El largo parto del cortometraje de Dalí y Disney
Salvador Dalí y su musa Gala residieron en Francia durante los años treinta del siglo XX, donde empezó a hacerse patente entre los popes del surrealismo que El Divino no estaba tan implicado con las ideologías izquierdistas como ellos. De hecho fue instado a condenar el nazismo, cosa que no hizo por no considerarlo necesario, aunque dijo de todas las formas posibles que ni era antisemita ni era nazi. Cuando la guerra empezó y se hizo evidente que los alemanes iban a invadir Francia, Dalí y Gala volaron rumbo a Estados Unidos (también fueron criticados por ello, todo hay que decirlo). Allí, ya en el último año de la guerra, Dalí conoció a Walt Disney.
En 1945 los negocios para Walt Disney y sus estudios no iban del todo bien: tras el exitoso estreno a finales de los años 30 de Blancanieves y los siete enanitos (1938), el primer largometraje de animación en lengua inglesa, la única producción realmente taquillera había sido Dumbo (1941) constituyendo Pinocho (1940), Fantasía (1941) y Bambi (1942) pequeños fracasos. Además, desde que EE.UU. entró en guerra los estudios de Disney se habían dedicado a filmar videos didácticos para las tropas o películas propagandísticas (como por ejemplo Victory Through Air Power, de 1943, un largometraje de acción real con escenas de animación que hacía hincapié en la necesidad de aumentar la producción de aviones de combate para ganar la guerra), películas estas en las que no había ganancia posible. Disney, aparte de recurrir, para aliviar las cuentas de la compañía, al reestreno de Blancanieves y los siete enanitos en el año 1945 (que tuvo tanto éxito que al final instauró la tradición de reestrenar sus películas siete años después del estreno original) volvió a centrarse en la producción de cortometrajes, por aquel entonces imprescindibles para abrir las sesiones de las salas de cine. Él no podía saber que, apenas un par de años después de terminada la guerra los cortos dejarían de ser rentables para distribuidores y exhibidores, que empezaron a demandar exclusivamente películas de larga duración.
Disney y Dalí, tras conocerse, se elogiaron mutuamente, hasta el punto de que el cineasta le confesó que quería trabajar con él. Unos meses después se concretó esta colaboración, encargándole el estudio al artista de Figueras un guión para hacer un corto acerca de una balada mexicana. Dalí se puso a trabajar en ello durante ocho meses, entre 1945 y 1946, junto con el guionista gráfico John Hench (probablemente uno de los más importantes trabajadores de Walt Disney de toda su historia, vinculado a los estudios Disney durante más de sesenta y cinco años de su vida). La música correría a cargo del compositor mexicano Armando Domínguez. Sin embargo, las estrecheces económicas obligaron a cancelar el proyecto cuando, de los seis minutos programados, tan sólo existían unos veinte segundos de grabación.
En 1999 Disney comenzó a trabajar en Fantasía 2000, una revisitación al clásico de 1941. Fue entonces cuando Roy Edward Disney, sobrino de Walt Disney, descubrió la existencia del proyecto de Dalí, profusamente documentado por el artista a base de notas y dibujos que hacían factible, basándose en dichas notas, la finalización del corto. Así se hizo, y en 2003, cincuenta y ocho años después de que se empezara, Destino se finalizaba. Un largo parto para una película que, desgraciadamente, ni Disney ni Dalí pudieron ver, no así Hench, que falleció un año después a la edad de noventa y seis años.
Salvador Dalí