Los libros más censurados de la historia (y III)
Terminamos con una tercera y última parte de la serie de artículos sobre libros prohibidos, censurados, recortados y vilipendiados en general por políticos, fanáticos religiosos y familias conservadoras de Massachussets:
–Las uvas de la ira, de John Steinbeck. La obra tuvo una recepción crítica salvaje, fruto del enfrentamiento entre los que consideraban el libro como una representación justa y necesaria de la terrible situación de la comunidad agrícola de California y aquellos que la consideraban una exageración de tintes comunistas y un compendio de violencia e inmoralidad. Hoy en día el consenso es que la obra fue prohibida y quemada en público por una razón mucho más sencilla: Le daba mala prensa a California.
–Lolita, de Vladimir Nabokov. Estaba claro que ésta tenía que aparecer tarde o temprano. Su retrato de la obsesión de un hombre hecho y derecho por una adolescente condujo a una prohibición en Francia, Reino Unido, Argentina, Nueva Zelanda y Sudáfrica. El personaje principal, Humbert Humbert, es experto en literatura francesa, citando, entre otros, a Gustave Flaubert, cuya obra magna, Madame Bovary, también fue censurada repetidamente en su nativa Francia, por sus connotaciones sexuales y morales al tratar el tema del adulterio.
–La metamorfosis, de Franz Kafka. De las pocas cosas en las que estaban de acuerdo nazis y comunistas: La metamorfosis exigía censura. No queda muy claro por qué no pasó el filtro de los censores de Hitler ni de Stalin, es posible que su terrible nihilismo se considerara demasiado cruel para lectores que ya convivían en un estado de desconcierto y alienación.
–Mein Kampf, de Adolf Hitler. No podemos dejar de mencionar un libro que, incluso a día de hoy, sigue manteniendo intacto su carácter polémico. Si bien en Alemania se prohíbe su venta, no es ilegal poseer una copia ni tomarla prestada de una biblioteca, aunque las versiones para bibliotecas se hallan editadas y comentadas. Recientemente Amazon y Barnes and Noble consiguieron permiso para vender ejemplares de Mein Kampf en su web alemana, pero decidieron paralizar estas ventas por presión de la opinión pública. Respecto a otros países, el contenido político y racista del libro ha impulsado diferentes medidas. Así, en Canadá, la mayor franquicia de librerías, Chapters/Indigo, se niega a vender la obra. En Francia se trata de una obra accesible al público, siempre que la edición en concreto lleve una serie de notas de acompañamiento. Estados Unidos no parece tener ningún problema con su venta y lectura (aquí ya se sabe que sólo molestan los pingüinos homosexuales y las palabrotas de Margaret Mitchell, como ya apuntamos en artículos anteriores), sin embargo tanto Austria como China prohíben su posesión y venta, si bien en China puede consultarse en determinadas bibliotecas, sólo para fines documentales.
En México también es ilegal comprar o poseer una copia, si bien es posible encontrarlas en algunas librerías pequeñas y algunos comercios “piratas”. En Holanda se considera ilegal vender la obra, pero es perfectamente legal poseerla y prestarla. Suiza es un caso especial, ya que su inexistencia en dicho país se debe más a una cuestión de derechos de autor y de traducción que de censura. En la antigua URSS la obra se hallaba vetada, pero en la actualidad está disponible y se reedita con frecuencia, si bien en 2009 se abogó, sin éxito, por su prohibición.
Por supuesto hasta aquí hemos mencionado sólo algunos de los libros que han ido arrastrando polémica y censura a lo largo de su tiempo de vida, tal vez los más llamativos. Seguro que vosotros, los lectores, conocéis muchos más. Google lleva un par de años celebrando la “Semana de los libros prohibidos”, en la que se fomenta la lectura de las obras que más controversia han provocado en los últimos años. Algunos colegios, conscientes del atractivo de lo prohibido, han conseguido que sus alumnos lean algunos clásicos de la literatura universal simplemente colocándolos en una estantería de su biblioteca donde colgaron carteles con indicaciones como “no autorizado para menores de 14 años” o “prohibida su lectura por contenido inmoral”.