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Víctor Miguel Gallardo (Página 10)

Cómo ser un perfecto legionario

AutorVíctor Miguel Gallardo el 16 de febrero de 2011 en Divulgación

Manual del legionario romano

Existe, lo queramos o no, cierta fascinación por todo lo relativo al hecho militar: las batallas, los grandes generales y, desde luego, también por las unidades militares, sobre todo de las de élite. Se han escrito miles de libros acerca de los hoplitas, la Waffen SS, las órdenes de caballería medievales, los arqueros a caballo mongoles, los cosacos, los húsares… y, por supuesto, de la Legión Romana. Legionario. El manual del soldado romano es uno de los libros más originales sobre el tema que se pueden encontrar en el mercado, por no decir que el que más.

Su autor, el británico Philip Matyszak, no es precisamente un desconocedor de la historia de Roma. En Gran Bretaña tiene publicados ensayos sobre esta civilización tales como pueden ser “Chronicle of the Roman Republic” (2003), “The enemies of Rome” (2004), “The sons of Caesar” (2006), “Lives of the Romans” (2008, co-escrito con Joanne Berry) o “Mithridates the Great” (2008). Sin embargo, son sus libros más amenos, aquellos que están escritos como si de una guía de viajes se tratara, los que le valieron mayor reconocimiento público. Así, en 2007 vio la luz “Ancient Rome on Five Denarii a Day. Your guide to Sport, Sightseeing & Shopping in Rome, the City of the Caesars”, y en 2008, esta vez ambientado en Grecia, “Ancient Athens on Five Drachmas a Day. Where to eat, drink and meet a philosopher. Your guide to the cradle of Western Culture”. Ambas fueron concebidas, como ya he dicho, como auténticas guías de viaje, pero sin perder rigor histórico, por lo que son obras que, a la par de ser didácticas, son francamente divertidas y accesibles para los que habitualmente no se acercarían a textos de historiadores del Clasicismo europeo.

Legionario. El manual del soldado romano es un remedo de tantos y tantos manuales para la soldadesca editados especialmente en el siglo XX. El ejército estadounidense perfeccionó este tipo de publicaciones durante la Segunda Guerra Mundial con pequeños cuadernos en los que lo mismo se explicaba a la tropa el por qué los franceses eran tan antipáticos y vestían mal o se ayudaba a saber diferenciar entre un japonés, el enemigo, y un chino, el aliado. Legionario… es un libro ilustrado que pretende servir de guía imaginaria para todo aquel interesado en incorporarse a la Legión romana durante el reinado de Trajano, más concretamente en el 98 d.C., y hay varias partes fundamentales que todo civil interesado en la vida militar debería saber: aparte de las consabidas lecciones de táctica militar, hay que empezar con información práctica de cómo enrolarse, de qué va a encontrar el soldado una vez movilizado o de cómo se desarrollará su carrera militar y hasta dónde llegará.

Un libro muy divertido, profusamente ilustrado y, sobre todo, bien documentado. Una manera de acercarse a la Historia de Roma de una manera muy diferente.

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La prisionera de dos dictadores

AutorVíctor Miguel Gallardo el 13 de febrero de 2011 en Divulgación

Archipiélago Gulag

«Cuando se roen los huesecillos de un murciélago en descomposición, se bebe el caldo hecho con cascos de caballos muertos, se fuman ¿cigarrillos? de estiércol o se ve a un médico tomarle el pulso a un prisionero y asegurar a los funcionarios que puede soportar unos pocos minutos más de tortura, cuando se conduce a un hombre a determinadas situaciones, ese hombre queda ya eximido de todo deber con sus semejantes» (Archipiélago Gulag, Alexander Solzhenitsyn)

Durante todo el siglo XIX y principios del XX la Rusia zarista se vio metida de lleno en múltiples conflictos bélicos, desde las guerras napoleónicas hasta la guerra contra Japón pasando por varias guerras con el Imperio Otomano. Luego, en plena I Guerra Mundial, la Revolución soviética hizo dar al colosal estado multiétnico un giro en todos sus planteamientos. Pero con la Revolución llegó también la Contrarrevolución y, lo que es más importante, el miedo a la misma. Si ya bajo el mandato de Lenin se intuían ciertos comportamientos en parte heredados del rancio sistema policial zarista (la Cheká, futura NKVD, no hizo sino repetir y perfeccionar sistemas ya usados por el anterior régimen), bajo Stalin la represión y purga de elementos discordantes tomó proporciones gigantescas.

Desgraciadamente el siglo XX ha sido una época de grandes purgas. A la URSS estalinista hay que añadir regímenes fascistas como el nazi alemán, y otros países socialistas, tales como China (Revolución Cultural) y la Camboya de Pol Pot, que también practicaron en mayor o menor medida este tipo de políticas de exterminio. Paralelamente a las purgas se desarrollaron programas de trabajos forzados, reasentamiento, reclusión, etc. La Unión Soviética y sus gulag son seguramente las más importantes cuantitativamente hablando, y fueron perfeccionados y altamente especializados. Así, hubo campos de trabajos forzados especiales para científicos supuestamente disidentes (o contrarrevolucionarios), campos para madres con sus hijos, campos para familiares de traidores a la patria, etc.

Precisamente en uno de estos últimos estuvo internada Margarete Buber-Neumann, esposa de un importante miembro del Partido Comunista Alemán. Con la llegada de los nazis al poder el matrimonio abandonó Alemania y pasó a la Unión Soviética, aunque también formaron parte del aparato del partido en Francia y España. Finalmente el marido, Rafael Buber, cayó en desgracia y fue asesinado durante la Gran Purga de 1936-1938. Ella fue enviada a un campo de trabajo soviético, en donde sobrevivió a duras penas. Sin embargo, en agosto de 1939 los soviéticos y los nazis firmaron un pacto por el cual muchos prisioneros de origen alemán fueron repatriados. Como antigua comunista, Margarete Buber-Neumann fue internada inmediatamente en el campo de concentración de Ravensbrück, en donde permaneció hasta su liberación en abril de 1945. Tal y como relató posteriormente en su libro “Bajo dos dictadores: El prisionero de Stalin y Hitler“, publicado en 1948, parece ser que tuvo mejor fortuna en este segundo campo, dado que era alemana, aria, y había renunciado al comunismo años atrás. Su libro levantó ampollas en los partidos comunistas de Europa Occidental, especialmente en el francés, que había acusado al disidente soviético Victor Kravchenko de haberse inventado una serie de calumnias para desprestigiar al régimen de la URSS. Sin embargo, con el testimonio de Buber-Neumann quedó claro que no había nada de fantasioso en los relatos sobre los gulags.

Habría que esperar hasta 1973 para que Alexander Solzhenitsyn publicara Archipiélago Gulag, obra redactada veinte años antes. Lo hizo casi obligado por las circunstancias, ya que el libro había caído en manos de la KGB, ya que hasta entonces había evitado su publicación por miedo a las represalias. Tal y como él dijo públicamente:

Mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos

Archipiélago Gulag es una obra imprescindible para conocer de primera mano parte de la más triste historia del siglo XX.

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Los dibujos de Unamuno

AutorVíctor Miguel Gallardo el 9 de febrero de 2011 en Noticias

Dibujos de Unamuno

Miguel de Unamuno es uno de los nombres más destacados de las letras hispanas de los últimos 150 años. Nacido en el Casco Viejo de Bilbao, Unamuno es especialmente conocido por su obra en prosa, tanto sus novelas como sus ensayos, aunque también fue importante su aportación al teatro y, en menor medida, a la poesía, en la que no destacó especialmente. Sin embargo, tenía otras pasiones mucho menos literarias: por un lado, era un auténtico fanático de la papiroflexia (llegando a escribir largamente sobre el tema, y siendo el creador de varios modelos originales, tal y como se reconoce en la página web de la Asociación Española de Papiroflexia). Si nos fijamos, en dos de sus retratos más populares, el que le hizo Zuloaga y el firmado por Solana, aparecen figuras hechas con papel. Y es que esa era otra de sus pasiones, la del dibujo y la pintura. Tal y como dijo en la obra “Recuerdos de niñez y de mocedad”:

Desde muy niño me adiestré en el arte del dibujo y luego en el de la pintura, y si he abandonado este último es por haber descubierto mis escasas aptitudes para el colorido. La línea y el claroscuro, sí, pero el color no; éste me era rebelde. Y no sé si por esto que prefiero a los pintores que podríamos llamar claroscuristas, aquellos que pintan poco más que a blanco y negro, y no esos otros coloristas que degeneran fácilmente en colorinistas.

Sea como fuere, sí que dejó de pintar, pero nunca de dibujar. Con motivo del 75 aniversario de su muerte, la Casa Museo Unamuno de la Universidad de Salamanca ha organizado una exposición en la que 160 de sus dibujos, algunos de ellos inéditos, van a mostrarse a un público que, por lo general, ignora que el autor de “Niebla” o “San Manuel Bueno, mártir” dedicó buena parte de su tiempo a estos menesteres. Se trata de dibujos con un estilo muy realista, la mayor parte de los cuales fueron realizados en sus libretas de poesía o filosofía o en documentos sueltos. Temáticamente hay de todo: desde retratos (de amigos y conocidos y también de personas anónimas) pasando por paisajes de su adorada Salamanca, animales (toros, ranas, caballos), arquitectura salmantina, etc.

Según la responsable de la muestra, Ana Chaguaceda (directora de la Casa Museo), es una pena que no identificara a los personajes que dibujaba y que no titulara ningún dibujo. El rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández, afirmó que estos dibujos (se exponen, como ya se ha dicho, 160 de los casi 300 con que cuenta la Universidad) han sido “no valorados en su justa medida y quizá eclipsados por la importancia de sus otras creaciones”.

Es un buen momento, pues, para acercarse un poco más a la figura del inmortal escritor, aunque esta vez de la mano de algo que no tiene relación directa con su sobresaliente labor como literato.

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Cultura española para japoneses

AutorVíctor Miguel Gallardo el 5 de febrero de 2011 en Noticias

Muñeca flamenca

Es inevitable: igual que para nosotros Japón es sinónimo de sushi, peleas de sumo, teatro kabuki y manga, para los japoneses hablar de España es hacerlo de la paella, el flamenco y los toros. Para acabar con esto la editorial japonesa Maruzen acaba de presentar en la sede del Instituto Cervantes de Tokyo un grueso volumen de 860 páginas, con 14 campos de interés (para un total de 370 temas) acerca de la cultura española. Para su elaboración han sido necesarios varios años y más de 150 especialistas sobre España.

Uno de los promotores del libro, el profesor de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Kyoto Shoji Bando, afirmó que la intención era difundir algo más de lo habitual sobre España. Por eso hay temas para todos los gustos: gastronomía (porque no todo va a ser paella y jamón), música y cine (porque no todo se acaba en el flamenco y Almodóvar), moda y arquitectura (ámbitos en los que España es una potencia mundial), deporte, etc. Especial importancia tiene el capítulo de las identidades nacionales dentro de España, algo desconocido para la mayor parte de los japoneses. “Hay muchos libros sobre la España tradicional y apenas de la más nueva”, dijo Bando, tras comentar que han sido rigurosos en la información que aparece en el libro, ya que han intentado que la documentación histórica sea lo más fiable posible.

La obra, que cuenta con gran cantidad de fotografías, gráficos, etc., tendrá una tirada de 1500 ejemplares, y llama la atención el prohibitivo precio, nada menos que 20.000 yenes (178 euros aproximadamente), lo cual no parece que vaya a convertir el libro en un superventas precisamente. Sea como fuere, es evidente que el interés en Japón por España y su cultura está en auge. Dicho interés se multiplicó de una forma más o menos fortuita en los años 80, cuando una de las marcas de whisky más consumidas del país insular, Suntory, mostraba imágenes de la Sagrada Familia. Las inmediatas olimpiadas de Barcelona no hicieron sino aumentar el interés del japonés, que empezó a considerar España como uno de sus destinos vacacionales preferidos. A los 700.000 nipones que visitan nuestro país anualmente hay que añadir los cada vez más que han elegido aprender la lengua española, tanto en centros públicos como privados. Existen incluso cursos de español en televisión y radio. Hay que reseñar que este auge de la enseñanza del idioma no viene sólo motivado por un interés creciente por España, sino también por otros estados hispanohablantes, tal es el caso especialmente de México.

Las cien obras del siglo XX, según Le Monde y Fnac

AutorVíctor Miguel Gallardo el 31 de enero de 2011 en Divulgación

El extranjero

Es habitual en Lecturalia que os presentemos listas de libros, tanto de los más vendidos, como de los más importantes, los más caros, etc. A muchos nos gustan esas listas, bien porque pueden servirnos como guía para nuestras lecturas, bien porque nos encanta despellejar a los autores de esos listados si no estamos de acuerdo con ellos, lo que es más que frecuente. Por eso merece la pena recuperar una lista, elaborada en 1999 al alimón por el diario parisino Le Monde y por la empresa Fnac, dominadora de la venta de libros en el país vecino. La mayoría de las listas que os mostramos en Lecturalia hacen referencia al mercado anglosajón (particularmente británico, pero también estadounidense) y, en menor medida, al hispanohablante; por eso es interesante, por una vez, acercarnos a los gustos del mercado francófono, muy diferente.

Así, en la lista hay una mayoría de obras escritas en francés abrumadora: nada menos que 50 de las 100 obras fueron escritas originalmente en francés, al menos en parte. Simplemente echando un vistazo a las diez primeras podemos hacernos una idea clara de que el lector francés valora la producción literaria nacional por encima de cualquier otra:

  • 1. El extranjero, de Albert Camus
  • 2. En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust
  • 3. El proceso, de Franz Kafka
  • 4. El principito, de Antoine de Saint-Exupéry
  • 5. La condición humana, de André Malraux
  • 6. Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinand Céline
  • 7. Las uvas de la ira, de John Steinbeck
  • 8. Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway
  • 9. El gran Meaulnes, de Alain-Fournier
  • 10. La espuma de los días, de Boris Vian

Todas son obras suficientemente conocidas, aunque sorprende la inclusión de la obra única de Alain-Fournier, publicada en 1913 y llevada al cine (en Francia, dónde si no) en varias ocasiones.

El resto de la lista incluye a otros conocidos autores franceses como Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, Guillaume Apollinaire, Claude Lévi-Strauss, Marguerite Yourcenar, André Breton, Roland Barthes o Marguerite Duras, incluyendo a nacionalizados como Eugène Ionesco o Milan Kundera, rumano y checo respectivamente. Es imposible, mirando la lista, no llegar a la conclusión de que el siglo XX fue el de las Letras francesas, lo mismo que ocurre con las Letras británicas si echamos un vistazo a una lista del diario The Guardian. Esto es inevitable: leyendo el famoso Canon Occidental de Harold Bloom también parece que la literatura hebrea ha vivido una edad dorada en los últimos 110 años.

Dos datos curiosos de la lista: sólo hay una obra en español, el Romancero Gitano de García Lorca (en el puesto 83), y se han incluido dos cómics, lo que da una idea de la importancia de la BD (Bande dessinée, término aplicado al cómic franco-belga) dentro de las letras francesas: por un lado, Asterix el galo, el primer volumen de las historias de Goscinny y Uderzo, en el puesto 23 de la lista; por otro, El Loto Azul, quinto volumen de las historias de Tintín, del autor belga Hergé, en el puesto 18.

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De la viñeta a la pantalla: lo peor de lo peor

AutorVíctor Miguel Gallardo el 29 de enero de 2011 en Divulgación

The Green Hornet

Hacer una buena adaptación al cine de un cómic/novela gráfica/tebeo (o como queráis llamarlo) no es imposible: después de todo, Cronenberg filmó magistralmente Una historia de violencia, el tándem Rodríguez-Miller parió una Sin City brutal a nivel visual y totalmente coherente con el original y Christopher Nolan ha hecho que veamos a Batman como nunca antes lo habíamos visto, ni siquiera en las dos meritorias películas de Tim Burton de hace dos décadas.

Pero claro, es difícil olvidar que abundan las malas adaptaciones. Sin ir más lejos, Joel Schumacher violó la memoria del enmascarado de Gotham City en dos horrorosas películas que echaron por tierra todo lo que Burton había logrado poco tiempo antes.

Si tuviéramos que hacer un listado sobre las peores adaptaciones al cine de cómics, hay varios nombres que nos vendrían irremediablemente a la cabeza. Y, tras los nombres, imágenes que han poblado las pesadillas de miles de fans de todo el mundo que observaron horrorizados engendros fílmicos que fueron rodados para mayor gloria de los estudios de Hollywood. Un clásico de estas películas malditas sería Superman IV (The quest for peace, 1987). Dejando a un lado la primera de las películas del que probablemente es el superhéroe más popular de la historia, una muy buena aproximación al inmortal cómic, la franquicia entró en franca decadencia inmediatamente. La segunda de las adaptaciones cuyo protagonista fue el malogrado Christopher Reeve era mucho peor. La tercera, horrorosa. La cuarta es sencillamente desastrosa: no estamos hablando tan sólo de una mala adaptación, sino de una de las peores películas de la historia del cine. No, no estoy exagerando ni una pizca, por desgracia.

Otro horror nos llegó en 1995: Juez Dredd. Ver a Sylvester Stallone, ya en horas bajas, destrozando con su sola presencia un cómic que, sin ser la panacea, tenía detalles interesantes, marcó a toda una generación de adolescentes entre los que me incluyo. En comparación, las dos mediocres adaptaciones de Punisher (o El Castigador, como se prefiera) son obras de arte llenas de sutileza. Dentro de poco verá la luz una nueva versión de Juez Dredd, y creo no equivocarme al asegurar que es imposible que sea peor que la ya existente.

Un título muy mencionado cuando se habla de este tema en los mentideros habituales es Catwoman (2004), que se convirtió en una ridícula comedia… sin pretenderlo.

Pero todo es muy subjetivo: a algunos tampoco gustaron demasiado V de Vendetta (2005) por destruir la esencia de la novela gráfica homónima, 300 (2007) por ridícula y Watchmen (2009), y curiosamente del mismo director que 300, Zack Snyder) por ser demasiado inaccesible para los no familiarizados con la obra de la que bebe. Y, aún así, estamos hablando de tres de las películas más importantes de la década, sobre todo a nivel visual.

Queda por ver qué opinará crítica y público sobre The Green Hornet, una no muy ortodoxa adaptación libre de El Avispón Verde, un héroe ya de por sí poco ortodoxo y sobrino nieto, para más inri, de El Llanero Solitario, otro personaje de ficción. ¿Estaremos ante un nuevo bodrio y el primer batacazo serio del otrora admirado Michael Gondry?

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El odiado Louis-Ferdinand Céline

AutorVíctor Miguel Gallardo el 27 de enero de 2011 en Divulgación

Celine

Cincuenta años después de su muerte a causa de un aneurisma cerebral (concretamente el 1 de julio de 1961), Louis Ferdinand Auguste Destouches, conocido universalmente por su pseudónimo, Céline, sigue siendo denostado por muchos. Más por su vida personal que por su obra, eso sí es cierto, por más que gran parte de ella esté impregnada del antisemitismo que le hizo ser odiado en vida… y todavía medio siglo después de fallecido.

Presionado por diversas asociaciones, entre ellas la FFDJF, una agrupación de hijos de deportados judíos, y su abogado, el popular Serge Klarsfeld, el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, ha descartado a Céline de la lista de homenajes que la República Francesa tenía preparados para este año. Mitterrand ha hecho hincapié, en una declaración pública, en que “el hecho de haber puesto su pluma a disposición de una ideología repugnante (…) no se inscribe en el principio de las celebraciones nacionales”, aunque también recalcó que la importancia de Céline dentro de las letras francesas está fuera de toda duda.

Ambas posturas enfrentadas, la de destacar su calidad como literato y censurar sus opiniones políticas, que le llevaron a ser considerado oficialmente como colaboracionista nazi y condenado a muerte, aunque finalmente se le perdonó, son totalmente lógicas. La importancia de Céline como escritor está fuera de toda duda, siendo, tras Marcel Proust, el autor francés más popular del siglo XX. No cabe duda que su polémica personalidad ayudó a darle un importante empuje a su obra, de la que habría que destacar su novela, Viaje al fin de la noche (Voyage au bout de la nuit, 1932), publicada a principios de la década más convulsa del siglo. En esta novela, de carácter en parte autobiográfico, se nos presenta gran parte de la vida de Ferdinand Bardamu, un personaje que comparte muchas vivencias con el Céline histórico, entre ellas su participación en la I Guerra Mundial, su introducción al mundo de la medicina, etc. Viaje al fin de la noche ha sido referenciada por muchos autores posteriores como una fuente de inspiración, destacando, entre otros, Charles Bukowski, Joseph Heller o Kurt Vonnegut, que reconoció que esta novela fue esencial para Palm Sunday, una obra recopilatoria de historias cortas, ensayos, cartas, etc.

No habrá, pues, homenaje para Céline en 2011. Y, una vez más, la polémica está servida. Después de todo, por mucho que nos repugne la militancia política del autor, ¿no es censurable que se le nieguen sus méritos literarios hasta el punto de forzar a las autoridades de su país a no incluirlo en una lista de personalidades a homenajear muchas de las cuales, qué duda cabe, tuvieron un talento muy inferior al del autor nacido en Courbevoie?

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Iconoclasta Miguel Ángel Martín

AutorVíctor Miguel Gallardo el 9 de enero de 2011 en Divulgación

Miguel Ángel Martín

Supe en primera instancia de la obra del historietista leonés Miguel Ángel Martín (1960) a través de sus colaboraciones con la industria discográfica, especialmente con una de las casas de discos independientes más exitosas de España, Subterfuge Records, en cuyo sitio web todavía aparecen sus ilustraciones. Aquellos dibujos, de trazo sencillo, me interesaron desde un primer momento debido a la incomodidad que me producían, algo que también se repitió al ver algunos carteles cinematográficos suyos (como los de “La lengua asesina” o, sobre todo, “Killer Barbys”). Cuando conocí su obra en cómic esa incomodidad se multiplicó por cien.

Si a alguien que no conozca su trabajo le llegara a las manos una de sus primeras obras, “Kyrie: nuevo europeo”, inicialmente una tira cómica aparecida en “La Crónica de León” y luego recopilada en nueve tomos, ya casi inencontrables, seguramente no entendería esta desazón de la que hablo. Es una obra cínica hasta decir basta ambientada en una oficina en la que trabajan animales antropomórficos, y en la que se desarrolla una historia en la que se mezclan tipos estereotipados que podemos encontrar en muchos lugares de trabajo (el tipo pesado y fanfarrón, la secretaria sexy, el compañero cínico) con un trasfondo, seguramente no muy bien hilvanado, de crítica al sistema capitalista y a la hipocresía en general. No es una obra redonda, pero se lee con agrado, consiguiendo además algo que, en la mayor parte del resto de la obra de Martín apenas se consigue: sonreír.

Harina de otro costal serían otros trabajos suyos, dejando a un lado algunos encargos de corte infantil que, no obstante, para muchos de los que conocemos su obra, siguen incomodando al reconocer su estilo trasplantado a un ámbito supuestamente inocente. Es difícil concebir cómo puede el autor de la controvertida “Psychopathia Sexualis” dedicarse a la ilustración para niños. Es precisamente esta última obra una de las más famosas, en parte por su contenido políticamente correcto, rayano en lo desagradable en la mayor parte de sus páginas, en parte por ser más que representativa de muchas de las obsesiones que han recorrido la obra de Martín desde que empezó su carrera a finales de los años 80. Su edición italiana, por ejemplo, fue retirada de las librerías por inducir, según la fiscalía, al suicidio, homicidio y pedofilia, siendo procesado (y finalmente absuelto) el editor Jorge Vacca. Sin embargo, para mí es un trabajo menor, muy alejado de la genialidad que demuestra en sus, para mí, dos mejores trabajos, “Brian the Brain” y “Rubber Flesh.

Estas dos obras, relacionadas entre sí, son difíciles de explicar para los que no las hayan visto (y, en el buen término de la palabra, sufrido). Si leyendo “Kyrie” queda claro que Miguel Ángel Martín es lector de Ballard, la influencia del cineasta Cronenberg es evidente en “Brian the Brain” y “Rubber Flesh”, dos de las historias más desquiciadas (e interesantes) del cómic español de los últimos veinte años. No obstante, y mientras que “Kyrie” ha sido adaptada recientemente al teatro, no parece muy probable un salto parecido de estos dos trabajos, aunque tal vez funcionarían, y muy bien, como base para guiones de alguna película de serie B que, no me engaño, muchos devoraríamos con fruición.

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El fumar se va a acabar

AutorVíctor Miguel Gallardo el 5 de enero de 2011 en Divulgación

Cigarrillos

El pasado 2 de enero se estrenó en España una polémica Ley Antitabaco que ha supuesto una nueva vuelta de tuerca a la normativa que en 2005 limitó poco convincentemente los lugares en dónde está permitido el consumo de esta droga legal. La nueva ley supone una muy buena noticia para millones de no fumadores, que de repente ven que está vedado el uso del tabaco en bares, cafeterías, restaurantes, parques infantiles o incluso los alrededores de centros hospitalarios. Los fumadores, en cambio, pueden no llegar a comprender ciertos aspectos de la ley: el fin de las áreas habilitadas para fumadores en aeropuertos es un tema muy controvertido, por poner un ejemplo sangrante. El que a la par que se limitan brutalmente los lugares permitidos para uno de los vicios más universales se amplíen los establecimientos en los que se puede comprar tabaco (por ejemplo en las gasolineras, en donde hasta ahora y desde hace ya bastante tiempo era impensable encontrar tabaco) tampoco es demasiado razonable. ¿Se limita la posibilidad de fumar pero se amplían los puntos de venta? Seguramente es una manera de contentar ya no sólo a la industria tabacalera, sino sobre todo a las empresas especializadas en la distribución de productos derivados del tabaco, especialmente los fabricantes y gestores de máquinas expendedoras. No es un tema baladí: cientos de familias en España dependen de la distribución y venta del tabaco.

De lo que no cabe duda es de que, ahora más que nunca, es un buen momento para que los fumadores se (nos) planteen (planteemos) dejar de fumar, y existen un buen puñado de libros en el catálogo de casi cualquier gran editorial que nos pueden ayudar en esta ardua tarea.

Si hablamos de libros para dejar de fumar es imposible no mencionar al “rey” de esta temática, el británico Allen Carr. Fundador del método “Easyway”, su libro Es fácil dejar de fumar si sabes cómo (The Easy Way to Stop Smoking) es el libro de autoayuda de esta temática más vendido de la historia, y Carr llegó a decir que calculaba que había ayudado a dejar de fumar al menos a diez millones de lectores. No es el único libro de Carr que habla sobre esto, teniendo libros específicos para mujeres, para ayudar a dejar de fumar a los hijos, etc. Paradójicamente, Carr murió a causa de un cáncer de pulmón más de veinte años después de su último cigarrillo, y lo hizo en Benalmádena, provincia de Málaga, en donde estaba su residencia habitual en sus últimos años de vida.

No obstante, también existen libros de temática radicalmente opuesta, que si bien no pretenden fomentar el tabaquismo sí que consideran esta adicción como un derecho, como algo que debe ser una responsabilidad personal y no estar regida por imposiciones gubernamentales. Uno no muy conocido, pero de un autor que no necesita carta de presentación, es Cómo defender nuestro derecho a fumar, del escritor madrileño Antonio Gómez Rufo.

Sea como fuere, y hablo como fumador, existen muchas razones para dejar de fumar, ya sea la nueva ley, las continuas subidas de precio… o un puñado de libros dispuestos a ayudarnos a dar ese paso que muchos postergan (postergamos) durante demasiado tiempo.

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Feltrinelli compra Anagrama

AutorVíctor Miguel Gallardo el 2 de enero de 2011 en Noticias

Editorial Feltrinelli

La noticia ha sorprendido a casi todo el mundo: Jorge Herralde, el editor de Anagrama, ha llegado a un acuerdo con la editorial italiana Feltrinelli para que, progresivamente, los transalpinos se hagan con el control total de una de las más importantes editoriales independientes españolas. Durante los próximos cinco años Feltrinelli se irá haciendo con paquetes accionariales (empezando con un 10%) hasta llegar, dentro de un lustro, a controlar casi la mitad de la editorial. Entonces pasarán a comprar el resto, dejándole a Herralde unas participaciones simbólicas en el que ha sido su gran proyecto editorial durante cuatro décadas.

Visto lo visto, con un acuerdo firmado el año pasado en Alemania durante una feria internacional y con los detalles recién publicados en la prensa de ambos países, poco espacio queda para pedirle a Herralde que rectifique y que siga llevando él las riendas de Anagrama. Ha primado por encima de todo, según parece, el deseo del editor de que la editorial siga siendo independiente, sin caer en las manos de grupos editoriales que, lo hemos visto muchas veces con otras editoras, acabarían pervirtiendo los valores y políticas editoriales de Anagrama. Feltrinelli no es una mala opción: es una editorial bastante prestigiosa en Italia, independiente, y que ha sabido salir adelante diversificando su oferta: no es sólo una editorial, sino que tiene un centenar de librerías por todo el país.

La pregunta es: ¿afectará este cambio a la línea editorial que Anagrama lleva años manteniendo? Bien, echando un vistazo a los fondos editoriales de ambos sellos podemos ver algunos nombres muy significativos que tienen en común, tal es el caso de Douglas Adams, Hannah Arendt, Balzac, Baudelaire, Harold Bloom, Charles Bukowski, etc.

Sin embargo, no todo son coincidencias: Feltrinelli no tiene a Paul Auster o a Michel Houellebecq (precisamente dos de los autores franquicia de la editorial que está comprando) y Anagrama no tiene a Gioconda Belli o a Isabel Allende, por poner ejemplos conocidos (también porque la editorial italiana tiene un abanico mucho más amplio de géneros que la española). Además, Feltrinelli tiene un catálogo mucho mayor de autores italianos que, en comparación, Anagrama con autores españoles.

Seremos optimistas: las comparaciones son odiosas, y nadie puede dudar que Anagrama es una de las editoriales más prestigiosas en habla hispana. Sin embargo, la compra por parte de Feltrinelli le puede resultar más que beneficiosa si la editora italiana le da a la española alternativas que ellos ya utilizan. En primer lugar, Feltrinelli no sólo no se ha quedado anclada en la edición tradicional, sino que ofrece de forma activa (y casi pionera en su país) libros electrónicos, aparte de audiolibros y, atención, contenidos exclusivos para los dispositivos Apple (iPhone, iPad, etcétera). El que tengan sus propias librerías tampoco es moco de pavo: estamos hablando de establecimientos, muy populares por cierto, en los que, por mucho que otras editoriales paguen, los libros de Feltrinelli siempre van a tener un lugar destacado.

Resumiendo, si Anagrama aprovecha la oportunidad y toma como suyas todas las innovaciones en materia de edición y distribución que Feltrinelli ya usa, puede suponer un salto cualitativo importante. Eso sí, seguimos preocupados con la política editorial que dentro de cinco años tendrá Anagrama, aunque un vistazo al catálogo de la compradora italiana nos tranquiliza.

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