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Gabriella Campbell (Página 19)

Libros diferentes (I)

AutorGabriella Campbell el 18 de mayo de 2012 en Divulgación

Ataúdes para personas y mascotas

Puede parecer complicado hacerle la competencia a libros con títulos tan sugerentes como How to Avoid Huge Ships (Cómo evitar barcos grandes), pero Internet es una fuente casi inagotable de información sobre libros que son, cuanto menos, distintos a los demás. Ya tenéis nuestra lista de títulos más ridículos a la venta en Amazon, que propusimos para regalar a personas que lo tienen todo en San Valentín. Pero hay tantas obras por ahí sueltas que nos producen una extraña mezcla entre sorpresa, repulsa y admiración (por la valentía de los autores), que no podíamos dejar de mencionar unas cuantas más.

Algunas de las más divertidas son aquellas relacionadas con los animales de compañía. Ya os hablamos del arte de tejer con el pelo de tu perro, pero parece ser que con los gatos también es posible. Puede parecer un tanto extraño, pero, ¿no os habéis parado a pensar de dónde sale la angora, esa lana tan deseada, suave y cara que se usa sobre todo para la ropa de bebé? Si sirven los adorables conejitos, ¿por qué no aprovechar el pelo de tantos gato persas y de angora que dejan las alfombras de sus dueños hechas un desatre? Kaori Tsutava y Amy Hirschman nos lo ponen fácil con Crafting with Cat Hair: Cute Handicrafts to Make with Your Cat (Manualidades con pelo de gato: Proyectos adorables para hacer con tu gato ). Y si no se te da bien ni el punto ni el ganchillo ni el felting, no te preocupes, hay muchas otras cosas que puedes hacer con tu gato. Feng shui, por ejemplo. Así es, no sólo los humanos podemos disfrutar de los beneficios de esta práctica oriental que va mucho más allá de saber dónde colocar las estanterías Billy de Ikea, sino que los gatos también pueden sacarle bastante provecho. Y si no, que se lo pregunten a Alison Daniels, autora del libro Feng Shui for You and Your Cat (Feng shui para ti y para tu gato). Y ya que estamos hablando de locuras felinas, cómo no mencionar ese clásico del ejercicio físico, Catflexing: The Catlover’s Guide to Weight Training, Aerobics and Stretching, donde Stephanie Jackson nos enseña a usar a nuestro peludo amigo como pesa o mancuerna, para realizar aerobics y como referencia para realizar ejercicios de estiramiento. Si alguno de nuestros lectores tiene un felino que se dejaría utilizar para este tipo de entrenamiento, nos encantaría saberlo. Por ahora, nos quedamos con la sospecha de que la Sra. Jackson no sabía mucho de gatos.

Para cuando llegue el temido momento de tener que despedirnos de nuestra mascota, también podemos encontrar libros que nos serán de gran ayuda (o no). Do-It-Yourself Coffins: For Pets and People, de Dale Power, mata dos pájaros de un tiro, ya que nos enseña a construir ataúdes tanto para nosotros mismos como para nuestros amigos animales. ¿Pero cómo lidiar con la posible depresión que nos acosará tras perder a nuestros peludos seres queridos? Eso lo trataremos en la segunda parte del artículo.

Subrayando con tinta electrónica

AutorGabriella Campbell el 14 de mayo de 2012 en Noticias

Juegos del Hambre

Aunque nunca terminemos de ponernos de acuerdo sobre si está bien o mal aquello de subrayar y anotar en nuestros libros de papel, los lectores electrónicos solucionan el debate de forma tajante al ofrecernos la posibilidad de tomar notas y subrayar de manera digital nuestras lecturas. Y como, nos guste o no, muchos e-readers comparten determinada información con la nave nodriza, los amables señores de Amazon proporcionan datos estadísticos más que interesantes.

Entre estos destaca, por ejemplo, la información sobre cuáles son los pasajes más subrayados en Kindle. Parece ser que una de las frases más iluminadas, destacadas, subrayadas o como queráis llamar a eso de hacer presión sobre la pantalla en la línea de tu frase favorita, es la legendaria cita de Orgullo y prejuicio de Jane Austen:

Es reconocida como verdad absoluta aquella que afirma que un hombre soltero dueño de una gran fortuna ha de sentir algún día la necesidad de casarse.

Aquella oración de principio de novela con la que arranca una maravillosa historia de amor y desamor entre Elizabeth Bennet y el Sr. Darcy. A día de hoy, esta frase ha sido subrayada por más de 8800 usuarios de Kindle. Pero no es la más subrayada, sino tan sólo la tercera de la lista.

La frase más subrayada en la historia del Kindle, uno de los formatos de lectura electrónica más populares del mundo, es:

Porque a veces a las personas les pasan cosas y no están preparadas para lidiar con ellas

De En llamas, la segunda parte de la trilogía de Los juegos del hambre de Suzanne Collins, la obra que está arrasando entre jóvenes y no tan jóvenes, gracias en parte al éxito de su adaptación cinematográfica. Lo llamativo es que Collins ocupa también el segundo puesto con una cita de la primera parte de la trilogía, aquella que es, con seguridad, la más representativa del libro:

Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doces distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en una enorme arena al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.

Por si esto no fuera suficiente, el cuarto, quinto, sexto, octavo, noveno y décimo puesto también van para frases de la obra de Collins. Sólo se salva, una vez más, Austen, con Orgullo y prejuicio de nuevo, en un séptimo puesto:

El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros.

Collins copa todos los puestos restantes hasta el número 17, en el que finalmente aparece otro autor, Abraham Verghese, con una cita de su obra Hijos del ancho mundo:

La llave a tu propia felicidad es tener tus propias zapatillas, sé el dueño de quién eres, de qué aspecto tienes, de tu familia, sé el dueño de los talentos que tengas y de aquellos que no tengas. Si te empeñas en decir que las zapatillas no son tuyas, morirás buscando, morirás amargado, sintiendo siempre que se te prometió más de lo que recibiste. No sólo nuestras acciones, sino también nuestras omisiones, se convierten en nuestro destino

Parece que conforme aumenta el número de Kindles en el mercado, aumenta la cantidad de subrayado dirigida a los libros más leídos, por lo que la victoria en este sentido de Collins, superventas por excelencia del momento, es más que lógica. Pero vosotros, ¿qué libros subrayáis hasta el agotamiento en vuestro lector electrónico? Y si preferís los libros de papel, ¿cuál posee esa cita que habéis casi memorizado, aquella que no os cansáis de leer?

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Fallece Maurice Sendak

AutorGabriella Campbell el 11 de mayo de 2012 en Noticias

Maurice Sendak

Aquellos para los que el nombre de Maurice Sendak no significa nada no tendrían problema en reconocerlo de manera inmediata si vieran cualquier ilustración de su icónico libro Donde viven los monstruos. Sendak ha conseguido formar parte de la textualidad actual, de nuestro entorno y conciencia colectiva, algo muy raro para un autor e ilustrador de cuento infantil.

Sendak comenzó a crear de la misma manera que tantos escritores y dibujantes: una dolencia infantil lo mantuvo en cama durante un largo periodo en el que se entretenía desarrollando su capacidad artística, si bien fue la película Fantasía, de Disney, la que le dio el impulso necesario para decidirse a ser ilustrador y/o animador. Su infancia estuvo marcada por su mala salud, la tragedia de perder a miembros de su familia en el holocausto nazi (él era judío de origen polaco, aunque nació en Estados Unidos) y el peculiar sentido del humor de su padre, al que le gustaba aderezar las historias de la Biblia con ciertas escenas más adultas de lo necesario, algo que a Maurice le ganó más de una reprimenda en el colegio cuando las contaba a sus compañeros de clase. Tal vez esto lo inspiró a la hora de desarrollar su propio estilo, tal vez lo empujó a otorgarle ese toque oscuro que tienen sus dibujos, y más tarde, cuando comenzó a contar sus propias historias, a sus cuentos. Donde viven los monstruos nunca gustó del todo a padres y profesores, debido a los afilados dientes que poblaban las imágenes de Sendak, y a una trama muy alejada de la moralina habitual de los cuentos infantiles de la época (al protagonista, un niño, lo aceptan los monstruos como su rey debido a que es el más terrible y el que más asusta de todos ellos); sin embargo gozó de una aceptación muy positiva por parte de sus lectores. Lo mismo ocurrió con La cocina de noche, ya que el niño protagonista aparece desnudo a lo largo del libro, o con Outside Over There, que cuenta la historia de una niña que odia quedar a cargo de su hermana menor, hasta que esta es raptada por goblins (Sendak escribió la obra muy impresionado por el rapto mediático del hijo del conocido aviador Charles Lindbergh; a su vez, su obra inspiró a Jim Henson para gestar la película Dentro del laberinto, en la que David Bowie interpretaba al rey de los goblins). La complicada relación con sus demonios infantiles y con sus propios padres se extendió hasta su madurez: En 2007 falleció el psicoanalista Eugene Glynn, su pareja desde hacía 50 años; Sendak admitió que jamás había revelado su relación con Glynn a sus padres, por miedo a decepcionarlos.

Hace unos días, el 8 de mayo de 2012, Sendak falleció debido a complicaciones en relación a un infarto cerebral. Este amante de Herman Melville, Mozart y Emily Dickinson, que tanta felicidad ha traído a varias generaciones de niños (y algunos que no son tan niños), deja un hueco enorme en el mundo de la literatura. Para recordarlo, os recomiendo que veáis estas maravillosas páginas rescatadas del New Yorker donde se ilustra una conversación sobre el arte de crear historias y la experiencia de ser niño entre Sendak y Art Spiegelman, el único escritor que ha ganado un Pulitzer a mejor obra de ficción con un cómic, con la aclamada novela gráfica Maus.

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Predicciones de 1962 para el mercado literario actual

AutorGabriella Campbell el 9 de mayo de 2012 en Divulgación

Futuro del libro

Suele ser divertido encontrar referencias del pasado a cómo nuestros antepasados pensaban que sería el futuro; del mismo modo que, con seguridad, nuestros descendientes encontrarán una fuente de inagotable entretenimiento en las predicciones de hoy. El blog Letterology, que pertenece a un profesor de diseño y tipografía de Seattle, Estados Unidos, recogió hace poco algunas de las predicciones más interesantes que se realizaron allá por 1962 acerca de cómo serían los libros en nuestros tiempos. Algunos eran bastante acertadas; otras, no tanto, y aparecieron en un artículo del periódico Seattle Times titulado Libros parlantes entretendrán e informarán a los lectores del siglo XXI. Recojo aquí las que me resultan más llamativas, traducidas para vuestro (espero) deleite:

Los libros se distribuirán de forma diferente. Se venderán en tiendas de comestibles, ultramarinos y en gasolineras”. Y tanto que sí. Lo que en 1962 podrían ser tiendas locales especializadas hoy en día se traducen en grandes superficies y centros comerciales que, por supuesto, venden libros. Y sí, hasta en algunas estaciones de servicio con gasolinera podemos encontrar algún que otro superventas. El libro ya no es un producto especializado propio de puntos de venta exclusivos.

Todo será más fácil para investigadores y académicos. Podrán acceder a todo tipo de información de cualquier parte del mundo desde la comodidad de su propio hogar a través del televisor. La mala noticia es que los únicos libros en papel que se salvarán serán los libros de bolsillo”. Aquí dan en el clavo, anticipándose al uso generalizado de Internet y su funcionalidad documental, si bien visualizan la pantalla del televisor como fuente de información en vez del monitor de ordenador que hoy conocemos. Lo de los libros de bolsillo es curioso, ya que de llegar el ebook a dominar el mercado editorial, lo que probablemente sobreviviría sería lo contrario, el libro joya, una edición de lujo con el que el lector electrónico no puede competir.

Los libros serán más suaves, rápidos y esbeltos”. De nuevo aquí aciertan. La irrupción del ebook convierte el lector electrónico en un aparato de diseño, un gadget que intenta sustituir la experiencia táctil del libro tradicional ofreciéndonos una textura suave y una forma elegante y ligera. Conforme se desarrollan, los e-readers son cada vez más rápidos y la experiencia lectora, más fluida. Sin embargo, uno de los entrevistados para el reportaje en cuestión también anticipaba que “el viaje espacial será una poderosa influencia”, y no me queda muy claro hasta qué punto eso podría ser cierto, más allá del desarrollo de ciertas temáticas dentro del género de la ficción especulativa. Aunque los ebooks actuales podrían tener una apariencia ciertamente futurista, no sólo para alguien de 1962 sino incluso para alguien de principios de los años 90, éstos no se han desarrollado como respuesta a una necesidad de ocio de los astronautas, sino como una posibilidad mucho más práctica para el lector medio, algo que cada vez tienen más claro grandes empresas tecnológicas.

Publicidad en los libros

AutorGabriella Campbell el 7 de mayo de 2012 en Divulgación

Publicidad en los libros

Para muchos, los términos publicidad y libros son claros antagonistas. La simple noción de usar el noble formato literario para vender un producto puede resultar repugnante, no obstante, este concepto se ha puesto en práctica antes, se pone en práctica en la actualidad y, con seguridad, se llevará a cabo en el futuro. La diferencia estriba en el cómo.

La publicidad en los libros no es algo novedoso. Ya a principios del siglo XX aparecían novelas seriadas con inserciones publicitarias que ayudaban a costear los gastos de la edición, y era muy frecuente ver anuncios de productos que poco o nada tenían que ver con la temática de la obra cuando uno compraba bolsilibros o literatura pulp en algunos países. Este caso fue particularmente sangrante en Alemania, donde la costumbre de realizar dolorosos insertos literarios se popularizó sobre todo alrededor de los años 60, pero que siguió en activo hasta bien entrados los 90. Tal vez el caso más conocido de la repercusión de esta poco acertada costumbre fue lo que ocurrió con el escritor de fantasía cómica Terry Pratchett por aquella época cuando, en pleno ascenso hacia la fama que hoy lo avala, cambió de editor cuando descubrió un anuncio de sopas mal camuflado en una de sus obras (en Rechicero, los protagonistas se sientan a disfrutar de una sopa “realizada en cinco minutos”, pero parece ser que en Pirómides la escena se repite de manera similar). Tanto Pratchett como sus editores anglosajones se quejaron a Heyne, la editorial alemana responsable, pero ésta no podía asegurarles que la situación no volviera a repetirse, por lo que finalmente el autor decidió dar el salto a Goldmann. En resumen, Heyne perdió a una estrella del género por aferrarse a una publicidad, cuanto menos, dudosa, ya que los anuncios en libros no tienen ni un público objetivo definido ni una cantidad de lecturas aseguradas. Y ya en los 90, años en los que esta política de anuncios quedaba obsoleta, podía tener efectos contraproducentes, como ocurrió, en efecto, en esta ocasión. Hoy en día se siguen anunciando productos y empresas en los libros tradicionales, pero en general sólo si se trata de obras patrocinadas, ediciones no venales, etc.

Cada vez oímos con mayor frecuencia aquello de que la publicidad clásica está agotada. Incluso en el caso de la publicidad de internet, los usuarios se vuelven, poco a poco, ciegos a métodos habituales como banners estáticos o anuncios de texto, exigiendo unos anuncios cada vez más interactivos e impactantes para llamar su atención. Afianzan terreno los enlaces de contenido relacionado, las recomendaciones personalizadas o los minijuegos, en resumen, una publicidad divertida y/o estrictamente relacionada con el contenido con el que se está interactuando. Y es en esa dirección en la que se dirigen ahora las grandes editoriales que invierten en digital, interesados en incluir publicidad pura y dura en los e-books a través de diversas aplicaciones o de los propios dispositivos de lectura. Algo muy diferente (y quién sabe si positivo) a un anuncio de sopa insertado de mala manera en un libro en papel.

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Leer con prisas

AutorGabriella Campbell el 5 de mayo de 2012 en Divulgación

Lectura rápida

No sé si habréis oído hablar del speed reading, una forma de lectura que intenta sacar la máxima información de un texto en el menor tiempo posible. Gracias a determinadas técnicas, uno puede sacarle un rendimiento máximo a su lectura, sea ésta profesional, literaria o para estudio. De hecho, muchas empresas animan a sus empleados a utilizar estos métodos, ya que consideran que aumentan la productividad, y organizan conferencias y seminarios donde se imparten clases para aprender a leer rápido. No sólo esto, existen hasta concursos a nivel mundial de lectura rápida (Anne Jones, una de las ganadoras habituales, se leyó Harry Potter y las reliquias de la muerte en 47 minutos y un segundo). Aquí dejamos algunos consejos para los que quieran sacarle el máximo partido de su lectura y disponen de poco tiempo para hacerlo (disponibles en formato infográfico aquí):

  • Mide la velocidad a la que lees: Para empezar, debes saber con qué marcas cuentas. Cronometra la lectura de una página de un libro que no hayas leído antes.

  • Elimina las distracciones. Lo ideal es leer en una habitación tranquila y silenciosa, sin nada que pueda interrumpir tu tarea.
  • Decide qué estás buscando y ajusta tu lectura a ello: Si estás leyendo no ficción, debes determinar si estás interesado en fechas, números, nombres, etc. Si se trata de ficción, tal vez necesites identificar temas, personajes, argumentos, etc. Encuentra lo que buscas y concéntrate en ello.
  • Lee por adelantado: Antes de ponerte a leer en serio, analiza lo que vas a encontrarte. Subraya títulos, marca por adelantado puntos importantes, léete el índice.
  • No releas: Concéntrate sólo en lo que estás leyendo en este momento, resiste la tentación de releer palabras o párrafos anteriores. Esto te ayudará a enfocar la lectura y absorber mayor conocimiento de aquello con lo que estás trabajando. Si es necesario puedes usar una tarjeta o un folio para ocultar el texto anterior.
  • Usa el dedo: Aunque puede parecer una costumbre infantil, usar el dedo para seguir el texto nos ayuda a concentrarnos en la lectura presente, y a no perdernos visualmente dentro del párrafo y la página.
  • No leas en alto en tu cabeza: Muchas veces, sin darnos cuenta, lo que hacemos es una lectura “en alto” dentro de nuestra cabeza, repetimos las palabras que leemos mentalmente (subvocalizamos). Muchos expertos de la lectura rápida aseguran que es una pérdida de tiempo; intenta seguir las palabras con los ojos y no con los oídos.
  • Cronométrate de nuevo: Una vez más, mide la velocidad a la que lees para ver si esta ha mejorado. Repite este ejercicio de una manera periódica para analizar tus resultados.

Por supuesto, leer rápido no implica leer por encima sin entender nada. Generalmente las pruebas de lectura rápida incluyen unas preguntas sencillas de comprensión lectora al final para comprobar que el lector ha comprendido y aprovechado el texto. Hay otras muchas técnicas que pueden resultar muy útiles y complementarias a estas, como la lectura en diagonal o el scanning, pero todas tienen sus detractores y ha habido cierta polémica sobre si realmente pueden alcanzarse las cotas de velocidad propuestas por los profesionales de este tipo de lectura manteniéndose una comprensión lectora adecuada; por otro lado muchos críticos defienden a ultranza el uso de la subvocalización ya que la consideran fundamental para el reconocimiento de palabras. Sin embargo, sí que es cierto que estas técnicas básicas pueden mejorar nuestra velocidad de lectura y, siempre que nos aseguremos de que estamos extrayendo todo lo que necesitamos del texto, pueden producir resultados muy positivos, sobre todo para textos que no leemos estrictamente por ocio o en busca de relajación.

En la más absoluta miseria (II)

AutorGabriella Campbell el 2 de mayo de 2012 en Divulgación

Baudelaire

Como adelantábamos en la primera parte de este artículo, no han sido pocos los escritores que hoy en día se valoran de manera muy positiva, venden libros a raudales y se estudian en los colegios, pero que en vida recibieron escasos frutos de su trabajo (o bien recibieron bastantes pero los dilapidaron de modo rápido e irresponsable). El ejemplo típico de escritor bohemio, pobre y decadente es Charles Baudelaire, cuyas Flores del mal son a día de hoy lectura casi obligatoria, y cuya suerte financiera fue lamentable. A pesar de pertenecer a una familia acomodada, sus hábitos poco rentables (prostitución, alcohol y ropa cara, sobre todo), además de las copiosas sanciones económicas a las que tuvo que enfrentarse por los contenidos escandalosos de sus poemas, lo abocaron a un estado de deuda permanente que se vio obligada a cubrir su madre tras el fallecimiento del polémico poeta y traductor. Con todo, ella misma confesó su satisfacción tras ver cómo la obra de su hijo poco a poco comenzaba a valorarse y a venderse, concediéndole el lugar que ella consideraba que merecía en los anales de la literatura.

Otro caso, bastante sorprendente, es el de Oscar Wilde, debido a su legendaria afición por la buena vida. Al salir de prisión, Wilde emergió como un hombre muy diferente, tras haber realizado un recorrido un viaje espiritual que describió en su epístola De profundis. Aunque retomó su amistad con su amante, Lord Alfred Douglas, las presiones de las familias de ambos finalmente consiguieron lo que la cárcel no había podido: separarlos y terminar de destruir el espíritu pasional de Wilde. Murió de meningitis en un hotelillo de mala muerte, en París, tan sólo tres años después de su puesta en libertad. Años después, su popularidad no haría más que crecer, dejando un jugoso legado literario para sus descendientes.

Y otro que gozó de fama y reconocimiento, pero no mucho dinero, y que murió pobre y ciego en Madrid, fue Benito Pérez Galdós, escritor realista prolífico y autor de algunas de las obras más celebradas en nuestra lengua. Ingresó en la Real Academia Española en 1889, y fue, en 1912, uno de los principales candidatos al Premio Nobel de Literatura, pero al final su muerte sorprendió a todos aquellos que habían olvidado su misma existencia; ni la publicación de sus últimos Episodios Nacionales pudieron proporcionarle cierta solvencia y pasó a ser un ejemplo más de que el éxito literario y el talento no siempre están unidos al desahogo económico. En muchas ocasiones, las grandes ganancias sólo las verán, con suerte, los hijos de tus hijos. En otras, por lo menos podrás evitar el triste espectáculo de ver cómo tus descendientes se pelean con uñas y dientes por una fortuna que necesitaste y que nunca pudiste tener en vida.

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Parodias literarias

AutorGabriella Campbell el 30 de abril de 2012 en Divulgación

El Jobit

Si tuviéramos que hacer recuento de todos esos géneros que podrían considerarse parásitos, es decir, todos aquellos que se aprovechan del éxito de determinados temas para vender unos cuantos ejemplares, la lista sería larga sin duda. Desde manuales esotéricos que se mueven en el farragoso terreno entre lo científico y lo inventado; libros de dietas o de autoayuda que vomitan datos recopilados de otros mil libros de dietas o autoayuda; libros rápidos inspirados por el superventas más reciente; o extensas autobiografías de personas que jamás han escrito más de tres palabras seguidas; todo nos indica que el mundo del libro no es siempre un cúmulo de literatura enriquecedora. Dentro de esta tendencia a apuntarse a la última moda, produciendo un número determinado de palabras para enviar a imprenta antes de que el público cambie de foco, aparecen de manera continua las obras paródicas, aquellas que aprovechan el éxito de un libro para crear otro muy similar de carácter humorístico.

Algunas de estas obras paródicas no ofrecen mucho más una vez superadas las primeras risas por el ingenioso título, ya que se limitan a copiar de modo casi íntegro el texto de la obra original, modificando nombres de personajes y lugares y poco más. Pero sí ha habido obras que han mantenido calidad suficiente como para gozar, por sí mismas, de gran aceptación entre el público lector. Uno de los ejemplos más conocidos es el del libro de 1969 Bored of The Rings (que en España publicó Devir con el nombre Sopor de los anillos, ya en el 2002, aprovechando el tirón de las películas de Peter Jackson). Parece ser que Devir se especializa en este tipo de parodias, ya que también es responsable de la publicación en español de McAtrix, Star Warped: La juerga de las galaxias y El Jobit, escritas por el anglosajón Adam Roberts bajo el pseudónimo de A. R. R. R. Roberts No son, ni mucho menos, las únicas parodias realizadas de estos libros y películas, como tampoco hay una única parodia de la conocidísima saga de Harry Potter, (aunque destaca la serie de Barry Trotter). Por supuesto también han aparecido títulos en formato cómic, como Harry Pórrez, creado por nombres del tebeo tan conocidos como Enriquecarlos o Vergara.

Y el más reciente en apuntarse al carro de la parodia ha sido el escritor estadounidense Andrew Shaffer, quien se ha basado en el nuevo fenómeno literario Fifty Shades of Grey, una trilogía erótica de tintes sadomasoquistas que se originó como fanfiction de Crepúsculo y que está arrasando en Amazon. Shaffer ha escrito 50 Shames of Earl Grey (Cincuenta vergüenzas de Earl Grey, suponemos que con Earl Grey se refiere al popular té de origen británico), mostrándose crítico de la naturaleza comercial y endeble de la obra original. Sin embargo, la parodia es, en cierta manera, un homenaje, y podría decirse que la parodia legitima, hace más real, a la obra original. Puede que Shaffer, en el fondo, le esté haciendo un favor a E. L. James al reírse de su obra. Y de paso, se hace con unos cuantos dólares a su costa.

Está claro que sólo hemos mencionado algunos ejemplos de un género muy extenso. ¿Con qué parodias os habéis divertido más?

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Cartas dignas de mención: J. R. R. Tolkien

AutorGabriella Campbell el 29 de abril de 2012 en Divulgación

Cartas de Tolkien

El epistolar es uno de esos géneros menos conocidos y populares que, sin embargo, puede producir textos más que interesantes, no sólo por su valor documental e histórico, sino por lo que nos enseña del carácter de su autor. En un mundo en el que la brevedad y la inmediatez del e-mail lo han hecho bastante más popular que la tradicional carta manuscrita, es una costumbre muy productiva ponerse a rebuscar y encontrar en el pasado ejemplos del ingenio y la imaginación de algunos grandes autores, cuya personalidad se ve reflejada en estas obras que nunca tuvieron intención de publicarse, ni de ser leídas por más personas que aquellas a las que se dirigían.

En Internet podemos encontrar auténticas maravillas, transcripciones y fotografías de las cartas de estos gigantes de la literatura, y uno de los autores que más aparece en las páginas que se dedican a recopilar este tipo de textos es John Ronald Reuel Tolkien, escritor conocido sobre todo por su legendaria novela El señor de los anillos. Las cartas de Tolkien suelen reflejar a un hombre ingenioso, cálido y amante de las letras. En particular, una de mis favoritas es aquella que escribió a la editorial Rutten & Loening, que estaban negociando con la empresa Allen & Unwin la publicación de El hobbit en alemán. La editorial alemana le escribió al autor nacido en Sudáfrica, preguntándole si era de ascendencia “arish” (aria). Podéis encontrar la carta original completa en Internet, pero me quedo con una frase en particular, que añade Tolkien tras explicar que su apellido es, de hecho, de origen alemán:

“I cannot, however, forbear to comment that if impertinent and irrelevant inquiries of this sort are to become the rule in matters of literature, then the time is not far distant when a German name will no longer be a source of pride.”

“No puedo evitar comentar, sin embargo, que si indagaciones tan impertinentes e irrelevantes como esta van a convertirse en lo habitual en lo que se refiere a la literatura, entonces no queda muy lejos el día en el que un nombre alemán ya no será un motivo de orgullo.”

Tolkien escribió dos borradores para enviar como respuesta a la editorial alemana, uno más correcto y comedido y otro que reflejaba, como vemos aquí, su irritación ante el descaro de una pregunta semejante. Ambas respuestas pasaron primero por las manos de sus editores británicos y no sabemos cuál fue la que se envió, finalmente, a los alemanes. Incluso en estas circunstancias, Tolkien prefería utilizar su ingenio para desahogar su frustración e ira, y en otras de sus epístolas encontramos un tono mucho más relajado y afable, como en las cartas que escribía a sus hijos haciéndose pasar por Papá Noel, o las que escribía a sus lectores, en las que se permite, incluso, hacer algunas cábalas etimológicas acerca del apellido de una admiradora. En ésta, además, explica las razones que lo llevaron a escribir El señor de los anillos:

“I wrote The Lord of the Rings because I wished ‘to try my hand at a really long story that would hold the attention of readers, amuse them, delight them, and at times maybe excite them or deeply move them.” (“Escribí El señor de los anillos porque quería probar con una historia muy larga que captara la atención de mis lectores, que entretuviera, encantara y a veces incluso llegase a entusiasmar o emocionar profundamente”).

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Libros conflictivos

AutorGabriella Campbell el 28 de abril de 2012 en Noticias

l8r, g8r

Llega ese momento del año que todos habéis estado esperando, ese momento en que, una vez más, la ALA (Asociación de Bibliotecas Americanas) publica la lista de libros más conflictivos del año anterior. Así es, todos los años esta asociación comparte con el público general la lista de libros que más quejas y denuncias han recibido de padres enfurecidos, líderes espirituales y ciudadanos de a pie en los Estados Unidos. Esta lista es parte del 2012 State of America’s Libraries Report, un informe que documenta el estado de las bibliotecas estadounidenses, en el que este año se insiste sobre todo en la polémica que mantienen las bibliotecas con las editoriales por el tema del libro electrónico. Según el informe, empresas como Macmillan Publishing, Hachette o Simon and Schuster se han negado a vender ebooks a bibliotecas, mientras que otras como HarperCollins o Penguin han prohibido a las bibliotecas que presten sus obras electrónicas o han ofrecido un uso muy restringido de éstas.

Pero esa es harina de otro costal, un costal cada vez más problemático debido a la delicada situación legal que atraviesan varios grupos editoriales acusados de pactar precios de ebooks, y a tantos otros casos relacionados con el libro electrónico en un mercado confuso donde todavía no queda claro el valor ni el rol de la literatura digital. Por ahora, nos centraremos en el siempre entretenido mundo de las quejas formales, los lloriqueos y las protestas de aquellos que consideran que determinadas obras no deberían ofrecerse al público. Algunos títulos son de clásicos que repiten estancia en la lista, año tras año, otros son de obras nuevas que han gozado de gran éxito. Casi todas estas obras están dirigidas al público juvenil.

La primera de la lista ha sido la serie de libros escritos en formato sms ttly; ttfn; l8r, g8r. Parece ser que su uso indiscriminado de palabrotas, escenas sexualmente explícitas, referencias religiosas y carácter “maduro” (la obra muestra la vida del adolescente medio sin ningún tipo de tapujos), no ha gustado a las madres de América. A quien no parece importarle es a la autora, Lauren Myracle, que vende libros como rosquillas. Los demás son The Color of Earth, de Kim Dong Hwa (porque hay desnudos y por intentar educar a los lectores sobre temas sexuales), la trilogía de Los juegos del hambre de Suzanne Collins (¡es “anti-étnico”, “anti-familia” y satanista!), My Mom’s Having A Baby! A Kid’s Month-by-Month Guide to Pregnancy, de Dori Hillestad Butler (una guía del embarazo enfocada a niños que ofrece demasiada información sobre la procedencia de los bebés), El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, de Sherman Alexie (por lenguaje inapropiado, contenido sexualmente explícito, racismo, y referencias religiosas), la serie Alice de Phyllis Reynolds Naylor (referencias religiosas, contenido sexual), Un mundo feliz, de Aldous Huxley (referencias religiosas, contenido sexual), What My Mother Doesn’t Know (Lo que mi madre no sabe), de Sonya Sones (contenido sexual, lenguaje ofensivo), la serie Gossip Girl, de Cecily Von Ziegesar (denunciada por drogas, lenguaje ofensivo y contenido sexual, pero yo más bien la denunciaría por hacer creer a la adolescente media que es posible tener un novio guapísimo y un armario lleno de ropa de marca) y, finalmente, Matar a un ruiseñor, de Harper Lee (lenguaje ofensivo, racismo). Tened en cuenta que las acusaciones por “referencias religiosas” suelen vincularse a libros que cuestionan el valor de las religiones organizadas, o que tratan religiones no cristianas. Parece ser que por ahora se han olvidado del satanismo de Harry Potter y de Crepúsculo, más que nada porque han surgido nuevas cabezas de turco a las que culpar de todos los males de la sociedad y del estado de la juventud hoy en día.

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