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Gabriella Campbell (Página 32)

Martin no tenía suficiente con una serie en HBO

AutorGabriella Campbell el 14 de junio de 2011 en Noticias

Juego de tronos

Habéis leído bien, el movimiento Canción de hielo y fuego se extiende de nuevo más allá de lo estrictamente literario y se adapta a otro medio, esta vez al mundo del videojuego. En otoño de este año llega Génesis, basada en la muy popular novela de fantasía épica, sexo y gore, Juego de tronos, de George R. R. Martin. Cyanide ha sido la responsable de esta hazaña, y ofrece una experiencia de estrategia, desarrollo y batalla que recuerda a otros RTS (juegos de simulación en tiempo real) como la saga Age of Empire y similares. Sin embargo, lo que diferencia a Génesis de otros juegos del mismo género es, precisamente, su fidelidad al espíritu de Canción de hielo y fuego. El ganador no es, en última instancia, el que más ciudades conquiste o más cultura ostente, sino el que sepa trabajar con mayor precisión la delicada balanza de equilibrios entre las diferentes facciones del juego.

Así, una de las figuras más importantes es el espía, que puede poner a una corte foránea en tu favor, o incluso acabar con la vida de la princesa que ha enviado uno de tus rivales a una corte ajena para conseguir una alianza de sangre. Las posibilidades parecen ser inmensas, conforme te educas en el avanzado arte de la manipulación, la traición y el maquiavelismo en general. Teniendo en cuenta que muchos videojuegos simplemente utilizan el nombre de un producto para garantizar una serie de ventas, sin respetar realmente la esencia de dicho producto, será interesante ver hasta qué punto Génesis ha sabido hacer uso de las herramientas de diplomacia que Martin usa con fluidez en sus libros. Necesitarán un saber hacer original y atractivo, ya que es complicado superar (o incluso igualar), en lo que a narración se refiere, a otros juegos semejantes con toda una historia propia como es Warcraft, que supo atrapar a sus jugadores en una red narrativa mitológica con personajes y razas atractivas. Warcraft, en sus diferentes sabores (MMO, RTS, lo que quieras echarle a Blizzard) a diferencia de Génesis, no se ha basado en una serie de libros, sino que ha originado ella misma toda una literatura de fantasía épica. Como dato curioso cabe señalar que el origen de Warcraft está en un contenido inicialmente desarrollado para Games Workshop, productora de la saga Warhammer y para quien Cyanide también ha creado juegos como la notable y sangrienta BloodBowl.

Como extra, Cyanide ofrece una página web sobre Génesis que explica parte del trasfondo del juego, con anotaciones relativas a las diferentes familias presentes en Westeros (una tierra que el juego ha sabido recrear de manera bastante profesional, con una correcta producción artística). En ella se nos da un avance de lo que parece que será una detallada atención a los personajes y a las características propias de cada una de las grandes casas creadas por Martin.

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El Brontë menos conocido

AutorGabriella Campbell el 11 de junio de 2011 en Divulgación

Branwell Brontë

Rara vez ha producido la historia una familia tan artística como la de los hermanos Brontë. Aunque los nombres que han permanecido en los anales de la literatura han sido los de las mujeres, las hermanas Anne, Emily y Charlotte Brontë, seguramente fue su hermano, el poeta y artista Branwell Brontë, el que tuvo la vida más acorde con el romanticismo de la época.

Patrick Branwell Brontë (1817-1848) fue el cuarto de los seis vástagos de Patrick Brontë y de Maria Branwell Brontë, y el único varón que tuvieron. Él y sus famosas hermanas (Anne, Charlotte y Emily) fueron los que sobrevivieron a la edad adulta, ya que sus hermanas Maria y Elizabeth fallecieron de tuberculosis a raíz de su estancia en el internado Cowan Bridge, una experiencia que compartieron las hermanas de Branwell y que fue reflejada por Charlotte en su aclamada novela Jane Eyre. Branwell, sin embargo, recibió su educación en casa, de manos de su padre. Además de una completa formación clásica, se especializó en pintura. El retrato más conocido de sus hermanas fue pintado por él, y en principio incluía su propia imagen, que fue eliminada más tarde (se desconoce si por él mismo o por su padre, y por qué razón). En su adolescencia se entregó también a los placeres de la escritura, creando con su hermana Charlotte el mundo imaginario de Angria.

Tras varios empleos de corta duración, entre los cuales Branwell comenzó a desenvolverse como poeta, finalmente consiguió un puesto estable como profesor particular del hijo menor del Reverendo Edmund Robinson. Mientras ocupó este puesto se enamoró perdidamente de la esposa de su patrón, Lydia Robinson, una mujer significativamente mayor que él. Es posible que esta Señora Robinson fuera la inspiración para la novela de 1963 El graduado de Charles Webb, que obtuvo gran reconocimiento gracias a su adaptación cinematográfica con Dustin Hoffman y Anne Bancroft en los papeles protagonistas y a una espléndida banda sonora de Simon and Garfunkel. Es muy probable que Lydia le correspondiera, y que Edmund Robinson descubriera su affaire, ya que en 1845 fue despedido sin explicaciones, aunque Branwell recibió posteriormente varias cantidades de dinero de Lydia.

La separación de Lydia nunca fue superada por el poeta y pintor, quien se entregó al alcohol y a los opiáceos. Mientras sus hermanas comenzaban a cosechar fama (buena y mala) gracias a la publicación de Cumbres borrascosas, Jane Eyre y La inquilina de Wildfell Hall, Branwell comenzaba a mostrar síntomas de tuberculosis, si bien nadie se percató de ello debido al mal estado de salud ocasionado por sus adicciones. Finalmente, falleció de manera inesperada en 1848. En ese mismo año murió su hermana Emily, y en mayo del año siguiente le llegó el turno a Anne.

Aunque de Branwell no se conserva gran cosa en lo que se refiere a su producción poética y artística, su trágica vida ha inspirado a bastantes novelistas y biógrafos. Ante todo, fue el gran favorito de sus hermanas, quienes con frecuencia lo consideraban colérico y narcisista pero a quienes sirvió, constantemente, de inspiración en sus obras como el clásico personaje byroniano tan popular en su tiempo.

El escándalo Naipaul

AutorGabriella Campbell el 7 de junio de 2011 en Noticias

S. V. Naipaul no es un nombre que le resulte familiar a muchos, y sin embargo es una persona que ha hecho bastante por ser conocida. En 2001 Naipaul ganó el Premio Nobel de Literatura, y ha tenido siempre, además, una personalidad polémica y muy pública, como muestra su enfrentamiento durante 15 años con el también escritor Theroux.

Naipaul, de origen indio, nació en Trinidad pero ha vivido la mayor parte de su vida en Gran Bretaña, licenciándose en Oxford y construyendo una sólida carrera como literato de éxito. Pero parece ser que, a pesar de su inmenso talento como autor (Naipaul tiene también en su posesión el premio Booker), sus habilidades sociales pueden ser menos que perfectas.

Naipaul

En una reciente entrevista con La Real Sociedad Geográfica anglosajona, ante la pregunta de si Naipaul consideraba que existiera alguna escritora que estuviese a su altura, el escritor contestó “no lo creo”. A continuación, comenzó a explicar las razones de su afirmación, aduciendo que las mujeres, como escritoras, eran sentimentales y con una perspectiva limitada del mundo. Puso como ejemplo a la que durante años fue su editora, Diana Athill, de quien alabó su gran talento como crítica y editora, y de quien se burló como escritora, definiendo sus escritos como “un montón de tonterías”. Naipaul critica la limitada visión de la mujer, y escoge como ejemplo precisamente a Jane Austen, una mujer que, a pesar de su limitación, obligada, a la vida que ella conocía, la vida doméstica, supo crear literatura trascendente que ha sobrevivido con fuerza a los años, leída y disfrutada tanto por hombres como mujeres. Sin embargo, para Naipaul, se trata de una autora mediocre, irremediablemente perjudicada por el sexo con el que nació.

El problema del asunto Naipaul es que, a pesar de la monstruosidad de su acusación, que una mujer no puede ser equivalente a un hombre a la hora de escribir, tiene dos puntos a su favor. Primero, su desapego por las condiciones sociales y por lo políticamente correcto: hablar de manera tan ridículamente conservadora exige una valentía de la que pocos escritores de éxito pueden vanagloriarse. Y segundo, que la verdad duele; Naipaul tiene una pequeñísima parte de razón: No ha habido una mujer Shakespeare, ni una Tolstoi o Cervantes femenina. Por supuesto, éste es un síntoma más del lamentable estado de la mujer en los últimos siglos. No tener acceso a una educación en condiciones, por ejemplo, durante tantísimo tiempo, es un impedimento que las mujeres de hoy en día intentan compensar con creces. No hay ninguna duda de que con el actual progreso de la mujer la aparición de una Shakespeare es simplemente una cuestión de tiempo, y de que la calidad de las mujeres escritoras ha crecido de manera exponencial en el último siglo. Las palabras de personas como Naipaul son simplemente un triste recuerdo de lo que sigue siendo la postura de tantos lectores que asocian “emocional” con “cursi”, “doméstico” con “trivial” y “femenino” con “extraño”.

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El oficio del escritor en Argentina

AutorGabriella Campbell el 5 de junio de 2011 en Divulgación

Escritor anciano

A diferencia de tantas otras profesiones, la labor de ocho (o más) horas diarias dedicadas al acto de escribir es, raramente, considerada un oficio. El hecho de definirse uno mismo como escritor casi nunca implica que se gana la vida mediante la literatura creada por uno mismo. Si evaluamos los ingresos y la agenda de muchos de los que consideramos escritores, de aquellos que han alcanzado la meta tan deseada de ganarse la vida mediante su arte, habitualmente nos encontramos con que la mayor parte de su beneficio económico se obtiene de actividades más relacionadas con la fama y el prestigio que de derechos de autor o de pagos directos por su ejercicio literario. Generalmente, un escritor reconocido obtiene la mayor parte de su compensación económica gracias a tertulias, puestos de jurado en concursos, docencia, conferencias, etc. Sólo los pocos afortunados que están realmente en la cúspide pueden sobrevivir, e incluso vivir holgadamente, con la remuneración por sus obras.

El oficio como tal, aunque implique el mismo trabajo y esfuerzo que cualquier otra profesión, rara vez está reconocido. Es por esto que el gobierno argentino está considerando seriamente ofrecer una pensión especial a sus escritores, que de otra forma no tendrían ningún tipo de compensación económica una vez jubilados. Argentina siempre se ha sentido, con razón, orgullosa de su producción literaria, y se plantea proteger a sus escritores, ya que de muchas maneras protege así a sus propios intereses. Los escritores de más de 60 años que puedan acreditar que han publicado un mínimo de cinco obras (no autoeditadas) podrían recibir un subsidio digno para evitar el lamentable caso de ver morir a buenos escritores en la más absoluta miseria. Uno no puede dejar de preguntarse si esto no podría llegar a ser contraproducente, ya que en un país en que, a pesar de su emergente poderío económico, siguen preocupando el desempleo y las pensiones, podría verse la carrera de escritor como un seguro de jubilación, desequilibrándose aún más la balanza de oferta y demanda literaria, desequilibrio del cual se aprovechan, de manera similar a tantos países, las editoriales, que ofrecen cada vez más publicaciones coeditadas o directamente pagadas por el escritor bajo el disfraz del prestigio que otorga el libro impreso con el resplandeciente nombre del autor en cubierta. De cualquier modo, parece ser que estas pensiones se otorgarán sólo tras un estricto análisis llevado a cabo por un jurado especializado, como ya se lleva haciendo desde el 2009 en la ciudad de Buenos Aires, donde varios escritores residentes presentaron su solicitud de pensión cuando la ley se comenzó a aplicar en la capital. De seguir así, esta medida, hasta ahora aplicada en la ciudad principal de Argentina, podría llegar a tomarse también en el resto del país, o por lo menos así ha informado el diario Clarín, dando la noticia que ha sido recogida por los más importantes periódicos del resto del mundo. Parece ser que la iniciativa, por lo menos la que se aplicó inicialmente en la capital, lleva intentando llevarse a cabo desde el 2003.

Como sabemos que tenemos lectores hispanohablantes desde todos los rincones del mundo, animo a nuestros lectores argentinos a expresar su opinión respecto a esta medida. ¿Consideran que esta medida beneficiará a la sociedad argentina o se trata de una inversión de recursos que podrían emplearse de manera más productiva en otro sector?

Más sobre el efecto Oprah

AutorGabriella Campbell el 4 de junio de 2011 en Divulgación

Efecto Oprah Libros

Hemos hablado ya en Lecturalia de la inmensa influencia que ha tenido siempre el club de lectura de Oprah Winfrey, una de las figuras más populares de la cultura estadounidense. La señora Winfrey dedicó durante años un pequeño espacio, de manera más o menos periódica, a la promoción de libros en su programa, uno de los más seguidos de la televisión americana, The Oprah Winfrey Show. Este programa ha llegado recientemente a su fin, tras 25 años de emisión. Parece ser que Oprah pretende establecerse con una nueva cadena propia, OWN, y asegura que dicha cadena tendrá varios espacios dedicados exclusivamente a la literatura.

Aunque el apartado literario de su programa no era el que obtenía mejores resultados de audiencia, su poder en el mercado editorial era francamente temible. Una aparición en el Show de Oprah significaba, casi siempre, un aumento considerable de ventas, elevando tiradas de miles de ejemplares a reimpresiones monstruosas de seis cifras. La obligatoria reedición con el logotipo de “visto en Oprah” atraía a televidentes por doquier, llegando muchas librerías a encargar entregas de miles de ejemplares sin conocer siquiera el título del libro. Oprah sabía hacer interesantes a sus autores, sabía conseguir que el público conectara con ellos y con sus libros. Esto también podía destruirlos, obviamente. Ante la queja de Jonathan Franzen, quien inicialmente se negó a aceptar la aplicación del logotipo del programa, y quien consideró que su obra no era, probablemente, la más indicada para el lector medio (Franzen no es, precisamente, una lectura fácil), la gran diva televisiva se dedicó a una batalla campal de poder muy desequilibrado. Está claro que al final Franzen tuvo que agachar la cabeza y volver al redil, pidiendo humildemente perdón por su atrevimiento.

Mientras sus fans señalan que el poder de convocatoria de Winfrey ha impulsado la lectura entre sus seguidores (y, la verdad sea dicha, generalmente las obras que seleccionaba no eran productos de fácil comercialización), la crítica ataca los medios que utiliza para ello, y el aspecto edulcorado, casi de autoayuda que confiere a la literatura en general. Recordemos que la buena literatura no es sólo la que te hace sonreír o la que te hace sentirte mejor persona, sino también la que realmente te remueve por dentro, te asusta, te incomoda, y esto es algo de lo que Winfrey parecía rehuir. Por otro lado, la reina de la televisión conseguía algo que muy pocos pueden: hacía que la cultura fuera algo interesante, divertido. Atraía a lectores potenciales utilizando todo el encanto del entretenimiento mediático, y recordaba a los que lectores ocasionales que los libros existen, que están ahí, algo que en una vida diaria acelerada se nos olvida a menudo. ¿A cuántas personas habéis oído decir antes leía mucho, pero ahora no tengo tiempo? Winfrey instauró una moda, hizo que leer fuera un pasatiempo válido, atractivo, y es por esto por lo que, a pesar de sus discutibles medios y actitud, ha llevado a cabo una labor impagable. Esperemos que todo no se quede en papel mojado y pueda seguir promocionando el acto de leer en su nueva cadena. En cuanto a nosotros, siempre nos queda la esperanza de que, entre tanta prensa rosa y cotilleo, las grandes figuras influyentes de los medios españoles puedan prestar un poco de atención a la promoción de algún libro que no trate sobre dietas milagro o la biografía del político de turno.

Enrique VIII, una inagotable fuente de inspiración (II)

AutorGabriella Campbell el 3 de junio de 2011 en Divulgación

Enrique VIII

Volviendo a la época del rey Enrique VIII, y tras hablar de la figura de la siempre popular Ana Bolena, es interesante destacar que se ha retratado también frecuentemente a los jugadores menores de tan singular partida. Catalina Howard, Cromwell o Catalina de Aragón han protagonizado diversas novelas de gran éxito en los últimos años. En el caso de Howard, tal vez la obra más conocida venga de la mano de la siempre popular autora de género romántico Jean Plaidy (que escribió varios libros ambientados en la misma época), o de otras escritoras del mismo género como Suzannah Dunn o Sarah A. Hoyt. En lo que se refiere a las esposas de Enrique VIII, su presencia abunda en las novelas de corte romántico, si bien de manera reciente aparecen en obras más cercanas al género histórico, con un trabajo avanzado de documentación. Éste es el caso de En la corte del lobo, de Hilary Mantel, que reinventa de manera dramática la figura de Thomas Cromwell, el ingenioso y maquiavélico consejero del rey inglés, que sucedió a su maestro, el Cardenal Wolsey, y al que se le considera primordial en todo el proceso de reforma de la iglesia insular y en el divorcio entre Enrique y Catalina de Aragón. Mantel invierte la popular noción de Cromwell como un hombre cruel, sin escrúpulos, presentándonos a un ser humano progresista y ético que poco encaja en la tradición de la saga de los Tudor, pero cuyo nuevo retrato funciona a la perfección en una obra trabajada y pulida, con un lenguaje elaborado y preciso, casi elíptico, que le valió a Mantel el premio Man Booker y unas cifras de ventas nada desdeñables. La recepción de la novela de Mantel (que parece que será continuada en los próximos años, siendo una primera parte de argumento inconcluso) va mucho más allá de la simple crítica positiva, convirtiendo a Mantel en uno de los nombres clave de los últimos años. Pocas veces ha conseguido una obra histórica tal prestigio para su autor (Mantel es, además, Comendadora del Imperio Británico, es decir, tiene el título de Dama, uno de los más altos honores concedidos por la monarquía británica).

Recientemente también ha acaparado gran atención la figura de Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique, con la que estuvo casado más de veinte años, y no es para menos. Queda bastante claro que de haber aceptado tranquilamente Catalina la anulación de su matrimonio y haberse retirado como reina, dejando que Ana Bolena ocupase su lugar, los ingleses se habrían ahorrado años de sangrienta persecución de defensores de la fe católica, además de detractores del propio rey: Catalina era una reina muy popular y el pueblo británico no se tomó el comportamiento de Enrique de buenos modos. El orgullo de Catalina, su inquebrantable fuerza de voluntad y su resistencia a abandonar su título de reina, suyo por herencia y mérito, son rasgos de su personalidad y biografía que han fascinado a muchos y que se ven reflejados en numerosas obras, entre las que destaca en estos momentos Catherine of Aragon, de Giles Tremlett, un estudio minucioso de la reina española que supo conquistar el corazón de los ingleses. De cualquier forma, siguen apareciendo de manera constante novelas y biografías de todo tipo ambientadas en la época y, aunque pase la moda, no dejarán de venderse obras basadas en uno de los momentos históricos más interesantes de toda Europa.

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Enrique VIII, una inagotable fuente de inspiración (I)

AutorGabriella Campbell el 1 de junio de 2011 en Divulgación

Ana bolena

Uno de los géneros que mayor salud goza en estos momentos en el Reino Unido es el histórico. Concretamente, se ha instalado una moda literaria asociada con la época regida por Enrique VIII, ese monarca infame por haber tenido nada más y nada menos que seis esposas.

Para los españoles es también una época de la que se ha escrito largo y tendido, ya que hablamos del imperio en el que no se ponía el sol, aquel apadrinado primero por los Reyes Católicos y después por Carlos I y Felipe II, con hechos tan significativos como la conquista americana o la derrota de la Armada española. La narración que rodea este periodo está llena de imaginación y fantasía, pero también de relatos bien documentados, interesados ante todo en reflejar la realidad de su momento.

Si para los españoles uno de los personajes más evocadores es el de Juana I de Castilla, también conocida como Juana la Loca, como muestra nuestro acervo literario y cinematográfico, los ingleses han demostrado siempre interés por el peculiar carácter de Ana Bolena, la mujer que muchos consideran responsable de la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica. Aunque se han aportado numerosas razones políticas y culturales para dicho cisma, entre ellos el poder y la influencia que ya tomaban los seguidores de Lutero, parece que fue básicamente el deseo del caprichoso Enrique VIII, que ya había sido amante de la hermana de Ana, María, el que puso la isla en total desorden para poder anular su matrimonio con la española Catalina de Aragón, su primera esposa y madre de su hija María. De haber agachado sumisamente la cabeza y haber aceptado pacíficamente la separación, Catalina habría podido evitar todo el embrollo posterior, pero ésta era, no lo olvidemos, hija nada más y nada menos que de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y tía del todopoderoso Carlos I de España y V de Alemania. Además, todas las pruebas apuntan a que Catalina amaba de veras a su marido, y es muy probable que creyese que Ana era simplemente un capricho más de los tantos que Enrique había paseado ya ante sus ojos. La diferencia entre Ana y las demás, sin embargo, era que ésta supo negarle a su soberano su cuerpo hasta que obtuviera su mano en matrimonio. El rey inglés, al que nunca se le había negado nada hasta la fecha, no supo contenerse.

Es una historia llamativa, pasional, que recientemente hemos visto retratada hasta la saciedad, en multitud de obras más o menos novelizadas, más o menos históricas. Por mencionar sólo unas cuantas, ahí tenemos El diario secreto de Ana Bolena, de Robin Maxwell, La otra Bolena, de Philippa Gregory o La reina de la sutilezas de Suzannah Dunn, pero lo cierto es que sobre la figura de Bolena se ha escrito casi ininterrumpidamente desde su muerte. Según la obra, Ana aparece bien como una malévola femme fatale manipuladora, bien como una heroína feminista. A toda esta afición por la figura de Bolena y de sus contemporáneos contribuye, además, la popularidad de la serie televisiva de Los Tudor, que muestra a actores tan conocidos como Jonathan Thys Meyers en el papel de Enrique VIII, o al mismísimo Peter O’Toole interpretando al Papa Pablo III.

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Salen a la luz veinte relatos desconocidos de Anthony Burgess

AutorGabriella Campbell el 22 de mayo de 2011 en Noticias

Naranja Mecánica

Si menciono el nombre de Anthony Burgess, es posible que un gran porcentaje de lectores (o de interlocutores, si estoy en una conversación), no sepan de quién estoy hablando. Pero si digo La naranja mecánica, diría que más del 90% de los que me escuchan o leen sabrán inmediatamente a qué me refiero, y que las polémicas imágenes de la película de Kubrick salten de repente a su mente.

El tópico del sótano repleto de cajas llenas de escritos no publicados salta de nuevo a la palestra, y en el caso de Burgess, que si bien es conocido sobre todo por La naranja mecánica, que a su vez es conocida por la adaptación cinematográfica de Kubrick, fue un escritor (y músico) bastante prolífico, se han descubierto recientemente en dichas cajas hasta veinte relatos inéditos. Tras la muerte de su viuda, Liana, la Fundación Internacional Anthony Burgess heredó el contenido de tres casas donde había vivido la pareja, en Londres, Mónaco e Italia, y se ha dedicado durante los últimos cuatro años a revisar el material encontrado. Y no es poco material, entre este contenido hallamos unos cincuenta mil libros, y veinte mil fotografías, sinfonías, poemas y guiones de televisión y cine. Entre los guiones encontrados, algunos sin terminar, otros terminados pero rechazados por productoras y cadenas de televisión, hay proyectos sobre la vida de Atila el Huno o de Sigmund Freud, además de una obra de teatro sobre Houdini que creó con Orson Welles. Parece ser, además, que Burgess tenía la costumbre de escribir relatos, guardarlos y olvidarse de ellos; el infatigable artista publicó 33 novelas en vida, además de ser crítico, guionista y compositor. Entre los papeles encontrados también han aparecido sus primeras composiciones, el guión original de La naranja mecánica (que Kubrick rechazó, prefiriendo escribirlo él mismo), una composición de ballet sobre la vida de Shakespeare y un musical sobre Trotsky. O por lo menos esto es lo que le aseguró Will Carr, director de la fundación, al periódico británico The Guardian, afirmando además que parte de esta producción se publicará el año que viene de manos de la propia fundación. Parece ser que han encontrado también el guión para una película sobre Napoleón que iba a ser dirigida también por Kubrick, y una de las composiciones descubiertas está ya en manos de la Orquesta Filarmónica de la BBC.

Y una vez más se nos viene a la cabeza esa eterna duda, la misma que preocupa a todos los herederos de un gran artista (o por lo menos a aquellos que tengan un mínimo de ética). ¿Es correcto compartir con el mundo material cuyo autor posiblemente habría rechazado? ¿Es lícito publicar relatos que a lo mejor el propio Burgess preferiría no haber escrito siquiera? Por otro lado, de no haber sido por la iniciativa de dichos herederos, no tendríamos a nuestra disposición algunos de los mejores escritos de la historia de la literatura. Tendremos que confiar en una fundación que, presuponemos, conoce lo bastante la figura y la obra de Burgess como para tomar esa decisión de manera consecuente.

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Portadas de otros tiempos

AutorGabriella Campbell el 20 de mayo de 2011 en Divulgación

Portadas Pulp

Ya hemos hablado en alguna ocasión en Lecturalia del singular encanto de los diseños de cubierta de determinados géneros, sobre todo de aquellos que gozan de más de treinta años de edad. En particular, hablamos de géneros tradicionalmente asociados con cubiertas extrañas y espléndidas, como en el caso de la ciencia ficción, la literatura romántica o el thriller detectivesco. Hablamos, en general, del pulp fiction del pasado.

Probablemente el momento más representativo de este tipo de portada kitsch y, a la vez, entrañable, sea el que acompaña al nacimiento del libro de bolsillo. En concreto, el libro de bolsillo estadounidense apareció allá por el año 1939, deleitándonos la vista con imágenes coloridas, tipografías chillonas, mujeres carnosas y hombres serios con pistola. Todo esto ha querido recogerlo la página web Bookscans, que lleva años recopilando escaneos de libros de bolsillo publicados en Estados Unidos entre 1939 y 1960 (aunque de manera más reciente ha comenzado a aceptar escaneos más cercanos a nuestro tiempo, siendo la principal regla actual que se acepta cualquier portada de libro de bolsillo con por lo menos treinta años de edad). La web se actualiza poco (tres veces al año, en febrero, junio y octubre), pero cuando se hace es para incluir un número inmenso de escaneos (hoy en día cuenta con más de 50000 imágenes). Dividida en categorías, la página se centra especialmente en títulos que han ido cambiando sus portadas a lo largo de múltiples reediciones, en obras cuyas portadas y contraportadas se hallan compuestas por una sola imagen, en interpretaciones de diferentes artistas de los mismos títulos, y otras curiosidades por el estilo. Aunque los escaneos no tienen una gran calidad (están pensados simplemente para mostrar la evolución del libro de bolsillo estadounidense), no tienen derechos de autor y se encuentran por tanto libres para que podamos disfrutarlos plenamente, incluirlos en proyectos de ilustración, imprimirlos, etc. También hay cierto trabajo de restauración, ya que generalmente los colaboradores suelen realizar algunos arreglos en escaneos de libros en mal estado.

A pesar de que la última actualización de contenido de la página fue reciente, en febrero de este año, es indiscutible que la web necesita una actualización también de diseño y usabilidad. Una base de datos de esta envergadura necesitaría toda una selección de herramientas de búsqueda y visionado. Sin embargo, teniendo en cuenta que se trata de un proyecto llevado por una sola persona, que depende de la colaboración desinteresada de otros aficionados a este tipo de libros, no es de extrañar que tenga sus limitaciones. Sea como sea, estamos ante una fuente fabulosa de información para los amantes del diseño y los bibliófilos aficionados al libro popular de antaño. Es precisamente esta calidad de “popular” y de “comercial” lo que diferencia a estas obras, ya que una de las condiciones para incluirlas es que su precio original ronde los 30 céntimos de dólar, evitando así la inclusión de obras de calidad superior que, probablemente, disponían de mejores ilustradores y diseñadores, perdiéndose en éstos la característica imagen “pulp” que definía la obra en bolsillo de aquella época.

Lo que es innegable es que lo retro está de moda. Esta web puede encontrarse a través de las fuentes más inesperadas, como por ejemplo páginas de diseño y coolhunting, que la recomiendan como inspiración para interiores vintage. Muchas de las imágenes tienen un atractivo que puede darle un toque innovador y distinto a una habitación cualquiera, una combinación de colores que puede iluminar una casa, o todo un surtido de referencias a la moda de la época, de gran interés para diseñadores de ropa y complementos.

El retrato de Dorian Gray, sin censura

AutorGabriella Campbell el 9 de mayo de 2011 en Noticias

Dorian Gray

Tras 120 años, se publica finalmente la versión original, no censurada, de la única novela publicada de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. La historia de Dorian, llevada al cine en varias ocasiones (recordemos su aparición en La liga de los hombres extraordinarios, interpretado por Stuart Townsend para la versión dirigida por Stephen Norrington, basada en la novela gráfica de Alan Moore; o la más reciente Dorian, un thriller dirigido por Oliver Parker, o incluso la obra de terror de Allan A. Goldstein de 2004) narra la vida y tribulaciones de un joven muy bello, que gracias a un cuadro que guarda en su ático y que representa su auténtica edad, tanto en años como en experiencia, no envejece ni muestra en su rostro el peso de las maldades que ha cometido. Las numerosas acciones de moral discutible del protagonista ya hicieron de la obra original presa de las tijeras de la censura, pero fue sobre todo el implícito contenido homosexual el que provocó más cortes.

Finalmente, sale a la luz la obra tal como la escribió Wilde. Originalmente, la novela se publicó como folletín, de manera periódica en la publicación Lippincott’s Monthly Magazine, y ya entonces el editor, J. M. Stoddart, había suprimido párrafos completos que consideraba indecentes. Para la edición como libro en 1890, la editorial Ward, Lock, and Company tomó la decisión de eliminar y cambiar aquello que todavía quedaba en la obra que fuese intolerable para la moral de la época. La admiración homoerótica del pintor, Basil, por el protagonista, Dorian, es más que palpable en la versión recortada, y esto teniendo en cuenta que se suprimieron varias referencias, tales como “Es bastante cierto, le he consagrado a usted un sentimiento más intenso de lo que un hombre debería sentir por un amigo” (“It is quite true I have worshipped you with far more romance of feeling than a man should ever give to a friend”). Pero no fue sólo el homoerotismo lo que escandalizó a sus censores, ya que la palabra “mistress”, en referencia a las amantes femeninas de Dorian, también fue eliminada. Aunque estos datos no eran del todo desconocidos en el ámbito especializado, no ha sido hasta ahora que alguien se ha tomado la molestia de volver a editar la obra tal y como Wilde la produjo hace más de un siglo. En este caso, es gracias a la labor de la editorial de la Universidad de Harvard, la Harvard University Press, que producirá una versión original comentada.

Curiosamente, algunos opinan que esta nueva versión, que retorna al original de Wilde, no es mejor que la recortada. Algunos críticos, tales como Brooke Allen, que analizó el nuevo (o viejo) texto para la web de Barnes and Noble, insisten en que debería leerse esta versión como complemento a aquella que hemos heredado a lo largo de los últimos 120 años, no como sustituto. Allen comenta que el retorno al material del autor no significa, realmente, un perfeccionamiento estético, y que estos recortes, en algunos casos, sirvieron de hecho para mejorar el texto original.

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