Heraldos de la luz, de Víctor Conde
Vïctor Conde se adentra de lleno en la literatura juvenil con Heraldos de la Luz en una historia donde los personajes de moda, los ángeles, son los protagonistas. Pero no os asustéis, estamos hablando de ángeles de verdad, de los de espadas vengadoras, batallas eternas y bondad infinita cuando están de humor.
Tanya es una adolescente superdotada que, enfundada en su look de lolita, lleva una vida normal como muchos otros jóvenes de Madrid, esperando el fin de semana, salir con su novio y, además, apoyada en todo momento por sus padres. Es, con todo lo que implica en la adolescencia, una chica feliz. Todo cambia en el transcurso de una noche, cuando varios demonios intentan atraparla. Sólo la intervención de Séfora, un ángel con pequeños vicios mortales, y de Nínive, un espíritu encerrado en un espejo, la salvarán.
Si la vida de Tanya transcurre feliz y tranquila hasta ese momento, Erick, en cambio, no vive en ese entorno protegido y, a pesar de su juventud, trabaja de especialista de cine, un mundo que le apasiona. En su mente sus prioridades son la diversión y, como no, las chicas. Pero él es, al igual que Tanya, uno de los elegidos, lo que le convierte en una pieza a cazar para los demonios. El tercer elegido es Mauro, un joven depresivo, encerrado en un mundo de dolor y agonía. Este grupo tan dispar es el que necesita reunir Séfora para entrenarlos y que asuman su rol, al tiempo que los mantiene a salvo de los demonios. De fondo, la batalla entre el Cielo y el Infierno.
Unos personajes bien trazados, una aventura interesante que va acelerándose conforme adelantamos páginas y una curiosa reinterpretación de la mitología, permite a Víctor Conde ofrecer una novela fácil de devorar, que se presenta como la primera de una trilogía.
Víctor Conde
Heraldos de la luz