Lecturalia Blog: reseñas, noticias literarias y libro electrónico 112.570 libros, 24.650 autores y 91.952 usuarios registrados

Gabriella Campbell (Página 35)

El club de lectura de Oprah

AutorGabriella Campbell el 2 de marzo de 2011 en Divulgación

Lectura Oprah

A veces es más fácil identificar a los que marcan tendencia, a los que crean moda, que otras. En algunos ámbitos es sencillo; en el mundo del espectáculo existen figuras, ya sean actores, modelos o cantantes, que crean claves para que dé comienzo la imitación. El vestido que lleve determinada actriz en la alfombra roja de los Óscar será, seguramente, el vestido más copiado el resto del año por una gran cantidad de mujeres; la presentación en pasarela de determinada firma tendrá ocupados a miles de fábricas textiles durante la siguiente temporada. Fuera de la moda, es algo más complicado, pero sabemos que una canción de éxito puede condicionar lo que suene en nuestras radios de mano de otros músicos; sabemos que cierto comentario o el uso de determinado producto por marcadores de tendencia profesionales (lo que los anglosajones, y cada vez más periodistas españoles, denominan trendsetters) proporcionarán su irrupción en el mercado. Sin embargo, es un poco más complejo adivinar cuáles serán los libros de moda, más allá de los escritores de best-sellers habituales o de las recomendaciones de alguna publicación especializada.

En Estados Unidos no existe esta duda. Hay una sola garantía absoluta respecto al mercado editorial, y es que si tu libro sale en el show de Oprah, va a venderse como rosquillas. Oprah es el equivalente estadounidense de nuestras Ana Rosa Quintana, Mª Teresa Campos y similares, presentadora de un formato en el que tan pronto entrevistan a un senador como promocionan tintes vegetales para cubrir las canas. Y un apartado que ha tenido muchísimo éxito ha sido el de su club de lectura. En el mundo anglosajón el club de lectura es un fenómeno cada vez más popular, en el que un grupo de personas (sobre todo mujeres, aunque comienza a atraer cada vez a más hombres) se reúne de forma periódica para hablar sobre un libro en concreto. Si bien Oprah está condicionada, indudablemente, por promotores, espónsores y demás, se sabe de buena tinta que ella misma elige algunos de los títulos, lo que resulta en el éxito espontáneo de algunas obras de pequeñas editoriales o de escasa promoción. Éste ha sido el caso reciente, por ejemplo, de la obra The Velvet Rage (La ira de terciopelo), escrita por un psicólogo especializado en tratar a pacientes homosexuales, y que ha traído a palestra una interesante serie de conclusiones acerca de los resultados psicológicos del abuso sufrido por la persona homosexual desde la infancia, época en la que frecuentemente desarrolla una profunda sensación de deficiencia debido al trato discriminatorio recibido de su propia familia. La obra llegó a manos de la todopoderosa reina de la televisión estadounidense gracias a la recomendación de una colaboradora cuyo novio la había dejado por otro hombre, y que había leído el libro intentando entender el comportamiento de éste. Tras su aparición en el programa, las ventas de dicho título, un modesto librito publicado por una editorial menor, se dispararon. El programa hace uso, indiscutiblemente, del poder de la fama y la celebridad para impulsar la lectura, (muchos de los participantes de este club son personalidades del mundo de la música o el cine) lo cual, a pesar de lo vacío que puede llegar a ser el ejercicio, no puede ser del todo negativo en un país cuyo índice de analfabetismo es, como ya señaló el controvertido Harold Bloom, alarmante.

Extraños oficios

AutorGabriella Campbell el 24 de febrero de 2011 en Divulgación

Vladimir Nabokov

El oficio de escritor no es, como podría ser el de médico, farmacéutico o abogado, una profesión a la que se llega de manera directa, con unos estudios específicos y unas prácticas reguladas. Estudiar literatura no le convierte a uno en escritor: pocos filólogos, periodistas o teóricos de la literatura son escritores (y menos aun, escritores de éxito o incluso talento), por lo menos no en el sentido clásico del escritor como artista y creador. De hecho, muchos de los grandes de la literatura ni siquiera se habían formado en el campo lingüístico, sino en carreras y vocaciones muy distintas.

Tal vez uno de los más conocidos en este sentido sea Vladimir Nabokov, ya que recientemente se han comenzado a valorar algunas de sus hipótesis sobre la evolución de determinadas especies de mariposa, gracias a que los análisis modernos han permitido la validación de teorías que sus coetáneos rechazaron. Y es que Nabokov era un experto lepidopterólogo, que se gastó el dinero que obtuvo por la publicación de su obra Rey, dama, valet en un viaje a los Pirineos junto a su esposa para capturar mariposas. Para otros escritores, sus experiencias laborales sirvieron como inspiración para su obra literaria: Charles Dickens trabajó un tiempo en una fábrica, pegando etiquetas en botes de betún. Las condiciones deplorables de los trabajadores con los que convivía sirvieron para ilustrar varias de sus novelas, entre ellas Tiempos difíciles y David Copperfield. Ésta última también se vio influida por su trabajo como secretario en un despacho de abogados, un puesto muy distinto al arduo empleo de la fábrica.

Para algunos escritores la fama y el éxito fueron inesperados, ya que la literatura no era, en principio, su mayor ocupación. Dan Brown, celebérrimo autor de El Codigo da Vinci, quiso triunfar en un ámbito muy distinto (aunque tenía formación como escritor): la música. Antes de llegar a la cima con obras como Ángeles y demonios, sacó dos álbumes, uno de los cuales se titulaba, precisamente, Ángeles y demonios; también fue profesor de instituto, al igual que Stephen King. Por otro lado, el autor Zane Grey, que publicó unos noventa libros, vendiendo más de 50 millones de copias en todo el mundo, no consiguió sacar su primera obra hasta que tenía 40 años, gracias al cual pudo, por fin, abandonar una profesión que detestaba: dentista. La escritora de suspense Mary Higgins Clark trabajó como secretaria para una agencia de publicidad, para la que ocasionalmente hacía de modelo (posó para varios folletos junto a cierta actriz en ciernes llamada Grace Kelly). También fue azafata, empleo que le permitió viajar constantemente y conocer a personas de todo el mundo. Otro escritor de vida interesante, William Faulkner, fue durante años cartero para la Universidad de Mississippi.

Más raros son los casos de escritores de profesión que terminan haciéndose célebres por oficios muy diferentes. Sin ir más lejos, Benito Mussolini colaboraba con el periódico socialista italiano Il Popolo d’Italia (periódico del que era fundador), con una novela seriada de corte romántico. Compaginar profesiones siempre es complicado, pero hay oficios más o menos ideales para el escritor en ciernes: tal vez bibliotecario, editor o redactor. O negro literario. Ese, por lo menos, tiene fama de estar bien pagado.

Autores relacionados Autores relacionados:
Charles Dickens
Dan Brown
Mary Higgins Clark
Stephen King
Vladimir Nabokov

Anécdotas de escritores X

AutorGabriella Campbell el 23 de febrero de 2011 en Divulgación

Yeats

-El editor Robert Giroux le preguntó en una ocasión a T. S. Eliot si estaba de acuerdo con el famoso dicho de que la mayoría de los editores son escritores fracasados. Eliot se quedó un rato pensativo, para finalmente contestar: “Sí, supongo que algunos editores son escritores fracasados, pero es que también lo son casi todos los escritores”.

-El hijo del escritor Nathaniel Hawthorne, Julian, era escritor al igual que su padre, y la gente los confundía con frecuencia. Una vez una señora se le acercó a Julian exclamando lo mucho que le había gustado La letra escarlata. Julian se encogió modestamente de hombros y le contestó a su admiradora: “Ah, ese libro. Salió al mercado cuando yo tenía tan sólo cuatro años”.

-Tras una agradable velada en la que había disfrutado de una suculenta cena, el poeta Robert Frost salió al balcón junto con otros invitados para ver ponerse el sol. Una joven exclamó: ¡Oh, Sr. Frost! ¿No es una puesta de sol espectacular?. Frost respondió: “Lo siento, nunca hablo de trabajo después de cenar”.

-Un periódico al que el escritor Rudyard Kipling, conocido autor de El libro de la selva, estaba suscrito, publicó por error su epitafio. Inmediatamente Kipling le escribió a uno de los editores, pidiéndole que, ya que estaba muerto, que no se olvidaran de borrarlo de la lista de suscriptores.

-En el diario del abogado John Manningham, hay una entrada de 1602 en la que hace referencia a una famosa anécdota respecto al célebre dramaturgo William Shakespeare y uno de sus actores habituales, Richard Burbage. Aunque Burbage no era un hombre especialmente guapo, su carisma encima del escenario lo convirtieron en un hombre que disfrutaba de un gran éxito con las mujeres. Una dama del público le hizo llegar un mensaje invitándolo a visitarla esa misma noche, diciéndole que se anunciara como Ricardo Tercero (en esos momentos Burbage interpretaba a Ricardo III en la obra honónima de Shakespeare). Shakespeare oyó el mensaje, y se presentó en el domicilio de la dama antes de que llegara Burbage. Cuando llegó Burbage, Shakespeare ya estaba con la dama y, enterado de la llegada del actor, le envió a la criada con un mensaje: William (Guillermo) el Conquistador fue antes que Ricardo III.

-El poeta irlandés William Butler Yeats era un hombre, cuanto menos, peculiar. Aparte de su trato con numerosas sectas y su colaboración con los hermetistas de su época, siendo ya bastante mayor decidió hacerse un transplante de testículos, implantándose unos testículos de mono que, según él, aumentaban su potencia sexual. Los irlandeses lo llamaban su Viejo Hombre Glande”.

-Aunque era más conocido como pintor, el artista inglés Dante Gabriel Rosetti también escribía poesía. Cuando falleció su mujer, Elizabeth Siddal, de una sobredosis de láudano, en 1862, al poco tiempo de dar a luz a un niño sin vida, Rosetti cayó en una gran depresión y enterró todos sus poemas con su mujer en el Cementerio de Highgate. Con el paso de los años se arrepintió de esta decisión y finalmente acabó desenterrando su cadáver para poder recuperarlos.

Autores relacionados Autores relacionados:
Nathaniel Hawthorne
Rudyard Kipling
Thomas Stearns Eliot
William Shakespeare
William Butler Yeats

Más que humano, de Theodore Sturgeon

AutorGabriella Campbell el 14 de febrero de 2011 en Reseñas

Más que humano, de Theodore Sturgeon

Más que humano es una novela de ciencia ficción que se publicó en 1953. La escribió el estadounidense Theodore Sturgeon, y uno no puede evitar preguntarse, al hablar de una novela, qué es exactamente lo que hace que una obra funcione igual de bien más de cincuenta años más tarde, es decir, ¿qué convierte a una obra literaria en un clásico?

Se habla frecuentemente de Más que humano llamándolo “un clásico de la ciencia ficción”. Así que forma parte no sólo de los libros más respetados de su género, sino que, de cierta manera, ha trascendido su género y es leído por todo tipo de consumidores de literatura. Al igual que grandes obras como Un mundo feliz, 1984 o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, consigue interesar a los lectores gracias a su tratamiento de un tema de interés general; al igual que 1984 trataba preocupaciones políticas fundamentales y el problema de la privacidad en un futuro poco alentador, y ¿Sueñan los androides…?, la propia identidad humana (la condición de ser humano frente a una inteligencia “artificial”), Más que humano se centra en un posible nuevo paso evolutivo, en el que los seres humanos empiezan a desarrollar ciertas habilidades para formar lo que Sturgeon denomina el Homo Gestalt, la formación de una criatura grupal superior a través de las propiedades especiales de determinados individuos. No contento con esto, también evalúa las condiciones de supervivencia de este nuevo humano evolucionado, la necesidad y el significado de la ética, y las propias relaciones personales. Además, consigue mantener cierta intriga a lo largo de la obra, presentándonos a los personajes con cuidado y mimo, ofreciéndonos criaturas extrañas cuyo sentido de la moral o de la convivencia distan mucho del nuestro.

Pero hay muchas obras que valoran la posible evolución del ser humano, muchas ideas al respecto, algunas más originales (y plausibles) que la de Sturgeon. ¿Qué es, entonces, lo que hace que esta obra haya pasado a los anales del canon cuando tantas otras han caído en el olvido? La respuesta podría ser la siguiente: Debido a su carácter frecuentemente técnico y científico, la ficción especulativa está escrita, en su mayoría por personas de formación científica que no necesariamente han tenido una formación (o práctica, o como quiera llamarse) literaria. La preocupación está en el fondo, no en la forma. El padrastro de Theodore, William Dicky Sturgeon, fue tanto profesor de matemáticas como de lenguas romances, y ésta es una cualidad que Theodore parece haber reflejado en sus obras: la capacidad de transmitir conceptos especulativos más o menos científicos utilizando una prosa maravillosa, llena de color y ritmo, en ocasiones casi poética; la capacidad de unir lo calculado, razonado, preciso, con lo bello y lo sublime, gracias a un conocimiento extenso e intuitivo del lenguaje.

Tal vez Sturgeon quiso aplicarse a sí mismo lo que hoy en día se conoce como La Revelación de Sturgeon: “El noventa por cierto de la ciencia ficción es basura, pero el noventa por ciento de todo es basura” (confundida habitualmente con la Ley de Sturgeon, “No existe la absoluta verdad”, que suele utilizarse como introducción a la Revelación). Lo que es indiscutible es que el Sr. Theodore es parte de ese fabuloso diez por ciento, y Más que humano lo demuestra sobradamente.

Autores relacionados Autores relacionados:
Theodore Sturgeon
Libros relacionados Libros relacionados:
Más que humano

La cara del bardo

AutorGabriella Campbell el 12 de febrero de 2011 en Divulgación

Relato Cobbe, William Shakespeare

Durante el mes de febrero se organiza una exposición muy especial en el Morgan Library and Museum de Nueva York. En la exhibición, llamada The Changing Face of William Shakespeare (El rostro cambiante de William Shakespeare), se mostrará por primera vez en Estados Unidos un retrato del conocido dramaturgo inglés descubierto en 2009, que colgaba de una pared irlandesa en la casa de la familia Cobbe, descendientes del Arzobispo Charles Cobbe (1686-1765), quien a su vez había heredado el cuadro de Henry Wriothesley, Conde de Southhampton y célebre mecenas de Shakespeare. Los Cobbe de 2009 no sabían que el retrato era del dramaturgo, y posiblemente habría seguido siendo así si Alec Cobbe no hubiese visitado una exposición del National Gallery de Londres en 2006. En dicha exposición se presentaban obras pertenecientes a la colección de la biblioteca Folger Shakespeare de Washington D. C., y una de éstas era un retrato, conocido como el “retrato Janssen” (debido a que se atribuía al pintor Cornelis Janssen), supuestamente de William Shakespeare. Alec reconoció inmediatamente el parecido entre dicho retrato y el que tenía colgado de la pared de su domicilio, y tanto el mundo artístico como el literario se volcó en su caso, confirmándose, tras múltiples pruebas, que se trataba de una obra de 1610 que ofrecía varias pruebas de ser una representación pictórica del bardo inglés. No sólo esto, sino que el cuadro parecía ser el original de una serie de retratos de Shakespeare, entre los cuales se encontraría el que hasta la fecha se consideraba el único retrato confirmado del dramaturgo, un retrato póstumo que ilustraba, en forma de grabado, el recopilatorio conocido como “Primer folio” de éste, obra impresa en 1623 que reunía 32 obras del autor. Se calcula que sólo quedan 250 copias de los 750 iniciales de esta edición; como curiosidad, en el mismo 2006 una de estas copias se vendió en Sotheby’s por nada menos que cuatro millones de euros.

Aunque el National Gallery de Londres afirma que existe un retrato confirmado de Shakespeare que se realizó en vida de éste, el “retrato Chandos”, muchos teóricos están en desacuerdo, lo que convertiría esta obra encontrada en el domicilio familiar de los Cobbe en el primer retrato del dramaturgo pintado en vida de éste. El retrato Janssen sería, simplemente, una copia del retrato de los Cobbe. Sea como sea, la escasez de datos de confianza acerca del escritor ha sido siempre uno de sus puntos más atractivos: toda la leyenda que rodea a su persona ha dado pie a variadas teorías, a cada cual más descabellada, sobre la autoría real de sus obras, su vida personal e incluso su apariencia física y tendencia sexual. Aunque se conservan muchos datos de su época de fama en Londres, hay toda una etapa anterior, entre su matrimonio con Anne Hathaway y sus primeras menciones en boca de los críticos teatrales londinenses, de la que no queda rastro. Toda su vida ha sido objeto de especulación, y hasta el detalle más insignificante ha sido estudiado hasta la extenuación, por lo que la aparición de este retrato puede proporcionar algo más de luz sobre la persona conocida como “El Bardo de Avon”.

Por cierto que merece la pena ver la reciente transformación del Morgan Library and Museum, cuya restauración ha sido espectacular. Podéis ver las imágenes del antes y el después en este artículo de Architect Magazine.

Autores relacionados Autores relacionados:
William Shakespeare

Lee un libro diez minutos al día y salva la industria editorial

AutorGabriella Campbell el 8 de febrero de 2011 en Noticias

Leer en la cama

Leer antes de dormir tiene múltiples ventajas. Ya hemos hablado aquí en Lecturalia en varias ocasiones sobre los beneficios que tiene la lectura en sí, y el cerebro, a nivel práctico, funciona como un músculo: cuanto más lo usas, más se desarrolla (y qué mejor forma de ejercitarlo que disfrutando de una buena lectura). Además, está más que demostrado que leer antes de dormir nos ayuda a relajarnos, a vaciar la mente de los problemas y preocupaciones diarias, lo que nos ayuda a conciliar el sueño. Más aun, yo diría que puede tener efectos beneficiosos en nuestro subconsciente, ayudándonos a experimentar sueños más elaborados e interesantes.

Pero más allá de los beneficios de la lectura como tal, y el añadido efecto de leer antes de dormir, algunos creen que puede tener un importante efecto comercial. El escritor canadiense Sean Cummings, que se define a sí mismo como autor de “fantasía urbana”, ha iniciado un proyecto llamado Save Publishing que parte de la siguiente idea: si todos leemos diez minutos al día (Sean propone hacerlo antes de dormir, por las razones que ya hemos enumerado y por tratarse de un rato que podemos permitirnos dentro de una vida frenética y una agenda apretada), consumiremos más libros y estaremos ayudando a la industria editorial. Esta idea cumpliría así tres objetivos fundamentales: elevar la venta de libros, salvando un sector en crisis; promover la lectura en general; y ofrecer a los lectores una disciplina positiva en sus hábitos de ocio, con todas las ventajas ya mencionadas. Cummings afirma que no es necesario que se lea antes de dormir, puede ser en cualquier momento del día, pero el momento de meterse en la cama es seguramente el más cómodo y tentador, sobre todo para personas que no tengan costumbre lectora. Tiene su lado promocional, ya que anima a los lectores a publicar en su red social favorita qué están leyendo, e informar sobre el progreso de su nuevo hábito. El punto de venta más importante de la idea es su propia página de Facebook.

Lo curioso de la propuesta de Cummings es que no se limita al formato tradicional de libro en papel. Afirma que podemos leer cualquier cosa, desde un ebook a una revista o un periódico. Lo importante es competir con otras formas de ocio, abandonar durante unos minutos el ordenador, el teléfono móvil o la televisión, para poder introducir la lectura dentro de nuestro día a día. Esto crearía más consumidores de literatura, lo cual, de una forma u otra, favorecería al comercio del libro.

Reconozco que, pese a las buenas intenciones de Cummings, el proyecto tiene una limitación significativa. Las personas que se interesarán por éste serán, seguramente, aquellas que ya sean lectoras y bibliófilas. Es decir, está predicando a los conversos, a los que ya consumen literatura. El éxito de una propuesta de este estilo radicaría en su capacidad de propagación. Si todos consiguiésemos, mediante nuestra red social tanto física como virtual, incitar a los no lectores, habríamos conseguido algo realmente espectacular. Para esto haría falta, cómo no, un trending tremendo, una completa revolución. ¿Es esto posible? Depende, en última instancia, de nosotros mismos. Si en vez de las opiniones turísticas de Bisbal pudiésemos poner una iniciativa así en la cima de Twitter, Facebook y el mundo blog, si pudiésemos convencer a periódicos y otros medios para promocionar causas como ésta en vez de indignarnos con el último comentario jocoso de cualquier articulista del País, es posible que la élite de la red 2.0 consiga, por una sola vez, alcanzar una meta desinteresada, noble y, ante todo, de beneficio real y recíproco.

¿Tu quoque, Amazon?

AutorGabriella Campbell el 6 de febrero de 2011 en Opinión

Gran Hermano

Nunca llueve a gusto de todos. Y es que ni el gigante Amazon se libra de las críticas y de los dedos acusadores. Varias editoriales estadounidenses se han quejado ya de lo que consideran prácticas abusivas por parte de este comercio online: tanto en lo que se refiere a sus comisiones de león como su insistencia en marcar precios y descuentos que las editoriales, conscientes del liderazgo en lo que a venta de libros, tanto físicos como digitales (Amazon anunció recientemente que ya vendía más e-books que libros en papel), se refiere, no tienen más remedio que aceptar. Una de las primeras en posicionarse en este sentido ha sido MelvilleHouse Publishing, una casa independiente notable por la calidad de sus ediciones y, particularmente, por la excelencia de sus traducciones. MelvilleHouse, que había ganado la edición del año pasado del BTB (Best Translated Book) por su obra The Confessions of Noa Weber, de Gail Hareven, ha protestado por la inclusión de su nombre en la presentación de la edición del premio de este año, presentación en la que aparece un nombre que no figuraba el año pasado: Amazon.com. La editorial se ha negado a comparecer junto a una empresa que considera que precisamente está pisoteando a las pequeñas casas de producción independiente, valorando que su mera presencia va seriamente en contra de los principios del certamen. Melvillehouse ha hecho notar algunos aspectos del gigante librero que, ciertamente, dan un poco de miedo. No es casualidad, entonces, que algunos de los libros mejor traducidos del año, del catálogo de Melvillehouse, no hayan sido seleccionados para el premio BTB más reciente.

Los aspectos que preocupan acerca de Amazon son, curiosamente, un tanto orwellianos. Y digo curiosamente porque hace poco Amazon borró, de buenas a primeras, varias obras de George Orwell (entre ellas precisamente 1984 y Rebelión en la granja) de los lectores electrónicos de sus clientes. Las razones siguen sin quedar muy claras, parece ser que se descubrió que partían de una edición pirata, pero las consecuencias son preocupantes. Ya que la promoción del ebook se basa, en parte, en que un lector electrónico es exactamente igual que un libro, sólo que mejor, la posibilidad de que la casa madre tenga control directo sobre los contenidos de tu libro es, cuanto menos, incómodo. MelvilleHouse y otros editores, periodistas y blogueros de prestigio han llamado la atención en numerosas ocasiones sobre las prácticas a lo Gran Hermano de Amazon, asegurando que los Kindle no son sólo instrumentos de entrada de datos, sino también de salida. Es decir, que Amazon puede saber en todo momento qué estás leyendo, cuándo, cómo, y posiblemente dónde. El simple hecho de que tengan control sobre tus contenidos (incluidos los creados por ti; al borrarse de los Kindle la obra de Orwell varios lectores se quedaron también sin las anotaciones que habían realizado sobre ésta) nos habla de que la lectura electrónica no es tan privada ni segura como la física. A efectos prácticos, como ya han mencionado algunos, sería como si alguien entrara en tu casa y se llevara el libro que acabas de comprar. ¿Os imagináis a un empleado de la FNAC, del Corte Inglés o de la librería de tu barrio, entrando de noche en tu habitación para llevarse tu adquisición más reciente? Amazon devolvió el importe de los e-books a todos los clientes afectados, pero claro, éste no es el problema.

Es inevitable que cualquier empresa líder de su sector pueda tener prácticas más o menos recomendables, y que sea, además, objeto de críticas tanto de la competencia como de los propios consumidores. El equivalente más claro en otros sectores podría ser Microsoft, que ha sido acusado periódicamente de intento de monopolio, o incluso la red social Facebook, cuyo trato de la privacidad ha creado polémica casi desde su creación. Esperemos que con Amazon no estemos ante un nuevo y poderoso matón, y que el auge del libro electrónico pueda ser tan liberador como esperábamos, en vez de una nueva y frustrante jaula para editores, escritores y, sobre todo, lectores.

Autores relacionados Autores relacionados:
George Orwell

Wicked, memorias de una bruja mala

AutorGabriella Campbell el 24 de enero de 2011 en Reseñas

Wicked

Se mire por donde se mire, el término “bruja” tiene connotaciones negativas. No hace falta practicar magia para ser bruja, basta con ser mujer, poco agraciada, malhumorada y algo vengativa. Está claro que ser bruja no está bien visto.

Probablemente algo por el estilo estaba pensando Gregory Maguire cuando creó a Elphaba, la peculiar mujer de piel verde, nariz afilada y carácter agrio que se transformaría en la Malvada Bruja del Oeste, la misma que imaginó L. Frank Baum cuando escribió su obra más conocida, la misma que imaginaron los guionistas que adaptaron dicha obra a la película musical posiblemente más conocida desde la invención del género. Sí, estamos hablando de El Mago de Oz. ¿Pero y si la bruja brujísima no fuese realmente tan malvada, sino simplemente una pobre víctima de las circunstancias, una inconformista en una sociedad cruel y corrupta?

Y las circunstancias son atenuantes: Elphaba nace con la piel del color equivocado, en el seno de una familia separada por la pobreza y el rencor, en un mundo donde no parece haber mucho espacio para el amor o el cariño. La vida parece empeñada en fallarle: todas sus metas se ven frustradas, de una manera u otra. La narración de Maguire funciona, extrañamente, a trompicones, con ritmos desiguales que parecen encajar en una suerte de atlas humano del maravilloso y terrible mundo de Oz. El entorno fantástico de Baum, en manos de Maguire, se parece en demasiadas cosas al nuestro; el régimen del Maravilloso Mago de Oz, con su mano autoritaria y sus limpiezas étnicas, no tiene nada que envidiarle a nuestras dictaduras más vergonzosas, y la indiferencia de todos los que la rodean provoca en Elphaba una ira justiciera que poco a poco se vuelve en su contra. La obra intenta tocar múltiples temas de manera casi simultánea: desde la búsqueda de aquello que nos hace humanos, que nos dota de conciencia, a la evaluación de la naturaleza del mal, pasando por la ética del terrorismo y la fuerza demoledora de la pasión. Seguramente no consiga tratar todos con la profundidad que se merecen, pero abre muchos interrogantes para el lector avispado, todo ello entremezclado con una prosa rica y sensorial, donde la sutiliza y lo que no se dice cobran más importancia que lo que se narra directamente.

Wicked: Memorias de una bruja mala es tan sólo la primera novela de una serie de la que ya van publicados tres volúmenes, con un cuarto, supuestamente el último, en progreso. Sin embargo, queda patente que el tiempo y esfuerzo invertidos por Maguire en la primera obra no pudieron mantenerse en su segunda parte, Hijo de bruja, debido seguramente al inmenso éxito de la primera y la presión por publicar una continuación en el menor tiempo posible. Las continuaciones de Wicked mantienen el encanto y el valor de entretenimiento de ésta, pero el profundo cuidado en el lenguaje y las pinceladas maestras de narración se echan en falta en sus epílogos. Wicked funciona muy bien como obra solitaria y, como en tantos otros casos, a veces es mejor quedarse con el libro original y prescindir de secuelas que pueden llegar a amargar el dulce aunque triste sabor que nos queda tras terminar de pasar sus páginas.

Autores relacionados Autores relacionados:
Gregory Maguire
Lyman Frank Baum
Libros relacionados Libros relacionados:
El mago de Oz
Wicked. Memorias de una bruja mala

Los libros más caros de 2010

AutorGabriella Campbell el 23 de enero de 2011 en Noticias

Casino Royale

¿Te imaginas pagar más de 10000 € en un libro? Si el lector habitual se queja cuando el libro que desea comprar se sale de su presupuesto (habitualmente entre 10€ y 30€), imaginad lo que puede significar soltar 12000 € por una obra escrita. Claro que es muy diferente ser lector habitual y ser coleccionista de libros antiguos, raros, o simplemente caros.

La conocida web Abebooks, una de las mayores vendedoras de libros del mundo, publicó recientemente una lista con las diez obras en las que más se había invertido durante el año 2010, y estos son los resultados:

  • 1. El manuscrito en árabe de Al Wajaza Fi Sihhat Il Qawl Bi l Ijaza. A nada menos que 45 000 dólares estadounidenses, al cambio unos 33 500 € de nada. Esta importantísima obra acerca de las palabras y obras del profeta Mahoma se escribió originalmente en el siglo 10, y esta copia en concreto es del siglo 12 ó 13.
  • 2. El archivo de cartas, manuscritos, documentos, artículos y otros escritos de Oriana Fallaci. Por la tremenda cifra de 28 994 dólares puedes tener este compendio histórico de la que fue, posiblemente, la periodista más famosa del mundo. El archivo tiene miles de páginas, muchísimo material inédito y escritos muy personales de esta llamativa y siempre polémica mujer.
  • 3. Moby Dick, de Herman Melville. Por 28 900 dólares el comprador obtuvo una edición de lujo de 1979 de la obra de Melville, una edición de la que sólo existieron 265 copias. Incluye grabados e ilustraciones firmadas por su dibujante, y es considerado uno de los libros más bellos de todos los que se han publicado.
  • 4. Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, de Edward Gibbon. Por 27 500 dólares uno puede adquirir un ejemplar de la primera edición (de la que sólo hubo 1000 ejemplares), dividido en seis tomos, de uno de los libros más influyentes en el ámbito de la Historia.
  • 5. Casino Royale, de Ian Fleming. 19 529 dólares no es una suma demasiado desorbitada por un ejemplar de la primera edición de uno de los libros más conocidos de la saga del gran James Bond.
  • 6. El Atlas Otomano. A 19 500 dólares, este atlas incluye 31 mapas coloreados a mano.
  • 7. Obra completa de Herman Melville. Queda claro que Melville goza de gran admiración. Nada más y nada menos que 16 volúmenes componen esta recopilación, en un conjunto de 1922 del que sólo se realizaron 750 copias. La colección vendida por Abe Books era la 258.
  • 8. Botanical Magazine (42 volúmenes), de William Curtis. El comprador gastó 15 592 dólares en los primeros 42 volúmenes de esta revista que se lanzó en 1787, convirtiéndose en la publicación más longeva sobre botánica.
  • 9. El libro de Kells. Adquirido por 14 859 dólares, se trata de una edición facsímil de la edición Verlag Luzern de esta obra religiosa sobre el cristianismo irlandés en su etapa temprana. Escrito en alemán, incluye miniados medievales de gran belleza.
  • 10. Comentarios sobre la Constitución de los Estados Unidos, de Joseph Story. Vendido por 14 062 dólares, el comprador se llevó un ejemplar de la primera edición de este importante tratado político.
Autores relacionados Autores relacionados:
Edward Gibbon
Herman Melville
Ian Fleming
Oriana Fallaci
Libros relacionados Libros relacionados:
Casino Royale
Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano
Moby Dick
Personajes relacionados Personajes relacionados:
James Bond

Viñetas para todos: El webcómic

AutorGabriella Campbell el 6 de enero de 2011 en Divulgación

Webcomics

Hemos hablado ya largo y tendido de las posibilidades de la Literatura 2.0, del texto digital en todas sus formas y maneras, de la adaptación de los géneros habituales a formatos nuevos, y de la creación de géneros novedosos que sólo pueden sobrevivir gracias a Internet. Y si hay un género del que se habla poco y sin embargo se consume cada vez más, ese es el webcómic.

No hay duda de que el webcómic en España todavía está en pañales. Exceptuando alguna tira más o menos conocida, como podrían ser Runtime Error, La Legión del Espacio, Chica de Serie B, y algunos más, no se trata de un producto muy consumido en nuestro país, como tampoco lo es, generalmente, en otros países europeos. No es así en Estados Unidos, donde se ha convertido en todo un fenómeno de masas, recibiendo los más populares de ellos millones de visitas diarias, llegando a subsistir sus creadores gracias a la publicidad alojada en su web y al merchandising asociado a su obra. Se celebran convenciones multitudinarias donde los guionistas y dibujantes más famosos firman camisetas, pósters y versiones impresas de su franquicia a largas colas de aficionados, y el usuario medio de Internet visita con la misma regularidad las actualizaciones de sus viñetas favoritas que sus redes sociales o su bandeja de correo electrónico.

Por supuesto, por cada tira de éxito hay cien desconocidas, páginas y páginas de guiones sin chispa dibujados con el acierto de un niño de siete años. La mayoría de estas producciones desaparecen en el vacío de Internet tras un par de meses, y sólo las más regulares y longevas consiguen el trofeo dorado de la fidelidad por parte de sus visitantes. Algunas respetan el formato del cómic tradicional, imitando su tamaño y estructura, otras prefieren el estilo de las típicas tiras de periódico, pudiendo ser simplemente orientadas al sketch diario o llegando a desarrollar complejos arcos argumentales. Algunas son adaptaciones de legendarios del papel (como es el caso de Dilbert, por ejemplo), otros acaban adaptándose al formato tradicional, y terminan vendiéndose sólo en versión impresa. Su mayor aliciente, por lo general, es que se trata de un producto gratuito, exceptuando algunas asociaciones en concreto que ofrecen un amplio abanico de productos de calidad a cambio de una tarifa mensual. En cualquier caso se trata de un elaborado ejercicio de amor al arte, debido al trabajo que implica la creación de cualquier webcómic decente, y la disciplina necesaria para mantenerlo activo con una periodicidad férrea. Son muy pocos los que llegan realmente a hacerse un nombre en un mundo cada vez más competitivo, y menos los que convierten éste, su hobby, en una profesión remunerada. Algunos lo han conseguido, obras como Penny Arcade, Questionable Content o Xkcd son rentables para sus creadores, otras han podido dar el paso a los periódicos o han sido adoptados por una editorial (aunque en este caso suele tratarse de autoediciones).

En España, y en el mundo hispanohablante en general, el género crece, y a través de páginas como WEE podéis encontrar una selección de cómics online bastante amplia. Todavía nos falta bastante para que cobre la importancia que tiene en Norteamérica, pero estoy segura de que poco a poco iremos desarrollando más y más productos de calidad en este ámbito. Mientras, los que se defiendan con el inglés pueden visitar páginas como The Webcomic List, con más de 17200 cómics en su base de datos. Casi nada.