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Gabriella Campbell (Página 36)

Los betsellers de 2010, ¿son reales estas listas?

AutorGabriella Campbell el 30 de diciembre de 2010 en Noticias

Vida, de Keith Richards

Es inevitable. Todos los años, al finalizar diciembre, surgen las listas. Los discos más radiados. Los programas de más audiencia. Y claro, los libros más leídos. O más vendidos, porque aparentemente, cuando hablamos de libros, estas palabras son intercambiables. ¿Pero lo son realmente?

Un libro es un buen regalo, pero es un regalo muy personal, al igual que un perfume. Habitualmente nos cercioramos de que el perfume, regalo por excelencia de Navidad, es uno que gusta a nuestro agasajado, pero otras veces lo regalamos simplemente porque está de moda, viene en un frasco bonito o porque nos gusta a nosotros. Con los libros pasa algo parecido; el hecho de que una obra esté presente en la lista de más vendidos, más promocionados, o favoritos personales, lo convierte en un candidato perfecto, sobre todo si no conocemos muy a fondo a la persona a la que regalamos. Muchas veces me pregunto cuántos libros regalados por Navidades pasan de la estantería a las manos del lector. Puedo asegurar que en la mía hay unos cuantos que apenas he ojeado.

Aun así, sorprende la ausencia de variedad que adorna las listas de bestsellers literarios de este año. Stieg Larsson se mantiene firme, Ken Follett y Dan Brown arrasan como tienen por costumbre, John Grisham y Tom Clancy tienen éxito una vez más con las fórmulas que tan bien les funcionan, y otros dependen de su lugar de venta: en EEUU George W. Bush es uno de los superventas por excelencia, en Reino Unido las memorias de Tony Blair llenan las estanterías y en España nos decantamos por algunos favoritos habituales, como Matilde Asensi, el siempre presente Premio Planeta (que este año le ha tocado a Eduardo Mendoza), o alguna fábula con moraleja de Federico Moccia. Sólo sorprende Francia, que se mantiene fiel a su producción nacional y llena sus listas de ventas de autores francófonos. Es posible que esta inmovilidad internacional responda, cómo no, a la crisis económica; al haber menos medios económicos para las pequeñas editoriales, las grandes se comen el mercado y apuestan por valores seguros. Aparecen las revelaciones, como el Freedom de Jonathan Franzen o el Life del Rolling Stone Keith Richards, pero son escasas; y, según los datos de La Casa del Libro, el español medio invierte en el Manual de ortografía de la Real Academia (lo cual es esperanzador) lo mismo que invierte en el No consigo adelgazar de Pierre Dukan (lo cual no lo es tanto).

Esta falta de variedad no es un panorama positivo para el mundo de la literatura, pero siempre nos quedan pequeñas delicias para hacernos felices a los amantes de los libros, ahora que nosotros también tenemos nuestro porno particular. Sí, habéis leído bien, alejad la crisis y los enrevesados argumentos de espías del Sr. Grisham de vuestras atribuladas mentes y disfrutad un rato con esta web de auténtica pornografía para bibliófilos, repleta de maravillosas imágenes de bibliotecas, estanterías, e ingeniosas entidades a medio camino entre ambos: Bookshelf Porn

Y que el 2011 nos traiga salud, dinero, amor y muchos, muchos libros.

¿Es cualquier lectura una buena lectura?

AutorGabriella Campbell el 26 de diciembre de 2010 en Opinión

Litertura de cebo, primera clase

Recientemente un conocido me dijo que sólo había leído un libro en su vida, y que éste había sido La Celestina. Por supuesto lo hizo como tarea de colegio, obligado, y desde entonces no había vuelto a abrir uno. Tiene dos empleos y escaso tiempo para la lectura, pero su pareja (que tiene el mismo número de empleos, mantiene a su familia y además acude todos los días al instituto), lee con asiduidad, y devora todo lo que cae en sus manos, ya sean lecturas de clase o los libros de Crepúsculo. Reconocí el clásico caso de lector de extremos, aquel que no tiene acceso a un tipo de lectura mucho más ligera y entretenida que El Lazarillo de Tormes, pero tampoco a algo más elaborada que una saga romántica de vampiros vegetarianos.

Obras de gran éxito comercial, como la ya mencionada saga de Stephanie Meyer, tienen una importancia fundamental. Hablamos de libros cebo, libros que invitan a lectores poco aficionados a la lectura (debido, frecuentemente, a que la lectura que conocen es ardua e innavegable, consumida por obligación) a encontrarse con el placer de lo literario, el gusto por el uso indiscriminado de la imaginación. Otras sagas, como la notable Harry Potter, pueden ir más allá, ya que suman a la habilidad de mantener la intriga y a la creación de personajes con que el lector joven puede sentirse, hasta cierto punto, identificado, una prosa bien construida y una serie de valores que atraen a todo tipo de público, tales como la responsabilidad, la amistad y la compasión. Sin embargo muchas veces encontramos lagunas al buscar obras que vayan más allá de ese cebo, que puedan hacer que el lector avance y se desarrolle, superando el ansia por el mero consumo de intrigas fáciles y emociones baratas, en dirección a obras que realmente puedan enriquecer su inteligencia y conocimiento. Sunshine, de Robin McKinley, lamentablemente sin traducir al español a día de hoy, es un paso literario en el entorno de la fantasía y los vampiros que supera ampliamente a Crepúsculo en todos los sentidos: la prosa es cercana pero más que correcta; el personaje femenino principal, poderoso sin llegar a perder su cariz humano; y el contexto está elaborado de manera seria y detallada, con preocupaciones realistas como una lógica discriminación contra especies no humanas o la dificultad real de vivir aventuras mágicas cuando además tienes que llevar adelante un empleo, una relación estable de pareja y una relación imperfecta con tu familia. Entre Crepúsculo y el Drácula de Stoker podría estar McKinley, al igual que Harry Potter es un paso anterior a Jonathan Strange y el Señor Norrell, o Rebelión en la granja puede ser un preludio interesante tanto al Mein Kampf como al Manifiesto comunista. Uno no se sumerge en el Ulises de Joyce, o en Guerra y paz de Tolstoi Dostoievski, como tirándose a la piscina sin saber nadar: a lo mejor antes convendría leer unos cuentos de Chejov o La metamorfosis de Kafka, y antes de eso, algunos de los relatos más sencillos y amenos de Cortázar. El amor por la lectura no puede enseñarse a golpe de látigo, sino que debe introducirse de forma sutil y tentadora. Hasta los lectores más avanzados y cultos tienen sus libros culpables, aquellos que no confiesan, al igual que todo el mundo tiene un programa de televisión cuyo disfrute no contaría ni bajo tortura, todos tenemos nuestro cebo y es posible que no lo abandonemos nunca. No es que cualquier lectura sea buena, sino que cualquier lectura es buena para incitarnos a seguir leyendo. Sólo nos faltan los medios necesarios para encontrar libros que realmente nos aportarán más como personas y como constantes aprendices, aquellos que nos empujen a salir del ámbito de lo que nos resulta cómodo, fácil y conocido, para adentrarnos en el fantástico terreno del conocimiento.

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Lo que no llega a España (I): Ben Elton

AutorGabriella Campbell el 19 de diciembre de 2010 en Divulgación

Asesinato en directo, Ben Elton

No es nada fácil encontrar libros de Ben Elton en español. Los grandes puntos de venta de libros no parecen haber oído nada de él, y fue tras un periodo de tiempo más largo de lo que se esperaría al buscar a uno de los autores anglosajones superventas por excelencia, cuando comencé a encontrar, aquí y allá, títulos posiblemente descatalogados. Popcorn parece ser el más sencillo de encontrar, una especie de homenaje a Tarantino repleto de asesinos, mercenarios, cine y violencia en general. Un nuevo Edén, una curiosa narración ci-fi en la que una empresa ofrece microentornos adaptados para la vida de los ricos una vez pasado el apocalipsis, aparece a la venta en algunas webs de segunda mano, y Asesinato en directo es, seguramente, el más conocido (si bien su carácter marcadamente anglosajón hacen de él un libro difícil de traducir y difícil de apreciar). También está Inconcebible, editada, como el resto, por Ediciones Emecé, de la que surgió la popular adaptación cinematográfica Maybe Baby, protagonizada por un Hugh Laurie casi irreconocible ahora que lo asociamos casi exclusivamente a su personaje en la serie House, con una aparición secundaria de la eterna musa de Elton, Rowan Atkinson (Elton fue responsable de gran parte de la serie Blackadder, y del capítulo piloto de Mr. Bean).

Elton tiene una relación complicada con la crítica británica, debido a su habilidad para crear obras provocadoras y originales (podría ponerse por ejemplo su libro High Society, que retrata sin cohibirse el mundo de las drogas en el Reino Unido; o Blind Faith, una distopía cruenta en un mundo no muy alejado del Brazil de Terry Gilliam o del 1984 de Orwell, pero a la vez terriblemente cercano a nuestro mundo actual) junto a obras ligeritas, de fácil consumo, comercialmente viables. Para muchos es conocido por ser el guionista del musical We Will Rock You, que ha tenido un éxito extraordinario a nivel internacional, por su trabajo en televisión o por obras paródicas de eventos televisivos como Gran Hermano (retratado en su libro Asesinato en directo) o Factor X (Chart Throb). También ha tratado, con más o menos éxito, el género negro, con libros olvidables como Blast from the Past u obras sugerentes y terriblemente oscuras como Past Mortem. De lo que no hay duda es que Elton sabe lo que quiere el público, y mientras lo produce y vende, sabe colarnos de vez en cuando alguna que otra obra maestra.

No deja de sorprenderme que este autor, de tan gran aceptación fuera de nuestras fronteras, haya tenido tan poca promoción en nuestro país. Exceptuando el ya mencionado Asesinato en directo, cuyos personajes y diálogos son marcadamente británicos y cuya adaptación a nuestro idioma es compleja, los demás libros de Elton pueden ser leídos y apreciados en otros idiomas sin problema. Y Ben Elton es tan sólo un nombre de los miles que tantos lectores españoles querrían ver traducidos para ser disfrutado en “lengua cristiana”. Muchos de ellos no son traducidos por diversas razones: desde su inclusión en géneros poco comerciales en nuestro país (como, por ejemplo, la fantasía cómica o la novela erótica), a complicaciones surgidas por la compraventa de derechos, una danza mareante entre editores y representantes que puede alargarse durante años.

Como en Lecturalia tenemos lectores de todas partes, sería interesante saber si se han publicado otros libros de Elton en otros países de habla hispana, publicaciones que no hayan llegado a España. Y vosotros, lectores de todo tipo y orígenes, ¿a qué autores echáis en falta para poder leerlos en vuestra lengua?

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World Book Night: no hay nada como regalar un buen libro

AutorGabriella Campbell el 13 de diciembre de 2010 en Noticias

World Book Night

En Gran Bretaña, el día mundial del libro se celebra el 3 de marzo(lo cual es curioso teniendo en cuenta que el resto del mundo prefiere celebrarlo en otras fechas, sobre todo el 23 de abril, fecha declarada como día del libro por la UNESCO y celebrada como tal por un gran número de países, entre ellos España). Como ocurre en cualquier otro lugar, para la fecha se organiza un gran número de eventos, que suelen centrarse sobre todo en la promoción de la lectura en colegios e institutos. Como complemento a estos eventos, y ya dirigido al público lector adulto, ha surgido el World Book Night, la noche mundial del libro.

La propuesta del World Book Night es sencilla y original. Un grupo de escritores, editores y críticos han seleccionado 25 libros, actuales y no tan actuales, que consideran de interés para todos los públicos. Se ha lanzado una convocatoria para que todos los británicos puedan elegir su obra favorita de la lista, añadiendo una nota explicativa donde justifiquen su elección y especifiquen por qué sería el libro ideal para regalarle a otra persona. Con la ayuda de editoriales, medios de comunicación y otros profesionales del sector literario en general, se elegirán 20000 personas de entre los participantes y se les otorgarán 48 copias del libro que hayan elegido a cada uno, para que puedan repartirlos a diestro y siniestro a personas conocidas o desconocidas de su ciudad. Esto se llevará a cabo el 5 de marzo, dos días después del National Book Day. Aparte, también se donarán libros a centros que tienen difícil acceso a la lectura, como hospitales o cárceles. El evento cuenta con el apoyo de la BBC y de varias asociaciones bibliotecarias y editoriales, además de muchos autores conocidos, y famosos de todo tipo de ámbitos (Damon Albarn, Nick Cave, Tilda Swinton y Colin Firth, por nombrar a unos pocos). Por ahora la iniciativa está teniendo un éxito espectacular, y la página web oficial apenas puede soportar el peso de miles de visitas simultáneas.

Las obras seleccionadas abarcan todo tipo de temas y géneros, desde El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez a El espía que surgió del frío, de John Le Carré (quien además es uno de los mayores colaboradores del evento), pasando por títulos más específicamente británicos, como Fingersmith de Sarah Waters (publicado en España por Anagrama con el título Falsa identidad), que obtuvo gran notoriedad gracias a la adaptación que realizó la BBC para televisión. Podéis encontrar la lista completa en su página web.

Personalmente el evento me parece una idea espectacular, y sería fantástico ver una propagación de esta oleada de libros regalados por otros países, entre ellos, por supuesto, el nuestro. Contamos, claro, con las limitaciones de siempre: nuestro público lector es menor que el británico, y nuestras editoriales, menos dadas a proporcionar cultura gratuita.

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Anécdotas de escritores (IX)

AutorGabriella Campbell el 26 de noviembre de 2010 en Divulgación

Moby Dickr

Algunos escritores no tienen mucha suerte a la hora de publicar sus obras, aunque éstas luego se conviertan en clásicos de la literatura. En el caso de Herman Melville y Moby Dick, fue un desastre tras otro. Primero, sus editores británicos cambiaron el título del libro sin su consentimiento (por razones de márketing decidieron llamarlo “La ballena”. Por otro lado, cuando Melville les envió el manuscrito, la última página acabó aplastada e ilegible, de tal forma que no llegó a imprimirse. Así, la obra se publicó sin su final, y el libro obtuvo numerosas críticas de especialistas que se mostraron descontentos con su final abrupto. Pasaron varios años antes de que los lectores británicos se enterasen de que Ishmael sobrevivía al ataque de la ballena blanca.

Tampoco tuvo mucha suerte en Estados Unidos. La nave donde se imprimía la obra se incendió dos años después de la publicación inicial, perdiéndose las planchas y miles de libros no vendidos. El editor se negó a crear planchas nuevas ni a compensar a Melville. En total, durante toda su vida, el autor sólo vendió 3800 copias de un libro que hoy en día ha vendido millones.

-Rudyard Kipling se mostró muy agradecido con la enfermera que había cuidado de su hijo primogénito. Le regaló un manuscrito, diciéndole que si algún día necesitaba dinero posiblemente podría obtener algo de dinero con su venta. Varios años más tarde, efectivamente, la enfermera lo vendió, y pudo vivir el resto de su vida de la venta. Kipling le había regalado el manuscrito original de El libro de la selva.

-A Edgar Allan Poe nunca le faltaron empleos, gracias a su gran talento como escritor y redactor, pero los perdía con gran facilidad debido a su alcoholismo. Siempre andaba escaso de fondos, y su aspecto dejaba mucho que desear, tanto que cuando presentó su poema El cuervo a la revista Graham’s Magazine, rechazaron el poema, pero les dio tanta lástima que iniciaron una colecta para darle algo de dinero. En total consiguieron 15 dólares. Cuando finalmente consiguió vender su poema, al New York Mirror, sólo le pagaron 10.

La penuria económica acompañó siempre a Poe. Con 17 años, recién matriculado en la Universidad de Virginia, perdió apostando todo el dinero destinado a mantenerlo durante el curso, y en poco tiempo debía más de 2500 dólares. Se pasó el semestre entero completamente borracho, pero aun así consiguió las notas más altas en sus exámenes.

-Durante la era dorada de Hollywood, los productores andaban locos por conseguir guiones para sus películas, recurriendo a autores populares sin molestarse realmente en averiguar algo sobre ellos. Así, un productor quiso contratar a Goethe (1749-1832) como guionista, y otro intentó entrevistarse con Robert Louis Stevenson (1850-1894). Otro intentó ponerse en contacto con William Makepeace Thackeray (1811-1863), halagando su obra Henry Esmond y ofreciéndose a comprarle los derechos para una adaptación cinematográfica. El editor a cargo de sus derechos en aquel momento, Bennett Cerf, le envió una rápida respuesta, asegurándole que el autor precisamente estaba en ese momento trabajando en un emocionante “thriller”, que se llamaría La feria de las vanidades. Estos casos no son propios sólo de aquella época; no hace tanto, tras la producción de la película basada en Sentido y sensibilidad, un agente preguntó si la señorita Austen estaría disponible para una entrevista. Con todo, teniendo en cuenta la reciente invasión de títulos estilo Orgullo y prejuicio y zombies, no podemos descartar la posibilidad de dicha entrevista.

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Patti Smith gana el National Book Award

AutorGabriella Campbell el 23 de noviembre de 2010 en Noticias

Éramos unos niños

El National Book Award es seguramente el segundo premio literario más importante en Estados Unidos después del prestigioso premio Pulitzer. Se entrega anualmente desde el año 1950, y los ganadores reciben una estatuilla de bronce y 10000 dólares, aunque la recompensa económica siempre acaba siendo mayor, ya que la recepción del premio suele resultar en infladas ventas para el libro galardonado. Si bien los ganadores suelen ser escritores poco conocidos o comercialmente casi ignorados, sí que ha habido algunos autores cuyos nombres nos suenan sobradamente: entre ellos está Philip Roth (por El teatro de Sabbath en 1995) o Ralph Ellison (por El hombre invisible, en 1953).

Este año la categoría de “no ficción” ha tenido una ganadora totalmente inesperada: la rockera veterana Patti Smith, con su obra Éramos unos niños, libro de carácter autobiográfico que se centra en la amistad que compartía con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, desde que se conocieron, en el mes de julio de 1967, hasta que Robert falleció, en 1989. Aunque la obra se centra en su relación con el fotógrafo, también se narran encuentros con grandes personalidades de la época: desde Andy Warhol al poeta Allan Ginsberg. Aunque Patti sea conocida sobre todo por su carrera musical, la literatura ha tenido siempre una gran influencia en todo su trabajo, y sus letras son consideradas por muchos como verdadera poesía, como es el caso de otros grandes de la música como Bob Dylan o Tom Waits.

Al aceptar el premio, Smith recordó sus años de ambición literaria, particularmente el tiempo que pasó trabajando en la librería Scribner’s de la Quinta Avenida de Nueva York. Ella soñaba con tener un libro propio, uno que hubiera escrito ella, que pudiera poner en las estanterías de esa librería. Dijo que cuando abría las cajas que contenían las copias del libro ganador del National Book Award, se preguntaba cómo sería ganarlo. Ahora, con 63 años y con su primer libro, por fin sabe lo que se siente.

Smith no fue la única gran sorpresa de la noche. La escritora Jaimy Gordon obtuvo el premio en la categoría de ficción por su obra Lord of Misrule, una novela sobre el mundo del caballo centrada en la figura del dueño de un establo que se acerca a la bancarrota. La propia Gordon fue la más sorprendida, lleva publicando libros a través de pequeñas editoriales casi desconocidas desde hace años, y reconoció no haber preparado discurso de aceptación por la sencilla razón de que, aunque sabía que estaba nominada, no pensó que ganaría. Los demás premios fueron para Terrance Hayes, en la categoría de poesía, por Lighthead; para Kathryn Erskine, en la categoría de literatura infantil y juvenil por Mockingbird, protagonizado por una niña de once años con síndrome de Asperger que intenta superar la muerte de su hermano; y el escritor Tom Wolfe se llevó una medalla honorífica por su contribución al mundo de la literatura estadounidense.

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Hic sunt dracones. La magia del dragón

AutorGabriella Campbell el 13 de noviembre de 2010 en Divulgación

Dragón

Hay pocas bestias mitológicas que se hayan representado tanto a nivel artístico y literario como el siempre fascinante dragón. Sea éste asiático, europeo, marino o incluso más parecido a un dinosaurio patoso que a una criatura elegante y noble cubierto de escamas, sus posibilidades físicas son casi infinitas, al igual que sus capacidades (desde leer mentes a escupir fuego por la boca) y su personalidad. Así, tenemos dragones benévolos y racionales y dragones malévolos y algo desquiciados, pero en casi todos los casos hablamos de seres con una forma de pensar totalmente diferente a la del ser humano, y con una serie de debilidades, sea un amor exacerbado hacia todo lo dorado o una tendencia a devorar jóvenes vírgenes.

Aunque se ha escrito sobre el dragón desde tiempo inmemorial, nuestra bestia europea más común (el lagarto gigante que escupe fuego y guarda tesoros) toma forma en el imaginario de manera definitiva gracias al wyrm de Beowulf, una especie de híbrido del dragón escandinavo y del germánico. Tolkien, tras estudiar exhaustivamente el poema anglosajón, seguramente se inspiró directamente en este personaje para crear a Smaug, el desasosegante rival de Bilbo Bolsón en El Hobbit, y al sádico y vengativo Glaurung de Los hijos de Hurin. Aunque ésta es la figura que se mantiene como referencia en la imaginación occidental, el paso del tiempo y la influencia de otras culturas ha producido que el dragón europeo adquiera también características del dragón tradicional chino, o de otras criaturas dragoniles provenientes de India, Japón o de la tradición judía. Las posibilidades de la literatura fantástica han propiciado la aparición de todo tipo de dragones no convencionales: desde dragones elementales, hechos de fuego o hielo, a dragones imaginarios creados por la mente de un mago o hechicero. Esta gran elaboración de imposibilidades físicas también ha sido parodiada, como hizo Terry Pratchett en su popular saga del Mundodisco al presentar una variante más “real” y plausible del dragón: reptiles del tamaño de un perro que morían frecuentemente por combustión espontánea, debido a la gran conglomeración de productos químicos en su cuerpo, necesarios para producir la siempre popular bocanada de fuego.

Fujur

¿Y de dónde viene esta obsesión tan extendida por el dragón? Algunas teorías apuntan hacia el descubrimiento de restos de dinosaurios, que llevarían a los primeros arqueólogos a relacionarlos con una criatura mitológica; también la existencia de reptiles como el dragón de Komodo podría alimentar la fantasía humana: como la posible creación del unicornio a raíz del rinoceronte, o de la sirena a partir de las focas y leones marinos. Incluso hay teóricos que afirman que el dragón es simplemente un conglomerado de nuestros miedos primordiales hacia serpientes, felinos y aves rapaces. Venga de donde venga, su figura sigue presente de todas las maneras, y sigue siendo un personaje tipo de cualquier historia de fantasía épica. Algunos hemos crecido con Falkor (Fúyur), el amistoso dragón de la suerte de La historia interminable, otros se enamoraron de los protagonistas de Eragon o de la saga de Pern, y otros prefieren el Jabberwocky de Carroll o los dragones de Ursula K. Leguin en Terramar. Y tú, ¿con qué dragón te quedas?

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Lecturas no tan infantiles

AutorGabriella Campbell el 6 de noviembre de 2010 en Divulgación

Der Struwwelpeter

Como ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog, hoy en día la literatura infantil y juvenil se ha vuelto, afortunadamente, bastante menos conservadora y moralista de lo que era antaño. Muchos libros dirigidos a adolescentes no temen incluir temas como el sexo, la violencia, las drogas o la muerte, como si el afán educativo se hubiese vuelto más realista y se diese cuenta de que es necesario tratar temas más cercanos al presente y a la situación posible de cualquier persona joven. Incluso los libros para niños comienzan a tratar temas socialmente candentes, como determinadas enfermedades o el problema de la discriminación racial o sexual. Sin embargo, ninguno de estos libros, de claridad cristalina, puede compararse con aquellas obras que, tal vez por su carácter sutil y difuso, repleto de símbolos, nos aterrorizaron, preocuparon o sencillamente incomodaron de pequeños, ya sea por las propias características de la obra, o porque se trataba de obras dirigidas a un público más adulto. Así, no me cabe la menor duda de que no fue muy acertado por mi parte leer Rebelión en la granja con doce años, o incluso la explícita La rata con quince, pero ninguno de ellos me provocó tanta inquietud como las obras de Hans Christian Andersen o incluso de Lewis Carroll. El “que le corten la cabeza” de la Reina Roja todavía me produce escalofríos, y algunas obras de Andersen que Disney y coetáneos se han encargado de dulcificar, como La sirenita o La reina de las nieves, son auténticos relatos de terror. Posiblemente, lo más cruel de Andersen era su intención moralizante, en La niña que pisó el pan, el autor danés presenta a una chiquilla que sufre los más elaborados tormentos como castigo a su soberbia, ya que pisa una hogaza de pan que ha tirado en un charco para no mancharse sus zapatos nuevos. Otra historia de este tipo, Los zapatos rojos, vuelve a purgar el pecado de una joven que se ha encaprichado de unos zapatos mágicos que no paran de bailar. El tormento de la protagonista, que llega a suplicar que le corten los pies con un hacha para poder dejar de danzar, es imaginativo y malévolo. Con todo, el lenguaje de Andersen es claro y sus propuestas quedan expuestas, tal vez el maleficio de Lewis Carroll se manifiesta en un lenguaje ambiguo y elevado, en el que los niños lectores se pierden y aturden. La moraleja perversa de Andersen recuerda a otro libro que marcó la infancia de tantos niños, Der Struwwelpeter, un compendio alemán de relatos ejemplarizantes donde los niños sufrían todo tipo de torturas por actos considerados perniciosos como, por ejemplo, chuparse el pulgar. Personalmente, me resultaría difícil decir qué me produjo más pavor durante mi infancia, si La doncella de hielo de Andersen, donde la fijación del autor escandinavo por el frío se traduce en la figura de una especie de sirena fatal de las profundidades glaciares, o el misterioso gato Cheshire, con su inconfundible sonrisa y palabras misteriosas. Seguramente, mucho más que la inmoralidad de los cerdos de Orwell.

A todo esto se une, por supuesto, el maestro del terror adolescente, Stephen King, que supo tocar la fibra sensible de tantos con obras como It o Christine, lo que explicaría la animadversión de tantos adultos de cierta edad hacia los payasos en general, o por qué a veces nos parece ver una sonrisa demoníaca en el frontal de un coche. Desde luego, a cada lector le afecta particularmente una serie de temas, una serie de cualidades. Y a ti, ¿cuál fue el libro que te quitó el sueño de niño?

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Howard Jacobson ganador del Man Booker por The Finkler Question

AutorGabriella Campbell el 27 de octubre de 2010 en Noticias

The Finkler question en castellano

Howard Jacobson ha sido el ganador de este año del prestigioso premio británico Man Booker, por su novela The Finkler Question (que podría traducirse como La cuestión Finkler, o El caso Finkler). El premiado debió de sentirse sorprendido, ya que las casas de apuestas se decantaban casi con unanimidad por Tom McCarthy, con su novela C, que había recibido tal preferencia en las apuestas que la organización del Man Booker llegó a plantearse suspender el premio este año, por miedo a que hubiese algún tipo de filtración o soplo (si bien la decisión final del jurado demuestra lo contrario). Jacobson no es precisamente un escritor novato, antes de esta obra ganadora ya tenía diez libros publicados en su biografía literaria, y se define como un “Jane Austen judío”, aunque los críticos añaden que es también el “Philip Roth británico”. Es probable que tenga un poco de ambos escritores, ya que su amor por el costumbrismo de la Austen se entremezcla con el ingenio y el descaro del escritor estadounidense.

Aunque la calidad del galardonado no entra en discusión (el Booker es notorio por seleccionar novelas de gran éxito tanto crítico como comercial), es posible que el premio de este año sea uno de los menos interesantes para el público lector más allá de las fronteras británicas. El libro se trata de una narración cómica, observadora y satírica, pero este mismo aspecto cómico funciona gracias a su estudio de una sociedad muy concreta: la sociedad judía y, en particular, la sociedad judía anglosajona. El protagonista de la obra, Julian Treslove, es un hombre no judío que sufre un ataque que sospecha podría ser antisemita. A raíz de esto, Julian analiza su relación con sus dos amigos más cercanos, ambos judíos, y comienza a preguntarse sobre los aspectos de sí mismo que son propios de un estereotipo judío. Las observaciones de Julian, tanto sobre sí mismo como sobre sus amigos y otros judíos que los rodean (incluyendo personalidades variopintas como el judío “moderno-chic” que asegura entender el antisemitismo, o el judío que muestra una severa crisis de pensamiento tras los sucesos de la Franja de Gaza) son desternillantes, a veces crueles, a veces injustas, pero siempre con un ápice de verdad que las hace interesantes. Sin embargo se trata de personalidades desarrolladas en un entorno muy diferente al nuestro, donde la cultura moderna judía no se halla tan arraigada y donde, seguramente, la confluencia de ésta con la idiosincrasia propia del entorno español produciría resultados muy diferentes a los observados en Gran Bretaña por Finkler. Para el lector medio español, el análisis social de Finkler puede tener algún mérito, pero el aspecto cómico se perderá por completo debido a que se basa en una cultura dentro de una cultura, un contexto muy particular extraño para nosotros.

Parece ser que la editorial Miscelánea se atreverá con la traducción y publicación en España, será interesante ver cómo adapta la obra y cuál es la respuesta del público lector de nuestro país.

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Luka y el fuego de la vida

AutorGabriella Campbell el 17 de octubre de 2010 en Reseñas

Luka y el fuego de la Vida

Recientemente el autor Salman Rushdie anunció que estaba escribiendo su biografía (concretamente, unas memorias sobre los años que vivió escondiéndose para mantenerse con vida), y que ésta estará lista para publicarse el año que viene. La suya ha sido, sin duda, una vida interesante, la vida de un viajero incansable y de un hombre revolucionario, perseguido por la fatwa que pende sobre su cabeza y perseguidor, a la vez, de la verdad, de lo real, de lo que se oculta detrás de los mitos que tan bien describe. Rushdie usa de los símbolos para agarrarse al significado profundo de las cosas, por lo que no es de extrañar que sus publicaciones más recientes hayan sido libros para niños, inspirados por sus propios hijos. Debe de ser difícil compaginar la creación de un mundo de fantasía con la recuperación del mundo que habita en tu propia memoria. O tal vez se parezcan más de lo que podamos sospechar.

Luka and the Fire of Life (obra de la que podremos disfrutar muy pronto en español de la mano de la editorial Mondadori) está íntimamente relacionado con su libro infantil anterior, Harún y el mar de las historias, ya que su protagonista, Luka, es hermano de Harún; al igual que el niño al que va dirigido esta historia, Milan, hijo de Rushdie, que es el hermano menor de Zafar, al que iba dirigido a su vez Harún y el mar de las historias. Si bien está claro que la literatura infantil y juvenil ya no teme tratar asuntos más “adultos”, oscuros y a veces trágicos, Rushdie parece concentrarse en uno de los temas más terribles para un niño: la pérdida del padre o de la madre. Luka debe encontrar el fuego de la vida para devolverle su vitalidad a su padre, Rashid, encerrado en un sueño eterno. El formato de la obra recuerda al de un videojuego: Luka debe superar misiones para avanzar en su búsqueda, debe completar una serie de niveles para ascender y obtener su premio. Sin embargo, Rushdie, quien admite utilizar Facebook (“aunque sólo para espiar a mis hijos”) y encuentra inspiración en juegos como Red Dead Redemption (la última entrega de Rockstar, conocida por la franquicia de Grand Theft Auto), insiste en que estas estructuras son, realmente, clásicas dentro de la literatura infantil, y que además se hallan en peligro de extinción. Se trata de la configuración épica, el famoso “there and back again” de El Hobbit, o tal vez el viaje sin retorno conocido de Frodo y Sam en El señor de los anillos (merece la pena señalar que precisamente estas dos obras nacieron también de relatos creados por el autor para sus vástagos). La búsqueda de un objeto mágico (ya sea para obtenerlo, porque es benigno y puede curar el Mal; o destruirlo, porque es maligno y es la fuente de dicho Mal), sea un elemento intangible, un arma o incluso una persona, es un elemento primordial en la narración de cuentos, contemplada siempre al analizar las estructuras de los textos populares de fantasía. Es posible que nos alejemos de este tipo de fábula (al fin y al cabo, las nuevas sociedades necesitan nuevas narraciones), pero eso no implica que dejemos de disfrutar de ella, o que no avive nuestra imaginación.

Rushdie escribe para Milan, escribe para él mismo (escribe el cuento que le hubiera gustado leer de joven) y, como en toda creación moderna, escribe también para los adultos, creando una red extensa de personajes y lugares mitológicos que se entremezcla con una serie de formas contemporáneas; incluso en su faceta de cuentacuentos Rushdie es el adalid de la moderna tradición, o de la tradicional modernidad.

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