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Gabriella Campbell (Página 22)

Una de premios jóvenes

AutorGabriella Campbell el 23 de marzo de 2012 en Divulgación

Templo de las mil puertas

En momentos de recesión económica es inevitable que los certámenes y premios económicos se vean reducidos de manera significativa. Incluso aquellos que no gozan de dotación monetaria parecen esconder la cabeza, como si la depresión laboral y financiera afectara también a las ganas de seleccionar a los mejores libros y autores de toda condición. La excepción a esta regla, cómo no, pertenece a la literatura juvenil, ese marco creativo tan en boga en estos tiempos, cuyos premios, si bien habrán visto reducidas sus dotaciones, no parecen sino multiplicarse en cantidad. Es una consecuencia lógica a la expansión de un género imparable dirigido a un público lector que no hace más que crecer.

Más allá de los clásicos, y del “oficial” (el Premio Nacional de Literatura Juvenil e Infantil), que con frecuencia no son más que categorías dentro de un premio general, suenan sobre todo los asociados a grandes editoriales, como el Premio Gran Angular o el Edebé. También os resultarán familiares el Premio Alandar, convocado por Edelvives o el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, de la editorial homónima, certámenes de solera que llevan años celebrando convocatorias para obras cuya dotación es, más que nada, un anticipo para la publicación del libro ganador. Aunque haya premios de relato, poesía y teatro, la novela es la estrella, el producto consumido y promocionado por excelencia, y con frecuencia el premio abarca las categorías tanto de infantil como juvenil, debido más que nada a la especialización de la editorial (la literatura infantil y juvenil, después de todo, tampoco son muy similares entre sí).

A estos concursos de larga trayectoria se le unen múltiples convocatorias que aparecen desde los blogs y revistas en línea. Una vez más, Internet aporta toda una serie de recursos provechosos para la literatura, entre ellos la publicación de textos periódicos centrados en el género juvenil como El Tiramilla o El Templo de las Mil Puertas. Ambas revistas han hecho públicos hace unas semanas los resultados de sus respectivos concursos anuales, otorgando premios que, si bien no disponen de recompensa económica, no se hallan atados a empresas ni marcas y conceden una señal importante de reconocimiento por parte de los propios lectores y blogueros más activos dedicados a este tipo de literatura. La segunda de las mencionadas, El Templo de las Mil Puertas, presentó sus premios en un encuentro lleno hasta los topes de jóvenes y mayores, en la FNAC de Callao, Madrid. Además de contar con la presencia de varios de los galardonados, que pudieron agradecer en persona su premio y firmar libros para los asistentes, el acto incluía un bonito vídeo-mosaico con la participación de algunos de los nombres más relevantes de nuestro país dentro del género juvenil sobre qué es para ellos la literatura juvenil, qué libros los han inspirado, y por qué leer puede ser la puerta de entrada a un mundo maravilloso.

Matilda se va a Broadway

AutorGabriella Campbell el 19 de marzo de 2012 en Noticias

Matilda El Musical

Aunque todas las historias del escritor británico Roald Dahl tratan temas muy atractivos para los lectores jóvenes, Matilda es sin duda una de sus obras maestras. Como otros personajes de Dahl, Matilda es una niña que vive en un mundo injusto, donde los adultos se comportan de manera abusiva y egoísta. Más aun, los propios padres de Matilda forman parte de ese elenco de “mayores” desconsiderados y arrogantes, del mismo modo que los tíos de Harry Potter o la madrastra de Cenicienta. Matilda encuentra el amor y la comprensión en un hogar que no es el suyo, de la mano de alguien que no comparte su material genético, y de paso consigue ejercer una venganza más que justa sobre aquellos que la aterrorizan a ella y a los demás niños de su edad. Haciendo uso de su habitual talento para lo siniestro y lo absurdo, Dahl crea un escenario que es del todo surrealista pero que, paradójicamente, permite una identificación con la protagonista, del mismo modo que ocurre en otras de sus obras como Las brujas o James y el melocotón gigante. El impacto en la imaginación del lector, aparte de su tremendo éxito como producto comercial, hace que los libros de Dahl sean perfectos para la adaptación cinematográfica, para la creación de dibujos animados o incluso para la puesta en escena.

Desde 2011, existe un musical de Matilda. Como ocurre con la mayoría de los musicales, su objetivo último es llegar a Broadway, y eso mismo ha conseguido. Esta versión de la Royal Shakespeare Company, una compañía teatral con base en Stratford-upon-Avon (lugar de nacimiento del propio Shakespeare, y donde arrancó la obra), gozó de gran éxito desde su estreno, y rápidamente pasó a representarse en el West End londinense. Hoy día es allí, en Londres, donde puede uno acudir a disfrutar de la representación, pero parece ser que se creará una versión estadounidense destinada para Nueva York, programada para principios del 2013, para representarse en el mítico Broadway. La adaptación corre a cargo del dramaturgo Dennis Kelly, con música y letras del australiano Tim Michin; el director es Matthew Warchus, que ya se llevó un par de Tonys (los premios británicos más importantes de su sector) por producciones como God of Carnage, y que es también conocido por su adaptación para el escenario de la película Ghost.

Aunque Matilda apareció en 1988, y se asocia sobre todo a las ilustraciones tan particulares de Quentin Blake, el poder de su mensaje (la rebelión contra la injusticia, la defensa de los más débiles y el poder de la inteligencia frente a la fuerza bruta) trasciende épocas y modas. En algún momento, todos hemos querido ser como Matilda: con capacidad para ayudar a los que queremos y protegerlos a ellos y a nosotros mismos de los abusones y de los poderosos. Que haya tantas adaptaciones y variaciones de esta obra no hace más que demostrar que se trata de una historia para todas las edades, todos los públicos y todos los formatos.

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¿Es sexista la crítica literaria actual? (y II)

AutorGabriella Campbell el 18 de marzo de 2012 en Opinión

Mujer escritora y crítica

En relación a lo que exponíamos en la primera parte, acerca del análisis de los datos ofrecidos por VIDA sobre la alarmante desproporción de hombres y mujeres en las publicaciones críticas más importantes, Emily Gould, bloguera y escritora para el New York Times, ha expuesto otra posibilidad. Gould considera que las mujeres se interesan menos por puestos en publicaciones “serias” como el New Yorker o el London Review debido a que obtienen compensaciones económicas bastante más interesantes en otro tipo de medios, como las revistas del corazón. Recuerda al caso de tantos buenos periodistas que abandonan puestos de trabajo mal pagados en medios de prestigio para dedicarse al rentable negocio del paparazzi y el cotilleo. No podemos conocer del todo las razones que hay detrás de los desconcertantes datos que ofrece VIDA, pero lo que queda claro es que la balanza no está ni mucho menos equilibrada.

En cuanto a España, estos datos encajan de manera oportuna en el debate actual acerca de la postura de la Real Academia de la Lengua frente al lenguaje sexista. Muchos de vosotros habréis leído el informe del filólogo y académico Ignacio Bosque (Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer), que rechaza muchas de las propuestas de diferentes guías, procedentes de instituciones y organismos oficiales, interesadas en sustituir el lenguaje actual por uno menos machista. Muchos (y muchas) profesionales de la lengua, defensores (¡y defensoras!) de la igualdad de la mujer, argumentan que estas propuestas de las guías son absurdas y ridículas, asegurando que un cambio en el lenguaje no va a modificar las condiciones más importantes de discriminación real (el lenguaje, al fin y al cabo, responde a las necesidades y evolución de la sociedad, no a la inversa). Sin embargo, como bien apuntó Elvira Lindo en un artículo de opinión en El País, estemos o no estemos de acuerdo con las declaraciones de la RAE, es innegable que sus miembros son, en su mayoría, masculinos.

Del mismo modo que ocurre con las publicaciones analizadas por VIDA, ¿es posible que un organismo pueda tomar decisiones del todo igualitarias y justas si la mayoría de sus participantes pertenecen a un solo sexo? Tenemos que evitar a toda costa caer en la distopía del cupo, pero la preponderancia de hombres en puestos ejecutivos y directivos sí puede señalar cierta preferencia a la hora de evaluar candidatos de ambos sexos, ya sea en el New York Times o en una gacetilla local, en un consejo universitario o en una escuela de primaria. Esto exige, a su vez, un mayor compromiso por parte de las mujeres; para las mujeres escritoras tal vez implique una creación menos focalizada, menos unida a la literatura tradicionalmente asociada a lo femenino, y para las mujeres críticas un mayor esfuerzo para posicionarse en lugares reservados para el hombre, sin ceder a las salidas fáciles y comerciales. Es sobre todo sangrante que esta situación de desigualdad pueda producirse en oficios que suelen asociarse a personas cultas, inteligentes y tolerantes.

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De mito literario a héroe de acción

AutorGabriella Campbell el 16 de marzo de 2012 en Divulgación

The Raven - John Cusak

Parece que existe desde hace poco cierta tendencia a transformar a personajes tranquilos e intelectuales en grandes héroes de acción al mejor estilo de Hollywood. Y si no que se lo pregunten al fantasma de Conan Doyle, cuyo Sherlock Holmes, ese detective opiónamo amante del violín y de tranquilas elucubraciones en su saloncito de Baker Street, se ha visto convertido en un luchador hiperactivo en las películas protagonizadas por Jude Law y Robert Downey Jr., o en un peculiar analista sin miedo a recorrerse las calles de Londres a pie, acompañado de un ex-militar aficionado a la violencia, en la serie de la BBC Sherlock. Como si con esto no bastara, la CBS amenaza con estrenar otra serie basada en el mítico Holmes, con la actriz Lucy Liu como Watson. Y aprovechando esta moda de glorificar a personajes ligeramente siniestros, dotándolos de características asociadas al héroe moderno del cine, surge John Cusack dispuesto a interpretar a un Edgar Allan Poe muy diferente al que nos habíamos imaginado.

Cusack interpreta al Poe cercano a su muerte, al poeta unos días antes de fallecer, obsesionado con descubrir la identidad de un asesino en serie que reproduce crímenes que aparecen en los relatos del escritor. La película, por tanto, cobra un tono de intriga detectivesca oscura más cercana al guión de Se7en que a cualquiera de los textos del propio Poe. Más allá de la popularidad del escritor, ¿es realmente necesario tomar a figuras clásicas de la literatura y ponerlas en un contexto moderno, adaptarlas a la moda y a las tendencias de las grandes producciones del cine comercial? Habrá quien argumente que este tipo de producto acercará a los más jóvenes y a los menos interesados en la lectura a la figura del autor romántico, del mismo modo que hubo quien argumentó que el Romeo y Julieta de Baz Luhrmann acercaba a sus espectadores al texto de Shakespeare. Personalmente tengo la sospecha de que no irán más allá del mero entretenimiento.

No son los únicos afectados, por supuesto. Mientras la serie Sherlock sostiene la cabeza bien alta gracias a un trabajado guión de escritores como Stephen Moffat (responsable también de la intrigante adaptación a la pequeña pantalla de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde) y a una actuación sobresaliente por parte de los protagonistas, no podemos decir lo mismo de Grimm, que es capaz de introducir en una sola serie todos los tópicos posibles de una producción policíaca, aderezada de actores poco notables, con la excusa de utilizar ideas entresacadas de los relatos más oscuros de los hermanos Grimm. El protagonista es un elegido (¿os suena?), procedente de una larga tradición familiar, con ciertas armas y poderes heredados (¿os suena?), que debe investigar extraños casos de asesinato relacionados con criaturas sobrenaturales (original, ¿eh?), mientras intenta proteger a los que quiere. Tiene un compañero negro que actúa en ocasiones de contrapunto cómico, un jefe maligno y una novia de la que debe distanciarse si no quiere que acabe hecha cachitos por alguna fuerza desconocida; y en vez de descubrir de golpe todo lo referente (y necesario) acerca de su pasado, debe investigarlo para obtener unos pocos datos, de manera dolorosamente lenta pero muy conveniente. Todo un cóctel de todo lo que hemos visto ya mil veces en televisión, que con toda probabilidad tampoco empujará a los espectadores a comprarse un tomo de cuentos de hadas recopilados por los conocidos hermanos alemanes.

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El café, combustible para escritores

AutorGabriella Campbell el 14 de marzo de 2012 en Divulgación

Café Balzac

Todos hemos oído hablar de los grandes textos que surgían de la pluma de los mejores autores bajo el efecto del alcohol o de todo tipo de drogas pero, desde un punto de vista práctico, ¿cuál es el mejor amigo del escritor medio, atosigado por los demonios de la fecha de entrega, la inspiración y las prisas? Seguro que habéis acertado: la cafeína. Y nada mejor para ello que una buena taza de aromatizado café.

Claro que los hay que llevan sus hábitos a límites insospechados. Hay innumerables blogs, en todos los idiomas, de autores, más o menos conocidos, que admiten, con orgullo, una adicción doble: a la escritura y al café. En Alemania, el equivalente a la conocida marca estadounidense Starbucks es Balzac Coffee, nombrada en honor a uno de los mayores adictos al café que conocemos, Honoré de Balzac (por cierto, ¿sabíais que en Alemania se consume más café que cerveza?). El autor de La comedia humana podía llegar a consumir hasta cincuenta tazas de café al día, y se sospecha que fue esta adicción a la cafeína la que lo arrastró a una temprana muerte a la edad de 51 años. También escribió con gran detalle acerca de los beneficios e inconvenientes de ese brebaje especial, que lo llevaba al extremo de masticar granos de café si no tenía una humeante taza disponible.

Es interesante añadir que de no ser por Goethe, tal vez habríamos tardado mucho más en descubrir la cafeína. El escritor alemán dedicó largas horas a investigar los efectos del café, y en un encuentro que tuvo con el joven científico Friedlieb Ferdinand Runge, al que había invitado a su hogar para que le enseñara los resultados de un experimento que realizaba Runge con extracto de belladonna sobre su propio gato, le instó a analizar unos granos de café para descubrir qué propiedades se escondían tras ellos. Runge, gran admirador del poeta, le hizo caso, y consiguió identificar la cafeína en su laboratorio, por lo que se le considera el responsable de su descubrimiento.

El café, por lo general, es uno más de los hábitos del escritor, que pueden ser de lo más disparatados. Truman Capote aseguraba que era un “escritor horizontal”, que tenía que escribir tumbado, con un café y un cigarrillo. Del café pasaba al té, del té al jerez, y del jerez a los martinis, conforme avanzaba el día. Escribía sus dos primeros borradores a mano, el tercero lo realizaba a máquina, apoyando el aparato sobre sus rodillas.

Por otro lado, es comprensible el atractivo de las cafeterías, donde pueden darse la mano dos condiciones ideales para el escritor: la disponibilidad de café y cierta tranquilidad para escribir (o, en el caso de algunos, la disponibilidad de bebidas azucaradas que hacen pasarse por café y la posibilidad de aparecer con un portátil de moda para hacerse el interesante mientras uno teclea).Y tal vez no sea mala idea, teniendo en cuenta que algunos de los más conocidos escribieron sus obras superventas en cafeterías, como por ejemplo, la anglosajona J. K. Rowling que, entre tantos otros espacios públicos, escribía sus libros de Harry Potter en el Elephant House de Edimburgo.

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Archie y Toys R Us ponen nerviosas a las mamás de Estados Unidos

AutorGabriella Campbell el 13 de marzo de 2012 en Noticias

Archie

Archie es uno de esos cómics de los que nadie se esperaría polémica. Nacido en 1941, y activo hasta la fecha, esta serie de tebeos estadounidenses refleja las aventuras del adolescente Archie Andrews y sus amigos en la ciudad ficticia de Riverdale. Para los que no resulta familiar, fue el origen del spin-off Sabrina, cosas de brujas, interpretada por Melisa Joan Hart en una serie de televisión que triunfó por todo el mundo y que sin duda recordaréis (la serie comenzó en 1996 y finalizó en 2003). Los cómics de Archie se caracterizan por ser alegres, inocentes y para todos los públicos (lo que ha resultado en numerosas parodias y algún que otro fanfic indecente), y la empresa que los produce se ha concentrado a lo largo de los años en evitar cualquier intervención ajena que pudiera mancillar el carácter “familiar” de su producto. El tono conservador de la editorial, que llegó a denunciar allá por el 2003 a una compañía de teatro por ofrecer representaciones de una versión más adulta de la obra, le ha valida acusaciones de homofobia, ya que dicha denuncia se debía, sobre todo, a que el guión teatral incluía una “salida del armario” para el personaje principal. Posiblemente a consecuencia de esto, Archie Comics decidió darse un lavado de imagen introduciendo a un personaje abiertamente gay en la tranquila comunidad de Riverdale: Kevin Keller.

Con el tiempo, Keller se convirtió en un apreciado miembro más de Riverdale, y Archie Comics decidió crear un número especial narrando el matrimonio de Kevin con su pareja. El cómic, por supuesto, no ha gustado a todos, y mucho menos a la American Family Association, una organización conservadora que, a través de su página web, One Million Moms (Un millón de mamás), ha exigido a la gigantesca cadena de jugueterías Toys R Us, principal distribuidor que retire el producto. Alegan que la presencia de este cómic, claramente a la vista en las jugueterías, está exponiendo a los niños al concepto de matrimonio homosexual, lo que obliga a los padres a responder a preguntas sobre un tema “demasiado complicado para ellos” y que son demasiado jóvenes para enfrentarse a este tipo de cuestiones.

Nadie niega que la millonada de madres (que, de hecho, no llegan al millón) esté en su derecho de solicitar que se retire este volumen (el caso podría recordar, de una manera inversa, a la reciente recogida de firmas en España para retirar de las estanterías de las mayores librerías un indignante manual que ofrecía “curar” la homosexualidad). Pero no deja de resultar divertido que gracias a la publicidad y a la irritación de estas señoras tan fervientes Archie haya agotado su tirada en un tiempo récord. Toys R Us no tendrá que retirar el cómic de sus tiendas por la sencilla razón de que ya no lo tienen, y por otro lado tampoco parecían muy por la labor de ceder ante sus exigencias.

El declive de la chick-lit

AutorGabriella Campbell el 12 de marzo de 2012 en Opinión

Vampiros Chick Lit

A los más observadores no se les habrá escapado que en los últimos años se han producido cambios lentos pero llamativos en los expositores de la sección de libros de los grandes almacenes. Donde antes abundaban las cubiertas en colores pastel con rotulación florida e imágenes a lo Jordi Labanda, de repente nos invaden portadas oscuras con títulos en fuentes góticas e imágenes sangrientas. Parece que los vampiros se han comido a las solteras.

En un artículo reciente para el U-T San Diego, la escritora estadounidense Jennifer Coburn se preguntaba si realmente había muerto el chick-lit, ese género dirigido a mujeres que se centraba en la vida profesional y amorosa de sus protagonistas. La propia Coburn afirmaba que si bien no había tenido problemas para vender sus obras allá por el 2003, ahora le resultaba casi imposible. “La chick-lit está muerta”, le dicen sus editores. Coburn asegura que se trata más bien de una resaca, y que siempre habrá un mercado mínimo para este tipo de literatura, o por lo menos lo habrá una vez los lectores se recuperen de la saturación que sufrieron hace unos años, cuando por cada libro de calidad de este tipo que se publicaba, aparecían veinte que no aportaban nada nuevo al género. Sin embargo, incluso algunos de los grandes nombres de la chick-lit se han apuntado a la moda de la literatura para jóvenes adultos. Después de todo, un escritor tiene que comer, y si hay que escribir sobre vampiros, pues se escribe sobre vampiros.

Es innegable que, como en todas las burbujas que explotan, siempre quedará algún superviviente. A veces el talento es suficiente como para que el género escogido sea lo de menos. Escritoras como Marian Keyes, que de todas formas no se conformaba al canon de la chick-lit por completo, al ignorar algunos de los temas clásicos de éste e introducir elementos más oscuros y realistas, seguirán produciendo y vendiendo a un ritmo rentable. Aunque es posible que cambien sus portadas y su clasificación, sobrevivirá la calidad del texto, que siempre gozará de seguidores independientemente de la estrategia de venta. Otros, que se basaban en la repetición de tópicos y de argumentos pseudo-feministas más propios de una revista de moda que de una obra literaria, acabarán en el cementerio metafórico de los autores olvidados, o simplemente aderezarán dichos tópicos con algo de magia, sangre y tensión sexual en vez de zapatos de tacón, tarjetas de crédito y grandes tarrinas de helado. Lo que nos puede llamar la atención es que la sustitución de un género por otro implica que el público objetivo del primero debería coincidir con el del segundo. Puede extrañarnos, debido a que la edad media a la que está enfocada la chick-lit está entre los 25 y 40 años, mientras que el género de vampiros y similares, literatura de “jóvenes adultos”, está más bien enfocada a un público de entre 15 y 25 años. El mundo debe de estar lleno de mujeres de 35 enganchadas a Los juegos del hambre.

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¿Es sexista la crítica literaria actual? (I)

AutorGabriella Campbell el 11 de marzo de 2012 en Opinión

Escritora

Hace poco apareció en la web estadounidense VIDA (una página dedicada a mujeres que trabajan en el entorno literario) un artículo que ha levantado bastantes ampollas en el mundo editorial. VIDA analizó varios factores en algunas de las publicaciones más importantes en lo que se refiere a la crítica no académica, factores entre los que destacaba sobre todo la desigualdad entre el número de hombres y de mujeres que reseñaban, y de hombres y mujeres escritores que eran reseñados. Para ello tomó ejemplos de publicaciones del mundo anglosajón (una lástima que no hubiera ningún medio español): desde el New Yorker a Granta o al Paris Review. Todos mostraban datos similares: el número de hombres que reseñaban libros era muy superior al de mujeres, y lo mismo ocurría con los escritores a los que seleccionaban dichos reseñadores para valorar (téngase en cuenta que en el caso de Granta, las estadísticas están sesgadas, ya que simula contar con una mayoría de mujeres debido a una sola edición en la que se realizó un especial sobre feminismo. Los demás números de Granta ofrecen la misma preponderancia masculina que el resto de las publicaciones evaluadas). Ello implicaría, en principio, una preferencia por elegir críticos masculinos, y por otro lado una preferencia por elegir libros de escritores masculinos para reseñar. En un mercado en el que la mujer lee y consume más que el hombre, esto es cuanto menos sorprendente, pero tal vez no tanto en un mundo en el que, en lo que se refiere a lo laboral, siguen encontrándose casos frecuentes de discriminación hacia la mujer.

Como ocurre a veces, las reacciones y comentarios al estudio son casi tan interesantes como el mismo artículo. Ante la propuesta de que la estadística sea poco fiable, mediante la sugerencia de que los resultados respondan a, por un lado, una cantidad menor de mujeres que eligen dedicarse a este oficio crítico y, por otro, a un número menor de mujeres escritoras, las respuestas no se han hecho esperar. Los responsables de varias publicaciones, talleres y editoriales aseguran que la afluencia de mujeres escritoras está a la par que sus colegas masculinos; por otro lado cualquiera que haya estudiado una carrera de periodismo, filología hispánica o cualquier otro título relacionado tradicionalmente con el oficio de crítico, es consciente de que, de hecho, suelen superar las estudiantes femeninas a los masculinos. Por tanto, que los grandes medios contraten a menos mujeres que hombres para sus secciones de literatura, y que se seleccionen menos obras literarias de mujeres que de hombres para ser reseñadas, da bastante que pensar (y también plantea la cuestión de si al haber más críticos masculinos, estos muestren tendencia a elegir sobre todo a escritores masculinos). ¿Será que hay quien considera, como el polémico Naipaul, que los textos escritos por mujeres son de menor calidad? ¿Será que las mujeres publican menos? ¿O se trata de un ejemplo escandaloso de discriminación laboral? Continuaremos analizándolo en la segunda parte del artículo.

Fan Fiction. Sobre cómo tus lectores tienen la mente sucia

AutorGabriella Campbell el 9 de marzo de 2012 en Divulgación

Fan Fiction

Hay pocos escritores que no deseen, en su fuero interno, la fama y gloria que podría acompañar al éxito de un superventas. No se trata sólo de dinero, al fin y al cabo el ego del escritor es un ente delicado y hambriento, y la inseguridad que suele acompañar a la producción literaria necesita de la aprobación de lectores y críticos para permitir al autor dejar atrás a la temida página en blanco, entre tantos otros miedos. Pocas cosas tan hermosas puede haber para un artista que recibir mensajes de apoyo y agradecimiento de sus espectadores, lectores o clientes.

Se dice que la imitación es una de las formas más comunes de admiración. En cierta forma, el fan fiction, la ficción de fans, es una imitación, ya que toma personajes, situaciones y otras características de una obra original para integrarlos en un texto de elaboración ajena. Por otro lado, intenta compensar ciertas ausencias que el lector advierte en el texto, ofreciendo escenas que no aparecen en el libro original pero que al lector le habría gustado encontrarse. Aquí, por supuesto, abunda lo sexual (sobre todo en ficción inspirada por obras de géneros poco dados a lo explícito en este terreno), y es aquí precisamente donde muchos autores se sienten incómodos al descubrir todo tipo de actos innombrables asociados a sus personajes. En cierto sentido, debe de ser como contemplar una escena de sexo entre miembros de tu propia familia, personas con las que has convivido y conocido durante años, personas a las que tú has creado y cuya imagen ahora se ve distorsionada por los receptores de tu obra. Es comprensible que algunos autores se sientan ofendidos por este tipo de ficción; más allá de cuestiones de copyright y derechos de autor se trata de una cuestión, para muchos, de moralidad. Esto explica la postura firme de escritores como George R.R. Martin o Anne Rice, que han expresado de manera pública su desaprobación de cualquier tipo de ficción de aficionados basada en sus textos, o los límites legales que establece Lucasfilm sobre qué se permite en el fan fiction basado en sus productos y qué no. Otros, sin embargo, como J. K. Rowling, entienden este fenómeno como parte del proceso de lectura o como un halago tremendo, y llegan a enlazar en sus webs oficiales a las páginas que publican este tipo de ficción.

Más allá de lo producido en bitácoras personales y páginas web individuales, pueden encontrarse numerosas webs dedicadas exclusivamente a publicar fan fiction. De este modo entra el escritor “fan” en contacto con otros lectores “fans” que comparten sus inquietudes e incluso pueden proporcionarle el mismo tipo de cálida admiración que busca cualquier autor en ciernes. Los géneros en los que se mueven estos textos son muy variados, y su comunidad de escritores tiene un vocabulario propio muy conciso para definir la temática, el formato o incluso la relación entre los personajes (uno de los más populares es el slash, que se centra en relaciones homosexuales entre personajes masculinos). Uno se pregunta qué puede sentir un autor al descubrir un texto que describe a dos de sus personajes en una escena pornográfica. Por otro lado, este tipo de textos sólo surge ante obras que han creado el suficiente impacto en su público como para que este necesite complementar con creaciones propias el texto original. Dicho de otra manera: tener un fanfic de tu libro es sinónimo de haber triunfado.

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Anne Rice se pasa a los licántropos

AutorGabriella Campbell el 7 de marzo de 2012 en Noticias

Wolf's Gift de Anne Rice

Desde aquella fantástica aparición del atractivo Lord Ruthven de Polidori en su relato El Vampiro, la figura del chupasangres romántico ha cobrado fuerza con el paso del tiempo, sobre todo gracias a la intervención de la creadora de las Crónicas vampíricas, la estadounidense Anne Rice. Gran parte de esta fiebre contemporánea por la figura del vampiro se debe mucho más a Rice que a escritores clásicos del terror como Bram Stoker, ya que ella popularizó la idea del vampiro camaleón, aquel que podía adaptarse a la perfección a las costumbres de los mortales, que podía hacerse pasar por uno de ellos, diferenciándose sólo por una letal sensualidad y por un atormentado enfrentamiento interior entre las nociones de Bien y de Mal.

Este debate interno de sus personajes es un reflejo bastante fiel de las dudas y tribulaciones de la propia Rice. La escritora oriunda de Nueva Orleans publicó toda una serie de libros que combinaba una alta carga erótica con una apasionada búsqueda del significado de términos como Dios, libre albedrío y humanidad. Sus vampiros se movían en terrenos a veces agnósticos, a veces nihilistas, a veces desesperados. Pero todo esto cambió cuando en 1998, Rice, quien desde los 18 años se había definido como atea, cayó en un coma diabético que casi le costó la vida, y regresó a los brazos de la Santa Madre Iglesia. Comenzó a escribir sobre temas religiosos, sobre todo relacionados con la vida de Jesús de Nazaret, pero nunca renunció por completo a sus obras anteriores, y siguió defendiendo algunos ideales muy criticados por sus congéneres católicos, como el derecho al aborto y al matrimonio homosexual (de hecho, su hijo, el también escritor Christopher Rice, es gay y ha contado desde siempre con el apoyo total de su madre). Esta defensa de principios muy alejados de los predicados por la Iglesia católica le ha provocado un roce continuo con las enseñanzas de ésta, por lo que finalmente, en 2010, anunció en su página de Facebook que, si bien seguía manteniendo su fe en Dios, se desligaba de cualquier pertenencia a la Iglesia y al cristianismo.

Es muy probable que esta decisión haya tenido mucho que ver con un nuevo giro en sus temas literarios. Y si las sagas modernas cosechan éxito imitando su fórmula de “vampiro hermoso atormentado por su condición inmortal”, ¿por qué no iba ella a aprovechar ese otro caudal de superventas, el hombre lobo? The Wolf Gift será la primera novela de su autoría que trate dicha temática. Podría sorprendernos que no se le hubiera ocurrido antes, teniendo en cuenta que vampiros y hombres lobo con frecuencia parecen ir de la mano, pero la hermana de Rice, Alice, era también escritora y se especializaba precisamente en este tipo de personaje sobrenatural, por lo que Anne nunca quiso “meterse en su terreno”. En 2007 falleció Alice, y parece que Rice está ya dispuesta a publicar una historia de licántropos. Pronto veremos si regresa al estilo barroco y sensual al que tiene acostumbrados a los fans de Lestat y compañía, o si permanece anclada en el texto pobre y atolondrado del que hablaba la crítica al reseñar sus obras de tinte religioso.

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