Una de premios jóvenes
En momentos de recesión económica es inevitable que los certámenes y premios económicos se vean reducidos de manera significativa. Incluso aquellos que no gozan de dotación monetaria parecen esconder la cabeza, como si la depresión laboral y financiera afectara también a las ganas de seleccionar a los mejores libros y autores de toda condición. La excepción a esta regla, cómo no, pertenece a la literatura juvenil, ese marco creativo tan en boga en estos tiempos, cuyos premios, si bien habrán visto reducidas sus dotaciones, no parecen sino multiplicarse en cantidad. Es una consecuencia lógica a la expansión de un género imparable dirigido a un público lector que no hace más que crecer.
Más allá de los clásicos, y del “oficial” (el Premio Nacional de Literatura Juvenil e Infantil), que con frecuencia no son más que categorías dentro de un premio general, suenan sobre todo los asociados a grandes editoriales, como el Premio Gran Angular o el Edebé. También os resultarán familiares el Premio Alandar, convocado por Edelvives o el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, de la editorial homónima, certámenes de solera que llevan años celebrando convocatorias para obras cuya dotación es, más que nada, un anticipo para la publicación del libro ganador. Aunque haya premios de relato, poesía y teatro, la novela es la estrella, el producto consumido y promocionado por excelencia, y con frecuencia el premio abarca las categorías tanto de infantil como juvenil, debido más que nada a la especialización de la editorial (la literatura infantil y juvenil, después de todo, tampoco son muy similares entre sí).
A estos concursos de larga trayectoria se le unen múltiples convocatorias que aparecen desde los blogs y revistas en línea. Una vez más, Internet aporta toda una serie de recursos provechosos para la literatura, entre ellos la publicación de textos periódicos centrados en el género juvenil como El Tiramilla o El Templo de las Mil Puertas. Ambas revistas han hecho públicos hace unas semanas los resultados de sus respectivos concursos anuales, otorgando premios que, si bien no disponen de recompensa económica, no se hallan atados a empresas ni marcas y conceden una señal importante de reconocimiento por parte de los propios lectores y blogueros más activos dedicados a este tipo de literatura. La segunda de las mencionadas, El Templo de las Mil Puertas, presentó sus premios en un encuentro lleno hasta los topes de jóvenes y mayores, en la FNAC de Callao, Madrid. Además de contar con la presencia de varios de los galardonados, que pudieron agradecer en persona su premio y firmar libros para los asistentes, el acto incluía un bonito vídeo-mosaico con la participación de algunos de los nombres más relevantes de nuestro país dentro del género juvenil sobre qué es para ellos la literatura juvenil, qué libros los han inspirado, y por qué leer puede ser la puerta de entrada a un mundo maravilloso.