Qué hay que leer si se quiere escribir (II)
En la entrada anterior les proponíamos varias lecturas más que recomendables para profesionales de la escritura, ya se trate de editores, correctores, traductores e incluso (y ahí quería yo ir a parar) aspirantes a escritores o autores consumados. Les hablaba de los manuales básicos. Pero hay más lecturas recomendables.
En un cuarto nivel, conviene hacer acopio de algunas monografías sobre aspectos concretos que debemos tener presentes cuando escribimos, leemos o corregimos un texto. Estas pueden ser meramente descriptivas, como el Diccionario general de sinónimos y antónimos, de José Manuel Blecua (y, por favor, métanse en la cabeza que NO es buena idea escribir un sinónimo o antónimo diferentes cada vez que aparece la palabra que se ha consultado), el Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas, del omnipresente José Martínez de Sousa (herramienta que les recomiendo vivamente a todos esos periodistas, abogados y profesores universitarios metidos a escritores que son incapaces de escribir «profesor», «licenciado» o el nombre de su disciplina académica en minúscula) o el Diccionario de uso de las preposiciones españolas, de Emile Slager. Pero también podemos tener textos doctrinales, didácticos, amenos, comprometidos y llenos de ejemplos sobre asuntos específicos, como Perdón imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente, de José Antonio Millán, que no solo nos enseña a poner bien las comas, sino que también consigue un objetivo mucho más difícil: que nos quede clarísimo por qué hay que emplear según qué signos de puntuación. La anécdota que da título al libro, aunque apócrifa, es la mar de esclarecedora.
Llegados a este punto, el aspirante a escritor mínimamente diligente debe proveerse de un buen arsenal de textos más comprometidos que le enseñen pequeños trucos de escritura o grandes obviedades estilísticas. El abanico de posibilidades de este quinto nivel es muy amplio, y abarca desde el clásico El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter, hasta los Una defensa apasionada del idioma español, de Álex Grijelmo.
No obstante, subiremos un nivel y recomendaremos dos manuales que tienen tanto de textos normativos sobre gramática y ortografía como de manuales de escritura y redacción en sentido estricto. Por un lado tenemos el Manual de español urgente (MEU), de la Fundación del Español Urgente (Fundeu), que es una ampliación del manual de estilo de la Agencia EFE y les puede solucionar muchísimas dudas que no aparecen ni en los manuales de Martínez de Sousa. Y, por otro lado, lo más parecido a un manual de redacción que hemos visto en esta serie de entradas: La cocina de la escritura, de Daniel Cassany, altamente recomendable.
Pero en fin, si son ustedes de los que creen que para escribir una buena novela basta con lo puesto, y que allá se las compongan los editores y correctores de su texto (¡y ay de ellos si les tocan una sola coma en contra de su parecer!), lo único que puedo recomendarles, siendo honrado, es un divertimento que, al mismo tiempo, es buena literatura y una magnífica lección sobre el punto de vista y la creatividad, de la que todos los escritores deberían tomar buena nota: Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau.