El club de lectura de Oprah
A veces es más fácil identificar a los que marcan tendencia, a los que crean moda, que otras. En algunos ámbitos es sencillo; en el mundo del espectáculo existen figuras, ya sean actores, modelos o cantantes, que crean claves para que dé comienzo la imitación. El vestido que lleve determinada actriz en la alfombra roja de los Óscar será, seguramente, el vestido más copiado el resto del año por una gran cantidad de mujeres; la presentación en pasarela de determinada firma tendrá ocupados a miles de fábricas textiles durante la siguiente temporada. Fuera de la moda, es algo más complicado, pero sabemos que una canción de éxito puede condicionar lo que suene en nuestras radios de mano de otros músicos; sabemos que cierto comentario o el uso de determinado producto por marcadores de tendencia profesionales (lo que los anglosajones, y cada vez más periodistas españoles, denominan trendsetters) proporcionarán su irrupción en el mercado. Sin embargo, es un poco más complejo adivinar cuáles serán los libros de moda, más allá de los escritores de best-sellers habituales o de las recomendaciones de alguna publicación especializada.
En Estados Unidos no existe esta duda. Hay una sola garantía absoluta respecto al mercado editorial, y es que si tu libro sale en el show de Oprah, va a venderse como rosquillas. Oprah es el equivalente estadounidense de nuestras Ana Rosa Quintana, Mª Teresa Campos y similares, presentadora de un formato en el que tan pronto entrevistan a un senador como promocionan tintes vegetales para cubrir las canas. Y un apartado que ha tenido muchísimo éxito ha sido el de su club de lectura. En el mundo anglosajón el club de lectura es un fenómeno cada vez más popular, en el que un grupo de personas (sobre todo mujeres, aunque comienza a atraer cada vez a más hombres) se reúne de forma periódica para hablar sobre un libro en concreto. Si bien Oprah está condicionada, indudablemente, por promotores, espónsores y demás, se sabe de buena tinta que ella misma elige algunos de los títulos, lo que resulta en el éxito espontáneo de algunas obras de pequeñas editoriales o de escasa promoción. Éste ha sido el caso reciente, por ejemplo, de la obra The Velvet Rage (La ira de terciopelo), escrita por un psicólogo especializado en tratar a pacientes homosexuales, y que ha traído a palestra una interesante serie de conclusiones acerca de los resultados psicológicos del abuso sufrido por la persona homosexual desde la infancia, época en la que frecuentemente desarrolla una profunda sensación de deficiencia debido al trato discriminatorio recibido de su propia familia. La obra llegó a manos de la todopoderosa reina de la televisión estadounidense gracias a la recomendación de una colaboradora cuyo novio la había dejado por otro hombre, y que había leído el libro intentando entender el comportamiento de éste. Tras su aparición en el programa, las ventas de dicho título, un modesto librito publicado por una editorial menor, se dispararon. El programa hace uso, indiscutiblemente, del poder de la fama y la celebridad para impulsar la lectura, (muchos de los participantes de este club son personalidades del mundo de la música o el cine) lo cual, a pesar de lo vacío que puede llegar a ser el ejercicio, no puede ser del todo negativo en un país cuyo índice de analfabetismo es, como ya señaló el controvertido Harold Bloom, alarmante.