niño sufre maltrato a partir del infierno que vivió en su propia infancia; Mathis, el amigo de Théo, con el que se inicia en la bebida, y Cécile, la madre de Mathis, cuyo tranquilo mundo se tambalea después de descubrir algo inquietante en el ordenador de su marido...
Todos estos personajes son seres heridos. Marcados por demonios íntimos. Por la soledad, las mentiras, los secretos y los autoengaños. Seres que caminan hacia la autodestrucción, y a los que acaso puedan salvar –o tal vez condenar definitivamente– las lealtades que los conectan, esos «lazos invisibles que nos vinculan a los demás (...) las leyes de la infancia que dormitan en el interior de nuestros cuerpos, los valores en cuyo nombre actuamos con rectitud, los fundamentos que nos permiten resistir, los principios ilegibles que nos corroen y nos aprisionan. Nuestras alas y nuestros yugos. Son los trampolines sobre los que se despliegan nuestras fuerzas y las zanjas en las que enterramos nuestros sueños».
Una novela concisa, escrita con una prosa afilada, y que no da tregua al lector. Un relato de una contundencia sin contemplaciones, desgarrador y necesario. «Una narración precisa, rigurosa, casi austera. De ahí nace la belleza áspera de esta novela conmovedora, concienzuda y contenida» (Télérama).
La novela trata de temas de actualidad, quizá en exceso, todo suena, es demasiado de “ahora mismo”, lo que creo que le resta poder literario: niños en el momento difícil del paso a la adolescencia, familias desestructuradas, profesora de secundaria que sufrió malos tratos en su infancia y ahora está muy implicada emocionalmente, marido con doble vida que difunde mensajes de extrema derecha en páginas de internet, ama de casa que necesita empoderarse, “bajarse de su vida”…
Pertenece a una especie de corriente “neonaturalista” caracterizada por ser novelas más o menos cortas, (esta para mí lo es en exceso con 105 páginas divididas en unos 20 capítulos mínimos). Un relato tan breve que no permite profundizar ni en los temas ni en las situaciones.
Es una línea de narrativa actual también aquí en España, se me ocurre, salvando distancias y matices Sara Mesa con algunos de sus títulos menores como “La familia”, “Un amor”, “El niño”, de Aramburu, una serie textos en los que predomina lo cotidiano sin gran elaboración estilística.
Hay que alabar de la autora su facilidad para crear y conectar las situaciones y su conocimientos de las relaciones humanas que plasma en algunas reflexiones interesantes.
Es la segunda novela que leo de esta autora, que conocí a raíz de una recomendación de «Las gratitudes». Este libro es un poco el contrapunto a la otra narración. Todo lo que Las gratitudes tiene de entrañable, humano en un sentido positivo y en cierto modo deseable, lo tiene esta otra novela de sórdido, triste, inhumano y falto de esperanza. No obstante, la novela resulta realista, capta al lector y le invita a afrontar una situación más verosímil de lo que nos gustaría.
Los dos personajes principales son Hélène, una maestra con un pasado de maltratos llevada por el afán sincero de ayudar a sus alumnos y por una buena vista por las situaciones comprometidas, y un alumno de 12 años; Théo, de una madurez precoz debido a la situación familiar insostenible, en custodia compartida entre un padre arruinado y destruido, al que de algún modo sigue queriendo, y una madre desquiciada por el divorcio, que intenta borrar en su hijo cualquier vestigio de aprecio por su padre.
Théo y su amigo Mathis, este último en menor medida, buscan alivio en el alcohol, lo que repercute claramente en su estabilidad psíquica, su rendimiento escolar y su caída paulatina en una adicción que es, al mismo tiempo, una huida de la situación en que vive Théo.
La novela está escrita con una cierta asepsia, sin ahorrar detalles pero sin intentos moralizantes. Me parece una obra excelente.
Libro que narra una historia muy triste, y un tanto sórdida, de un niño de 12 años con el alma rota por el divorcio de sus padres.
Libro muy corto para tanto como dice. ¡Cuánto me gusta esta escritora!
Me ha gustado mucho, hasta el final, que a pesar de gustarme los finales abiertos, este no me ha acabado. Pero en conjunto, la novela trata sobre cinco personajes que se van alternando en capítulos cortos, cada uno con el nombre de quien se habla o se habla. El protagonista esencial es un niño que vive una mala situación debido a la separación de sus padres y toda la tensión, impotencia y desasosiego que tiene, la proyecta bebiendo y su máxima es morir así. Hay una profesora que se da cuenta de que algo pasa, un amigo, las madres de ambos, y su propio padre, que apenas habla pero que es tan importante como los otros. Está muy bien tejida la historia y te hace pensar y ponerte en el lugar de cada personaje. Estupendo.
Duro, pero demasiado corto para disfrutarlo. Segundo libro que devoro de esta gran autora.
Todas las obras que he leído de esta autora me han dejado un regusto amargo. Y esta también. Pero no importa, porque se trata de literatura con letras mayúsculas. En este caso se ha centrado en el tema del alcoholismo en menores y el resultado es un libro duro y desgarrador. Todos los personajes son seres heridos, viven permanentemente angustiados. Y conmueve, porque lo que cuenta es demasiado real en nuestra sociedad. La narración es concisa, cruda y muy directa. Una novela extraordinaria. De las que hacen reflexionar y pensar.