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Gabriella Campbell (Página 26)

Cuando los archienemigos se convierten en amantes: el peculiar caso del matrimonio entre la literatura y la televisión

AutorGabriella Campbell el 10 de enero de 2012 en Divulgación

Televisión y libros

Quién no recuerda aquella conocida frase de Groucho Marx: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. Parece que desde siempre la televisión ha sido antónima de cultura, de conocimiento, mientras el libro se ha considerado parangón del aprendizaje. Del mismo modo, el formato largo y elaborado de la novela es muy distinto a la entrega rápida e inconsecuente de la serie de televisión. Hasta ahora, claro.

Ya hemos hablado aquí en Lecturalia de algunas adaptaciones planeadas por el canal estadounidense HBO, que ya ha tenido en sus manos, con un éxito indiscutible, obras maestras de la televisión como Deadwood o Juego de tronos, al igual que planea adaptar a la pequeña pantalla a grandes nombres de la literatura contemporánea como Jonathan Franzen (Las correcciones) o Neil Gaiman (American Gods). No es casualidad que HBO siga apostando por las adaptaciones literarias, incluso con producciones orientadas a un público un poco más joven (True Blood). No se trata sólo de contar con una fuente casi inagotable de material, sino de percatarse de que adaptar no sólo el argumento sino también el ritmo de una novela produce, con frecuencia, resultados espectaculares. En Juego de tronos, la atención al detalle es tan obsesiva como en la obra de Martin, y la ambientación igual de meticulosa, pero es el enredo lento y complejo de personajes el que nos absorbe, el hecho de que la acción transcurra de una manera distinta a la habitual, totalmente al servicio de los personajes, como ocurre en otras series de la misma cadena (Carnivale, Roma) o de otras similares como Showtime, que también cuenta con adaptaciones de libros de gran éxito (ahí tenemos la tenebrosa Dexter). Por primera vez, nos encontramos con creaciones televisivas donde por fin los protagonistas son los propios personajes, que se definen a través de sus actos, sus gestos y su diálogo, apoyados por un cásting que antepone la calidad a la fama y popularidad de sus intérpretes.

En España no solemos tener tanta suerte con las adaptaciones de libros para televisión, pero la influencia estadounidense es poderosa y sin duda nos encontraremos pronto con algún amago imitativo. Ya hay ejemplos de libros y series que interactúan con relativo éxito comercial, como es el caso de la serie de libros de Águila roja de Andrés Carrión, ambientada en la serie televisiva homónima, y de series nacionales basadas en libros de éxito, como ocurrió en su momento con Celia, inspirada por los libros infantiles de Elena Fortún, o con Cañas y Barro (basada en la obra de Blasco Ibáñez), ejemplos que han gozado de una gran respuesta del espectador sin ofrecer necesariamente una calidad óptima. Esperemos que, tanto en nuestra televisión como en otros canales que se atreven con producciones narrativas propias, podamos disfrutar en el futuro de cada vez más creaciones de calidad que nos acerquen más a la escritura de talento y a las adaptaciones íntegras. Un matrimonio de éxito entre la novela y la serie de televisión sería, sin duda, de un provecho incalculable para todos los amantes de la buena narración, tenga esta el formato que tenga.

Así que aprovechamos una vez más para preguntar a nuestros lectores: ¿Qué grandes obras te gustaría ver llevadas a la televisión? ¿Y cuáles de las adaptaciones televisivas del presente o del pasado han estado a la altura, a tu juicio, de la novela en la que se basaban?

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Libros antiguos y usados, ¿guardar, destruir, reciclar?

AutorGabriella Campbell el 9 de enero de 2012 en Divulgación

Postales literarias

Hace poco hablábamos de diversos usos poco convencionales que podían darse a los libros. Uno de los ejemplos fue el reciclaje del libro como obra de arte (recientemente he encontrado otro ejemplo espléndido de esta faceta artística, en manos del escultor de libros Guy Laramee). En esta misma línea, en un blog de diseño se publicó recientemente un artículo sobre cómo convertir libros no deseados en tarjetas postales, dándoles así una nueva vida. Podéis encontrar el artículo en concreto en la web Apartment Therapy, una página enfocada al diseño de interiores y a la creatividad. Lo que me llamó realmente la atención del artículo, y lo que su autor probablemente no se esperaba, fue la avalancha de comentarios negativos respecto a su idea. Para muchos, la idea de destruir un libro, aunque sea para reciclarlo de una manera tan original, era inconcebible. Muchos de vosotros expresasteis también sorpresa en mi artículo de Lecturalia sobre la marginalia, o la costumbre de escribir (¡sí, incluso con bolígrafo!) en los márgenes de los libros.

El debate que se generó al hilo del artículo de Marginalia fue interesante, más que nada porque todos expresaban puntos de vista válidos: por un lado, había quien consideraba que escribir en un libro era mancillarlo y estropearlo, por otro había quien pensaba que enriquecía el contenido y la propia lectura de la obra. Imaginad que aplicásemos el mismo debate al hecho, ya no de escribir en los márgenes de los libros, sino de transformarlos completamente, ya sea para crear una obra artística, ya sea para darle una vida nueva como proyecto rudimentario, como en el caso de las tarjetas postales. Por un lado, parece un crimen estropear de esta manera un libro, pero por otro… ¿qué hay de la cantidad de libros que todos los años se convierten en pulpa, se queman, o acaban en los vertederos? ¿No se merecen, acaso, la bondad de una nueva vida? A la hora de destruir un libro para concederle un nuevo uso, nadie implica que debamos romper a tiras una obra favorita o un ejemplar valioso. ¿A cuántas personas conocéis que en vez de regalar o donar sus libros sobrantes simplemente los tira a la basura? Muchas bibliotecas, editoriales y librerías se quejan de acabar con almacenes llenos de libros que ya han agotado su vida útil, y el simple hecho de buscar a quién revender estos libros, o a quién y cómo donarlos, es un proceso con frecuencia muy frustrante. Por otro lado, todos tenemos algún libro que consideramos de valor nulo, algún superventas de baja calidad que no encontrará nunca una salida a su estado inamovible de decoración de estantería.

¿Qué opináis vosotros? ¿Merece la pena destruir un libro si de éste nacerá algo bello o útil? ¿O consideráis que todo libro es sagrado y debe conservarse? ¿Qué ideas se os ocurren para reutilizar esas obras que ya no caben en vuestras estanterías? Como siempre, esperamos vuestras respuestas en los comentarios.

Extraños usos para un libro

AutorGabriella Campbell el 7 de enero de 2012 en Divulgación

El 21 de diciembre de 2011, en el vuelo entre Washington DC y Chicago, un pasajero fue detenido por llevar encima un libro muy especial, titulado Ninja. El guerrero sombra. Lo realmente extraordinario de esta obra, más allá de su contenido textual, resultó ser su contenido físico: el libro había sido vaciado para portar dos peligrosos cuchillos arrojadizos.

No es la primera vez que nos encontramos con un uso poco habitual del libro común. Aunque no estamos a favor de utilizar los libros como compartimentos secretos donde guardar armas blancas, puede ser una opción divertida simplemente para esconder cualquier objeto privado o incluso como regalo original. En Youtube pueden encontrarse vídeos que nos explican cómo vaciar un libro para utilizarlo como recipiente:

El uso del libro como objeto o material artístico es frecuente y produce auténticas joyas (sólo hay que ver el trabajo que realizan con recortes los artistas Sue Blackwell, o Thomas Allen, que se especializa en la ficción pulp para crear sus puestas en escena de género negro), pero podemos darle también una utilización más cotidiana y práctica. Podemos convertirlo en bolso, por ejemplo:

O también en un práctico mueble. Pueden encontrarse mesas, sillones, lámparas e incluso estanterías creadas con libros, y hay quien hace árboles de Navidad. Con todo, el libro rey para aplicaciones alternativas es, por supuesto, la guía telefónica. Al fin y al cabo, ¿qué hacer con una cantidad tan grande de papel cuyos datos expiran de un año para otro? Hay usos pequeños y sencillos como la creación de lacitos para regalos o como papel de envolver, y cualquiera que haya limpiado una ventana habrá probado el truco, bastante eficiente, de utilizar papel de guía telefónica, de revista o de periódico. Otros usos más complejos, de guía telefónica o de cualquier tipo de papel, se refieren a la moda. En esta ronda de fotos de Flickr podéis encontrar un ejemplo muy elaborado de las posibilidades de una guía telefónica completa, diseñado y producido por una estudiante de arte.

Y no podemos olvidarnos del libro, y del arte asociado a éste, en lo que se refiere al acto de protesta. En Edimburgo ha surgido un artista que ha dejado un rastro de pequeñas esculturas creadas de libros, posiblemente como respuesta a los recortes presupuestarios dedicados a bibliotecas y a otros centros relacionados con la literatura. Las piezas son auténticas muestras de amor por el arte y el libro y han ido apareciendo a lo largo del año a las puertas (o en el interior) de diferentes centros que se dedican a la promoción y conservación del libro. El artista permanece en el anonimato, y deja pequeñas notas junto a sus regalos, generalmente con palabras de agradecimiento por la labor del centro agasajado, además de una extraña fijación con el escritor Ian Rankin. Sólo se sabe, por sus propias notas, que se trata de una mujer. En el blog del “paparazzi literario” escocés Chris Scott pueden encontrarse numerosas imágenes de las obras regaladas, además de información sobre qué han hecho los centros con sus presentes.

El mejor regalo para un escritor

AutorGabriella Campbell el 3 de enero de 2012 en Noticias

Regalo para escritor

Siempre hablamos de regalos para lectores. Hablamos de obras, de lectores electrónicos, de ediciones especiales y de cuándo no regalar libros. ¿Pero qué hay del escritor? ¿Qué deberíamos regalar a nuestros allegados escritores en estas fechas de presentes y obsequios, en las que agasajamos a nuestros seres más queridos?

La respuesta más sencilla es el propio libro. Todo escritor es, por deducción lógica, un ávido lector (o debería serlo), por lo que un libro será seguramente un buen regalo. Por otro lado, puede ser complicado escoger el libro adecuado, ya que el escritor suele ser un lector exigente (además de gozar de una biblioteca bastante completa). Así que podríamos plantearnos algunas opciones igual de interesantes, pero bastante más originales:

Un lector electrónico. Puede parecer una elección obvia, pero la posibilidad que ofrece el e-reader para realizar anotaciones y corregir sobre el propio texto de uno es algo que hará las delicias de cualquier escritor meticuloso.

-¿Y si regalamos algo no físico, algo que un escritor suele necesitar más que ninguna otra cosa? Hablo de tiempo. Regálale tiempo a un escritor. Ofrécete a limpiarle la casa, hazle un vale como canguro para que pueda disponer de unas cuantas horas sin niños, permítele alojarse unos días en tu propio hogar mientras te ocupas de proporcionarle todo lo que necesita: comida, orden, paz y tranquilidad.

-Puedes ir más allá y ofrecerle un retiro. Un viaje o estancia en un lugar relajado, apartado, donde no tenga que hacer nada más que escribir. Un spa, una casa rural, un alquiler en la playa. Nada como escribir perdido en las montañas o frente a las olas del mar.

-También puedes cubrir los gastos de algún curso o taller para perfeccionar su técnica. Infórmate antes de qué tipo de clases se ofrecen en tu ciudad y cuáles serían adecuadas para las necesidades de tu escritor. Procura que no parezca un insulto (ofrecerle un curso titulado “Aprende a escribir” puede no entrar bien, de primeras, a un escritor más o menos consumado).

-Hay software que puede hacerle la vida un poco más sencilla a un autor. Puedes obsequiar una suscripción a Freedom, por ejemplo, ese programa que te desconecta de Internet para obligarte a concentrarte en tu escritura. Como a muchos autores les ayuda escribir con música de fondo, también puedes ofrecerles una suscripción a algún programa de música como Spotify o Last.fm.

-Siempre nos quedarán los regalos más tradicionales, asociados con el arte de escribir a mano, como los cuadernos de lujo tipo Moleskine o Paperblanks y las plumas. La elegancia tampoco tiene que estar reñido con lo tecnológico, y las memorias USB, ideales para llevar la obra de uno siempre encima, ofrecen modelos muy originales y elegantes.

-Dependiendo del escritor, a más de uno le hará ilusión recibir como regalo la edición de su propio libro. Regalarle a un escritor un ejemplar de su propia obra, o incluso una pequeña tirada, está a disposición de los más solventes a través de la autoedición. Tal vez este no sea un presente para todos los gustos, pero para escritores inéditos o que están empezando puede ser un obsequio ideal.

Y tras todo lo anterior, una reflexión. Para el escritor el mayor placer es que lo lean, que expresen interés por su obra. Puede que el mejor regalo que puedas hacerle a un escritor estos días es comprar su obra y hablar de ella a todos tus amigos y conocidos, proporcionándole opiniones positivas en todos los lugares que puedas (sobre todo en comunidades de libros como Lecturalia) y compartiendo su obra en las redes sociales.

Cultura y Ciudad

AutorGabriella Campbell el 23 de diciembre de 2011 en Divulgación

Libros - Ciudad

¿Qué es lo que hace que una ciudad sea “cultural”? ¿Qué es lo que hace que una ciudad tenga fama de intelectual, de culta, más aun, qué es lo que hace que sea una ciudad literaria? En nuestro artículo sobre las ciudades más literarias basado en la selección que realizó National Geographic, descubrimos que las ubicaciones literarias por excelencia eran aquellas que incluían rutas turísticas dedicadas a escritores famosos (algunas más alcohólicas que otras), librerías gigantescas y espectaculares ferias del libro. Pero, si reflexionamos sobre ello, ¿no sería el número de lectores visibles un factor fundamental? ¿De qué sirven las casas-museo de escritores si no hay interés manifiesto de los ciudadanos por la lectura?

Esto es algo que ha tenido muy en cuenta Chris Gilson, un investigador de la London School of Economics, que en un concurso reciente de ideas para la ciudad de Londres expresadas a través de Twitter, sugirió la creación de una red de intercambio de libros en las más de 700 estaciones de tren y de metro que existen en la inmensa urbe londinense. La sugerencia ha tenido una muy buena acogida por parte del alcalde, Boris Johnson, que ha asegurado que se intentará llevar a cabo para coincidir con las Olimpiadas del 2012, que se celebrarán en Londres. Aunque la capital británica ya es, de por sí, una de las ciudades más relevantes del mundo de la literatura, Johnson quiere afianzar su imagen de ciudad lectora animando a los habitantes a intercambiar sus ejemplares, favoreciendo también de esta manera el reciclaje de libros que, de otro modo, podrían acabar en la basura. Debido a las restricciones actuales de los ebooks y sus lectores electrónicos, el acto de compartir sigue siendo un terreno propio del libro en papel, y una red oficial de préstamo social (máxime en un entorno propicio como es el transporte público, lugar de lectura principal para una gran cantidad de viajeros que aprovechan el paréntesis de tiempo que ofrece el tren o el metro para avanzar con una buena obra) impulsaría la ya pujante afición de los londinenses por la lectura en movimiento. La idea no es original: ya existen algunos de estos puestos de intercambio, pero se reducen a tres, y Gilson pretende que todas las estaciones tengan su propio punto de lectura. Esta nueva vida para los libros podría servir de ejemplo para otras grandes ciudades, y por otro lado otorga a esta en concreto una imagen poderosa de cultura y amor por lo literario, muy conveniente para unas Olimpiadas, evento en el que la ciudad anfitriona se halla siempre bajo el más estricto escrutinio. Eso sí, Johnson ha dejado muy claro que la idea se desarrollará siempre que no le cueste ni un penique a los contribuyentes, así que como Gilson no se ponga a reclutar twitteros voluntarios o surja alguna empresa privada que vea alguna forma de rentabilizar el proyecto, es posible que una buena idea se quede simplemente en eso, en una buena idea.

Los libros de Lecturalia en 2011 (y V)

AutorGabriella Campbell el 19 de diciembre de 2011 en Noticias

Método - Juli Zeh

Seguimos con nuestra lista particular de libros favoritos. Como en el artículo anterior, hemos preguntado a diferentes profesionales del mundo de la literatura para conocer sus recomendaciones acerca de los títulos que más les han llamado la atención de este año que termina. En esta ocasión, tenemos la aportación de Javier Ruescas, escritor de novela juvenil, conocido por obras como Tempus fugit o Los cuentos de Bereth, y del traductor Manuel de los Reyes, que ha adaptado a nuestro idioma obras tan conocidas como La chica mecánica de Bacigalupi o El rebaño ciego, de John Brunner.

Javier nos ha confeccionado una lista ambientada, sobre todo, en el género en el que se especializa. Encabeza su lista La sombra de la luna, de José Antonio Cotrina, obra de la que dice: “en mi opinión, un desenlace épico para una de las mejores sagas que ha dado el género juvenil fantástico español”. Por otro lado, también menciona Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, de Annabel Pitcher, “un conmovedor relato sobre la familia, el primer amor y el valor para enfrentarse a los prejuicios”; Divergente, de Veronica Roth, “una distopía cargada de acción trepidante, personajes fuertes y emoción a raudales”; Bendecida por la sombra, de Richelle Mead, “tercera parte de una gran saga juvenil, con un ritmo trepidante y un argumento más que adictivo”; y Zafiro, de Kerstin Gier, “segunda parte de esta original trilogía alemana sobre viajes en el tiempo, romance y adolescentes que ningún lector de juvenil debe perderse”.

Por otro lado, el traductor Manuel de los Reyes nos habla de libros que aún no se han traducido al español, y que esperamos ver pronto en nuestras librerías habituales. Estos son Who Fears Death?, de Nnedi Okorafor (que Manuel describe como “la historia de un viaje iniciático, tanto físico como espiritual, con un Sáhara posapocalíptico como telón de fondo”); Of Blood and Honey, de Stina Leicht (“irresistible mezcla de tradición feérica y repaso histórico a los conflictos que sacudieron Irlanda en los años setenta”); y God’s War, de Kameron Hurley (“contundente crítica al fundamentalismo y la intolerancia en todas sus formas, amenizada por una espectacular trama de aventuras”). En cuanto a las que sí podemos leer en nuestro idioma, el título predilecto de Manuel es El método, de Juli Zeh, que define como “una distopía que nos traslada a un futuro no muy lejano en el que las autoridades velan por la salud de la población… tanto si a ésta le gusta como si no”. Añade que: “Aunque la trama languidezca en los compases finales, las extrapolaciones sociopolíticas de esta sátira contemporánea se bastan para revestirla de un atractivo especial”. Pero si tuviera que recomendar un solo título publicado en 2011, Manuel mencionaría Brave New Worlds, la antología recopilada por John Joseph Adams; “un espectacular compendio que aglutina varios de los mejores relatos de ciencia-ficción de las últimas décadas”.

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Los libros de Lecturalia en 2011 (IV)

AutorGabriella Campbell el 16 de diciembre de 2011 en Noticias

Constatación brutal del presente

Ya que en Lecturalia os hemos ofrecido algunas recomendaciones nuestras acerca de libros interesantes que hemos leído durante el 2011, también hemos querido traeros la lista de otras personas, los títulos que más han llamado la atención a lectores profesionales, aquellos que trabajan en el amplio mundo de la literatura, ya sea como profesores, escritores, traductores, etc. Queremos ofreceros un pequeño menú de degustación escogido por aquellos que, en todos los aspectos de lo literario, se sumergen a diario en el apasionante mundo del libro.

Anika Lillo, conocida por su multitudinaria web Anika entre libros, lee hasta el agotamiento, y confiesa que le resulta complicado elegir sólo cinco títulos para nuestra selección. Además, cuatro de los cinco títulos que recomienda son de autores hispanohablantes: Cuaderno de noche, de Inka Martí, que narra sueños de la autora; El lector de cadáveres, de Antonio Garrido, una novela histórica basada en el primer forense de la China medieval; El comandante, de Jürg Amann, biografía novelada basada en las notas de Rudolf Höss, comandante de Auschwitz; Tom Z. Stone, de J. E. Álamo, una de género negro ambientado en la serie Z de la editorial Dolmen; y Noches de sal, un thriller de David Mateo con aspectos sobrenaturales.

Por otro lado, Fernando Ángel Moreno, profesor de Teoría del lenguaje literario de la Complutense de Madrid, también apunta unos cuantos títulos de autores españoles. Fernando Ángel ha leído pocos libros publicados en este año, ya que su trabajo le obliga sobre todo a leer libros muy anteriores, pero sí ha podido encontrar unas cuantas obras de este 2011 que quiere destacar porque considera que no han tenido el relieve que merecían, a pesar de que incluso han sido premiadas. Así, en cuanto a novelas inéditas, Punto de fisión, de David Torres le parece estupendamente escrita, y añade que “su mala leche y la excelente capacidad narrativa del autor ofrecen una lectura muy entretenida”. Pero, como novela española del 2011, reconoce una especial debilidad por Constatación brutal del presente, de Javier Avilés, que define como “un magnífico experimento narrativo que combina la ciencia ficción con la teoría literaria de manera brillante”. Entre los ensayos, opta por el de David Roas: Tras los límites de lo real. También nos recomienda un cómic: Neonomicón, de Alan Moore, por los numerosos niveles de lectura que ofrece. Por último, en el capítulo de las reediciones, no puede dejar escapar la nueva edición de En las montañas de la locura, la novela de Lovecraft, de la que destaca la excelente introducción de Vicente Molina Foix.

Por parte de Raúl Quinto, escritor conocido sobre todo por su faceta poética, las recomendaciones son también muy interesantes. Raúl coloca a los cinco siguientes entre sus preferencias en lo que se refiere a lecturas del 2011: Porno ficción, de Diego Doncel, Diario anónimo, de José Ángel Valente, Poesía completa de Javier Egea (edición de Bartleby Ediciones), La novia de King Kong de David Mena (cuyo manuscrito obtuvo el primer premio del Certamen Andalucía Joven de Narrativa de 2010), y Reacciona, un compendio de artículos de varios autores (entre ellos nombres como Baltasar Garzón o José Luis Sampedro) que pretende analizar la situación política actual.

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El manuscrito rechazado

AutorGabriella Campbell el 15 de diciembre de 2011 en Divulgación

Manuscrito rechazado

A pesar de lo que podría parecer, el editor medio no suele ser un ente infalible, y es de conocimiento común que algunos de los mayores clásicos del canon actual fueron, algunos más y otros menos, rechazados en su momento por alguna editorial. Las razones eran variadas, pero generalmente se debían a la imposibilidad, ya fuera por razones de rentabilidad o de censura, de publicar ciertas obras con conceptos novedosos o incluso escandalosos, y, con sorprendente frecuencia, también a la incapacidad de los encargados de la lectura de manuscritos (llamémosle ignorancia, cerrazón mental o simplemente pereza). Así, C. S. Lewis, que os resultará familiar por las Crónicas de Narnia, fue rechazado más de 800 veces antes de conseguir que un editor invirtiera en su obra. ¡800 rechazos! Está claro que Lewis era persistente, y de no haberlo sido nos habríamos perdido una de las mayores y más influyentes sagas de fantasía de la literatura, y fue su obstinación lo que lo hizo grande, al igual que a Gertrude Stein, que dedicó 22 años de su vida a ser rechazada de manera constante por una larga lista de editores. Margaret Mitchell no tuvo que sufrir tanta humillación, pero su Lo que el viento se llevó tuvo que soportar 25 negativas, suficientes como para que hubiese metido sus folios en un cajón grande y hubiera seguido con su empleo de articulista en un periódico de su nativa Atlanta. Y por si no fuera suficiente sufrir el amargo trago del “no”, algunos tuvieron que lidiar con comentarios más que despectivos. El periódico The San Francisco Examiner le devolvió un texto a Rudyard Kipling, autor del aclamado Libro de la selva, con la respuesta “lo siento, Sr. Kipling, pero ud. simplemente no sabe utilizar la lengua inglesa”. Otro editor le aconsejó a F. Scott Fitzgerald que se deshiciera del personaje de Gatsby, y a George Orwell le aseguraron que “no se vendían las historias de animales”. Siendo justos, es posible que algunos editores realmente estuvieran velando por sus intereses económicos, Rebelión en la granja no tenía aspecto, por lo menos de primeras, de convertirse en un superventas; por otro lado en muchas casas editoriales la cantidad de manuscritos recibida es tan inmensa que es imposible leer a fondo y tratar con la consideración merecida todas las obras entrantes. Y también había quien velaba por su propia supervivencia, muchos editores preferían echarse atrás, con independencia de la excelencia de la obra, ante el temor a ser juzgados por obscenidad, como ocurrió con escritores como James Joyce o Nabokov.

Pero también habría que avisar al escritor en ciernes de que no siempre se trata de incompetencia editorial. Es posible, quién sabe, que ese manuscrito que te devuelven, una y otra vez, no sea una obra adelantada a su tiempo, sino simplemente una recopilación de basura repleta de fallos ortográficos y clichés narrativos que sólo podrá ver la luz bajo el amable resplandor de un sello de autoedición (por otro lado, autoeditarse es precisamente lo que tuvieron que hacer escritores de indudable calidad como Marcel Proust o Beatrix Potter, tras interminables negativas editoriales). A veces, la culpa sí es tuya.

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Los libros de Lecturalia en 2011 (III)

AutorGabriella Campbell el 14 de diciembre de 2011 en Noticias

En la corte del lobo

Siempre es complicado elegir libros de entre la marabunta que se adueña de la biblioteca, la mesita de noche e incluso del cuarto de baño de cualquier amante de la lectura. Y si tienes que elegir sólo cinco, puede ser una decisión complicada, más que nada porque es difícil no dejarse ninguna obra meritoria en el tintero. Lo más sencillo será, con seguridad, mencionar aquellos que, por una razón u otra, destacan en nuestra memoria. Aunque leo todo tipo de títulos, es inevitable que afloren las preferencias personales, por lo que veréis a continuación una mayoría de libros de corte fantástico.

El 2011 ha sido un año literario marcado por el polémico trabajo de concienciación del escritor de fantasía cómica anglosajón Terry Pratchett, cuya campaña a favor de la eutanasia no ha dejado indiferente a nadie. Este año han caído en mis manos varios de sus libros más recientes, como son I Shall Wear Midnight, Nación y Snuff, de los cuales sólo Nación está, en estos momentos, publicado en España. Mientras que Nación (no ambientada en Mundodisco) y Snuff mantienen la tónica habitual de Pratchett, sin presumir de grandes excelencias, I Shall Wear Midnight supera las entregas anteriores de la saga juvenil de Tiffany Aching, recordándonos la capacidad de Pratchett para adaptar los mitos y las leyendas y concederles una nueva vida, creando personajes entrañables y complejos.

Y sin salir del género de lo fantástico, dos de las obras más llamativas que he tenido el gusto de leer este 2011 han sido La chica mecánica de Paolo Bacigalupi, y Mirando a las estrellas, de A. F. Black, ambas muy atractivas por su exquisita ambientación y formación de personajes casi metafóricos. Sin embargo, donde el primero, loado por la crítica y cubierto de gloria promocional, no cumple su promesa de magnificencia, el segundo, de una manera mucho más tranquila y lenta, ofrece una narración completa y satisfactoria.

Este año ha sido, sobre todo, un año de relecturas y redescubrimientos. A principios del 2011 seguían en demanda las obras relacionadas con la figura de Enrique VIII y de los Tudor en general. Aparecían en todos los idiomas libros sobre Ana Bolena, su hermana María y demás amantes y esposas del rey inglés. No todas estas obras gozan de una gran calidad, siendo muchas de corte más romántico que histórico. Es por esto por lo que he repetido la lectura de la excelente En la corte del lobo, de Hilary Mantel, publicada este año en España por Destino, una fabulosa pieza de estilo original y meticulosa documentación, ganadora del Man Booker.

Pero el 2011 ha sido, ante todo, el año de George R.R. Martin. Ha sido el año en que, aprovechando la salida de Dance of Dragons (Danza de dragones) y de la serie Juego de tronos de la HBO, me he atrevido con la saga Canción de hielo y fuego. Y es tan espléndida, sorprendente y épica como me habían prometido.

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Escritores a la altura de sus personajes: Ian Fleming

AutorGabriella Campbell el 13 de diciembre de 2011 en Divulgación

Ian Fleming

Cabe la posibilidad de que nunca hayas oído hablar de Ian Fleming. Pero es casi imposible, a nivel internacional, que no hayas oído hablar nunca de James Bond. Aunque fueron las películas (y las inolvidables interpretaciones de actores como Sean Connery o Roger Moore) las que concedieron reconocimiento mundial al personaje, resulta que éste reflejaba, en alguna medida, la vida de su creador. Y no hablamos tanto del suave, caballeroso y taimado personaje interpretado por Timothy Dalton, sino más bien del brutal, peligroso e imperturbable personaje de Daniel Craig.

Antes de dedicarse a las novelas de espías, Fleming se dedicaba a, ¡sorpresa!, ser un espía. El Director de Inteligencia Naval de su nativa Inglaterra lo reclutó personalmente durante la Segunda Guerra Mundial. En poco tiempo ascendió a nada menos que Comandante, y era conocido por sus ingeniosos planes que pretendían, más que nada, confundir y enfadar al enemigo. Entre ellos destacó una estrategia por la que soldados británicos se hacían pasar por soldados alemanes heridos, asesinando luego a las tropas alemanas que acudían a rescatarlos, con la intención primordial de obtener documentos clasificados relacionados con la máquina Enigma, el famoso codificador que utilizaban los alemanes en sus mensajes secretos (para más información sobre Enigma y su equivalente británico, recomiendo la excelente novela Criptonomicón de Neal Stephenson). La operación nunca se llevó a cabo, para gran irritación del matemático Alan Turing y de los demás participantes en el proyecto. Fleming también formó parte de una importante operación de espionaje en España, llamada Goldeneye, que estableció su base en Gibraltar para poder reaccionar a tiempo en caso de que nuestro país decidiera alinearse con el Eje.

No contento con todo esto, Fleming se encargó de formar una unidad de asalto especial de 138 supersoldados que se especializaba en llevar a cabo todas esas actividades que tan bien se le daban al Sr. Bond (pero ante todo, lo que los diferenciaba de otros militares era que estaban entrenados para reconocer y proteger documentos e información importante). Tras la guerra, Ian se marchó a Jamaica a vivir la gran vida tropical, desde donde todavía confabulaba con los grandes políticos del mundo, en una residencia que le ofreció un ornitólogo llamado James Bond, que sería recordado por algo muy diferente a sus respetados libros sobre pájaros. Entre las propuestas más extravagantes de Fleming, destacaba aquella que presentó al propio presidente Kennedy (muy aficionado, por cierto, a las novelas de Bond): una campaña que desacreditara a Fidel Castro, utilizando la noción de que las barbas atraían la radioactividad, produciendo esterilidad. Parece ser, además, que el aspecto mujeriego del agente 007 también se inspiraba en la vida de Fleming, pero en 1952 finalmente abandonó sus costumbres de seductor de oro y se casó con la aristócrata Anne Charteris, con quien había tenido una relación atormentada desde hacía décadas, llena de celos, infidelidad y sexo sadomasoquista. En resumen, la realidad a veces supera la ficción, y por muy impresionantes que sean las aventuras de Bond, es interesante recordar que muchas de ellas estaban basadas en las experiencias de una persona muy real llamada Ian Fleming.

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