Nuevas formas para reciclar libros
¿Recordáis que debatimos en un artículo anterior sobre cuál era la mejor forma de reciclar y darle nueva vida a los libros que ya no necesitábamos? En los comentarios encontramos muchas opiniones enfrentadas; algunos de vosotros abogabais por convertir los libros en algo nuevo, aprovechable (como aquellas obras de arte que os enseñamos, o incluso bolsos o muebles), mientras que otros defendíais el valor de todos los libros, y su derecho a seguir existiendo como tales cuando su dueño ya no los quería. Puede que el artista japonés Koshi Kawach haya dado con una forma más que interesante de proporcionarles nueva vida, si bien su proyecto, el “manga farming”, es sólo una muestra de la influencia que podría tener la industria del libro en el mundo del cultivo.
Kawach expuso su idea en un centro comercial de Nagoya, en 2010, exhibiendo grandes tomos de manga que se habían utilizado para plantar brotes de rábano (kaiware-daikon). Con añadir un poco de agua y sol fue suficiente para que las plantas brotasen, produciendo un efecto divertido y agradable a la vista (por lo menos dentro de una instalación artística). Pero más allá de su impacto artístico Kawach reflexiona sobre las posibilidades del papel, cuya pulpa podría usarse como un fertilizante barato y eficiente, sobre todo teniendo en cuenta la inmensa cantidad de libros no vendidos que se destruyen cada año.
El mayor inconveniente del uso de la pulpa de papel como fertilizante es su bajo contenido en nitrógeno, pero ya existen estudios y propuestas rentables que ofrecen salidas a esta complicación. Teniendo en cuenta que en los Estados Unidos, uno de los mayores productores de libros del mundo, la industria del papel produce cinco millones de toneladas de pulpa en forma de sedimento sólido, no estaría de más que pudiera, por un lado, reducirse dicha cantidad (algo que seguramente ocurrirá con el ascenso del libro electrónico) y, por otro, aprovecharse para algo más productivo que llenar vertederos. La elección de Kawach del manga como base para el cultivo no es gratuita; en Japón el manga ocupa una tercera parte del sector editorial, ya que hablamos de una industria muy lucrativa que se traduce en aproximadamente 10 billones de dólares en ventas anuales. Se venden unos 2 mil millones de tomos de manga al año en Japón, y suele tratarse de ejemplares baratos, de baja calidad, destinados al consumo rápido. Por esto, el desecho que pueden generar debe de ser también espectacular. Aunque el objetivo de Kawach haya sido tan sólo estético (se le presupone intención de, por lo menos, hacernos reflexionar, aunque es dudoso teniendo en cuenta que algunas de sus instalaciones anteriores eran de patatas fritas lacadas, aperitivos en forma de anillo con diamantes incrustados, o mapas realizados con ramen seco), no deja de sugerirnos que esta forma de reciclaje es una posibilidad más para los libros, revistas y periódicos que ya no necesitamos.