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Gabriella Campbell (Página 24)

Auster enfurece a Erdogan

AutorGabriella Campbell el 15 de febrero de 2012 en Noticias

Erdogan

Con motivo de la publicación de su más reciente (y muy esperado) libro, Diario de invierno, el escritor estadounidense Paul Auster ha estado planeando su gira mundial. Auster cuenta con lectores por todo el mundo, y su presencia será bienvenida allá por donde pase. Sin embargo, hay dos lugares donde ha dejado muy claro que no realizará presentaciones, debido a su actitud represiva respecto a escritores y periodistas: China y Turquía.

Aunque Turquía es uno de los países más populares de Oriente Medio, por su economía en desarrollo, su identidad musulmana o incluso su régimen democrático, la realidad es que se trata de un país donde hay encarcelados más de 100 periodistas y autores, todos conocidos por ser críticos con el sistema de gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan. A muchos de los encarcelados se les acusa de colaborar con grupos separatistas kurdos, pero es difícil negar que varios de estos nombres pertenecen a escritores y reporteros de reconocida valía a nivel internacional. La mayoría ni siquiera han sido condenados todavía, y debido al lentísimo ritmo de la justicia turca podrían pasar todavía mucho tiempo en prisión a la espera de juicio. El presidente turco, no obstante, se ha tomado la decisión de Auster como una afrenta personal, llegando a defenderse en un encuentro oficial con los miembros de su partido; Erdogan no entiende la actitud del escritor, niega que los encarcelados estén privados de su libertad por motivos políticos, y acusa al autor de Brooklyn de hipócrita, ya que no muestra escrúpulos a la hora de visitar Israel, país que, según Erdogan es una “auténtica teocracia”. La respuesta de Auster no se ha hecho esperar: “piense lo que piense el Presidente del estado de Israel, el hecho es que allí hay libertad de expresión y no se encarcela a los escritores y periodistas”.

Lo más sorprendente de todo esto no es la actitud de Auster, que ha sido en todo momento respetuosa y tranquila, sino la indignación del presidente turco que ha convertido el asunto en noticia internacional. Da mucho que pensar que un escritor, de una procedencia totalmente distinta y lejana de la del primer ministro, tenga la capacidad de soliviantar de tal manera a nada menos que al jefe de estado de un país. Erdogan se burló del escritor preguntándole si acaso Turquía perdería su prestigio si Auster no acudiera a presentar su libro, pero los analistas concluyen que en efecto, la decisión del escritor de evitar este país y las débiles excusas al respecto de Erdogan pueden debilitar de manera significativa la imagen del país frente a la prensa y política internacional, poniéndolo de nuevo en el eterno punto de mira de una Europa celosa de los derechos humanos. Por otro lado, los propios turcos deben de sentirse muy decepcionados, ya que el escritor estadounidense goza de su admiración: 26 de sus libros están traducidos al turco y la presencia del autor de Diario de invierno sería un valioso aporte para sus lectores.

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Amantes poco avispados

AutorGabriella Campbell el 14 de febrero de 2012 en Divulgación

Amantes Romeo y Julieta

¿Quién no conoce la historia de Romeo y Julieta? Chico conoce a chica, chico y chica se enamoran pero sus familias son adversarias, chico y chica acaban suicidándose por error. Seguramente la obra más conocida de Shakespeare, el drama de los amantes de Verona recupera la más excelsa de las tradiciones de la tragedia griega: el poder del destino, la ironía, y un final tan estúpido que produce en el público una sensación de frustración liberadora que los antiguos decidieron llamar catarsis. Al fin y al cabo, Romeo y Julieta no tenían que morir, su fallecimiento se debe a una serie de malentendidos absurdos que los conduce, quieran o no, al desastre.

Shakespeare se inspiró, a su vez, en una narración bastante más antigua, recogida por Ovidio en su Metamorfosis. Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios enamorados que o bien pertenecían a familias que, igual que los Capuleto y Montesco de Shakespeare, estaban enfrentadas, o simplemente no aprobaban la relación entre los jóvenes. Estos deciden huir, y de manera muy inteligente, se citan en un páramo asilvestrado por donde suelen andar fieras peligrosas. Llega primero Tisbe, quien se encuentra de frente con una leona y sale huyendo. La leona consigue arrancarle el velo, con el que juega y después abandona por el camino, dejándolo manchado de sangre (suponemos que de la propia leona o alguna presa recién devorada). Aparece Píramo y, sin más pistas que un velo ensangrentado, deduce que Tisbe ha muerto. Desesperado ante la noción de una vida sin su amada, se abalanza sobre su propia espada y se da muerte. Poco después, regresa a escena Tisbe y, al encontrarlo sin vida, toma la espada y la utiliza para suicidarse. De esto se deduce, como de tantas otras historias parecidas, que la puntualidad en las citas es una virtud infravalorada; de la insensatez de estos amantes y de todo su encuentro se burló Góngora en su obra La fábula de Píramo y Tisbe.

Tampoco está de más gozar de una buena forma física, ya que una elaborada y triunfante historia de amor, que ha superado ya grandes obstáculos, puede terminar en tragedia por un simple tropiezo. Así le ocurrió a Calisto, en la aclamada novela atribuida a Fernando de Rojas, La Celestina, en la que, tras toda una serie de aventuras y desventuras, la historia de amor y deseo de los dos jóvenes nobles, Calisto y Melibea, se ve truncada por la torpeza de éste, quien, al escuchar ruidos de trifulca al otro lado del muro de su amada (con quien se hallaba gozando), trepa y salta dicho muro de mala manera, cayendo con tal mala fortuna que muere. Acto seguido, suicidio de Melibea, no sabemos a ciencia cierta si por puro y desafortunado amor, o la incapacidad de soportar el rechazo social que obtendría al descubrirse el pastel de su relación ilícita. Lo interesante de La Celestina, y seguramente por esto se incluye una muerte tan ridícula y denigrante, es que a diferencia de las tradiciones clásicas, el amor de los jóvenes no es puro, ni es desinteresada la ayuda que les prestan sus cómplices. En el fondo, su muerte es un escarnio, un castigo al sacrilegio cometido contra la pureza y platonismo del amor cortés, pero también es un aviso, una moraleja, dirigida hacia los enamorados que pierden la cabeza.

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El renacimiento del blog y la nueva crítica juvenil

AutorGabriella Campbell el 12 de febrero de 2012 en Noticias

Blog de crítica juvenil

Hace un año o dos, seguramente coincidiendo con el crecimiento más intenso de páginas como Facebook o aplicaciones como Twitter, escuché la frase “las redes sociales han matado al blog”. Revisando las estadísticas de blogs propios y ajenos, era inevitable que la frase tenía gran parte de razón: desde nuestra mudanza a las redes sociales, amigos, conocidos y lectores nos buscaban para un contacto más directo y espontáneo que el que ofrecía un listado de artículos con mucho texto, pocas imágenes y cierta tendencia a la verbofagia. Las andanzas y reflexiones cotidianas, de mayor o menor interés, pasaban de la parrafada a una cómodas entregas al minuto de menos de 140 caracteres. A excepción de los grandes blogs, que ya tenían una masa crítica de público fiel, o se centraban en temática especializada que las redes sociales no podían suplir, la lectura del post se reducía de manera alarmante, demostrando una vez más que vivimos en una cultura de inmediatez, de información concentrada expulsada a velocidades de vértigo desde todas las direcciones.

Esta tendencia de abandono parecía afectar también a blogs especializados de crítica literaria. En la época de auge del blog, hace cinco o seis años, las bitácoras de reseñas se seguían con asiduidad, ya que eran una fuente excelente de recomendaciones y valoración. La crítica profesional perdía, poco a poco, atractivo; el lector quería saber qué libros gustaban a otros que compartían sus gustos y preferencias. De nuevo, con la llegada de la revolución de las redes sociales, estos blogs especializados perdían lectores, que emigraban hacia los grupos y la comunicación masiva que ofrecían productos como Lecturalia o Goodreads. En contraposición, surge una nueva generación de blogs y de blogueros: las bitácoras de literatura juvenil.

El poder que empiezan a ostentar estas bitácoras es más que evidente, si bien editoriales y promotores parecen obviarlo, empeñándose en repartir paquetes de prensa a medios que poco interesan y poco afectan al público objetivo de este género. El mercado de la lectura juvenil está en constante crecimiento gracias al éxito de sagas como Crepúsculo, Los juegos del hambre o Harry Potter, debido a un grupo de población gigantesco que de repente descubre que leer puede ser muy divertido. Y el adolescente medio no recurre a las revistas especializadas para averiguar qué libros podrían interesarle, más que nada porque dichas revistas no atienden a sus necesidades. Hay pocas, si las hay, publicaciones que reflejen las necesidades críticas del género juvenil, por lo que son los propios lectores quienes han asumido el papel necesario. Sus reseñas con frecuencia son, como cabe esperar, limitadas, repletas de faltas de ortografía e hinchadas de emoticonos, bailando en páginas web de dudoso diseño, a falta de correctores, formación especializada, diseñadores y asesores de mercadotecnia (si bien existen algunas sorprendentemente profesionales). Sin embargo, recuperan aquello que los profesionales parecen haber olvidado: cómo analizar de manera eficiente un libro, reconocer incoherencias y fallos estructurales, examinar personajes y, sobre todo, cómo entusiasmarse ante el puro placer de leer y descubrir mundos nuevos.

Servicio completo. Un escandaloso tributo a la vida sexual de las grandes estrellas de Hollywood

AutorGabriella Campbell el 11 de febrero de 2012 en Noticias

Full Service

Puede que el nombre de Scotty Bowers no sea tan conocido como el de Katherine Hepburn, Cary Grant o Errol Flynn, pero en la época dorada de Hollywood era un personaje célebre, si bien sólo en las más altas esferas del cine estadounidense. Bowers era un ex-marine que trabajaba en una gasolinera, desde donde llevaba un lucrativo negocio que consistía, básicamente, en acostarse con las estrellas o procurarles compañeros o compañeras sexuales.

Ahora que la mayoría de sus clientes y amigos han fallecido, Bowers se ha atrevido a contar su historia en el libro Full Service, que cuenta con el apoyo, nada menos, del legendario Gore Vidal. En un mundo en el que abundaba la homosexualidad y bisexualidad, pero donde se firmaban cláusulas “morales” en los contratos con las grandes productoras cinematográficas, los grandes del cine no tenían más remedio que buscar parejas a través de intermediarios como Bowers, quien asegura que todo empezó cuando Walter Pidgeon, protagonista de Qué verde era mi valle, lo “descubrió” en la gasolinera y le ofreció 20 dólares de aquel entonces para regresar con él a su mansión. Bowers tuvo relaciones con Pidgeon y con el novio de éste, ambos casados, que le rogaron que mantuviera la experiencia en secreto. Así lo hizo, pero Pidgeon se encargó de que sus amigos más influyentes conocieran la existencia de este joven apuesto y discreto. Poco a poco, Bowers recibía más y más visitas, no sólo de actores que buscaban acostarse con él, sino de actrices secretamente lesbianas que buscaban amantes y sabían que Bowers se las podía procurar (el propio Bowers cuenta que acudía para ello a sus amigos ex-marines y a sus novias, pero que nunca aceptó dinero por este tipo de servicio, sólo por prostituirse él mismo) e incluso estrellas heterosexuales que buscaban cierto tipo de persona o simplemente tener una aventura lejos de un matrimonio sin vida, a menudo de conveniencia o impuesto por sus agentes y productoras.

Algunos de los grandes nombres que aparecen en el muy detallado libro de Bowers son Errol Flynn, de quien cuenta que se emborrachaba y se quedaba dormido antes de consumar con las señoritas que el ex-marine le procuraba. Asegura que se acostó con Vivien Leigh y que le conseguía amantes a Rock Hudson, a Tennessee Williams y a Laurence Olivier, entre muchos otros. Pero seguramente su afirmación más escandalosa es la que se refiere a Eduardo VII, el rey británico que abdicó para casarse con la estadounidense Wallis Simpson. Según Bowers, ambos eran homosexuales, y el matrimonio era la tapadera perfecta para poder disfrutar, él con amantes masculinos y ella con amantes femeninas. Al igual que la pareja predilecta de Hollywood, Spencer Tracy y Katherine Hepburn.

Bowers asegura que disfrutaba del dinero, pero que lo mejor era, de hecho, el sexo. No abandonó sus costumbres hasta bien entrados los años 80, cuando el miedo al SIDA recorría el globo. Ya un anciano, recuerda aquellos tiempos con cariño y nostalgia; lo que opinarían sus amigos y clientes de este libro es algo que nunca sabremos.

Para la persona que lo tiene todo

AutorGabriella Campbell el 10 de febrero de 2012 en Divulgación

How to Avoid Huge Ships

Ahora que se acerca San Valentín, algunos prefieren eludir el regalo tradicional de bombones, flores o joyas y partir en busca de un obsequio realmente original. Desde Lecturalia, como siempre, abogamos por regalar libros, ¿pero qué libro puede regalarse a esas personas que los devora con ansiedad, que tiene una estantería gigantesca repleta de títulos? Más aun, ¿qué libro sería lo bastante especial para celebrar un día que los comercios nos aseguran que es la jornada obligatoria del sentimentalismo y el despilfarro cursi?

Aunque nuestra variante española, Amazon.es, parece tener una oferta más limitada, cualquiera que haya pasado un rato navegando por la mastodóntica Amazon.com se habrá dado cuenta de la inmensa cantidad de objetos extraños que pueden adquirirse en ella. Amazon es conocido en primer lugar como vendedor de libros, y más allá de eso sabemos que también ofrece videojuegos, música, electrónica y juguetes, entre algunas cosas más. Entre esas “algunas cosas más” pueden encontrarse objetos tan curiosos como orina de lobo ( ), réplicas de trajes espaciales (ya no disponibles, una lástima), muñecos de Sigmund Freud u ovejas hinchables. Pero ya que estamos buscando libros, no podemos dejar de lado los títulos más llamativos, ya que encontramos desde un tratado ecologista sobre los nazis, How green were Nazis, hasta cómo hacer punto usando pelo de tu perro, Knitting dog hair better Sweater. Otras lindezas de lo raro y peculiar son How to Avoid Huge Ships (Cómo evitar barcos grandes ; The Big Book of Lesbian Horse Stories (El gran libro de historias lésbicas con caballos ; The Worst Baby Name Book Ever, El libro de los peores nombres para bebés; How to Date a White Woman: A Practical Guide for Asian Men (Cómo salir con una mujer blanca: Guía práctica para hombres asiáticos o The Big Coloring Book of Vaginas (El gran libro para colorear de vaginas), que incluye numerosas ilustraciones en blanco y negro para colorear todo tipo de genitales femeninos (curiosamente, Amazon.com no te ofrece aquí su opción habitual de “mirar dentro”).Y si lo que queréis es una lista elaborada sobre libros muy muy extraños a lo largo de la historia, no tenéis más que visitar el blog Incredibly Strange Books que, pese a su título, está escrito en español.

Como siempre, lo mejor de cada producto son las reseñas falsas que les dedica más de un consumidor sarcástico. En cualquier caso habrá que andarse con ojo, que también nos encontramos con situaciones inintencionadamente cómicas, como las de la estudiante Sophia Stockton, que adquirió a través de la empresa Warehouse Deals (una subsidiaria de Amazon) un libro de texto sobre terrorismo. Cuál no sería la sorpresa de Sophia, al desembalar su compra y ver que junto a ella había una bolsita con un sospechoso polvo blanco. ¿Polvo blanco, junto a un libro sobre terrorismo? Temiendo que pudiera tratarse de ántrax, asustada, la estudiante llevó la bolsa a la policía, que la analizó. Tras los resultados, le preguntaron si había pedido cocaína con su libro. La bolsita estaba valorada en $400.

Este año, compra libros para San Valentín. Como habréis visto, títulos “especiales” no faltan (si bien no son precisamente románticos, con la posible excepción del libro de colorear), y siempre que tengáis cuidado con los extras no deseados, no deberíais tener problema en dar con la obra perfecta.

Tatuajes literarios

AutorGabriella Campbell el 8 de febrero de 2012 en Divulgación

Tatuaje literario - Bukowski

Los tatuajes, antaño símbolo de rebeldía, de delincuencia, de pertenencia a un grupo u oficio, se han convertido en un accesorio más de la moda actual. Al igual que el piercing, han evolucionado y popularizado hasta el punto de formar parte de nuestro entorno diario. Y es que no hace falta tatuarse un dragón gigante en la espalda, la mayoría se conforman con un pequeño detalle ubicado en una parte discreta del cuerpo. Una imagen, un icono, unas letras. ¿Y si tuvieras que elegir qué llevar dibujado en tu cuerpo para el resto de tu existencia, qué mejor que una serie de palabras que han marcado tu vida? Pueden pertenecer a una cita filosófica que represente una forma de pensar, un carpe diem o un lo que no me mata me hace más fuerte, pero cada vez aparecen más referencias a libros y textos favoritos. Por un lado está el uso de imágenes asociadas a la literatura: retratos de escritores (a nivel mundial, Shakespeare parece ser el más popular), imágenes de personajes y escenas (sí, existen versiones de póster de Crepúsculo tatuados en espaldas enteras, y un tal John Mosly, de Norwich, Inglaterra, tiene una gigantesca imagen donde uno puede divertirse buscando a Wally). Hay muchas páginas webs que dedican atención a este tipo de tatuajes, seguramente la más conocida sea Contrariwise.

Algunos escritores son más citados que otros. Bukowski es uno de los grandes favoritos, ya que tiene muchísimo material controvertido con el que jugar. Bastante más inocente es otro de los preferidos para dibujos permanentes: El principito de Saint Exupéry, a través sobre todo de las imágenes realizadas para la obra por el propio autor, quien había estudiado arquitectura de joven pero que nunca había recibido formación artística. Sus delicadas acuarelas han avivado la imaginación de sus seguidores desde que salió la primera edición de la obra en 1943.

Fuera de nuestras fronteras, sobre todo en el mundo anglosajón, parece ser que la obra de referencia más popular es Matadero cinco de Kurt Vonnegut (en concreto, la expresión “so it goes”, “así fue”, utilizada en la novela ante todas las situaciones de muerte y/o pérdida), seguido de cerca por Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll. Otros tatuajes globales provienen de la obra El club de la lucha, de Chuck Palahniuk, o el célebre monólogo inicial (y final) de la película Trainspotting que se basa en la novela homónima de Irvine Welsh. Pero también hay aprecio por lo hispano: el Quijote es otro tema relativamente común, sobre todo en la versión casi abstracta que imaginó Pablo Picasso del Caballero de la Triste Figura, imagen que realizó en 1955 para la publicación francesa Les Lettres Françaises y que se ha convertido casi en un logotipo para el personaje.

Gran parte de estos tatuajes son creaciones originales y hermosas que seguramente seguirán en la piel para siempre, ya que cuando uno se enamora de un libro, no suele desenamorarse con facilidad. El éxito suele estar en la sutileza y en el ingenio, como la divertida idea de tatuarse el número de Azkaban de Sirius Black, por ejemplo, un gesto que sólo apreciarán los muy aficionados a la obra de J. K. Rowling. Sin embargo, también hay desastres, como puede ocurrir con un mal tatuador, un cliente con mal gusto o la tremenda resaca con la que uno se levanta y descubre, horrorizado, que tiene a Daniel Radcliffe tatuado en el culo.

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Libros de récord

AutorGabriella Campbell el 7 de febrero de 2012 en Divulgación

Libros de Récord

Más allá del valor del propio texto, y de la estética de su formato, surgen obras que desean ir más allá, llamar la atención no tanto por su contenido sino por lo extraordinario de su forma. Este es el caso de Teeny Ted from Turnip Town (El pequeño Ted de la ciudad de los nabos), una fábula infantil escrita por Malcolm Douglas Chaplin sobre un granjero que cosecha gran éxito con sus nabos en la feria local. Una fábula que no tendría mayor importancia si no fuera porque en su formato actual necesitarías un microscopio para leerlo. En el año 2007, Robert Chaplin, investigador de la Universidad Simon Fraser en Canadá, decidió publicar el libro de su hermano utilizando nanotecnología, estableciéndose como el creador del libro más pequeño del mundo (tiene hasta su propio ISBN). La obra completa mide 0,07 mm por 0,10 mm, y se utilizó un rayo de siete nanómetros de diámetro (tened en cuenta que un nanómetro es la millonésima parte de un metro) para inscribir cada carácter. La obra está realizada sobre treinta microtabletas contenidas en una sola pieza de silicio cristalino. Y nosotros que creíamos que los libros escritos en granos de arroz eran pequeños.

En cuanto al libro más grande del mundo, a no ser que desde el 2010 se haya construido otro mayor, sostiene el récord el inventor húngaro Belga Varga, que junto a su esposa y veinticinco voluntarios, creó Our Fragile Natural Heritage (Nuestro frágil patrimonio natural), un libro que mide 4,18 por 3,77 metros y pesa más de 1.400 kilos. Se presentó cerca de Budapest, y tiene 346 páginas. Por otro lado, el atlas más grande del mundo es el Atlas Klencke, que se exhibió por primera vez con las páginas abiertas en la Biblioteca británica en verano del 2010. El atlas tiene 350 años, ya que fue un regalo realizado al rey anglosajón Carlos II con motivo de su restauración en el trono. Se necesita de seis personas para levantarlo, ya que mide 1,78 metros de alto por 1.05 metros de ancho.

Si seguimos hablando de libros gigantescos, ¿por qué no hablar de libros monumentales? Este es el caso de una versión muy particular de las enseñanzas de la escuela theravada de budismo, inscritas en una serie de tablas de piedra que rodean a la pagoda Kuthodaw en Mandalay, Myanmar (Birmania). Consta de 730 tablas, con 1460 “páginas”, cada una de más de un metro de ancho y más de metro y medio de alto. Cada tableta tiene su propio techo, como si de un pequeño templo se tratase, con una gema decorativa por tabla (si bien con el tiempo la mayoría de las gemas han desaparecido). Inicialmente las inscripciones estaban rellenas de tinta de oro, pero al perderse ésta siguieron llenándose de una tinta negra realizada con goma laca. El libro fue construido bajo las órdenes del Rey Mindon, a quien le preocupaba que se perdieran los conocimientos budistas con la invasión de las tropas británicas, y se abrió al público en 1868.

Cultura y propaganda

AutorGabriella Campbell el 5 de febrero de 2012 en Divulgación

Putin

El presidente ruso Vladimir Putin, que ejerce su mandato por tercera vez consecutiva, sorprendió a los medios de comunicación hace unos días al anunciar su intención de introducir un listado de lectura obligatoria para estudiantes. Putin formaría un grupo profesional que seleccionaría cien libros que todo estudiante pre-universitario* deberá haber leído (en su propio tiempo, no en horario escolar) al terminar sus estudios. El presidente asegura que la idea le llegó inspirado por el canon occidental que comenzó a proponerse en las universidades estadounidenses allá por los años veinte. Explica su decisión y la procedencia de ésta en un muy extenso artículo publicado en el periódico ruso Nezavisimaya Gazeta.

El canon, o conjunto de obras consideradas “clásicas”, trascendentes, aquellas que definen la esencia de lo literario, aquellas que gozan de una calidad superior y merecen una lectura meticulosa y repetida, ya sea de una zona en concreto, de una época, o de la literatura universal a lo largo del tiempo, es un monstruo que muta y se desarrolla de una manera que ni los más avezados críticos y teóricos han sabido explicar de manera convincente. Si bien intervienen las leyes de mercado, el poder de la opinión pública y académica, las condiciones socioculturales y económicas de cada época y país, no hay una definición exacta que explique por qué algunas obras sobreviven al paso del tiempo, por qué algunas obras trascienden dictados políticos y culturales para asentarse de manera indiscutible en el trono de la calidad y el eterno retorno. Cada obra elegida responde a cientos de factores entrelazados que trabajan, de manera abierta o soterrada, para convertirla en una lectura obligada. Precisamente por esta conjunción de motivos, es absurdo hablar de un canon artificial, condicionado, sin pensar en propaganda, más aun cuando la experiencia nos enseña que el canon preseleccionado suele ser centrista, limitado, y responder a intereses que van más allá de lo meramente cultural. El listado de Putin poco tiene que ver con una pequeña selección de lecturas recomendadas para escolares, se trata de un compendio de información obligatoria seleccionada por alguien en una posición de poder casi supremo sin conocimientos ni formación educativa.

Desconocemos todavía cuáles serán los libros seleccionados por Putin, pero algunas voces detractoras apuntan a que serán títulos con una intensa carga propagandística, orientados a glorificar la política soviética. Todos serán, por supuesto, títulos rusos, lo que dificulta a dichos estudiantes que puedan dedicar parte de su tiempo de lectura a libros extranjeros. El presidente ruso es consciente, sin duda, de la influencia que ejercen las lecturas realizadas a determinadas edades, y su interés por establecer un rígido corpus de lectura (que exigiría, además, una cantidad extra de estudio en horario extraescolar, lo que restaría oportunidades para otras formas de ocio) son, cuanto menos, sospechosas. Su canon, que por ahora parece no ser más que una simple propuesta, pretende proteger y reivindicar la esencia rusa frente a una imparable globalización, o por lo menos en esa dirección apuntan las palabras del presidente. Propone que las cien obras sean escogidas por un grupo de personas “culturalmente influyentes”, una de esas expresiones que a uno siempre hace que se le pongan los pelos de punta (al fin y al cabo, Justin Bieber y Belén Esteban son figuras culturalmente influyentes, y la idea de que pudieran meter mano a un canon preseleccionado es preocupante, si bien mucho menos aterradora que la idea de que dicha mano pertenezca a profesionales políticamente condicionados, como podría ser el caso ruso).

Escritores en la cárcel (III)

AutorGabriella Campbell el 3 de febrero de 2012 en Divulgación

Burroughs

En los artículos anteriores os hablamos de escritores cuyas opiniones políticas los habían arrastrado a la privación de su libertad. En este artículo nos centraremos en otro tipo de delito, como aquellos que se cometen por amor, o por pasión, o simplemente por estar más bebido de la cuenta.

En lo que se refiere a la pasión, no le trajo más que quebraderos de cabeza y problemas con la justicia a escritores como Paul Verlaine u Oscar Wilde. Verlaine recibió su primera carta del poeta Rimbaud en 1871, y en poco más de un año ya había abandonado a su esposa e hijo para fugarse con su nuevo amante. Su relación era conflictiva y muy intensa, y en 1873, en un ataque de celos mientras estaba borracho, Verlaine disparó dos veces contra Rimbaud, aunque no lo hirió de gravedad. El incidente desembocó en el encarcelamiento del poeta simbolista, quien, ya en la prisión de Mons, se convirtió al catolicismo y creó gran parte de su cuerpo poético.

En cuanto a Wilde, sabemos que sus líos con jóvenes de su mismo sexo no le trajeron más que problemas. Animado por su amante, Lord Alfred Douglas, Wilde acusó al padre de éste, el Marqués de Quensberry, de difamación, acusación que se volvió en su contra conforme caían sobre él cargos de indecencia y sodomía. Fue condenado a dos años de trabajos forzados, durante los cuales escribió la larga epístola De profundis, en la que se aleja de manera radical de su anterior apego al esteticismo. Una vez liberado abandonó Inglaterra para no volver: pasó el resto de su vida en Francia, dedicado a la poesía. El tiempo en prisión afectó severamente su ánimo y su salud: murió a la temprana edad de cuarenta y seis años.

Otra historia curiosa, relacionada con el alcohol y la persona amada, es la que incumbe al escritor estadounidense William Burroughs quien, estando en México, disparó y mató a su esposa por error, mientras jugaba a una versión alcohólica de Guillermo Tell. Burroughs se hizo con la ayuda de uno de los abogados más prestigiosos de México, para perderlo poco después debido a la imputación de éste en otro caso independiente. Desesperado, el escritor huyó del país, donde fue condenado a dos años de prisión por homicidio, pena que nunca llegó a cumplir. Lo curioso es que Burroughs había llegado a la capital mexicana precisamente por huir de la justicia estadounidense, que lo buscaba por un caso de tráfico de drogas, delito al que se dedicaba de manera ocasional para pagar su adicción a la heroína.

Éstos no son, ni mucho menos, todos los grandes escritores que han sido encarcelados por un motivo u otro. Otros nombres que os resultarán familiares y que han pasado por prisión son Cervantes, James Joyce, Ovidio, Daniel Defoe o Ezra Pound. Y sí, el ser escritor y expresar lo que nadie quiere oír puede conllevar una pena durísima, pero no todos acabaron en la cárcel por ser adalides de la libertad de expresión. Algunos, simplemente, eran delincuentes.

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Febrero, el mes de las cartas

AutorGabriella Campbell el 1 de febrero de 2012 en Divulgación

Proyecto Poema

Resulta difícil concebir, en nuestra era de redes sociales, teléfono móvil y correo electrónico, que no hace tanto tiempo los seres humanos se comunicaban escribiendo (sí, escribiendo, con pluma, o bolígrafo, o lápiz) sobre un soporte físico que luego se introducía en un sobre que era recogido y transportado por una empresa de correo. Seguimos recibiendo cartas, sí, pero en general se trata de facturas, extractos bancarios, tal vez alguna tarjeta de cumpleaños o de Navidad, o paquetes pedidos por internet. Es curioso pensar que personas como Voltaire y sus contemporáneos podían escribir diez epístolas al día, en un rabioso afán de estar “actualizado” que competía con nuestro interés contemporáneo por el e-mail o los mensajes instantáneos.

Con el tiempo, esas cartas en papel han ido desapareciendo, y aunque se conservan iniciativas interesantes como el postcrossing, en la que los participantes envían y reciben tarjetas postales unos a otros por todo el mundo, ya casi no las escribimos. Yo misma inicié un proyecto el año pasado que consiste en enviar poemas ilustrados por correo postal, y la respuesta de los participantes suele ser bastante entusiasta, ya que reconocen la rareza de abrir el buzón y encontrar algo que vaya más allá de recibos o publicidad. Algunos de nosotros incluso conservamos, con afecto, las cartas que nos enviábamos en una época en la que todavía se creaban textos manuscritos para los demás.

Para este mes de febrero, la escritora estadounidense Mary Robinette Kowal ha lanzado el reto de escribir una carta diaria (excepto domingos y posibles festivos). La escritora redescubrió el placer de enviar y recibir cartas al tomarse este septiembre pasado unas vacaciones de internet; al no estar conectada a la red, sus conocidos comenzaron a sustituir el correo electrónico por el tradicional. Disfrutó tanto de la experiencia que ahora anima a los demás usuarios de la red a apuntarse. Sólo hay dos reglas:

1.Durante el mes de febrero (de lunes a sábado), envía por lo menos un texto al día por correo postal. Puede ser una carta, un dibujo, un recorte, una tarjeta postal, no importa.
2.Responde a todos los que te escriban a ti. Estas respuestas también pueden contar como textos enviados.

Mary también proporciona algunas ideas para involucrar a otros amigos, como hablar del proyecto en tu Facebook, para que los que quieran que les escribas te manden su dirección, o en Twitter (el hashtag es #LetterMo, pero podría crearse uno específico para hispanohablantes). Y antes de que penséis “pero es que escribir una carta al día me llevaría mucho tiempo”, pensad en cuánto tiempo diario dedicáis a enviar emails, mensajes por redes sociales, mensajes instantáneos o sms; y considerad también el valor de conservar algo en papel, de abrir el buzón y encontrarlo ahí, de tomaros por fin algo de tiempo para relajaros y disfrutar del placer de escribir a mano.

¿Qué os parece esta iniciativa, os veis capaces de llevarla a cabo? ¿Conocéis otros proyectos similares que recuperen el ya casi extinto arte de la epístola tradicional?

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