Bernardo Atxaga y la narración vasca actual
A pesar de su extensa tradición literaria y el impulso producido por los movimientos asociacionistas y la presencia de figuras culturales como María Resurrección Azkue Aberasturi de principios de siglo, la literatura vasca acusó un gran retroceso tras la Guerra Civil. Sin embargo, el resurgimiento ha sido evidente a partir de los años 60 con autores como Gabriel Aresti o Xabier Gereño, que supieron romper con las técnicas, estilos y temas más tradicionales para introducir novelas diferentes: existencialistas, urbanas o de denuncia social, a su vez influidas por el renacimiento poético vasco de los mismos años que experimenta con la vanguardia y con un nuevo lirismo. Hijos de este cruce entre fantasía y realidad, prosa y poesía, son autores contemporáneos, creadores de nuevas formas fantásticas, como Bernardo Atxaga, o figuras políticas como Joseba Sarrionandia.
Bernardo Atxaga, pseudónimo de Joseba Irazu Garmendia, nació en Asteasu, Guipúzcoa, en 1951. Su primer libro de poemas, Ziutateak, apareció en 1976. Desde entonces ha tenido una extensa producción de libros de literatura infantil y juvenil, guiones radiofónicos y teatrales, novelas como Bi anai, conjuntos de relatos como Obabakoak y, ya en español, El hombre solo y Esos cielos. Ha sido cinco veces Premio de la Crítica y también ha obtenido el Premio Nacional de Narrativa (1989). Es considerado el autor más representativo de la literatura vasca actual, y es muy probable que sea el autor en euskera más traducido y leído fuera de nuestras fronteras.
Probablemente su obra más interesante sea Obabakoak (o Los de Obaba), que se compone de veintiséis relatos aparentemente independientes que sin embargo se hallan vinculados por el espacio: el terreno de Obaba, que, al igual que otros locus evocadores como el Macondo de García Márquez, crea una sola realidad estética y argumental. La cohesión de estos relatos entre sí no ha impedido que se hayan llevado, por ejemplo, al género cinematográfico por separado, como es el caso de Una grieta en la nieve helada, que fue adaptada por Miguel Díaz en el año 2000, pero fue con Montxo Armendáriz con quien se dio realmente a conocer su mundo al gran público, gracias a la adaptación que realizó éste para la gran pantalla del universo fantástico de Obaba en el año 2005. Aparte del espacio, otro vínculo fundamental entre los relatos es el de los narradores, que se conocen entre sí y van compartiendo las historias referentes al pueblo de niñez al que regresa el protagonista de Obabakoak, Esteban Werfell, el escritor/narrador que crea la primera caja de narración, dentro de la que se irán insertando narraciones de su tío y de otros personajes. Para entender la perspectiva de cada personaje y la relación que éstos mantienen entre ellos, es fundamental entender la figura del narrador en la obra de Atxaga y su uso del tiempo, ya que el escritor suele huir de temporalizaciones anacrónicas o frecuencias repetitivas, manteniéndose fiel a sus historias de una manera casi lineal, pero jugando con narradores, interlocutores, espacios, y motivaciones de los personajes para construir un discurso que poco tiene que ver con la trama básica de sus relatos.
La obra más reciente de Atxaga, Zazpi etxe Frantzian (“Siete casas en Francia”), salió a la luz en 2009, ya traducida al español, al gallego, al catalán y al euskera; y es de un cariz muy distinto, ubicado en un campamento de legionarios belgas en el Congo de principios del siglo XX. Mientras, Atxaga sigue recopilando premios y reconocimiento tanto dentro como fuera de nuestro país.
Y a los visitantes de Lecturalia les pregunto: ¿Leéis a otros escritores actuales vascos? ¿Cuáles recomendaríais y por qué?
Bernardo Atxaga