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Gabriella Campbell (Página 8)

Los libros que cambian con nosotros

AutorGabriella Campbell el 4 de febrero de 2013 en Divulgación

Casa de Bernarda Alba

Recuerdo con claridad un examen de comentario de texto que realicé hace tiempo, cuando BUP y COU todavía existían. Podíamos elegir entre tres textos clásicos de literatura española: un poema de Lorca, otro de Bécquer y un soneto de Quevedo. Elegí a Quevedo, más que nada porque Bécquer ya me sentaba mal al estómago tras una sobredosis adolescente de sus Rimas y leyendas y porque aquello del mas polvo enamorado me parecía una de los versos más hermosos que hubiera leído nunca. Ni me planteé hablar de Lorca. Tantos colorines, figuras y palabras cortas y malsonantes me resultaban zafios y obtusos. Lorca era inaccesible para mí, en su aparente simpleza formal.

Años más tarde, tuve que memorizar a Lorca en un taller de teatro, donde ensayábamos La casa de Bernarda Alba. No me resultó tan desagradable. En la facultad, me vi obligada a estudiar El público, y empecé a darme cuenta, esta vez de verdad, de todo lo que había escondido debajo de aquellas formas en apariencia ridículas y simplonas. Del mismo modo que muchos teóricos argumentarían que Quevedo es más complejo que Góngora, por el trastocamiento de la esencia misma del significado, hoy en día yo argumentaría que el texto de Lorca era, en aquel examen, el más complicado, con diferencia. Muchos diréis que era obvio.

Para esto han tenido que pasar años, y todo lo que he leído me ha influido y ha modificado mi perspectiva. Me pregunto qué ocurriría si releyese tantas de esas obras que me aburrieron en mi adolescencia, o si volviera a coger aquellos libros que en su momento me fascinaron. Algunos, como he podido comprobar, no han sobrevivido muy bien al paso del tiempo; sobre todo al paso de mi tiempo. En un artículo reciente para la web estadounidense NPR, el escritor Kevin Smokler habló del año que pasó releyendo a los clásicos que había consumido, por obligación casi siempre, en el colegio. La relectura le abrió los ojos. Vio, y entendió, de una forma muy diferente El guardián entre el centeno, La letra escarlata, o El gran Gatsby. Para Smokler, para mí, e imagino que para la mayoría de los lectores, no es solo una cuestión de edad y experiencia, sino de la percepción expandida de leer lo que ya conocemos. Todos tenemos libros que cogemos una y otra vez, que nunca dejan de sorprendernos, de ofrecernos nuevos detalles, y por esta razón se prestan tan bien al redescubrimiento obras largas y llenas de detalle como Sueño en el Pabellón Rojo, El señor de los anillos o El Quijote. Tal vez en unos años releyamos a G. R. R. Martin y nos resulten de repente interesantes sus detalladas descripciones de comida, o retomemos a Joyce y cobren sentido algunas de aquellas exclamaciones a la orilla de un río en Finnegan’s Wake. Las relecturas no solo nos hablan de los libros, y de todo aquello que nos perdimos (o que ganamos) en su momento, sino de cómo hemos cambiado nosotros mismos.

Me encantaría saber cuáles son los títulos que os habéis reencontrado, ahora, muchos años después, y si han significado para vosotros algo muy diferente a cuando los leísteis originalmente. ¿Qué habéis descubierto que antes no estaba allí? ¿En qué ha cambiado la obra, desde que habéis cambiado vosotros? Esperamos vuestra respuesta, como siempre, en los comentarios.

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Haciendo el gamberro por una buena causa

AutorGabriella Campbell el 29 de enero de 2013 en Noticias

Crowdfunding por Jay Lake

El escritor de ciencia ficción estadounidense Jay Lake no lo tiene nada fácil. Sufre de un cáncer de colon bastante avanzado que combate, por cuarta vez, con quimioterapia. La única oportunidad que ven sus médicos es que puedan realizar una secuenciación del genoma, es decir, trazar un mapa genético del escritor, que pueda ofrecerles una pista acerca de qué tratamientos seguir para darle una posibilidad de resistir al cáncer.

Claro está que no se trata de un proceso barato, al igual que los otros tratamientos que ha tenido que seguir el autor. Por esto, varios de sus amigos y colegas de profesión han decidido hacer una recaudación a lo crowdfunding de lo más interesante. La idea es que con cada meta alcanzada, cada cantidad recaudada, veremos a un escritor famoso llevar a cabo alguna acción o proyecto de lo más absurdo. Por ahora han alcanzado más de 40000 dólares (unos 30000 euros), pero quién sabe dónde llegarán (podéis ver el informe completo aquí).

Y es que Lake no tiene unos amigos cualesquiera. Os dejo, a continuación, con algunas de las metas más curiosas, ya completadas, que hasta podéis ver por Internet:

-Por 4000 dólares (unos 3000 €), la ganadora del Premio Hugo y dobladora profesional Mary Robinette Kowal ha leído extractos de clásicos literarios como si fueran sexo telefónico.

-Por 10000 dólares (unos 7500 €), la escritora superventas Cherie Priest ha creado un desfile de moda steampunk/gótica con ayuda de sus mascotas: su gato Spain y su perro Greyson. Cuenta que resultó más complicado de lo que esperaba; las fotos en su blog que presentan la falta de cooperación del gato y la cara de resignación del perro no tienen precio.

-Por 15000 dólares (unos 11200 €), el escritor ganador de un Hugo John Scalzi (La vieja guardia) cantó una canción perdida de Bob Dylan, al estilo de Dylan. Podéis verlo aquí. Pista: La canción no es realmente de Dylan.

-Por 17500 dólares (unos 13000 €), el conocidísimo autor de El nombre del viento, Patrick Rothfuss, leyó un extracto de la novela que escribió en el instituto, que incluye un bárbaro, un enano, y un samurái mitad hombre, mitad gato.

Hay muchas más, algunas completadas pero sin enlace disponible todavía, o por completar si consiguen reunirse determinadas cantidades. Entre ellas, Neil Gaiman cantará una versión de una canción (a elegir por los donantes) del álbum 69 Love Songs de Magnetic Fields, tocando el ukelele; Cory Doctorow se escaneará la cabeza en 3D a la vez que recrea alguna mueca extravagante de John Scalzi; y el experto en idioma Klingon Lawrence Schoen nos enseñará cinco frases clásicas para ligar en bares de la Federación en Klingon. Casi nada.

Los libros de autoayuda ya no son lo que eran (II)

AutorGabriella Campbell el 26 de enero de 2013 en Divulgación

Inteligencia emocional

Esta evolución de la que hablamos en la primera parte del artículo, esta necesidad de apoyar los documentos de autoayuda con información que tenga mayor valor científico y mayor credibilidad, se debe en gran medida a la existencia de libros como la revolucionaria obra de Daniel Goleman, Inteligencia emocional. Goleman tuvo muchísimo éxito al acercarle el mundo de la psicología y la sociología al lector medio; aunque se expresaba en términos que eran más o menos sencillos de comprender, ofrecía toda una suerte de teorías y estudios acerca de la importancia de la inteligencia emocional en el ámbito familiar, en el laboral y en el social. Goleman nos hablaba de cómo la inteligencia académica y clásica no es determinante en estos ámbitos, e insistía en la importancia del desarrollo de las habilidades sociales, directamente vinculadas a la empatía. Aseguraba que esta inteligencia emocional giraba en torno a determinadas capacidades como conocer y comprender la propia motivación, emociones y sentimientos para poder reconocer la motivación y sentimientos de los demás y poder gestionar de manera productiva y positiva las relaciones. Por fin el público había dado con un libro de autoayuda inteligente, con una obra que iba mucho más allá del simbolismo facilón y de la palabrería efectista. Un científico aportaba datos prácticos, y nos enseñaba a aplicar dichos datos a nuestra vida diaria. Por fin teníamos una autoayuda de la que no nos avergonzábamos, que no prometía nada pero que nos ofrecía un contenido interesante e inspirador.

La evolución en este género ha sido bastante más lenta en España, donde la revolución del lifehacking, de la psicología aplicada a la cotidianidad y de los superhombres que deciden abandonar su trabajo cansino y aburrido para ponerse en forma, viajar por todo el mundo y aprender ocho idiomas todavía está en ciernes. Pero Estados Unidos marca la tendencia, como siempre, y no dudo de que poco a poco la tendremos cada vez más presente en nuestras estanterías. Cada vez nos suenan más estos nuevos títulos, del mismo modo que poco a poco comienzan a compartirse en Internet las mejores charlas de TED, un proyecto de aprendizaje y motivación que está muy relacionado con este deseo de mejora, de optimizar al individuo y, por extensión, a la sociedad. No obstante, en nuestro país, donde el paro alcanza cifras notables, es difícil que nos convenzan teorías de máxima productividad; en un país donde no llegamos a fin de mes es complicado invertir en una alimentación mejor, en un entrenador personal y en viajes por todo el globo terráqueo. Esto probablemente influirá en que las obras de superación personal más extremas no terminen de cuajar por estos lares con la fuerza con la que lo han hecho en las librerías estadounidenses. Pero soñar es gratis, y muchos de estos libros contienen muchísimo conocimiento con aplicaciones prácticas y útiles, y la calidad de muchos de ellos, que cuentan con el apoyo de una documentación seria, de autores profesionales y experimentados que en muchas ocasiones provienen directamente de campos científicos, hace que superen, de lejos, a sus predecesores charlatanes. No solo eso, sino que muchos de estos escritores son, además, autores de talento, y merece la pena leerlos simplemente por su calidad de narradores prácticos.

Por supuesto, hablamos de los mejores, de las gemas, de lo bien hecho. Seguramente nos encontraremos también con toda una oleada de imitadores, de aprovechados que se apuntan al carro de cada moda y tendencia. Pero tal vez, si sabemos buscar, encontremos una nueva entrega de libros que deje atrás al texto de autoayuda clásico y nos ofrezca, ahora sí, información útil, detallada y sobre todo apoyada en datos más o menos fiables.

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Las interpretaciones menos conocidas de textos muy conocidos (II)

AutorGabriella Campbell el 25 de enero de 2013 en Divulgación

Alicia País de las Maravillas matemáticas

En la primera parte de este artículo os hablábamos de algunas teorías e interpretaciones curiosas que rodeaban a algunos textos literarios muy famosos. Como podréis imaginar, hay unas cuantas más, y de nuevo nos quedamos con las que nos resultan más interesantes.

Es muy probable que hayáis escuchado o leído alguna interpretación política o social acerca de la obra más importante de J. R. R. Tolkien, El señor de los anillos. La más popular es seguramente aquella que insiste en que todo el libro es una gran metáfora de la Segunda Guerra Mundial, y que el Anillo Único de Sauron que tantos quebraderos de cabeza le proporciona al pobre Frodo es, realmente, la bomba atómica. Si bien esta interpretación se presta además a una elaboración muy detallada (las equivalencias entre las regiones de la Tierra Media y la Europa de la época pueden llegar a ser bastante convincentes), el propio Tolkien negó en rotundo que su obra estuviera basada en la guerra. Insistió en que comenzó a escribirla mucho antes de que empezaran los conflictos bélicos, y que de hecho aborrecía las alegorías literarias en general, por lo que había intentado concebir un mundo que existiera por sí mismo, lejos de símiles y comparaciones. Está claro que nadie escribe desde el vacío, y que el contexto histórico y social influye a un escritor hasta cierto punto, lo quiera o no, pero es muy diferente que escriba una obra con un significado concreto en mente, que en el caso de Tolkien no fue así, o por lo menos es lo que asegura el autor de fantasía épica.

Para terminar con esta lista de interpretaciones curiosas, nos quedamos con una de las obras que más quebraderos de cabeza le ha proporcionado a críticos y teóricos a lo largo de los últimos 148 años: Alicia en el país de las maravillas, del reverendo Charles Lutwidge Dodgson, más conocido como Lewis Carroll. Por lo general se ha especulado acerca de la calidad y tipo de drogas que pudieron influir en la creación de un texto tan surrealista y absurdo, pero hay dos teorías que han cobrado bastante fuerza en los últimos tiempos. Ambas tienen bastante sentido, pero le confieren una nota aún más extraña a esta obra supuestamente infantil. Por un lado, Carina Garland indica que el mundo entero creado por Carroll en este texto se expresa a través de representaciones de comida y apetito. Alicia se mueve por impulsos de hambre, y conforme crece o disminuye en tamaño su relación con las demás criaturas varía, sube y baja en la cadena alimenticia. Hay muchas referencias al canibalismo, ya que los animales de la historia se alimentan de otros animales tan antropomórficos como ellos. Garland concluye asimismo que la sonrisa del Gato de Cheshire es un recordatorio carnívoro de nuestra propia mortalidad. ¿Curioso, verdad? Pues no tan curioso como la segunda teoría.

Para otros teóricos, la historia de Alicia no es más que un gran compendio de nociones matemáticas. Ya sea una sátira, donde Carroll se burlaba de las nuevas tendencias matemáticas que comenzaban a surgir en su tiempo (sobre todo aquellas que se referían a las geometrías no euclídeas), o un estudio real que alabase las posibilidades de esta nueva clase de matemáticas, aparecen a lo largo del texto todo tipo de conceptos relacionados con este campo de saber: el límite de una función, sistemas de numeración diferentes a la decimal, cambio de variables… No hay que olvidar que, ante todo, Carroll era científico. Incluso hubo rumores (si bien Carroll los negó en varias ocasiones) de que cuando la reina de Inglaterra terminó de leer su obra infantil y expresó su deseo de recibir más libros de este escritor tan maravilloso, este le envió uno de sus tratados matemáticos.

¿Qué otras interpretaciones extrañas y alternativas conocéis de textos famosos? Esperamos vuestra aportación, como siempre, en los comentarios.

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Los libros de autoayuda ya no son lo que eran (I)

AutorGabriella Campbell el 24 de enero de 2013 en Divulgación

Autoayuda y superación

Ante la palabra autoayuda, se despiertan en nuestro cerebro varias ideas relacionadas, y es posible que muchas de estas ideas sean de lo más críticas. Se trata de una tendencia, un tema, un subgénero que podemos encontrar en el mercado editorial y que puede asociarse a obras repletas de palabrería barata, fábulas ingenuas, fórmulas mágicas y muchísima tomadura de pelo en general.

Pero el mercado avanza, nuestros gustos cambian, y a pesar de la abundancia de charlatanes, supersticiones y del pensamiento mágico enamorado de las soluciones fáciles y milagrosas, vemos con cierta curiosidad cómo los libros que antes prometían resolver todos nuestros problemas han ido cambiando. Poco a poco esas fórmulas han evolucionado. Hay un señor llamado Paulo Coelho que opina que el Ulises de James Joyce es un libro vacío, y que vende, aun ahora, una cantidad de ejemplares nada despreciable, al igual que otros enamorados del cuento y de la parábola como Jorge Bucay y similares. Pero estos ahora son puentes, libros intermedios entre aquella profusión de obras que prometían hacernos felices y la nueva corriente que lleva un tiempo abriéndose paso en nuestras librerías. Lo que se nos viene encima es mucho más gordo pero, sorprendentemente, bastante más inteligente.

La nueva ola de autoayuda ya no se llama autoayuda. Hay demasiadas connotaciones negativas y anticuadas en este sentido. Con la nueva ola hablamos de superación personal o incluso de life hacking, una expresión que simboliza a la perfección esta nueva tendencia de buscar atajos o hacks para mejorar nuestra vida. El uso de un término asociado a la informática y a la tecnología de la comunicación no es gratuito; esta nueva ola nace, sobre todo, en línea, en los blogs y webs especializadas. Muchos de los libros de esta nueva corriente surgen, precisamente, de estos sitios web, y muchos son autoediciones, por obra y gracia de Amazon o Kickstarter, pero otros son los niños predilectos de sellos editoriales tradicionales. Como en todo, hay charlatanes y promesas vacías, pero el discurso carece de credibilidad si no va acompañado de una demostrada documentación o una larga experiencia en el campo tratado. Los nuevos autores de superación personal no son solo los autores, son los sujetos de sus propios experimentos, hombres y mujeres aparentemente normales que han alcanzado cotas de productividad y superación muy notables. Y no uso la palabra productividad en vano, ya que esta se ha convertido en la nueva panacea de este mercado de no ficción: donde antes queríamos ser más felices, ahora parece que queremos ser, ante todo, más productivos e independientes. La eficiencia se ha convertido en la máxima virtud.

Al mismo tiempo, aparece una contraposición clara a esta necesidad de rentabilidad laboral y personal, una corriente que busca los mismos objetivos (máximo rendimiento con mínimo estrés) a través de caminos muy distintos. Frente al lifehacking de autores como Tim Ferriss, Gina Trapani o David Allen, otros autores recurren a la meditación, al budismo zen y al minimalismo para obtener los mismos resultados. ¿Pero dónde comenzó este cambio, este paso del sentimentalismo a la metodología fría y calculada de los nuevos escritores de autoayuda? Lo veremos en la segunda parte del artículo.

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Las interpretaciones menos conocidas de textos muy conocidos (I)

AutorGabriella Campbell el 23 de enero de 2013 en Divulgación

Sherlock Watson

Las teorías de la conspiración no se aplican solo al mundo político y económico; cualquiera que le haya echado un simple vistazo al mundo de la crítica literaria (sobre todo a la académica) se habrá dado cuenta de que este está repleto de hermenéutica un tanto cogida por los pelos, por no decir absurda. No obstante, algunas de estas interpretaciones nos hacen dudar, ya que tienen cierta lógica retorcida, o directamente nos hacen reír. A continuación os enunciaré las más disparatadas, curiosas e intrigantes que he podido encontrar.

Tal vez mi favorita sea la que desarrolló un grupo de psicólogos acerca de Winnie The Pooh, ese entrañable osito que vive en un mundo idílico rodeado de amiguitos que son, como él, peluches en forma de animales que conviven con el niño Christopher Robin. La publicación científica Canadian Medical Investigation Journal presentó un artículo en el año 2000 en el que diagnosticaba a cada uno de los miembros de este feliz mundo con una dolencia mental: Pooh tenía un caso severo de déficit de atención; Piglet sufría de ansiedad; el burrito Eeyore, por supuesto, era depresivo; Tigger era hiperactivo y el dulce Christopher Robin mostraba predisposición a sufrir problemas de identidad sexual.

Otra teoría que no deja de ser llamativa es la que propuso la página web estadounidense Cracked. Si bien este sitio es de humor, y no hay que tomárselo demasiado en serio, la idea tiene su gracia: Hogwarts es todo un producto de la imaginación de Harry Potter. Potter es en realidad un niño maltratado, que crea un mundo de fantasía en su mente para evadirse de su dura realidad; las tropecientas veces que Harry acaba en la enfermería por heridas relacionadas con grandes batallas mágicas son en realidad el resultado de las palizas recibidas por parte de familiares abusivos. Una teoría, como veis, de lo más deprimente.

La teoría más popular, sobre todo ahora que tenemos tantas versiones de cine y televisión interpretadas por actores jóvenes y atractivos, es aquella que insiste en la relación homosexual entre los personajes de Conan Doyle: Sherlock Holmes y su fiel Watson. Los aficionados a esta teoría insisten en el subtexto, en esa lectura entre líneas de dos hombres que vivían juntos y adoraban su mutua compañía, por mucho que uno de ellos terminara por casarse (aun así, su relación con Holmes no cambiaba) y que el otro manifestara cierto interés por una de las pocas mentes que pudo vencer a la suya: la fabulosa Irene Adler. No obstante, el interés de Holmes por Adler parece ser meramente platónico y de sincera admiración; parece más interesado, en un sentido casi pasional, por su némesis Moriarty. Holmes rechaza la presencia de mujeres en su vida por una razón fría y lógica: considera que serían una distracción para su trabajo, lo cual implica que el sexo femenino sí tiene poder, en teoría, para distraerlo, para interesarlo. Watson sería un compañero ideal para sus pesquisas intelectuales, al no despertarle la más mínima emoción. Aun así, las interpretaciones más recientes de la obra de Conan Doyle, aquellas que hemos visto últimamente en la gran y pequeña pantalla, juegan con descaro con las inferencias contemporáneas de dos hombres que viven y trabajan juntos y que demuestran poco o escaso interés en el sexo opuesto. Toda una herramienta de guionistas modernos, sin duda, pero os dejo un pequeñísimo detalle de lo más curioso: hay teorías que apuntan a que el responsable de que Conan Doyle no abandonara a su personaje más conocido tras la publicación de Estudio en escarlata fue Oscar Wilde, tras un encuentro en el hotel Langham de Londres. El encuentro fue para cenar con un editor estadounidense, pero parece ser que ambos escritores quedaron encantados el uno con el otro, y que se inspiraron mutuamente.

En la segunda parte del artículo os hablaremos de más interpretaciones y teorías llamativas acerca de libros muy conocidos.

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Alejados del mundanal ruido: Escritores ermitaños

AutorGabriella Campbell el 16 de enero de 2013 en Divulgación

Escritores ermitaños

En el artículo que publicamos en Lecturalia sobre Emily Dickinson, hablamos de la personalidad casera y aislada de la poeta estadounidense. Pero Dickinson es solo una más en una larga lista de escritores que han preferido la vida retirada y oculta frente a las luces y el espectáculo de la fama que han perseguido muchos de sus colegas.

Ya sea porque realmente necesitan paz y tranquilidad para escribir, porque no han sabido lidiar con las mieles agridulces del éxito o por su naturaleza introvertida, tenemos un buen manojo de ejemplos en este sentido. Uno de los más famosos es Cormac McCarthy, de quien hasta hace poco no se sabía casi nada: no acudía a entregas de premios ni aceptaba entrevistas. Perdió esta costumbre durante un tiempo muy limitado, cuando apareció, para sorpresa de todos, en la entrega del Oscar para la película No es país para viejos, basada en su obra homónima; más tarde incluso apareció en un programa tan conocido como Oprah. Este entusiasmo le duró poco, y enseguida regresó a su hogar en algún lugar de Nuevo México.

Otro recluso popular es Bill Watterson. Puede que su nombre no os resulte familiar, pero seguro que conocéis su creación más aplaudida: la serie de viñetas de Calvin y Hobbes, que narra las aventuras de un niño muy imaginativo y su mejor amigo, un tigre de peluche. No solo se mantuvo alejado del contacto con los medios de comunicación; durante toda su vida se ha negado a que se comercialicen sus personajes, para evitar que pierdan integridad al convertirse en meros productos de merchandising. Dejó de publicar en 1995, y a día de hoy nadie parece saber por dónde anda.

Algunos han llevado esta reclusión más lejos. J. D. Salinger, autor del famosísimo El guardián entre el centeno, no solo se resistía a las entrevistas y a las apariciones en público, sino que escribía texto tras texto sin terminar de decidirse por su publicación. Uno de sus vecinos aseguraba que el autor le había confesado que tenía unas quince novelas sin entregar a ninguna editorial; Salinger definía el acto de publicar como una maldita interrupción. Sus pocas apariciones mediáticas eran aquellas que realizaba como parte de procesos judiciales: participó en unos cuantos para intentar impedir la publicación de biografías no autorizadas y otras obras relacionadas de forma directa con su escritura y su persona (de entre estos casos destaca la secuela a El guardián entre el centeno que lleva años intentando publicar una editorial sueca).

Y cómo olvidar a Proust que, tras la muerte de sus padres en 1903 y 1905, se aisló en su apartamento parisino, donde se dedicaba exclusivamente a escribir, escribir y escribir. Apenas dejaba su vivienda, en la que destacaba un dormitorio insonorizado con paredes de corcho para que nada lo molestara, y donde perdía por completo la noción del tiempo. Eso, desde luego, es dedicación al oficio (con un toque de locura).

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Consejos para autoeditarse (II)

AutorGabriella Campbell el 11 de enero de 2013 en Divulgación

Autopublicación

Seguimos con nuestra pequeña lista de sugerencias para aquellos de nuestros lectores que se dediquen también a la escritura y que se estén planteando abrirse paso en el complicado mundo de la publicación a través de alguna empresa de autoedición o coedición. En la primera parte del artículo os aconsejamos que tuvierais muy claro cuál sería vuestro público objetivo y que tuvieseis cuidado con los costes ocultos. Otros asuntos a tener en cuenta serían los siguientes:

-Ojo con los contratos. Siempre es buena idea que algún profesional (ya sea un abogado u otro editor) eche un vistazo a las cláusulas del contrato que os ofrezca la editorial para asegurarse de que no haya nada abusivo ni fuera de lo normal.

-Antes de comprar, compara. No te limites a pedir un solo presupuesto ni a considerar una única oferta. Pide todos los presupuestos y toda la información que puedas, pregunta a otros escritores de confianza por su experiencia (cuidado con las recomendaciones de desconocidos: algunas empresas de este tipo ofrecen a sus clientes descuentos o comisiones si les consiguen clientes nuevos). Descubrirás que hay maneras muy diferentes de trabajar de una empresa a otra.

-No merece la pena pagar por una valoración. La mayoría de las editoriales de coedición y autoedición (sobre todo estas últimas) afirman que siguen un estricto proceso de selección de manuscritos para asegurarse de mantener una calidad en su colección. Esto no siempre es cierto: aceptarán cualquier manuscrito siempre que estés dispuesto a pagar. No obstante, algunas exigen un pago por adelantado por un informe de lectura, independientemente de que luego decidan publicar o no la obra. Si realmente quieres una valoración objetiva de tu libro, busca a un profesional independiente con buena reputación; la opinión de la editorial de autoedición siempre será sesgada y, en la mayoría de los casos, exageradamente positiva para alimentar tu ego y que tengas mejor disposición a pagar un precio desorbitado por la publicación. Al fin y al cabo, si tu obra es tan espléndida, ¿por qué no se arriesgan a publicarla de manera tradicional, corriendo ellos con los costes?

-Sé realista: Esas presentaciones carísimas, ¿realmente van a vender libros más allá de tus amigos y familiares? Esos 2000 ejemplares, ¿podrás venderlos o acabarán en cajas en el garaje de tu casa? El hecho de que estés en muchos puntos de venta (desde librerías físicas hasta Amazon o similares), ¿te garantiza ventas? La promoción que te ofrece la editorial, ¿cómo ha funcionado para sus otros clientes? Piensa como consumidor… ¿comprarías un libro de alguien que desconoces? Es muy fácil dejarse arrastrar por un sueño, pero ten en cuenta que solo un porcentaje mínimo de escritores consigue dar el pelotazo, y muy pocos viven de lo que escriben. Vas a realizar un desembolso significativo; actúa como con cualquier otra compra importante: con cabeza.

Como habréis visto, todos estos consejos realmente se resumen en uno, fundamental: No actúes por impulso, infórmate, compara. El mayor peligro de la autoedición y de la coedición es que el servicio que ofrece se asocia a un factor muy peligroso: la ilusión. Si un escritor se deja llevar por la ilusión, si permite que sus deseos de fama, dinero y reconocimiento le nublen el juicio, aumentan las posibilidades de que acabe realizando una inversión significativa en un proyecto que puede culminar en un montón de cajas de libros sin vender y una importante sensación de fracaso.

Consejos para autoeditarse (I)

AutorGabriella Campbell el 9 de enero de 2013 en Divulgación

Autopublicación

Últimamente las redes sociales están llenas de comentarios y polémicas acerca de la conveniencia de la coedición y la autoedición para un escritor, sobre todo si es novel. No pretendo entrar en el debate de si este sistema es mejor o peor, si es ético o no ético, profesional o tramposo, inteligente o ingenuo, o tantos otros adjetivos que se están lanzando a diestro y siniestro en relación con el tema. Sería un debate largo y complejo, y para eso ya están esas mismas redes sociales. Pero sí que me gustaría, ya que muchos de nuestros lectores estarán haciendo, sin duda, sus pinitos en el mundo de la escritura, apuntar algunos pequeños consejos o sugerencias para aquellos que se estén planteando la coedición o la autoedición como posibilidad (si queréis saber más sobre qué diferencia existe entre la coedición, la autoedición y la edición tradicional, podéis leer un par de artículos que publicamos al respecto aquí y aquí). Considero que estos que expongo a continuación son fundamentales, pero agradecería que cualquier persona que haya tenido alguna experiencia en este ámbito, ya sea como profesional o como cliente, aporte también sus propios consejos en nuestros comentarios. Muy diferente es, por supuesto la autoedición en el sentido más puro: ocuparse uno mismo de la edición de su obra, ya sea en formato tradicional o electrónico, con las posibilidades que ahora nos ofrecen plataformas como Amazon. Este artículo en dos partes pretende centrarse, sobre todo, en el trato con empresas dedicadas a la autoedición o a la coedición como servicio editorial para escritores.

-Decide, antes de nada, tu público objetivo. Si tu intención es realizar una tirada pequeña destinada a amigos y familiares, tal vez te compense más acudir directamente a una imprenta y hablar con su departamento de diseño para que te realice una maquetación y preimpresión básica. Si, por otro lado, tu sueño es ser el próximo Dan Brown, prepárate a gastar mucho dinero en promoción, diseño, corrección y similares, y asegúrate de tener una distribución adecuada.

-Mucho cuidado con los costes extra. Algunas editoriales de coedición o de autoedición ofrecen precios en apariencia fijos y claros en sus páginas webs que luego, a la hora de la verdad, no tienen que corresponderse con la realidad. Solicita un presupuesto completo y asegúrate de tener muy bien desglosado qué incluye. Antes de nada debes saber muy bien qué te interesa, y entonces podrás plantearte si vas a querer solo una maquetación y edición básica, si además necesitas una corrección y un diseño de portada, si tu obra va a estar impresa en formato tradicional, si va a estar disponible como ebook, qué distribución tendrá (tanto a nivel físico como en internet), qué regalías obtendrás en caso de distribución, si hay alguna campaña de promoción incluida en el precio… En resumen, mejor pecar de pesado que arrepentirte luego. Si en algún momento percibes que la editorial es reacia a proporcionarte información clara, que en el presupuesto no se establece qué se incluye y qué no, o que ponen determinadas condiciones antes de darte sus precios (intentan que te desplaces para firmar un contrato que todavía ni has visto, o solicitan visitarte en tu domicilio; exigen ver tu obra antes de ofrecerte siquiera precios orientativos, etc.) tal vez sea mejor seguir buscando. Y léete toda su web, toda su documentación, hasta la letra más pequeña. A veces cosas tan importantes como que no se incluye una revisión básica ortográfica o el diseño de la portada se esconden en los márgenes.

En la próxima entrega ampliaremos este tema con más consejos para escritores que estén considerando la autoedición como camino para publicar su libro.

Un libro al día, un propósito muy curioso de año nuevo

AutorGabriella Campbell el 8 de enero de 2013 en Divulgación

Un libro al día

En Lecturalia os hemos hablado de propósitos de año nuevo, en concreto de propósitos de año nuevo para lectores. También os hemos hablado de personas que leen muy deprisa (como Sarah Weinman, como podéis descubrir aquí), y del speed reading o lectura rápida. El caso de Jeff Ryan está relacionado con todos estos artículos y es, a su vez, del todo extraordinario.

Jeff es un escritor que se centra sobre todo en el mundo de los videojuegos (un ejemplo de ello es su obra Super Mario: How Nintendo Conquered America), pero también, como todo buen escritor, es un lector voraz. A finales de 2011 se propuso algo un tanto absurdo: leer un libro al día, todos los días, durante los 366 días del año 2012.

El primer día del nuevo año se dio cuenta de la magnitud de su meta, y creyó que no podría alcanzarla de ninguna de las maneras. Y es que este señor no es una persona desempleada, ociosa o con mucho tiempo extra, de hecho tiene un empleo a tiempo completo, está casado y es padre. Decidió probar una semana y, cuando vio que lo conseguía, otra más. Y así, hasta llegar a cumplir su objetivo, con 366 libros leídos, ni más ni menos. Eso sí, pronto se dio cuenta de que era inviable terminar un libro a diario. Se concentró en conseguir leer los 366 libros, aunque un día no terminase ninguna obra y otro día terminase tres. Así, en un día medio compaginaba varios libros diferentes, para no aburrirse y poder adelantar trabajo en los periodos en los que disponía de más tiempo libre.

Como os podréis imaginar, no todos los libros eran tochos de mil páginas. La novela corta ha sido su aliada en muchos de los momentos más complicados, al igual que los compendios de cómic, los libros infantiles y las antologías. También se percató de que no tenía siempre estómago para obras serias y espesas; asegura que devoró una buena cantidad de libros eróticos, de novelas rosas, biografías de cómicos famosos y novelas de zombis. Por otro lado, desde el principio tuvo claro que este propósito no podía influir en su vida habitual, es decir, no podía dejar de lado ninguna otra obligación (tareas del hogar, tiempo en familia, etc.) para dedicar ese tiempo a la lectura.

Curiosamente, su conclusión ha sido que en general no ha leído mucho más que de costumbre. Libros sí, por supuesto (y muchísimos audiolibros, para poder “leer” mientras iba en el coche y en otras situaciones similares), pero no lectura en general. Gran parte del tiempo que dedicaba a los libros se lo robaba a actividades que realizaba antes: leer en Internet sobre todo, ya fuera en blogs, redes sociales o webs informativas.

Podéis leer (en inglés) su artículo para Slate en el que narra toda la experiencia. Ha debido de ser una práctica muy positiva en general, porque este año ha decidido repetir. Su propósito para el 2013 es el mismo que el del año anterior. Eso sí, afirma que este año será más fácil, al fin y al cabo, el 2013 tiene un día menos.