NaNoWriMo, o de cómo escribir una novela en 30 días
El National Novel Writing Month (literalmente Mes Nacional de Escritura de Novelas), también conocido como NaNoWriMo, es un proyecto que nació hace diez años en Estados Unidos de la mano de Chris Baty, un escritor y periodista que tuvo una idea cuanto menos curiosa: organizar un concurso de novela en la que se debía escribir una de al menos 50.000 palabras en sólo los treinta días que dura el mes de noviembre. En aquella primera edición participaron veintiuna personas; hoy, NaNoWriMo es un premio al que se presentan cada año decenas de miles de aspirantes a novelista. En 2008, por poner un ejemplo, se batieron todos los récords, con 119.000 personas inscritas, de las cuales completaron la novela a tiempo 21.720. El total de palabras escritas por los participantes ascendió a 1,643,343,993. Casi nada.
La cantidad prima sobre la calidad, desde luego. Baty llegó a escribir un manual sobre el premio titulado “No Plot? No Problem!” (¿Sin argumento? ¡No importa!). Más claro no se puede decir. Los inscritos deben comenzar la novela como mínimo el 1 de noviembre, y antes del 30 han de haberla enviado a los organizadores. No hay ningún requisito sobre temática, todo consiste en escribir, escribir y escribir. No es del todo complicado si lo analizamos todo desde las matemáticas: 50.000 palabras en 30 días equivalen a 1666 palabras al día. Hasta este último punto y seguido yo ya había escrito más del 10% de eso, por ejemplo. Hay personas que escriben esas 1666 palabras o más al día simplemente respondiendo mensajes en redes sociales como Facebook o Tuenti. ¿Por qué no utilizar tantas fuerzas y golpes de teclado en hacer algo diferente, deben de pensar esos miles de participantes?
Obviamente puede existir la picaresca, y algunos enviarán novelas ya escritas de antemano por el mero hecho de ver su nombre en la lista de ganadores, pero dado que ese es uno de los pocos alicientes de ganar (aparte de sentir que lo has logrado, un certificado imprimible y poco más), se están engañando a sí mismos. Dejando a un lado las frías matemáticas, los que escribimos (o alguna vez nos hemos atrevido a meternos en la farragosa elaboración de una novela) sabemos que 50.000 palabras, sin ser una barbaridad (más bien es poco, de hecho para muchos no sería más que una novela corta), no es cosa de broma. Ahora bien, si se renuncia (tal y como Baty sugirió) de la elaboración de un argumento bien estructurado, la cosa varía. De hecho, lo que más me impactó después de descubrir NaNoWriMo, aparte de la naturaleza del premio en sí (ya suficientemente curiosa), fue ver los porcentajes de ganadores que ha habido año a año.
Los que hayan descubierto tarde esta iniciativa tendrán que esperar a noviembre de 2010 para participar. Lo cual les da una ventaja considerable: casi un año entero para tejer una buena historia en la cabeza y, de completar el proyecto, poder decir al menos que su novela no era tan sólo 50.000 palabras sin sentido.