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Gabriella Campbell (Página 9)

Los cinco mejores libros de Terry Pratchett

AutorGabriella Campbell el 5 de enero de 2013 en Divulgación

Pratchett - Gato sin adulterar

Aunque esto de hacer listas siempre es divertido, elegir solo cinco obras de entre la vasta bibliografía del actual rey de la fantasía cómica anglosajona (y el autor británico más robado en tiendas y librerías) es muy complicado. Es casi imposible ser del todo objetiva, después de todo, ¿con qué criterio realizamos la selección? ¿Por técnica, por personajes, por ingenio, por pura y llana diversión? Tras darle unas cuantas vueltas al asunto, he decidido que os presentaría una lista, más o menos dispar, de aquellas que se han quedado grabadas a fuego en mi memoria. Tal vez no sean las mejores, ni las favoritas de todos sus lectores, pero se trata de un compendio de lo más representativo del Pratchett escritor en estado puro.

-Empezamos por Buenos presagios. Sé que muchos no estaréis de acuerdo, tal vez por la voz, muy notable, de Neil Gaiman en la narración. Pero no puedo evitarlo. Solo por aquella escena paródica de La profecía en la que el can infernal enviado desde el averno se transforma en un chucho adorable por obra y magia de Adam, el supuesto anticristo, tenía que incluir este título.

-Elegir novelas del Mundodisco es complicadísimo. ¿Cómo dejarnos fuera a las brujas, a los miembros de la Guardia, a Rincewind? Pero por ahora tengo que limitarme a dos, solo dos, y escojo a los dos que parecen haber impactado más a fans en general: Pirómides y Dioses menores. Dos obras que, a pesar de no incluir a nuestros personajes favoritos de Pratchett, rebosan de humor, sátira y bastante inteligencia.

-Me resulta imposible dejarme fuera a Tiffany Doliente y sus aventuras de bruja adolescente, en la serie de libros juveniles de Pratchett donde también suelen aparecer los gamberrísimos Nac Mac Feegle. La mejor, a mi juicio, es la que todavía no ha aparecido en España: I Shall Wear Midnight. Pronto estará entre nosotros, y podréis decirme si he elegido bien o no. La trama recuerda a las mejores historias de las brujas, y nos ofrece más información de lo que implica el poder, la verdadera magia, y la responsabilidad de ejercerla.

-Y para finalizar tengo que incluir una obra que tampoco ha aparecido en español (y no tiene pinta, por desgracia, de aparecer). Se trata de The Unadulterated Cat, una obra ilustrada e hilarante sobre cómo son los verdaderos gatos, ya sabéis, aquellos que no se dejan acariciar y no comen de ningún comedero que tenga su nombre.

Por supuesto nos hemos dejado demasiados títulos fuera. Siempre hay que mencionar a las otras sagas de Pratchett, obras tan divertidas como Camioneros o La gente de la alfombra, sus otros libros juveniles (Solo tú puedes salvar a la Humanidad y los demás libros protagonizados por Johnny Maxwell) o incluso su limitada incursión en la ciencia ficción (Strata, The Dark Side of the Sun, además de un par de novelas a medias con Stephen Baxter). Mi selección ha sido, como habéis visto, variada y muy subjetiva. ¿Cuál sería la vuestra? Esperamos vuestras respuestas en los comentarios.

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Los diez finales de libros más odiosos (III)

AutorGabriella Campbell el 4 de enero de 2013 en Divulgación

El Ocho

Seguimos con nuestra serie de finales menos queridos o directamente, odiosos. Os recordamos que hay que tener cuidado con los spoilers.

El ocho, de Katherine Neville. No hubo muchos lectores que se quedaran satisfechos con la conclusión de esta novela, que muchos han definido como una versión quiero y no puedo de las mejores obras de intriga de Umberto Eco. Mucho antes de que apareciera El Código da Vinci, Neville ya estaba escribiendo sobre conspiraciones a lo largo de la historia, todo en relación a un misterioso juego de ajedrez. Parece ser que su final, un tanto abierto, no terminaba de resolver las grandes preguntas de la novela, y que parecía destinado a tener una secuela que, efectivamente, llegó, si bien no apareció hasta veinte años más tarde (2008). Por lo que hemos podido averiguar, esta tampoco termina de resolver muchas de las cuestiones de la primera novela, y queda también abierta a una nueva entrega, que podría estar escribiendo Neville en estos momentos. Según la autora, fue su editor quien decidió que las piezas del extraordinario ajedrez de Montglane se enterraran al final de El ocho, en vez de destruirse, por si surgía una continuación a la historia, una resolución que no terminó de convencer a muchos fans del libro.

El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte. Aunque a nivel personal disfruté bastante del giro final de esta obra de Pérez-Reverte, por no hablar del juego que mantiene con el lector al utilizar dos tramas paralelas, para algunos lectores fue un final muy confuso y decepcionante, ya fuera porque esperaban una resolución más sencilla, que atara todos los cabos sueltos, o porque el elemento sobrenatural presente no fuera precisamente el esperado.

Romeo y Julieta. En la mejor línea del teatro trágico, Shakespeare le dio una muerte de lo más patética y frustrante a sus dos amantes de Verona, víctimas tanto de dos familias enfrentadas como de su propia estupidez. Hay que admitir, desde luego, que su plan maestro para escapar de los suyos y poder vivir a sus anchas un amor prohibido tenía unas cuantas lagunas. En este sentido también se lleva una mención La Celestina, con premio de honor para la absurda caída de Calixto de una escalera.

El Señor de los anillos. Mucha tinta se ha vertido a la hora de hablar del final de la obra magna de Tolkien; y mucha de esta ha sido muy negativa. Es difícil de asimilar que, después de tanto sufrimiento, tribulación y sacrificio, los personajes que han salvado a la Tierra Media no encuentren más que frialdad y problemas en su tierra de origen; tanto, de hecho, que los más relevantes deciden marcharse del mismo mundo que creían haber redimido. Algunos críticos han atribuido esta decisión narrativa a la experiencia como veterano de guerra del propio autor: él sabía que el regreso a casa no siempre iba acompañado de vítores y laureles. Tolkien se atrevió a continuar su novela mucho más allá del final de la gran aventura; hay muchas más páginas después de la destrucción del anillo, que para muchos aficionados han resultado tediosas y anticlimáticas.

Así concluimos nuestra lista de algunos de los finales más criticados por parte tanto de lectores aficionados como por profesionales. ¿Cuáles nos hemos dejado olvidados? ¿Cuáles incluiríais vosotros? Una vez más, esperamos vuestra aportación en los comentarios.

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Seis propósitos de año nuevo para lectores

AutorGabriella Campbell el 3 de enero de 2013 en Divulgación

Propósitos de año nuevo

Cuando termina el año, siempre llega ese momento en que la web se llena de listas y listas de propósitos de mejora para el año entrante. Nosotros no podíamos ser menos, claro, pero hemos decidido ofreceros una lista muy nuestra, una lista de propósitos muy especial. Estas son algunas de las metas que consideramos que podrían beneficiar a algunos lectores para este 2013 que nos espera:

-Voy a perder peso: Tal vez va siendo hora de donar, regalar o prestar todos aquellos libros que tenemos repetidos, que leímos una vez hace años y no nos convencieron, que nunca conseguimos terminar; en definitiva, todo este peso sobrante que hemos acumulado en el 2012.

-Voy a dejar los vicios: Utilizaré marcapáginas en vez de doblar las esquinas de las hojas de los libros; abandonaré la televisión y la sustituiré por buenas novelas o antologías de poesía; evitaré que las lecturas en el baño se acumulen y que el servicio acabe pareciendo más una biblioteca desordenada que un espacio de aseo. Me olvidaré un rato de las redes sociales para dedicárselo, mejor, a mi lector electrónico.

-Voy a pasar más tiempo en familia: Leer nos une; leamos con nuestros niños, leamos con nuestra pareja, leamos con nuestros padres. Recitémosle poesía a los que amamos, teatro a los que queremos divertir, prosa farragosa y aburrida a los que detestamos (pero cuidado con esta venganza soporífera; un gran poder implica una gran responsabilidad).

-Me superaré a mí mismo: ¿Te apetece algún desafío en especial? ¿Quieres sentirte realizado como lector? Siempre puedes apuntarte a algún reto de lectura. Aunque páginas de libros como Goodreads tienen un widget especial para añadir a tu perfil con retos personalizados de lectura, tampoco es necesario utilizarlo; puedes crear tu propio reto y compartirlo en las redes sociales o con tus amigos y familiares. Por ejemplo, ¿serías capaz de leer un libro a la semana? ¿Cuántos libros crees que podrías leer en un año?

-Mejoraré mi vida social: Hay muchas formas en las que el acto de leer se puede transformar en un acto de comunicación que vaya mucho más allá del escritor y el lector. ¿Alguna vez has formado parte de un grupo de lectura? Pueden encontrarse muchos en internet, pero no hay nada como la interacción directa con personas de carne y hueso. Podríais elegir un libro al mes, por ejemplo, y organizar pequeños encuentros o meriendas donde hablar de vuestras lecturas.

-Voy a ponerme al día: Seguro que tienes una larga lista de lecturas pendientes, de libros que te han recomendado o que has ido apuntando mentalmente. Ahora es el momento de coger papel y boli (o editor de texto, o teléfono móvil, o lo que quieras) y empezar a tomar nota de esos títulos. También es muy útil hacerte un wishlist o lista de los deseos en tu blog, en un cartelito colgado de la pared de tu habitación o en la tienda online donde suelas adquirir libros por internet, para tener siempre a mano un recordatorio de lo que querías leer (y además es un incentivo excelente para que tus amigos y familiares te regalen exactamente lo que quieres por tu cumpleaños; se acabaron los calcetines y las corbatas).

¿Y vosotros, cuáles son vuestros propósitos de año nuevo como lectores? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Los diez finales de libros más odiosos (II)

AutorGabriella Campbell el 2 de enero de 2013 en Divulgación

Las aventuras de Huckleberry Finn

Y continuamos con nuestra lista de finales odiosos. Como ya os contamos en la primera parte del artículo, hemos querido recopilar un conjunto de libros cuyos finales no terminaron de satisfacer a muchos de sus lectores. En algunos de estos casos, se trata de grandes libros cuyas conclusiones podrían considerarse más que adecuados para las historias que presentan, pero que dejan, por una razón o por otra, cierta sensación de frustración al terminar su lectura. Se trata de obras que han tenido críticas muy enfrentadas precisamente por estos finales complejos, no del gusto de todos:

Adiós a las armas, de Ernest Hemingway: Parece ser que muchos lectores se sintieron decepcionados con la conclusión poco satisfactoria de esta obra. Como escribió un usuario de Amazon y de Goodreads este mismo año: El final, bueno, era simplemente estúpido. No había ninguna lección que pudiésemos aprender, ningún final feliz, nada que lo hiciera un buen libro. Es obvio que un libro no necesita un final positivo, del mismo modo que también es obvio que no se puede complacer a todo el mundo; de hecho, Hemingway escribió 47 finales diferentes para la obra.

Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain. Para muchos, esta obra cambia de manera ilógica a partir de la segunda mitad, donde Huckleberry se reencuentra con su amigo Tom Sawyer y se modifica de manera extraña la relación de amistad y respeto que había creado con Jim. Ambos chavales se dedican a mofarse de Jim, como si de repente Twain decidiera convertir una fábula sobre la amistad más allá de las razas en una parodia. T. S Eliot argumentó que la novela da un giro en el momento en que Finn entra en el mundo cómico de Sawyer; sea como sea, la interpretación, el cambio de tono ha decepcionado a muchos lectores a lo largo de los años.

Mujercitas, de Louisa May Alcott. Mujercitas nos dejó a todos cierto regusto amargo cuando la independiente y testaruda Jo rechazó a Laurie, su supuesta alma gemela. Y qué os vamos a contar que no sepáis, en Aquellas mujercitas nada se desarrolla como querría el lector: Beth muere, Amy se casa con Laurie, Meg convive como ángel del hogar con un señor de lo más aburrido y con poco dinero, y Jo… bueno, Jo se queda con un profesor de origen alemán del que poco sabemos, carente de carisma. Alcott pretendía romper con estereotipos y finales previsibles y lo consiguió; se negó a proporcionar historias de amor al uso y consideró que su personaje favorito debía escoger a un hombre menos interesante pero más adecuado a su personalidad y gusto. Con todo, resultaba, para el lector, un tanto decepcionante.

¿Qué opináis de estas obras en concreto? ¿Creéis que los finales estaban a la altura de los libros o consideráis que habrían merecido otro tipo de conclusión? ¿Qué otras obras querríais que hubieran acabado de una forma muy diferente? Esperamos vuestra aportación en los comentarios.

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Piratería de libros: A Dickens también le pasó

AutorGabriella Campbell el 27 de diciembre de 2012 en Divulgación

Cuento de navidad

Uno de los argumentos más conocidos dentro de la narrativa universal, y del que siempre nos acordamos al acercarnos a las fiestas de final de año, es el de Un cuento de Navidad, de Charles Dickens. Adaptado y homenajeado hasta la saciedad, esta historia del célebre escritor británico ha trascendido las fronteras de lo anglosajón; en ella, un viejo avaro y miserable, Ebenezer Scrooge, aborrece todo lo que es bueno y bonito y, ante todo, navideño. Durante la Nochebuena se le aparecen varios fantasmas: el de su socio fallecido, el fantasma de las Navidades pasadas, el fantasma de la Navidad presente, y el fantasma de la Navidad futura, que es el que, finalmente, le enseña su propia tumba y le introduce el suficiente miedo en el cuerpo como para que el hombre haga un carpe diem en condiciones y se dedique a celebrar tan señaladas fiestas de la forma más alegre y generosa posible.

Pero lo que muchos desconocemos es que este celebrado cuento, esta historia tan conocida, sufrió de un caso algo ridículo de piratería. Dos meses después de que apareciera publicado por Dickens, en 1844, la revista Parley’s Illuminated Library lo copió y lo puso a la venta. Dickens los llevó a juicio y ganó. Para su desgracia, los piratas fueron los que ganaron, a la larga, ya que se declararon en bancarrota y el pobre autor tuvo que cubrir él mismo los costes del juicio en el que había salido victorioso: nada más y nada menos que 700 libras esterlinas, el equivalente de más de sesenta mil euros actuales. Su experiencia con la cara más triste de la ley inspiró a Dickens a la hora de escribir otra de sus grandes obras, Casa desolada.

A Dickens le llevó apenas seis semanas escribir su cuento navideño, que se publicó el 19 de diciembre de 1843, y cuya tirada inicial, de seis mil unidades, se agotó antes de Nochebuena. Esta metáfora de la sociedad en la que vivía, donde la ley no protegía a las víctimas de la revolución industrial, y a la que Dickens señalaba predicando, como su fantasma, un terrible futuro de muerte y destrucción, tuvo una influencia tremenda sobre sus lectores. Tal vez la anécdota más conocida sea la relacionada con el dueño de una fábrica de Boston, Massachusetts, que acudió a una lectura de este relato en Nochebuena, y se vio tan emocionado por la historia que decidió cerrar su fábrica el día de Navidad; acto seguido le envió a cada uno de sus empleados un pavo para el almuerzo. Fue un relato que asoció de manera definitiva a la Navidad con la buena voluntad, la compasión y la generosidad con la que hoy en día se espera que la celebremos.

Lo cual no quita, claro, que hubiera alguien dispuesto a aprovechar este cuento para hacer algún que otro beneficio. Resulta triste que un relato tan lleno de buenas intenciones acabara costándole tanto tiempo, esfuerzo y dinero al gran escritor; pero al mismo tiempo fue, curiosamente, un proyecto de lo más rentable; decidió, para escándalo y crítica de sus coetáneos (que no entendían cómo un autor de su talla se rebajaba a realizar representaciones como un actor cualquiera) llevarlo al teatro él mismo, diez años después de su primera publicación, lo que le acarreó grandes aplausos e infinitas entradas vendidas. Durante 17 años se subió al escenario para compartir con su público su historia navideña; fue también su despedida del mundo. En 1870 realizó su última representación; tres meses después murió, y nos legó uno de los cuentos de Navidad más conocidos del mundo.

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Bienvenidos a la New Adult Fiction

AutorGabriella Campbell el 26 de diciembre de 2012 en Divulgación

Easy de Tammara Webber

Uno de los mayores aciertos de J. K. Rowling al escribir los libros de Harry Potter fue que en vez de visualizar a sus lectores con una misma edad, unánime y atemporal, se los imaginó en constante evolución y crecimiento. Los libros maduraron para responder a estos lectores potenciales, lectores que habían empezado con Harry Potter y la piedra filosofal cuando eran apenas unos niños, y que para Harry Potter y el príncipe mestizo ya eran adolescentes que necesitaban de obras más complejas (y también, como pudo vislumbrar Rowling, más oscuras). La escritora británica supo adaptarse a un público lector que crecía con sus libros, con lo que el atractivo de estos se multiplicó. Cubría así un espectro lector bastante amplio, algo que suele fallar en otras sagas largas, que están dirigidas a receptores de edades determinadas.

Pero no todos los escritores saben atender a un espectro tan variado, ni son capaces de combinar el atractivo de la literatura para jóvenes con la madurez de la literatura adulta, como pudo Rowling, cuyas novelas atraen a niños, adolescentes y a adultos (o como ocurre con George R. R. Martin, cuyas novelas, marcadamente adultas, caen con frecuencia en las ansiosas manos de lectores adolescentes). ¿Qué ocurre cuando encontramos un nicho de difícil definición, a medio camino entre la literatura juvenil y la literatura adulta?

Amazon, cómo no, ha sido la que ha terminado de etiquetar la tendencia, al categorizar a estos libros como New Adult Fiction (ficción para nuevos adultos). El nombre surgió en 2009, a raíz de un concurso del sello editorial St. Martin’s Press, que solicitaba manuscritos con protagonistas un poco mayores que los típicos de la literatura juvenil, y que puedan ser atractivos para un público adulto. Poco a poco la etiqueta, que se aplica a todo tipo de temáticas, comenzó a usarse para libros que cubrían ese mercado menos explorado en literatura contemporánea de los veintipoco, un mercado que había quedado algo abandonado desde el declive de la chick-lit más joven, y que se ha visto saturado, sobre todo, de obras destinadas más bien a adolescentes. Esta nueva categoría empieza a tentar a las editoriales, que la consideran una manera perfecta de ampliar su mercado potencial. Comienza a tomar fuerza gracias a ciertos grandes éxitos de autores autoeditados que han obtenido fama y prestigio comercial subidos a la nueva ola digital. Estos libros que avanzan ahora con paso firme tienen como nexo a su lector: este por lo general ha terminado sus estudios básicos y es universitario y/o ejerce su primer trabajo serio. Es un lector que acaba de independizarse y que está aprendiendo, de repente, a valerse por sí mismo y a ser realmente un adulto. Mientras que la literatura juvenil se trata más del autodescubrimiento, del bildungsroman, del paso de la infancia a la madurez, en la New Adult Fiction se trata de encontrar el lugar de uno en la sociedad y de empezar a construir una vida propia fuera del entorno íntimo de la familia. Los protagonistas ya no son niños ni adolescentes, sino adultos, si bien unos adultos con escasa experiencia vital, como recién salidos de fábrica, con la carga que supone responder a una serie de responsabilidades hasta ahora desconocidas, acordes con su nueva edad y condición.

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Cartas dignas de mención: Kurt Vonnegut

AutorGabriella Campbell el 21 de diciembre de 2012 en Divulgación

Kurt Vonnegut

Aunque el maestro Vonnegut no escribió ninguna autobiografía, encontramos retazos de su vida a lo largo de sus novelas y, sobre todo, en su correspondencia. Es en sus cartas donde aparece con mayor claridad el humor del escritor, a veces cálido, a veces sarcástico, pero siempre divertido.

Tal vez las epístolas más entretenidas son aquellas que hacen referencia a sus días como profesor en un taller de escritura creativa en Iowa. Una de sus estudiantes, Suzanne McConnell, compartió una de las numerosas cartas que recibió de su profesor, que tendía a escribirles largas notas a sus alumnos para encargarles sus tareas correspondientes. Más allá de los ejercicios que debían llevar a cabo como escritores, muchas de sus indicaciones entraban ya en el terreno de lo vital, de la emoción de ser lector, crítico y escritor:

As for your term papers, I should like them to be both cynical and religious. I want you to adore the Universe, to be easily delighted, but to be prompt as well with impatience with those artists who offend your own deep notions of what the Universe is or should be

(En cuanto a vuestras redacciones, quiero que sean a la vez cínicas y religiosas. Quiero que adoréis al Universo, que sea fácil maravillaros, pero que caigáis pronto en la impaciencia con aquellos artistas que ofenden a vuestras nociones más profundas de lo que el Universo debería ser)

También debemos mencionar aquella que le escribió a su amigo, el redactor y novelista Richard Gehman, que comenzaba a trabajar como profesor en el mismo taller donde había impartido clases el propio Vonnegut. Kurt le animaba a que olvidara su falta de currículo docente, ya que the University is perfectly used to barbarians (la universidad está acostumbrada a los bárbaros), y que se andara con ojo con las estudiantes (parece ser que Gehman ya arrastraba fama de seductor), ya que their parents are still watching! (¡sus padres todavía vigilan!). Podéis ver una imagen de la carta completa aquí; sin duda la parte más atractiva es aquella en la que habla de su antiguo jefe de departamento, del que afirma que if you listen very closely, (he) talks like a man with a paper asshole (si escuchas con cuidado, habla como si tuviera el ano de papel) y de quien le recomienda: forget him. Graduate assistants write his books for him. Burn this letter. (Olvídalo. Sus asistentes le escriben los libros. Quema esta carta).

Está claro que su carta más impactante es, no obstante, la que le envió a su familia, que ya lo daba por muerto, tras su experiencia en Dresde, a cuyo bombardeo consiguió sobrevivir de puro milagro. La epístola termina con un sucinto I’ve too damned much to say, the rest will have to wait, I can’t receive mail here so don’t write. (Tengo demasiado que contar, el resto tendrá que esperar. No puedo recibir cartas aquí así que no me escribáis). Tenía, efectivamente, tanto que contar, que lo convirtió en una de las novelas más importantes de nuestro tiempo: Matadero cinco.

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Los tópicos más cansinos de la literatura (II)

AutorGabriella Campbell el 14 de diciembre de 2012 en Divulgación

Rey Rojo

Seguimos en este artículo con la enumeración de aquellos tópicos que nos empiezan a resultar agotadores. Ya os hablamos en la primera parte del Malo que le explica al bueno su plan mientras este escapa; del Elegido que parece normal pero que realmente es el hijo bastardo del rey; y del Rags to riches, por el que una persona de baja estatus social y económico obtiene una serie de riquezas que transforman su vida por completo (esto podría aplicarse también a la transformación física o makeover, por la cual la chica más sosa de la clase se quita las gafas, se acorta la falda y de repente es un bombón impresionante en el que nadie se había fijado antes).

Pero hay muchos más: no olvidemos, por ejemplo, el muy irritante todo era un sueño. Este debe de ser uno de los recursos más antiguos de la historia de la literatura; ya hay momentos en la Eneida en los que uno se pregunta si la salida de Eneas del reino de Hades por la puerta de las ilusiones, la puerta resplandeciente de marfil de los falsos sueños, es un indicio de que todo lo que ha vivido ahí abajo no ha sido más que una visión fugaz, una mera travesía onírica. Lewis Carroll lo utilizó, con mayor o menor acierto, en Alicia en el país de las maravillas, y hasta cierto punto en A través del espejo (cuando se menciona, de forma casi trivial, que la propia Alicia no es más que un sueño del Rey Rojo). No obstante, otros escritores no han sabido maniobrar bien con este tópico, y lo han convertido en una excusa barata para poder introducir elementos surrealistas o poco coherentes en su trama argumental.

Otro tópico que aparece a menudo afecta sobre todo a las historias románticas, y el ejemplo perfecto lo encontramos en Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. Cuando lo escribió Austen era un concepto novedoso: la chica se enamora del chico al que odia, pero con el tiempo se ha convertido en un recurso muy repetido, del mismo modo que otros clichés amorosos como el del mujeriego incorregible que se transforma cuando encuentra el verdadero amor; o las relaciones sentimentales conflictivas con personas que no corresponden con el grupo social o cultural de uno (o incluso que no son de la misma especie, léase vampiros, hombres lobo y similares). También se tiende a abusar del personaje perfecto, la Mary Sue del autor, ese protagonista que no solo es físicamente atractivo, sino que además posee una gran colección de virtudes, talentos y aptitudes de lo más útiles para el desarrollo de la trama. De modo equivalente, surgen villanos y antagonistas totalmente maléficos y simples, cuya única función es entorpecer el avance del protagonista (sin que tengamos ninguna explicación del porqué de sus acciones). ¿Y qué hay de ese amor rápido e irresistible, de ese flechazo o pasión acelerada que conduce a dos personajes que se conocen desde hace tan solo una semana a declararse devoción perpetua?

Por otra parte, hay escenas y herramientas concretas que nos pueden desquiciar como lectores. ¿Cuántas veces habremos leído ya textos que empiezan con la escena del personaje que se despierta al sonar el despertador, o con una descripción del tiempo? El infame inicio era una noche oscura y tormentosa tiene ya más de cien años, pero no se aleja mucho de algunos comienzos de novelas actuales.

Es obvio que esta lista no hace más que tocar de manera superficial un número muy limitado de tópicos cansinos. Esperamos vuestras aportaciones, como siempre, en los comentarios. ¿Cuáles son las escenas, clichés y tipos de personajes que más os irritan, que os resultan tediosos e imperdonables? Del mismo modo, ¿conocéis obras y autores que sepan utilizar estos clichés para proporcionarle giros inesperados a sus textos?

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Los tópicos más cansinos de la literatura (I)

AutorGabriella Campbell el 13 de diciembre de 2012 en Divulgación

Cliché maligno

Uno de los componentes que más puede fastidiarnos la lectura de un texto es el temido tópico repetido, ese cliché que se cuela en tantas obras y que le resta suspense, originalidad e interés. Si valoramos a muchos de los clásicos, de las obras que poco a poco se han hecho un hueco en el canon histórico de lo literario, observaremos que uno de los valores que más coinciden en estas obras tan celebradas es el uso de formas y contenidos nuevos, a veces revolucionarios, que hacen que su lectura sea un descubrimiento, una herramienta no solo de placer sino de aprendizaje y de autoevaluación.

Pero los propios clichés surgen de tópicos que en su momento funcionaron, que en su momento fueron novedosos y potentes, y que aún hoy en día perviven, no solo por la falta de talento y visión de un autor, sino por su probada eficiencia. Así, aunque el tópico del pobre pero apuesto y valiente campesino que se enamora de la princesa y que termina por conseguir su mano tras múltiples peripecias y aventuras es un componente narrativo que se ha utilizado casi hasta la extenuación, hoy sigue teniendo su atractivo, por aquello del rags to riches (“de harapos a riqueza”) con el que todos soñamos. Es el equivalente en narrativa fantástica y/o épica de ganar la lotería; por esta razón sigue presente en la literatura actual y se mantiene con fuerza, aunque pueden cambiar las circunstancias y las formas (tal vez ahora, en vez de ser un pobre campesino, es una chica fea de instituto que tras múltiples peripecias y aventuras consigue ir al baile de graduación con el chico más guapo y popular de la clase).

No obstante, hay clichés que ya resultan cansados, redundantes, y también es cierto que algunos géneros se prestan más a utilizarlos. Ese malo malísimo que se detiene antes de matar al bueno para poder explicarle sus terribles planes para que a este le dé tiempo a escapar, por ejemplo; ya en las películas de James Bond y similares se convirtió en un recurso fácil, pero está muy presente en las novelas de fantasía actuales, sobre todo en las de corte juvenil. En este género encontramos también el tópico del elegido, por el cual el protagonista tiene un destino especial que lo diferencia de todos los demás personajes y que marca su futuro. Sí que empiezan a surgir autores y textos que juegan con este cliché y con las expectativas de los lectores, produciendo vueltas de tuerca por las que el supuesto elegido resulta ser un mero peón de fuerzas mucho mayores, o donde son los secundarios quienes acaban tomando el mando de la historia. En este sentido, no hay más que pensar en obras como Canción de hielo y fuego, donde los personajes que parecen elegidos por los hados para llevar a cabo grandes actos determinantes acaban pereciendo a la primera de cambio; se trata de un uso inteligente de los tópicos para engañar de manera elegante al lector.

En la segunda parte del artículo evaluaremos algunos clichés literarios más que nos resultan ya agotados, reiterativos y pobres.

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Los diez finales de libros más odiosos (I)

AutorGabriella Campbell el 10 de diciembre de 2012 en Divulgación

Final de Amanecer

¿Cuántas veces os habéis enganchado (en el peor sentido del término) a un libro, os habéis entusiasmado con las aventuras del héroe o de la heroína, os habéis enamorado del secundario graciosete, os habéis comido las uñas hasta haceros sangrar, solo para encontraros con un final de esos que os han impulsado a lanzar la obra por la ventana, entre improperios e insultos variados dirigidos a la familia del autor? No hablamos, claro, de los finales que quedan abiertos a propósito, con objeto de que se publique una segunda parte, sino de aquellas obras cuyos finales son apresurados, sin sentido, incoherentes o simplemente frustrantes.

Seguramente no hará falta advertiros de los spoilers o datos acerca de finales desvelados que os encontraréis a continuación. No sigáis leyendo si sois de los que gustan de las sorpresas, o por lo menos id con ojo y cuidado para no toparos con ningún título que tuvierais en mente leer. O tal vez sí, tal vez así os estéis evitando una posible decepción. La responsabilidad, como siempre, es solo vuestra.

Y allá va la primera entrega de nuestra lista (sin ningún orden particular), de aquellas obras que más reacciones negativas han tenido en cuanto a cómo terminaban. Nuestra prioridad ha sido enseñaros los finales más odiados por sus lectores, no necesariamente los más terribles de manera objetiva (al final y al cabo, siempre hay una nota subjetiva y es posible que cualquiera de los libros de la lista tuvieran un final que a alguno de vosotros le parezca muy justo e inteligente). ¡No olvidéis añadir vuestros propios finales despreciables en los comentarios!

1. En literatura juvenil, parece que los finales que más ampollas levantan son los de Amanecer (de la saga Crepúsculo de Stephanie Meyer) y Sinsajo (de Suzanne Collins). Ninguno de los dos está a la altura de las expectativas de los que habían disfrutado con las entregas anteriores. Harry Potter, sin embargo, tuvo reacciones mixtas, hay quien asegura que el final de la saga es adecuado y hay quien considera que Rowling no supo darle un final digno a una larga serie de aventuras con tantos personajes e hilos argumentales.

2. Otro de los más vilipendiados es Apocalipsis (o La danza de la muerte), de Stephen King (aunque It no le va a la zaga). Muchos se sintieron defraudados por la intervención deus ex machina que cierra el arco principal, mientras que algunos lo defienden gracias al final secundario posterior y al epílogo que King incluyó en la versión extendida de 1990. Debido al desarrollo excelente de tantísimos personajes y a la extensa lucha entre las dos facciones de supervivientes, el lector no puede evitar sentirse decepcionado al ver que la conclusión más importante surge de una mano divina.

3. ¿Recordáis La semilla del diablo, aquella fantástica película de Polanski basada en la novela de Ira Levin. Si os quedasteis con un buen sabor de boca con la película o con la novela, desistid entonces de darle una oportunidad a El hijo de Rosemary, la segunda parte que Levin escribió unos treinta años más tarde. En esta segunda parte, Levin recurre al temido cliché de todo era un sueño, mandando a freír espárragos toda la narrativa anterior.

En la próxima entrega hablaremos de tres obras más que han enfadado a sus lectores una y otra vez debido a sus finales inesperados, incoherentes o simplemente estúpidos.

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