Reverte telenovelizado
En varias ocasiones hemos hablado de escritores cuyas obras han sido llevadas de forma habitual al cine, tal es el caso de Stephen King o Philip K. Dick. En España también tenemos nuestro particular “Stephen King”, nada menos que el escritor y periodista cartagenero Arturo Pérez Reverte. Hace unos meses se supo que su novela La reina del sur iba a tener una versión muy particular: se va a convertir en una telenovela coproducida por la mexicana Televisa y la española Antena 3. Estas cadenas contarán con sus propias versiones de la novela: así, Televisa tendrá al finalizar el rodaje una serie de 60 capítulos mientras que la versión para Antena 3 será bastante más corta al limitarse sólo a 13 episodios. Esto puede resultar engañoso: debido a las diferencias de gustos televisivos y necesidades de programación entre España y México la versión mexicana constará de capítulos más cortos, aunque de todas formas Antena 3 parece dispuesta a meter la tijera en la producción final para aligerar el resultado final.
Es difícil aventurar cómo va a resultar esta adaptación, pero haciendo un repaso a todas las versiones de novelas de Arturo Pérez Reverte podríamos casi asegurar que no va a ser la peor de todas.
La primera de ellas fue El maestro de esgrima, que vio la luz en 1992 de la mano de Pedro Olea. La película, sin ser nada del otro mundo, resultaba un entretenimiento más que aceptable. También conseguirían el aprobado Cachito (basada en Un asunto de honor) y, sobre todo, Territorio comanche, ambientada en la Guerra de Bosnia. Una de las últimas en llegar al cine, La carta esférica, dirigida por Imanol Uribe, también podría ser considerada una película recomendable, aunque resulta fallida por varias razones. Para terminar con las adaptaciones que yo particularmente salvaría de la quema, incluiría en esta lista a la más cara de todas ellas, Alatriste, que seguramente intentó condensar en 140 minutos un número demasiado elevado de páginas pero que, no obstante, salvaba con un aprobado una empresa tal vez demasiado ambiciosa y que, al menos, nos dio una ambientación cuidada y una de las mejores escenas de batalla, por no decir la mejor, de la historia del cine español.
Aparte de estas películas, nada hay salvable en las adaptaciones al cine (y la televisión) de las obras de Arturo Pérez Reverte. La tabla de Flandes (Jim McBride, 1994), fue una insulsa producción de intriga ambientada en la Ciudad Condal que a ratos roza el despropósito. Quart. El hombre de Roma (Jacobo Rispa, 2007) no es exactamente una adaptación de la superventas La piel del tambor, con la que comparte algún personaje y poco más, pero no deja de ser un acercamiento nefasto, casi vergonzoso me atrevería a decir, a la obra del autor. Gitano (Manuel Palacios, 2000) no está basada en ninguna novela de Pérez-Reverte, pero el guión es suyo, y hay que sincerarse y afirmar que se trata de una de las peores películas españolas de los últimos años. Mala. Mala a rabiar. Mala hasta decir basta.
La guinda se la lleva, en mi opinión, la versión que Roman Polanski hizo en 1999 de la novela El club Dumas, llamada de forma elocuente La novena puerta (cualquiera que haya leído la obra se dará cuenta de que este cambio no es nada inocente). Fue una auténtica pena ver cómo una de las obras más inteligentes de la historia reciente de la literatura española de masas era convertida en algo tan plano, tan vacío, tan estúpido y tan predecible. Al menos tiene un récord triple: es la peor adaptación de una novela de Pérez-Reverte, la peor película dirigida por Polanski y, casi seguro también, la peor interpretación en papel protagonista de Johnny Depp.
Vistos los antecedentes, pocas esperanzas podemos hacernos con La reina del sur. Vistas tantas y tan mediocres, por lo general, adaptaciones, tal vez no estaría de más que Pérez-Reverte se involucrara más en estos proyectos cinematográficos para impedir ciertas barbaridades que han jalonado estas producciones. O tal vez me esté equivocando, tal vez el murciano lo haga ya de forma metódica, en cuyo caso hay que afirmar que es tan buen escritor como mal guionista.
Arturo Pérez-Reverte