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Gabriella Campbell (Página 40)

Bernardo Atxaga y la narración vasca actual

AutorGabriella Campbell el 20 de febrero de 2010 en Divulgación

Siete casas en Francia

A pesar de su extensa tradición literaria y el impulso producido por los movimientos asociacionistas y la presencia de figuras culturales como María Resurrección Azkue Aberasturi de principios de siglo, la literatura vasca acusó un gran retroceso tras la Guerra Civil. Sin embargo, el resurgimiento ha sido evidente a partir de los años 60 con autores como Gabriel Aresti o Xabier Gereño, que supieron romper con las técnicas, estilos y temas más tradicionales para introducir novelas diferentes: existencialistas, urbanas o de denuncia social, a su vez influidas por el renacimiento poético vasco de los mismos años que experimenta con la vanguardia y con un nuevo lirismo. Hijos de este cruce entre fantasía y realidad, prosa y poesía, son autores contemporáneos, creadores de nuevas formas fantásticas, como Bernardo Atxaga, o figuras políticas como Joseba Sarrionandia.

Bernardo Atxaga, pseudónimo de Joseba Irazu Garmendia, nació en Asteasu, Guipúzcoa, en 1951. Su primer libro de poemas, Ziutateak, apareció en 1976. Desde entonces ha tenido una extensa producción de libros de literatura infantil y juvenil, guiones radiofónicos y teatrales, novelas como Bi anai, conjuntos de relatos como Obabakoak y, ya en español, El hombre solo y Esos cielos. Ha sido cinco veces Premio de la Crítica y también ha obtenido el Premio Nacional de Narrativa (1989). Es considerado el autor más representativo de la literatura vasca actual, y es muy probable que sea el autor en euskera más traducido y leído fuera de nuestras fronteras.

Probablemente su obra más interesante sea Obabakoak (o Los de Obaba), que se compone de veintiséis relatos aparentemente independientes que sin embargo se hallan vinculados por el espacio: el terreno de Obaba, que, al igual que otros locus evocadores como el Macondo de García Márquez, crea una sola realidad estética y argumental. La cohesión de estos relatos entre sí no ha impedido que se hayan llevado, por ejemplo, al género cinematográfico por separado, como es el caso de Una grieta en la nieve helada, que fue adaptada por Miguel Díaz en el año 2000, pero fue con Montxo Armendáriz con quien se dio realmente a conocer su mundo al gran público, gracias a la adaptación que realizó éste para la gran pantalla del universo fantástico de Obaba en el año 2005. Aparte del espacio, otro vínculo fundamental entre los relatos es el de los narradores, que se conocen entre sí y van compartiendo las historias referentes al pueblo de niñez al que regresa el protagonista de Obabakoak, Esteban Werfell, el escritor/narrador que crea la primera caja de narración, dentro de la que se irán insertando narraciones de su tío y de otros personajes. Para entender la perspectiva de cada personaje y la relación que éstos mantienen entre ellos, es fundamental entender la figura del narrador en la obra de Atxaga y su uso del tiempo, ya que el escritor suele huir de temporalizaciones anacrónicas o frecuencias repetitivas, manteniéndose fiel a sus historias de una manera casi lineal, pero jugando con narradores, interlocutores, espacios, y motivaciones de los personajes para construir un discurso que poco tiene que ver con la trama básica de sus relatos.

La obra más reciente de Atxaga, Zazpi etxe Frantzian (“Siete casas en Francia”), salió a la luz en 2009, ya traducida al español, al gallego, al catalán y al euskera; y es de un cariz muy distinto, ubicado en un campamento de legionarios belgas en el Congo de principios del siglo XX. Mientras, Atxaga sigue recopilando premios y reconocimiento tanto dentro como fuera de nuestro país.

Y a los visitantes de Lecturalia les pregunto: ¿Leéis a otros escritores actuales vascos? ¿Cuáles recomendaríais y por qué?

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Libros que no dejarías leer a tus hijos… ni a tus presos

AutorGabriella Campbell el 13 de febrero de 2010 en Noticias

Diccionario Webster

Aunque ya hablamos en su momento de algunos de los libros más censurados en la historia de la literatura, es curioso comprobar cómo este tema del recorte y la prohibición siempre da más de sí. ¿Es justificable este acto de restringir la lectura de ciertas publicaciones a la población en general, o incluso a determinados segmentos de ésta? Nuestros fundamentos sociales consideran perfectamente lógico evitar que ciertas lecturas caigan en manos de niños, por ejemplo, para que conserven cierto grado de inocencia, del mismo modo que controlamos para ellos otros medios de comunicación como Internet, con el conocido programa de control parental, o la televisión (en muchos países algunos contenidos sólo pueden emitirse a partir de cierto horario, en el que se supone que los niños están durmiendo). Sin embargo siempre hay quien desea rizar el rizo. Algunas escuelas del sur de California han decidido prohibir el diccionario. Sí, han leído bien, la décima edición del Diccionario Webster, el más conocido de los Estados Unidos, no podrá hacer acto de presencia en estos colegios californianos, debido a una desafortunada entrada, la de la expresión sexo oral, que dichos colegios encuentran sexualmente gráfica y no apta para determinadas edades. Al escuchar esto, uno podría pensar que la definición sería cuasi pornográfica. La definición exacta presente en este diccionario es estimulación oral de los genitales. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, teniendo en cuenta lo que el infante medio californiano puede ver en la televisión, encontrar en Internet (a pesar de ese control parental) o simplemente comentar con los amigotes, esta medida parece, como mínimo, exagerada. Teniendo en cuenta la inmensa cantidad de libros que han sido prohibidos en las bibliotecas de colegios (o incluso de librerías) en varios estados de EEUU por razones tan dispares como el ser sexualmente descriptivos, ser anticristianos o tratar la homosexualidad, no debería extrañarnos, pero uno pensaría que algunos libros estarían a salvo de la discriminación moral, y prohibir el uso del diccionario sale del área de la lógica y entra en el terreno de lo ridículo.

Más ridículas todavía son las prohibiciones vigentes en el estado de Texas para los que están sirviendo sentencia en sus cárceles. No se permiten publicaciones que contengan imágenes de niños desnudos (suponemos que esto se debe al alto índice de criminales encerrados por delitos de pedofilia), pero sí de niños desnudos con alas, ya que se consideran querubines. Por tanto, si quieres ver una imagen del niño Jesús, o le pones pañales o alas. Es comprensible que algunas publicaciones no puedan ver el interior de una cárcel, como manuales de física o química que contengan información sobre la creación de productos tóxicos o explosivos, o la famosa publicación estadounidense Guns and Ammo (Pistolas y munición); pero otras carecen por completo de sentido: se prohibió la obra The Elements of Persuasion: Use Storytelling to Pitch Better, Sell Faster and Win More Business (Los elementos de la persuasión: Cómo usar la narrativa para vender mejor tus ideas, vender más rápido y obtener más negocio), porque se temía que los internos pudieran usarlo para convencer a otros. También se prohibió la obra Precious (recientemente llevada, con gran éxito, al cine) y obras de otros autores como Harold Robbins, Pat Conroy o John Grisham.

Ya nos imaginamos que también habrá una lista de películas y series no recomendadas para los encarcelados, y dudo que Prison Break esté entre las permitidas.

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Vuelve el concurso de peor título del año

AutorGabriella Campbell el 10 de febrero de 2010 en Noticias

Ya comentamos en Lecturalia más o menos por estas fechas el año pasado la existencia de un concurso internacional, nacido en la Feria del Libro de Frankfurt en 1978, que premiaba a los peores títulos de libros del año. El ganador del año pasado, The 2009-2014 World Outlook for 60-milligram Containers of Fromage Frais (Perspectiva mundial de los contenedores de 60 miligramos de queso fresco del 2009 al 2014), produjo cierta polémica al ser fruto de un experimento científico (fue escrito por un ordenador). Aunque las bases se han hecho más estrictas este año, los organizadores afirman que han triplicado su número de participantes. Y eso que se han visto obligados a descalificar a muchos de los que habían enviado sus obras, ya que se trataba de obras autoeditadas y absurdas creadas específicamente para el concurso. El 19 de febrero se anunciarán los finalistas, pero por ahora os dejamos con algunos títulos que han pasado la primera criba:

100 Girls on Cheap Paper (100 chicas en papel barato).
Advances in Potato Chemistry and Technology (Avances en química y tecnología de la patata).
Afterthoughts of a Worm Hunter (Reflexiones de un cazador de gusanos).
An Intellectual History of Cannibalism (Una historia intelectual del canibalismo).
Bacon: A Love Story (Bacon: Una historia de amor).
Baptist Autographs in the John Rylands University Library of Manchester 1741-1845 (Autógrafos baptistas en la Biblioteca John Rylands de la Universidad de Manchester de 1741 a 1845).
Bondage for Beginners (Bondage para principiantes).
Collectible Spoons of the Third Reich (Cucharas coleccionables del Tercer Reich).
Crocheting Adventures with Hyperbolic Planes (Aventuras con crochet usando planos hiperbólicos).
Father Christmas Needs a Wee (Papá Noel tiene que mear).
Governing Lethal Behaviour in Autonomous Robots (Cómo manejar comportamientos letales en robots autónomos).
How YOU Are Like Shampoo: For Job Seekers (En qué te pareces al champú: Para los que buscan trabajo).
I Stopped Sucking My Thumb…Why Can’t You Stop Drinking? (Yo dejé de chuparme el pulgar, ¿por qué tu no puedes dejar de beber?)
I’m Not Hanging Noodles on Your Ears (No pienso colgarte tallarines de las orejas)
Mickey Mouse, Hitler and Nazi Germany (Mickey Mouse, Hitler, y la Alemania nazi).
Obama Guilty of Being President While Black (Obama, culpable de ser presidente siendo negro).
Planet Asthma: Art and Activity Book (Planeta Asma: Libro de arte y actividades)
The Master Cheesemakers of Wisconsin (Los maestros queseros de Wisconsin).
The True History of Tea (La verdadera historia del té).
The Wild World of Girly Men and Masculine Women – And Why Americans Suffer from So Many Other Idiotic Syndromes! (El salvaje mundo de los hombres afeminados y las mujeres masculinas, y por qué los estadounidenses sufren de tantos otros síndromes estúpidos).
Venus Does Adonis While Apollo Shags a Tree (Venus se lo monta con Adonis mientras Apolo se tira a un árbol).

Con todo, es poco probable que puedan competir con el que ya es uno de los favoritos, The origin of faeces (El origen de las heces) o con uno del que ya hemos hablado varias veces en este blog: Orgullo y prejuicio y zombies, que también está en la lista.

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Libros importantes que no nos hemos leído

AutorGabriella Campbell el 7 de febrero de 2010 en Divulgación

Libros que no has leído

Cuando apareció en el 2006, editado por Anagrama, la traducción del libro de Pierre Bayard, Cómo hablar de los libros que no se han leído, muchos corrieron a comprarlo con la esperanza de que su estatus social subiera como la espuma al poder citar Guerra y Paz y sonetos de Shakespeare ante sus amigos sin apenas pestañear. Estos muchos se quedaron muy defraudados al descubrir que dicho libro ofrecía un título muy engañoso, tratándose realmente de un ensayo acerca del acto de la lectura y su repercusión social. Muy interesante, cierto, pero poco útil a la hora de iluminar uno a sus congéneres acerca de sus hábitos culturales.

Cualquier lector ávido entra en la paradoja de la no-lectura, es decir, cuanto más lee uno, menos lee. ¿Qué significa esto? Significa que cuanto más amemos leer, y más leamos, más conscientes seremos de todos esos libros que todavía no hemos leído, que queremos o que debemos leer. La implementación de un canon, sea discutible o no (aunque siempre lo es), que reside en nuestras escuelas, en nuestras universidades y en nuestras mismas calles, nos impulsa hacia un sentido del deber lector, una obligación de conocimiento, no por amor al conocimiento mismo, sino por necesidad de aceptación e integración social. Y por la misma razón por la que nos avergüenza no habernos leído El Quijote o el Ulises de James Joyce (aunque lo hemos comprado y lo tenemos en la estantería), nos avergüenza confesar que pasamos nuestras noches pecaminosas absortos en la lectura de la última novelita de Stephanie Meyer, en algún clásico de la chick-lit, o que estamos a medias con algo de Dan Brown y/o de Ken Follett. Y esto es completamente comprensible, ¿por qué obligarse a digerir un solo párrafo de Proust cuando podríamos estar atrapados sin posibilidad de escapatoria en una intriga de John Grisham? Haciendo referencia a la reciente defunción de Salinger, resulta sorprendente, por ejemplo, la cantidad de personas que afirman ser admiradores de El guardián entre el centeno sin habérselo leído (o habiéndoselo leído y habiéndolo odiado), simplemente porque en su momento fue una obra popular y se ha convertido en un clásico moderno.

Los libros son un poco como la comida. Tenemos la comida rápida, deliciosa y suculenta, que nos suele dejar insatisfechos y con ganas de más. Tenemos la comida sana, poco apetecible e interesante pero muy beneficiosa para nuestro organismo. Y tenemos la comida gourmet, esas maravillas casi experimentales que casi nunca nos podemos permitir. Y si alguien nos pregunta dónde comimos la semana pasada, rara vez diremos que en una hamburguesería, sino comentaremos las ventajas de los guisos caseros, de las verduras, la fruta y de la soja. Y si nos reunimos con personas que nos producen inseguridad, personas con las que nos sentimos menos inteligentes, posiblemente diremos que hemos saboreado un delicioso Milhojas Crujiente de Hortalizas con Foie Caramelizado y Melaza de Cabernet Sauvignon.

Hay quien dice que toda lectura es buena. Y hay algunos trucos para poder deglutir aquellas obras que se nos antojan intragables (Cortázar reconocía que la única forma para él de leerse El Quijote era llevándoselo al baño). Siempre hay que recordar que no tenemos que fingir ser lo que no somos, que es tremendamente fácil pillar a un mentiroso, e intentar mejorar nuestra alimentación poco a poco, ya que nos resultaría complicado pasar de comida rápida a una dieta saludable de un día a otro, puesto que enseguida nos cansaríamos y volveríamos a nuestras costumbres anteriores. La buena literatura es extremadamente saludable para el corazón y para la mente, pero eso no implica tener que llevarse a Dostoievski al excusado, sino sencillamente analizar qué nos aporta lo que leemos, y no tener miedo a enfrentarnos a lecturas que nos supongan un reto. De cualquier forma, lo que nunca debemos olvidar es que lo que leemos nos produce placer y conocimiento sólo a nosotros, y leer por lo que puedan pensar los demás es, como en el caso de tantos otros aspectos de nuestra vida (moda, adquisiciones, ocio, trabajo), un poquito absurdo.

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Las leyes de la robótica

AutorGabriella Campbell el 31 de enero de 2010 en Divulgación

Robotica

Un robot no puede lastimar a un ser humano, ni por inacción permitir que un ser humano sufra daño.
Un robot debe obedecer a un ser humano, excepto si las órdenes entran en conflicto con la primera ley.
Un robot debe proteger su existencia, siempre y cuando tal protección no entre en conflicto con la primera o segunda ley.

Formuladas por el escritor del género especulativo Isaac Asimov, las tres leyes de la robótica (actualmente consideradas válidas por la propia comunidad científica) tienen como función mantener controlados a los seres creados por el hombre. La enorme trascendencia de estas tres leyes se refleja en la literatura en general, dando origen a numerosos relatos como Tik-Tok de John Sladek, en el que un fallo de hardware anula la primera ley y convierte a un robot en un asesino; o Primera Ley del propio Asimov, donde un robot deja abandonado a un ser humano en las terribles tormentas de arena de la Luna por ir a cuidar a un animal al que ha cogido bajo su protección. La especulación al respecto de las tres leyes de la robótica ideadas por el escritor y científico es inmensa, la propia manipulación de estas leyes por parte del ser humano se observa en El pequeño robot perdido, también de Asimov, donde el ejército utiliza robots con la primera ley modificada con el fin de que no se expongan a peligros innecesariamente, ya que son demasiado valiosos.

Esta temática, repleta de los habituales temores del hombre a ser dominado por sus propias creaciones, se desarrolla ampliamente en narraciones como Yo, robot (Asimov) o Segunda Variedad (Philip K. Dick) donde, en el primer caso, una inteligencia artificial decide que para proteger a los seres humanos hay que prescindir de la opinión de los propios seres humanos, y en el segundo el hombre crea robots de guerra tan perfectos que acaban volviéndose en su contra. Dick además juega en este relato, como en tantos otros de su autoría, con la confusión hombre-máquina, la idea de que el hombre pueda crear una máquina tan parecida a él mismo que no sepa distinguirla de un ser humano. De hecho, en el cuento Infiltrado o en La hormiga eléctrica, el propio protagonista desconoce que él es un robot, y en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? los personajes deben someterse a pruebas continuas para demostrar su condición humana. No sólo se contempla la posibilidad de ser un robot sin saberlo, Algis Budrys trata, por otro lado, la progresiva transformación de un hombre en robot y las implicaciones psicológicas que esto produce. Este constante recurso en la literatura en general y en el género de la ciencia ficción en particular nos habla de unos Estados Unidos y Europa, a mediados del siglo XX, en la que la rápida tecnificación e introducción de asombrosos inventos y avances, unidos al consumismo y a la renovación política tras la Segunda Guerra Mundial, contribuyen a un clima de esperanza y a la vez temor hacia la ciencia y su boom de aportaciones casi heréticas.

Asimov añadió posteriormente una cuarta ley, probablemente desarrollada para justificar la trama de su archiconocida Fundación, llamada la “Ley Cero”: Un robot no puede dañar a la humanidad, o a través de su inacción, permitir que se dañe a la humanidad. De esta manera, los robots pasan de estar al servicio de la Humanidad a convertirse en seres superiores, auditores del destino del hombre. El hombre ha pasado de ser Dios a crearse un nuevo Dios, su criatura ha cambiado y evolucionado, y vela por los intereses de su padre.

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Los diez mejores libros del 2009, según el New York Times

AutorGabriella Campbell el 16 de enero de 2010 en Noticias

Lorrie Moore

Cada final y principio de año llega el ansiado o temido momento de las listas. Las listas de lo que se considera más relevante del año anterior y lo que se considera que triunfará durante el año entrante. Por supuesto con los libros no iba a ser menos, y he acudido a uno de los periódicos de mayor influencia del mundo para ver qué habían escogido como mejores obras del año pasado. Es notable que, como suele ocurrir, son libros que aquí no han sido, en general, grandes éxitos, o que ni siquiera se han traducido todavía al español.

1. Both ways is the only way I want it, de Maile Meloy

2. Chronic City, de Jonathan Lethem (Lethem sí ha disfrutado de un relativo éxito en nuestro país gracias a las publicaciones de Mondadori y DeBolsillo de obras anteriores suyas como Paisaje con muchacha o La fortaleza de la soledad).

3. A Gate at the Stairs, de Lorrie Moore; aquí la obra se ha traducido como Al pie de la escalera, de la mano de Seix Barral.

4. A Short History of Women: A Novel, de Kate Walbert

5. Half Broke Horses: A True-Life Novel, de Jeanette Walls. Walls se hizo muy popular gracias a su novela El castillo de cristal, un gran éxito de ventas internacional, por lo que suponemos que no tardaremos en poder leer en español esta nueva obra biográfica.

6. The Age of Wonder: How the Romantic Generation Discovered the Beauty and Terror of Science, de Richard Holmes. Holmes goza de cierta notoriedad gracias a sus obras de carácter histórico, sobre todo por Un mundo en guerra: Historia oral de la Segunda Guerra Mundial.

7. The Good Soldiers, de David Finkel. Finkel no es conocido en nuestro país, pero no es así en sus nativos Estados Unidos: un reportero y redactor del Washington Post cuyo trabajo periodístico le valió un Pulitzer en el 2006.

8. Lit: A Memoir, de Mary Karr.

9. Lords of Finance: The Bankers Who Broke the World, de Liaquat Ahamed

10. Raymond Carver: A Writer’s Life, de Carol Sklenicka. Carver está de moda, así que no sería arriesgado asegurar que esta extensa y muy completa biografía llegará pronto a nuestras tierras.

Por supuesto hay variación entre las listas estadounidenses y las anglosajonas, por no hablar de otras listas internacionales y las propias españolas y latinoamericanas, pero está claro que por lo menos en el mundo anglosajón el gran triunfador de la crítica del 2009 ha sido la biografía. Caso muy diferente sería la evaluación de los 10 libros más vendidos del año, que sospechamos que no son los mismos. Y no nos equivocaríamos. Una pequeña investigación nos confirma que algunos de los libros más vendidos a nivel internacional este año pasado han sido, por mencionar un par, Orgullo y prejuicio y zombies, de Seth Grahame-Smith, Her fearful symmetry de Audrey Niffenegger (que ya nos sorprendió con La mujer del viajero en el tiempo) o cualquiera de los libros de la trilogía de Stieg Larsson, confirmándonos el buen estado de salud de la novela negra y de la obra fantástica. En España también ha encabezado Larsson las listas de ventas, listas que por otro lado incluyen, cómo no, a la crepuscular Stephanie Meyer por The Host (El huésped), a los siempre presentes Dan Brown (El símbolo perdido) y Pablo Coelho (El vencedor está solo), y al cada vez más exitoso Ildefonso Falcones, con La mano de Fátima. Lo cual nos confirma, una vez más, lo alejada que está la crítica, sea del país que sea, de los gustos reales de los lectores en general. Tal vez esto se deba a una falta de conocimiento y de formación literaria por parte del lector medio, o a un exceso de pedantería y esnobismo cultural por parte de la crítica, o tal vez, a la hora de la verdad, las listas no sirvan de mucho a la hora de vender libros.

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Das Vampire. Desde Nosferatu a Edward Cullen

AutorGabriella Campbell el 3 de enero de 2010 en Divulgación

Cullen Nosferatu

Parece ser que cuando uno muere pierde toda una serie de obligaciones que lo ataban a una existencia gris, moral y asexual. Así que, a no ser que uno sea zombie (por lo que sus facultades mentales se verán seriamente menguadas) o un hombre lobo (que implica estar condicionado por las fases lunares), ser no-muerto tiene una buena cantidad de ventajas. Sobre todo si tienes poderes especiales, léase superfuerza, supervelocidad y capacidad de hipnosis. Como contrapunto, no podrás salir de día, tendrás una severa intolerancia hacia los ajos y los crucifijos te provocarán urticaria. Es decir, serás uno de los seres más icónicos de la literatura universal, un vampiro.

Polidori acertó de pleno cuando presentó su vampiro como un lord, un auténtico gentleman de la época, ducho en las artes de la seducción y el saber estar. Y es que, a nivel más o menos explícito, el vampiro se asocia con la sexualidad, ya sea por el acto oral de lamer y chupar fluidos prohibidos, por sus referencias a la estética y modus vivendi sadomasoquista, o por la creencia de que se trata de un ser diabólico, vinculado al infierno, y por tanto representante de todos los vicios y pecados más terribles: desde la antropofagia hasta el bestialismo o la pederastia. No puedo ni empezar a enumerar las numerosas teorías que explican el origen de su figura: desde los casos de catalepsia por los que un supuesto muerto se levanta de la tumba hasta las leyendas relacionadas con íncubos y súcubos, criaturas descendientes de Lilith, primera mujer de Adán, amante de Lucifer y considerada por muchos como madre de los vampiros. Si Lilith es la madre, está claro que el padre es el terrible Vlad el Empalador, personaje histórico que hace relativamente poco trató Elizabeth Kostóva en La historiadora, donde la imagen atrayente del vampiro y sus secuaces (los ghouls, humanos alimentados con sangre vampírica) se remonta a la propia existencia del Príncipe Dracul, famoso por desayunar rodeado de unos cuantos enemigos, o súbditos, clavados en estacas.

Y es que el vampiro no se detiene en Vlad. Su perturbador atractivo nos persigue de miles de maneras. Una de las primeras muestras modernas en la literatura de sexualidad lésbica está presente en Carmilla, el relato de Sheridan le Fanu, donde es posible que escandalizara más la estrecha relación entre la vampiro (apenas una niña, por lo menos físicamente) y su víctima, otra mujer, que el acto vampírico en sí. Si bien el Drácula de Bram Stoker se asemeja más al terrible Empalador por su carácter medieval y siniestro, algunos puristas prefieren el aspecto grotesco y depredador del Nosferatu de la Hammer o del juego de rol Vampiro La Mascarada. Sea como sea, el vampiro siempre se ha representado con un poderoso aura de peligro: un vampiro no puede ser tu novio o tu amigo, sencillamente porque es una criatura caníbal que actúa por instinto. La escritora Anne Rice hizo mucho por modificar este concepto, presentándonos al vampiro torturado: aquel que debe alimentarse de sangre para sobrevivir pero que mantiene su conciencia humana, conciencia con la que se halla siempre en conflicto. Rice también rescató la ambigüedad sexual del vampiro, un ser que es capaz de ver belleza en ambos sexos, en seres humanos de todas las edades y razas, una belleza que trae la sangre. Si bien en el mito siempre queda claro que para el vampiro lo primordial es alimentarse, la conjunción sangre-sexualidad significó un tremendo éxito para Rice a la que desde entonces viene plagiándose de mil y un modos. Este vampiro “consciente” ha evolucionado hacia un vampiro “bueno”, un vampiro “vegetariano”, que se enamora hasta las trancas de mujeres humanas y reniega de sus colegas menos humanizados. Al descafeinar su aspecto violento y amoral, los autores ahora pueden permitirse reelaborar su perfil sexual, presentándonos a héroes narrativos como Bill Compton de True Blood u otros personajes altamente sexuales como los pertenecientes a las sagas de L.J. Smith o Laurell K.Hamilton.

Mención aparte merecen los conocidos vampiros de la saga Crepúsculo. Pese a sus guiños constantes a la tradición, Stephanie Meyer ha introducido múltiples características originales: estamos ante vampiros resistentes a la luz diurna, con poderes especiales más propios de una saga de superhéroes que de una crónica vampírica, retratados en una serie de novelas dirigidas al público juvenil femenino. El vampirismo en este caso parece un recurso para justificar a personajes perfectos, entidades increíblemente bellas que no envejecen, misteriosas y resplandecientes, criaturas sexualmente no agresivas. Hasta cierto punto sorprende el éxito de una narración que castra el aspecto sexual de un mito que ha perdurado precisamente gracias a ese carácter lúbrico. El tiempo dirá si la literatura aprovecha este nuevo camino iniciado por Meyer o si regresa a los aspectos más divertidos del ser vampírico; aquellos que son política y moralmente inaceptables.

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Julio Cortázar y el realismo mágico: las fabulosas herramientas del discurso literario de un genio

AutorGabriella Campbell el 2 de enero de 2010 en Divulgación

Cortázar

Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas en 1914, y murió en 1984 en París. En 1938 publicó su primera colección de poemas, Presencia, tras la cual comenzaron a aparecer sus libros de cuentos: Bestiario (1948), Historias de cronopios y famas (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), por mencionar algunos. Aunque escribió varias novelas, probablemente la más conocida sea Rayuela (1962), una propuesta de deconstrucción del texto facilitada por la ruptura de la pauta convencional de linealidad narrativa.

Al hablar de Cortázar es inevitable que nos venga a la mente el concepto de realismo mágico. ¿Pero qué es el realismo mágico? El término “realismo mágico” se acuñó en la crítica artística (fue utilizado por el crítico alemán Franz Roh en 1925 para caracterizar un grupo de pintores post-expresionistas) y se extendió a la literatura. El realismo mágico sirvió para definir una tendencia en la narrativa hispanoamericana entre 1950 a 1970, tendencia en la que se suele incluir a Julio Cortázar. El realismo mágico se define como la preocupación estilística y el interés en mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño. El papel del narrador es fundamental, ya que muestra cosas raras o mágicas como normales y cotidianas (o muestra aspectos normales y cotidianos como si fueran aspectos raros o mágicos).

La estrategia del escritor consiste en sugerir un clima sobrenatural sin apartarse de la naturaleza y su táctica es deformar la realidad. Personajes, cosas, acontecimientos son reconocibles y razonables, pero como el narrador se propone provocar sentimientos de extrañeza, se abstiene de aclaraciones lógicas. Los personajes no se desconciertan ante lo sobrenatural y lo aceptan como un aspecto más de su existencia, lo que conduce a una mayor sensación de extrañeza para el lector. Esto ocurre, por ejemplo, en el relato de Cortázar Axolotl, donde el personaje/narrador acaba aceptando de manera fatídica una transformación en pez. Otros autores representativos de esta tendencia son Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges o Isabel Allende.

La casa tomada

Al analizar de qué manera Cortázar transforma su historia en discurso, partimos de la base de que en la mayoría de sus textos ya de por sí es complicado definir dicha historia. Manteniendo el ejemplo del relato Axolotl, ¿narra Cortázar la historia de un pez que se cree hombre, de un hombre que se cree pez, o de un pensamiento de hombre que se cuela en la consciencia de un pez? Sea como sea, podríamos resumir la historia de la siguiente manera: Un hombre visita un acuario. Comienza a visitarlo con frecuencia. El hombre se transforma en pez. Pero, ¿cómo convierte Cortázar esta fábula aparentemente sencilla en un complejo entramado discursivo? El uso estudiado de diversas estrategias narrativas (desde el tipo de narrador y narratario hasta el ritmo temporal y las formas verbales) nos revela que nos hallamos ante una forma de narrativa personal, una forma de representación indirecta del pensamiento del narrador/personaje que podría definirse como monólogo autonarrado, en el que convergen no sólo las perspectivas del narrador y del personaje, sino también el pasado con el presente. Podríamos también considerar, sobre todo conforme avanza el texto y la narración se vuelve más personal, más intimista, que nos hallamos ante una psiconarración, ya que el personaje abandona su tono neutral para plantearnos sus temores, sus dudas y observaciones subjetivas. Podemos deducir, asimismo, que la transformación de la historia en discurso es, gracias a una construcción que obtiene una implicación mucho mayor del lector y una serie de posibilidades mucho más amplia que otras modalidades de narración, bastante más que una simple trasposición adornada: Cortázar consigue crear un texto de múltiples sentidos, rico en simbología, con un ritmo estudiado y eficaz, cierta ambigüedad efectiva y un narrador/personaje lleno de vida.

Si bien Axolotl sería un ejemplo perfecto de esta transformación sorprendente de fábula en literatura, el análisis ponderado de otros relatos de Cortázar como Casa tomada, que ha proporcionado serios dolores de cabeza a lectores, críticos y teóricos nos muestra la riqueza semiótica, hermenéutica y técnica de este genio de la creación artística, este maestro de la comunicación.

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Escribiendo para las masas

AutorGabriella Campbell el 27 de diciembre de 2009 en Divulgación

Hub

De todos es sabido que Internet ha multiplicado por mil la creación de contenidos escritos. Ya no hablamos sólo de literatura y de lo que los anglosajones llaman “Creative Writing” (escritura creativa, es decir, artística), sino de asuntos mucho más anodinos y mundanos y, sobre todo, especializados. ¿Para qué adquirir un libro sobre jardinería si abunda en la red información de todo tipo, desde webs generalistas a páginas muy especializadas? Y eso sin contar los recursos de carácter enciclopédico, como pueden ser proyectos como la Wikipedia o tantísimas bases de datos de acceso libre o de pago.

Por tanto, surge una nueva figura en el mundo de internet, la del creador de contenidos. Aunque puede tratarse de un puesto laboral propio, de una persona con conocimientos tanto del área del que se ocupa como lingüísticos, cada vez abundan más los creadores de contenidos eventuales, es decir, personas que desarrollan información y la venden al mejor postor. Aunque en España este tema todavía se halla en pañales (muchos de los colaboradores habituales de páginas web y bases de datos realizan su labor por amor al arte, sin esperar una remuneración económica en un ámbito donde los ingresos por publicidad y donaciones no son los que fueron en la época del boom del negocio internauta); Estados Unidos va por delante del resto del mundo en lo que a creación y gestión de información virtual se trata, entre otras razones por lo inmenso de su mercado y por una filosofía de la información como producto con el que se comercia, que se compra y se vende. Un ejemplo muy ilustrativo de esta filosofía es Hub Pages, una página web de libre acceso y registro donde cualquiera puede escribir artículos de mayor o menor longitud (artículos de estilo blog, habitualmente) que están expuestos a cualquier visitante que desee leerlos. Los lectores se ven bombardeados por publicidad relacionada con el artículo y la información ofrecida (desde anuncios de texto de Google a ofertas de productos de Amazon o Ebay), y cada vez que pinchan en uno de estos anuncios o adquieren un producto publicitado en dicho artículo, aportan ingresos para el creador de éste. Obvia decir que los escritores más avispados enseguida se dan cuenta de qué interesa a los lectores, y la escritura de calidad muchas veces se ve sustituida por simple verborrea sensacionalista acompañada de multitud de imágenes, encuestas y vídeos buscando la mayor cantidad de cliqueos en su publicidad asociada. De esta forma, un participante de Hub Pages puede hacer desde 0.08 céntimos de dólar al año a varios miles de dólares por semana, según su entrega, participación en la “comunidad” de la web y visión editorial. La escritura, así, funciona igual que cualquier objeto a la venta: algunos de los artículos más visitados recientemente fueron “Por qué son malas para ti las bebidas de cola” o “Mi villancico favorito, ¿cuál es el tuyo?”. La ironía también se ceba en este mundillo de escritores para las masas, ya que algunos de los artículos más productivos son aquellos que tratan a su vez de cómo hacer dinero escribiendo para Hub Pages. Al final, se trata más de tener conocimientos comerciales que de saber escribir, pero como lector la experiencia Hub puede ser fantástica, ya que entre la morralla popular se encuentran muchísimas joyas de excelente documentación y un estilo particular. Sobra decir que esta página está en inglés y está dirigida al mundo angloparlante, si bien asoman tímidamente webs equivalentes hispanohablantes aún escasamente productivas.

Helium

Un caso parecido al de Hub Pages es Bukisa, si bien éste tiene un carácter más informativo y especializado, ya que se decanta por artículos y vídeos tipo “paso a paso” de contribuyentes que se centran en determinados campos de conocimiento. Al igual que Hub Pages, Bukisa se basa en el número de visitas a cada artículo y en la publicidad. Este tipo de web funciona por ingresos publicitarios, por lo que los auténticos beneficiarios son los anunciantes y la propia empresa, mientras que los escritores no son más que creadores de contenido barato que en su mayoría producen una inmensa cantidad de información obteniendo una ínfima regalía a cambio. Caso diferente es Helium, una gran base de datos de escritores donde los que pagan son las propias empresas que buscan contenido: sean éstas páginas web generalistas, periódicos, manuales, revistas o incluso antologías. Así, en Helium se ven recompensados los escritores de estilo profesional y conocimientos reales, y funciona de manera exponencial: cuantos más escritos vendes más posibilidades tienes de entrar en una colaboración periódica con las empresas que compran tus contenidos. Todos salen ganando: los buenos escritores reciben una compensación justa por su trabajo mientras que las empresas editoras encuentran excelentes materiales que pueden adquirir según los vayan necesitando. Por supuesto hablamos de una situación idónea en la que se ve favorecida una pequeña sección de los participantes escritores, aquellos que demuestran mayor versatilidad, adaptabilidad, profesionalidad y, cómo no, algo de talento.

En definitiva, hasta que la comunidad hispanohablante se decida a tomarse más en serio la profesión del escritor por encargo tendremos que contentarnos con las opciones del mercado anglosajón. Pero para aquellos que se atrevan con el inglés, estas grandes comunidades de escritura-lectura son una forma muy entretenida de pasar el rato leyendo sobre todo tipo de temas, en una serie de macro-blogs de múltiples voces, intereses y textos.

La nueva frontera. Otra vez

AutorGabriella Campbell el 20 de diciembre de 2009 en Opinión

Secon Life Feria Libro

Frente a las limitaciones económicas y físicas del libro, la revista y el periódico tradicional, limitaciones que obligan al editor a seleccionar sus publicaciones con esmero y cuidado, Internet nos ofrece una variedad casi inconmensurable de palabra escrita (o en este caso, tecleada) que resulta bastante más apabullante que pasarse una media hora indecisa frente a las estanterías de las grandes superficies o nuestra librería local. Algunas cosas no cambian, eso está claro, y la música irritante y la climatización de algunos comercios aparentemente más interesados en mostrar una imagen juvenil y dinámica que en ofrecer productos de calidad se corresponde en internet con páginas web saturadas de colores dolorosos y una lista de reproducción mejor o peor seleccionada. Afortunadamente para Internet, parece que los días de HTML para principiantes comienzan a pasar, gracias a la implementación de plantillas y el uso de páginas prefabricadas como pueden ser los omnipresentes blogs; desafortunadamente para los que disfrutamos del tacto y olor de los libros, algunos puntos de venta siguen sin entender que existen temperaturas entre los 3 grados y los 35 grados centígrados, y que vender libros exige una habilidad más allá de vestir un uniforme y tratar al cliente con desprecio.

Lo maravilloso de la World Wide Web es que no existen los costes asociados al libro físico, ni las restricciones físicas de éste. Las maravillas del diseño se acentúan en un medio en que cada segundo se crean nuevos tipos de texto, donde la imaginación dispone de herramientas creativas que inspiran a aquellos que gustan de formar historias, poemas, incluso novelas. En países como EEUU o China, debido a lo inmenso y variado de su mercado, la literatura se pliega a nuevos ejercicios, de mayor o menor éxito. Ya hablamos en Lecturalia de la literatura por SMS que tan popular se había hecho en Asia, y en Estados Unidos muchos escritores se ganan el pan de cada día impulsando a sus lectores a pagar para poder satisfacer su curiosidad: se trata de una literatura por entregas donde un hilo argumental hipnótico atrapa a los seguidores como hacen ya las series de televisión y como ya hacían en su momento los folletines decimonónicos. Estas obras en progreso, por supuesto, suelen adolecer de cierta mediocridad formal, al fin y al cabo se trata de mantener al cliente/lector enganchado, no de escribir una obra maestra. De nuevo entramos en la polémica libro-arte versus libro-producto, y es que Internet, a pesar de sus posibilidades gratuitas, es también un negocio.

Sea como sea siguen activas muchísimas voces dispuestas a crear con la sola intencionalidad de granjearse lectores y fomentar un tipo de cultura que cada vez se desarrolla con mayor rapidez. Y es que, cuando te despiertas, Facebook sigue allí. La masiva y tremendamente popular red social es, al igual que otros como Twitter, una fábrica de microliteratura, donde los escritores aprovechan el espacio reducido para texto de su “estado” para confeccionar mini-cuentos fugaces. Algunos de los más ambiciosos, como el mexicano José Luis Zárate merecen un seguimiento asiduo, ya que escogen temas literarios tradicionales para pergeñar cientos de “estados” en los que los protagonistas no son el propio autor, sino personajes tan sugerentes como Sherezade o Caperucita Roja; por supuesto también merecen mención los miles de grupos y páginas de fans desarrollados a través de Facebook . Desde la novela hasta el nanotexto, las interminables formas de interacción social que ofrece Internet dejan las puertas abiertas para escritores y aficionados al arte de la escritura; junto a blogs y webcomics, con su mediática combinación de imagen y guión (y, en muchas ocasiones, animación y sonido) encontramos e-zines, que recogen el testigo de los zines revolucionarios, los boletines académicos y las publicaciones comerciales, mezclándolos en una coctelera de extrañas y fantásticas maneras.

Tupper

Sin embargo, a la par que nos hablan de lectores electrónicos, de literatura visual y de una tecnología que casi inventa más términos que productos, siguen infiltrándose en nuestro día a día las relaciones presenciales, cara a cara, de libro físico con lector, de autor con libro y de lector con autor. Las nuevas modas también pueden apoyar al uso menos tecnológico de la literatura, como puede ser formar un grupo para escuchar poesía acompañados de un café o un buen vino. Esta es la idea de la Poesía en el Túper o TupperPoetry, una manera informal de reunir a poetas y aficionados a la poesía en sus propios domicilios, como ya se hacía años ha con las reuniones para vender tupperware (de ahí el nombre de esta iniciativa literaria, dirigida por el poeta granadino Ventura Camacho), sistema que se halla otra vez en auge gracias a la venta a domicilio de artículos eróticos (TupperSex). Así que si quieres acoger a un poeta en tu casa no tienes más que visitar Poesía en el Tupper, y ver qué disponibilidad hay en tu zona para tener a un trovador personal que amenice tu próximo encuentro social. Eso sí, aclaramos que este encuentro será en persona, en una dirección física, con seres humanos reales, por lo que es posible que tengas que abandonar unas horas el Second Life para recordar los viejos tiempos.