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Gabriella Campbell (Página 11)

Premios rechazados

AutorGabriella Campbell el 7 de noviembre de 2012 en Divulgación

Los enamoramientos - Premio Nacional Literatura

Javier Marías sorprendió al mundo literario cuando dio una firme negativa a los veinte mil euros del Premio Nacional de Narrativa. Marías ya había afirmado con anterioridad que no aceptaría premios estatales, y parece que con este gesto ha querido desligarse de la institucionalización de la cultura, además de protestar contra el comportamiento del gobierno para con las artes en general.

Por supuesto, no es el primero. En el 2010 Santiago Sierra se negó a aceptar el Premio Nacional de Artes Plásticas, aduciendo que el Estado pretendía “instrumentalizar” su prestigio con este premio. Y parece que estamos en racha, ya que hace poco el poeta estadounidense Lawrence Ferlinghetti rechazó un galardón patrocinado de manera parcial por el gobierno de Hungría, debido a su postura frente a la actuación de dicho gobierno (Ferlinghetti afirma que la política del gobierno húngaro actual tiende hacia el autoritarismo y hacia la represión de la libertad de expresión, entre otros abusos contra los derechos civiles).

Si volvemos la vista atrás, la lista es larguísima. Gracias a la intervención de la cadena anglosajona BBC, parece ser que han salido a la luz determinados documentos oficiales que indican que los escritores J. G. Ballard, Graham Greene, John le Carré, Robert Graves, Aldous Huxley, Evelyn Waugh y Roald Dahl rechazaron el título de sir concedido por la corona británica . Para muchos se trata de una cuestión política, para otros un asunto relacionado con sus principios personales. Jean-Paul Sartre, por ejemplo, creía que escribir era su tarea personal, por lo que se negaba a recibir premios y honores por una labor que consideraba simplemente que formaba parte de su identidad de autor y filósofo. Del mismo modo que Marías, Sartre consideraba que la obtención de un premio u honor asociaba al escritor con la institución que lo concedía, algo que le parecía inapropiado. Explicó sus motivos para rechazar el Nobel de manera detallada en una carta que envió al periódico Le Figaro en 1964. Por las mismas razones, tampoco aceptó la medalla de la Legión de Honor francesa.

Por otro lado, el escritor estadounidense Sinclair Lewis se hizo bastante conocido por ser el primer autor en rechazar el premio Pulitzer de Literatura, en concreto por su obra Doctor Arrowsmith. Lewis explicó que no podía aceptar el premio ya que renegaba de lo que representaba para él dicho galardón, que se definía como una recompensa para novelas americanas que representasen la forma de vida americana, una filosofía que, según Lewis, no era estable y dependía de la ideología de cada época, por lo que se anteponía una serie de modas y exigencias pasajeras a la calidad literaria de una obra. No parece, sin embargo, que tuviera problemas para aceptar otros premios, ya que recibió el Nobel más adelante sin ninguna queja. Las malas lenguas aseguran que la publicidad y la recaudación en ventas de su obra al rechazar el Pulitzer le resultaban bastante más rentables que los mil dólares que acompañaban al premio en 1926.

Muy diferente fue el caso de Boris Pasternak, autor de la conocida y celebrada Doctor Zhivago, quien se vio obligado a renunciar al premio tras una fuerte presión por parte de la Unión Soviética, que parece ser que llegó a amenazarle con el exilio si lo aceptaba. Se le informó de que si viajaba a Estocolmo para recogerlo, no podría volver a entrar en su país. La decisión fue muy dura para el escritor; su hijo Yevgenii narró más adelante que le costaba reconocer a su padre aquella noche. Ya nada importa, afirmó. He rechazado el premio.

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El peor libro que hayas leído jamás

AutorGabriella Campbell el 5 de noviembre de 2012 en Divulgación

El peor libro de la historia

Hemos hablado de libros buenos, de libros originales, de libros difíciles, de libros de fantasía, de ciencia ficción, policiacos… en resumen, aquí en Lecturalia hablamos de muchos libros que nos llaman la atención por una razón u otra. Y es lógico que no dediquemos mucho tiempo a aquellas obras que consideramos que no merecen la pena (con algunas pequeñas excepciones, como podréis constatar gracias a la reseña de Cincuenta sombras de Grey). Pero como lectores en general, ¿por qué pensamos que un libro no es digno de leerse? ¿Por qué nos producen algunos títulos verdadera urticaria, o incluso vergüenza ajena? ¿Qué es lo que hace que un libro sea malo?

En el fondo recibimos poca educación acerca de lo que es mala literatura; en el colegio, en el instituto y en la universidad trabajamos y desarrollamos nuestro criterio basándonos en textos canónicos, aquellos con una calidad más o menos reconocida. Muchos incluso argumentarán que la mala literatura no existe y que toda lectura es positiva. Y me veo obligada a insistir en que al hablar de mala literatura el lector medio no suele referirse a libros que ofrecen temáticas que no son de su gusto, sino que suele objetar en cuanto a la técnica, ya sea en el contenido o en la forma.

En cuanto al contenido de una obra, el mayor defecto que puede presentar un libro es el de la incoherencia. Y no hablamos de una incoherencia realizada a propósito, en aras de la innovación y la vanguardia (tal como puede encontrarse a menudo en la poesía), sino de la que surge de la prisa, la falta de experiencia o simplemente de la pereza. Algunos de los casos son más evidentes (un personaje que cambia de nombre a lo largo del texto por despiste del autor, por ejemplo) otros se manifiestan en acciones y entornos poco creíbles, que rompen por completo el pacto narrativo, ese contrato de credibilidad que se establece entre el lector y el autor. Así, surgen protagonistas que se nos describen de un modo pero actúan de otro; guerras de 1810 con armas de 1890; personajes que regresan de la muerte sin explicación ni un porqué; arcos argumentales que parecen insultar a la inteligencia del lector.

Otro de los problemas fundamentales de la mala literatura es el uso y abuso de tópicos, que pueden abundar tanto en el fondo como en la forma: ¿cuántas veces habéis leído aquello de blanca como la nieve? Pocas cosas hay tan irritantes en una novela como una frase hecha o una metáfora que ya habéis leído en un millón de libros, por no hablar del uso de tramas de lo más reconocibles: si al principio de una obra tienes ya muy claro cómo va a terminar, es posible que el libro no merezca mucho la pena (a no ser que el autor juegue con tus expectativas, o utilice una trama predecible para concentrarse de manera diferente y original en otros aspectos de la obra). Los estereotipos también deben evitarse: los personajes planos y predecibles no convencen a nadie. El mal escritor también es un escritor redundante: explica puntos de la narración una y otra vez (como si el lector fuese un niño de cinco años), utiliza pleonasmos y epítetos del todo innecesarios, nos acribilla con un estilo recargado repleto de palabras que aportan poco al texto. En resumen, crea ruido que hace que la lectura sea tediosa e intrascendente.

Estos son tan solo algunos pequeños apuntes de lo que hace que una obra sea técnicamente imperfecta, algunas cuestiones que van más allá del terreno subjetivo y entran de manera directa en el ámbito de la crítica objetiva. Pero seguro que a vosotros se os ocurren muchísimos más: ¿cuál es, en vuestra opinión, el peor defecto que puede tener un libro?

Pequeños demonios, o todos los datos triviales que quisiste encontar sobre libros

AutorGabriella Campbell el 3 de noviembre de 2012 en Noticias

Small Demons

¿Sabes cuál es la canción que más veces aparece citada en la literatura? Por lo visto es Hey Jude, de los Beatles, y va seguida de cerca por Heartbreak Hotel, de Elvis Presly, Margaritaville, de Jimmy Buffet y Stairway to Heaven, de Led Zeppelin. O por lo menos lo son según la base de datos de varios miles de títulos de la página web Small Demons, que se dedica a recopilar todo tipo de información literaria y a ofrecérsela al visitante de manera conectada e interactiva.

Parece ser que esta página de pequeños demonios todavía no está preparada para que añadan datos sus visitantes (aunque aseguran que pronto dispondremos de servicios y prestaciones para ello), pero ya rebosa de datos curiosos. ¿Sabías cuál es la bebida alcohólica más popular en el mundo literario? La ganadora por goleada (mencionada en 251 libros de la base de datos de la web), es Jack Daniel’s, ese whiskey de Tennessee que aparece, entre muchos otros títulos, en Las leyes de la atracción de Bret Easton Ellis (muchos recordaréis esta novela por la adaptación cinematográfica que conocimos como Las reglas del juego), en American Gods de Neil Gaiman o en American Tabloid de James Ellroy… vamos, en novelas con personajes muy decadentes y muy estadounidenses, con la notable excepción de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de Haruki Murakami. Los siguientes en la lista son el bourbon Jim Beam (que aparece por ejemplo, en la novela romántica Un secreto a voces, de Nora Roberts), el brandy en general (Mujeres enamoradas, D. H. Lawrence) y la marca de vodka Smirnoff (Submundo, de Don DeLillo).

¿Y si quisiéramos saber algo más relacionado con el arte, como cuál es la pieza artística que más figura en el texto literario? Según Small Demons la más citada es la Piedra de Rosetta (que aparece en textos tan dispares como un libro de Star Trek, una obra de Chuck Palahniuk o en una antología de relatos de vampiros a lo True Blood), a la que le siguen la Venus de Milo (El fantasma de la ópera, de Gaston Leroux; La partícula de Dios, de Richard Cox o Niños muertos de Martin Amis), La Gioconda (La cúpula, de Stephen King) y El Pensador de Rodin (Me recuerdas a mí, de Dan Chaon).

Los títulos de los que dispone la web son aún limitados, y marcadamente anglocéntricos, además de que son contemporáneos en su mayoría. Pero no hay duda de que en cuanto se activen las herramientas esperadas para que la inclusión de datos sea más realista y abarque los gustos e intereses de todo tipo de lectores, esto podría convertirse en una bomba de información literaria que ningún amante de los libros se puede perder. Probablemente también se ampliarán las categorías y eventos, objetos, personas, canciones, etc., de los que dispondrá la página. Sea como sea, se trata de un proyecto emocionante y tremendamente útil.

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Un lote humilde

AutorGabriella Campbell el 2 de noviembre de 2012 en Divulgación

Humble Bundle

El paso del libro en papel al formato electrónico es un proceso lento y complejo, que parece traer de cabeza a una parte importante del gremio editorial. No obstante, poco a poco surgen iniciativas que tal vez apunten en la dirección adecuada en lo que se refiere a esta metamorfosis, a esta transposición de lo físico a lo virtual, en cuanto a contenido, forma, promoción y métodos de venta. Una de estas, de las más rentables y productivas para sus creadores, ha sido The Humble Bundle, un proyecto de venta en línea que ofrece lotes de libros electrónicos a un precio singular: el que el cliente considere oportuno.

Este sistema ya ha demostrado que puede ser muy efectivo en el mundo de la música (se me ocurre, por ejemplo, el llamativo caso de In Rainbows, de Radiohead). La idea es ofrecer un producto digital, en un momento en el que resulta muy difícil calcular precios para los productos digitales, y dejar el asunto del valor monetario en manos del comprador. Y en cuanto a The Humble Bundle, no hablamos de libros cualesquiera, sino de títulos codiciados de autores del fantástico y de la ciencia ficción, como Neil Gaiman, John Scalzi o Paolo Bacigalupi.

Parte además de una premisa alentadora: el comprador puede elegir qué parte de su inversión recae en el autor, qué parte irá para una ONG o qué parte para la propia página web que ofrece el producto. Si bien esta última oferta ya ha finalizado (solo se mantiene durante un tiempo limitado), seguramente tendremos pronto otros lotes similares, ya que el éxito de este ha sido significativo: se han vendido más de 84.000 lotes y recaudado, en general, más de un millón de dólares.

El precio medio que ha pagado cada cliente, por un lote valorado en unos $157 (unos 121 €), ha sido de unos 14 dólares (aproximadamente 11 €). Debido a esto, los organizadores comenzaron a ofrecer libros extra a aquellos que pagaran un precio que estuviera por encima de esta donación media. A pesar de que el pago medio estuviera muy por debajo de los precios habituales de estos libros, dice mucho acerca de lo que los clientes están realmente dispuestos a pagar por obras digitales; por otro lado, la perspectiva de vender más de ochenta mil lotes por un precio bajo es bastante más atractiva que vender apenas unas docenas a un precio mucho más alto. Y, por supuesto, todos los ebooks iban sin protección DRM.

El método de venta de The Humble Bundle viene, de hecho, del mundo del videojuego. Sus seis lotes principales (anteriores a este) han sido de juegos de compañías independientes, y el proceso de compra era el mismo, con una distribución del dinero a elección del consumidor (a repartirse entre la empresa creadora de cada juego, la propia iniciativa The Humble Bundle y diversas ONGs y fundaciones benéficas). Procuran, además, facilitar la experiencia de juego ante todo, proporcionando claves para utilizar los juegos adquiridos en grandes plataformas como Steam o Desura. Y está claro que, en lo que se refiere a mundos que han tenido que desarrollarse y evolucionar frente al cambio de formatos y a la amenaza de la piratería, como el videojuego y la música, el libro puede inspirarse en los diferentes proyectos que surgen de estos mundos y que están ahora mismo revolucionando el mercado: ya sea la propia plataforma Steam o programas como Spotify, que ofrecen nuevas perspectivas de consumo. Aun así, sospecho que tardaremos en ver Lotes humildes en español con autores como Cory Doctorow o Randall Munroe al precio que a nosotros, los consumidores, nos apetezca pagar.

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La labor del ilustrador: Entrevista a Amaia Arrazola

AutorGabriella Campbell el 29 de octubre de 2012 en Entrevistas

Amaia Arrazola

Amaia Arrazola es una ilustradora y diseñadora freelance que vive en Barcelona. Aunque ha trabajado en todo tipo de formatos y sectores, muchos la conoceréis por su estupenda obra Amaia was here, donde retrata entre dibujos vivos y comentarios perspicaces su día a día en la capital catalana. Amaia conjuga a la perfección la imagen y el texto, y es por eso por lo que hemos querido hacerle unas preguntas sobre su trabajo. Podéis leer más sobre ella en su página web o en su blog:

-Eres una artista de lo más versátil, y has trabajado tanto en campañas publicitarias y en diseño como ilustrando textos ajenos. ¿Prefieres crear imágenes propias desde cero o te gusta idear un diseño partiendo de las palabras de otros?

No tengo preferencias en ese sentido. Ambas cosas me gustan igual. Si el texto que me pasan es interesante, dibujar para él es un placer. Y otras veces hay imágenes que nacen en mi cabeza y que salen de la nada. ¡Todo es válido!

-¿Qué artistas, dibujantes o ilustradores crees que te han marcado más, cuáles son los que te han inspirado?

Buf, hoy en día con todo el tema de Internet, de los blogs y de las redes sociales, eres influenciado por mil cosas. No podría determinar ni cuantificar todas las influencias que recibo a lo largo del día. Pero por ejemplo sé que en el día a día mis compañeros de estudio son una gran influencia para mí. Admiro su trabajo y verles evolucionar es muy inspirador.

-¿Qué formación crees que es necesaria para cualquiera que quiera dedicarse a la ilustración de manera profesional?

Más que una formación es una vocación. Yo recomiendo leer mucho, y ver mucho. Es un trabajo que tienes que hacer tú mismo: ver qué pasa en el mundillo de la ilustración, quien ha sacado qué libro, que se está haciendo aquí, en otros países… crear tu propia biblioteca visual.
Más allá de todo esto, cualquier formación como animador, fotógrafo, ceramista, bordador siempre es enriquecedora para tu trabajo.

-Si pudieras ilustrar cualquier libro, ¿cuál sería tu obra escogida? Y en cuanto a otro tipo de publicaciones, ¿con qué periódico o revista te encantaría colaborar?

Uhmmm… no le hago ascos absolutamente a nada. Me gusta tocar todos los palos, desde la ilustración de libro infantil hasta un cuento erótico. Si el texto es bueno…como he dicho antes, es un placer. Y respecto a revistas… me encantaría publicar en El País Semanal, en Tendencias, Metropolis, en cualquier publicación con textos interesantes.

-¿Cuáles son tus herramientas de trabajo preferidas, ya sean tradicionales o informáticas?

Lo que más me gusta es el lápiz, la acuarela y el acrílico. Pero cuando los tiempos son apretados tiro de ordenador por cuestiones de rapidez.

-¿Cómo es un día de trabajo habitual en la vida de Amaia Arrazola?

Amaia se levanta, desayuna y se va al estudio que comparte con otros ilustradores y diseñadores. Pasa el día tranquilamente trabajando, y pensando en sus cosas. Aprovecha por la mañana para cerrar el trabajo más tedioso y por la tarde a partir de las 6 se dedica a proyectos personales. Luego vuelve a casa, cena y a dormir.

Desde Lecturalia te damos las gracias por contestar, Amaia.

La red también lee

AutorGabriella Campbell el 25 de octubre de 2012 en Noticias

La red también lee

Aunque los medios de difusión principales de su campaña tal vez no sean los más eficientes (yo diría que el público al que necesitan llegar no es, precisamente, el que se mueve en portales y medios online de literatura, lectura, y cultura en general), estoy bastante de acuerdo con muchos de los aspectos que exponen los promotores de La red también lee. Si bien ahora mismo están predicando en terreno ganado, esperemos que sus ideas lleguen también a otros medios, más tradicionales, para que su voz se escuche más allá de la aglomeración en línea.

¿Y qué es lo que reivindican, exactamente? En su manifiesto o carta abierta, concluyen exponiendo: Los firmantes de esta carta pedimos que, a la hora de reconocer labores relacionadas con la promoción cultural, Internet sea considerado un medio como los otros, ni mejor ni peor, simplemente más interactivo/participativo. Y que el valor de los contenidos que aquí vertimos sea evaluado con el mismo interés y el mismo rigor que los de cualquier otro medio. En definitiva, que los organismos e instituciones del mundo de la lectura y la edición nos juzguen por lo que hacemos, no por dónde lo hacemos.

Perdidos como estamos en estos mundos virtuales de foros, webs, blogs, redes y libro digital, se nos olvida a veces que ahí fuera hay un mundo que puede ser muy diferente: organismos que se agarran a modelos conservadores de fomento cultural; editoriales que se olvidan de que el servicio de prensa va más allá de un par de revistas especializadas en papel; profesores y padres que ignoran la inmensa oferta literaria que espera a sus alumnos e hijos más allá de los libros de texto… Y esto es lo que pretenden recordarnos los creadores de la propuesta, Eva Orúe, Carmen Fernández Etreros (Pizca de papel) y Emilio Ruiz Mateo (Estandarte), que insisten en que la literatura también se vive en Internet. Para la difusión de su carta abierta ofrecen algunas ideas: proponen enviarla por email a todos los que podrían estar implicados (amigos, webs y blogs de literatura, medios de comunicación y, por supuesto, la Federación de Gremios de Editores de España en prensa@fge.es); ponerla en nuestro muro de Facebook; enviarla por Twitter con el hashtag #laredtambienlee; y colocarla en nuestras webs o blogs. Consideran que la Federación de Gremios de Editores en particular necesita de un buen recordatorio de la relevancia de internet en el mundo de lo literario.

Una de las recriminaciones más frecuentes que se lanza al mundo editorial español es la lentitud de su adaptación al nuevo mercado electrónico y a las nuevas tecnologías en general, por lo que lectores y entusiastas de la literatura tienen ahora una oportunidad más para reivindicar el importantísimo papel de la world wide web en el mundo de la crítica, la opinión, el intercambio de ideas, la promoción y todas las demás esferas del mundo editorial, incluyendo, cómo no, la mismísima lectura.

La caída de Arturo y El Hobbit, Tolkien vuelve a estar de moda

AutorGabriella Campbell el 24 de octubre de 2012 en Divulgación

La caída de Arturo - Tolkien

Cuesta pensar que, hasta que se estrenaron las películas de Peter Jackson basadas en El Señor de los Anillos, había un buen puñado de personas que nunca habían oído hablar de John Reginald Reuel Tolkien. Ahora, todos estamos a la espera de la aparición de El Hobbit, El Silmarillion, y todo lo que Hollywood quiera y pueda echarnos. Y claro, no es mal momento tampoco para las editoriales relacionadas con el mundo Tolkien.

No es que lo haya sido nunca: antes de las películas la marca Minotauro ya se desenvolvía bastante bien a lomos de su producto estrella (hasta le quedaban ingresos para deleitarnos con ediciones de papel grueso y lujosa tapa dura de clásicos de la ciencia ficción e incluso algún que otro autor español). Pero el cine ha abierto caminos que los lectores de fantasía no pudieron, y permitió, entre paisajes de infarto, escenas de acción trepidante, un casting excelente y una historia bien contada, que se aficionaran a Tolkien las mismas personas que, inspiradas por la plasmación en pantalla grande, acudieron a la fuente original (y tal vez a otras muchas obras de fantasía: Memorias de Idhún, por ejemplo, fue una de las grandes beneficiarias de este fenómeno fan masivo).

Pero los ingresos y la comercialización no son la única razón para seguir aprovechando esta mina de oro que es el legado de un profesor universitario nacido en Sudáfrica, al que le gustaba tejer historias con tintes mitológicos e irse de tertulias con grandes de la fantasía como C. S. Lewis, mientras inspiraba a alumnos suyos que a su vez se convertirían en gigantes del género, como Diana Wynne Jones. Minotauro ofrece, 75 años después de la primera publicación de El hobbit de manos de Allen & Unwin, una edición de lujo de las mejores ilustraciones del mundo de Bilbo Bolsón. El libro fue creado por Wayne G. Hammond y Christina Scull, dos especialistas de la obra de Tolkien que han recopilado todo el material pictórico relacionado con la historia: más de cien dibujos, mapas, bocetos, etc., incluyendo imágenes nunca publicadas.

Ah, y también anticipamos la publicación de un poema de Tolkien, unas 200 páginas de versos que se han encajado en un libro rellenado con ensayo y anotaciones de su hijo, Christopher Tolkien. Aparecerá editado por HarperCollins (desconozco si acabará por estar disponible en español; traducir al Tolkien poeta debe de ser una tarea de gigantes). Se trata de una poesía no terminada e inspirada por los mitos artúricos (se titula The Fall of Arthur, La caída de Arturo), en la que el gran escritor trabajó poco antes de comenzar con El hobbit. Es una pieza que podríamos considerar estrictamente para aficionados a la poesía especializada (la obra está escrita en verso aliterativo, una forma germánica en la que se crearon, ya hace mucho, grandes obras como Beowulf), o para fans completistas del universo Tolkien; probablemente estemos ante una publicación de escaso interés para el público general. Sea como sea, las editoriales siguen ofreciendo material, el cine sigue ofreciendo películas, los escritores siguen inspirándose en su mundo… Tolkien es, ante todo, un producto de lo más rentable.

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Las reglas de la lectura (en 1937)

AutorGabriella Campbell el 20 de octubre de 2012 en Divulgación

1937

Una vez más, volvemos la vista atrás para comparar lo que se decía antaño de los libros, de la lectura, con los valores y opiniones que solemos compartir en nuestros días. En este caso lo hacemos gracias a Christian Sheehy, que encontró una lista de reglas para la lectura que pertenecían a la biblioteca donde trabaja, y que están fechadas en 1937. Aquí las tenéis: las indicaciones que sigue el lector ideal, según la dirección de esta biblioteca hace más de setenta años (podéis ver la imagen de la que hemos extraído el texto aquí):

  • -Read with a definite purpose, a problem, in mind: Lee con un propósito concreto, un problema, en mente.
  • -Grasps the author’s point of view and central theme: Identifica el punto de vista del autor y el tema central.
  • -Lays hold of the order and arrangement of the author’: Aquí parece que falta alguna palabra al final, pero tal y como está podría entenderse como: Aprehende el orden y la disposición del texto.
  • -Pauses occasionally for summarizing and repeating: Se para de vez en cuando a resumir y repetirse lo leído.
  • -Constantly asks questions of his reading: Se hace preguntas sobre lo que ha leído, de manera constante.
  • -Evaluates the worth of what he reads: Realiza una valoración de lo que lee.
  • -Varies the rate of his progress through the reading: Varía el ritmo de su lectura.
  • -Ties up what he reads with problems of his own: Asocia lo que lee con sus propios problemas.

Algunos de estos consejos se nos quedan, tal vez, obsoletos. La primera indicación es algo equívoca, y parecería contraria a la recomendación más actual de intentar comenzar a leer un libro sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Tampoco queda muy claro a qué se refieren con variar el ritmo de la lectura, ya que aunque es cierto que muchos lectores modificarán su ritmo de lectura debido a factores externos (tiempo, entorno, etc.), no tiene por qué ser algo obligatorio ni recomendable. El último consejo va mucho más allá de lo que podría parecer: habla de empatía, esa cualidad fundamental en cualquier lector; la capacidad para sentir lo que sienten los personajes, de experimentar todo tipo de emociones gracias al texto. Por otro lado, los demás puntos insisten en fundamentos de análisis que hoy en día permanecen vigentes incluso en el análisis literario más básico: entender la intencionalidad del autor y comprender la estructura utilizada, es decir, obtener una visión técnica básica del libro (en el sentido tradicional, sin tener en cuenta aspectos externos como el contexto histórico-sociológico). Queda también patente la necesidad de una involucración activa con el texto: el lector debe trabajar sobre el libro, debe preguntarse sobre lo que ha leído para dejar constancia de que lo ha aprovechado, y debe emitir juicios de valor que ayuden a formar su capacidad crítica y que le proporcionarán nuevas herramientas a la hora de escoger una nueva lectura, de enfrentarse a un nuevo texto.

Mantel triunfa en el Man Booker… otra vez

AutorGabriella Campbell el 19 de octubre de 2012 en Noticias

Bring up the bodies - Hilary Mantel

Hilary Mantel no es una escritora cualquiera. Es la primera británica que ha ganado el Premio Booker dos veces, y la primera mujer en hacer este codiciado doblete.

En una época de seres sobrenaturales resplandecientes y conservadores; de erótica mal escrita; de reediciones ad infinitum de autores consagrados cuyas novelas nuevas apenas muestran un mínimo de esfuerzo, de consideración por el lector ni por la prosa; en una época así, donde el Pulitzer de ficción ni siquiera parece merecer un ganador, llega el Man Booker y demuestra que a veces sí se puede premiar a una obra de calidad, que a veces se premia a un escritor que se dedica precisamente a lo que debe dedicarse: a escribir. A un autor que, lejos de las luces del estrellato, compagina trabajo, documentación, esfuerzo y pasión para crear obras que puedan perdurar. Obras que puedan entrar en el colectivo literario, en el entramado cultural (usando cultural en el sentido más elevado de la palabra), en la textualidad (nunca mejor dicho) de hoy y de mañana. Y tengo la firme convicción de que Hilary Mantel es un ejemplo perfecto de este tipo de autor.

Lejos de la novela histórica a la que estamos acostumbrados en el circuito comercial, donde hay mucho más de novela (y no necesariamente buena) que de base histórica, la trilogía de esta británica gira alrededor de la figura de Thomas Cromwell, uno de los personajes más vilipendiados por la tradición británica, al que Mantel resucita como uno de los pocos actantes de su obra (si es que uno puede hablar de acción en sus novelas, donde el tiempo y los personajes fluyen, se entrecruzan y mueren) al que no apetece encerrar para siempre en la Torre de Londres. Su texto goza de una atención al detalle asombrosa, de un fondo contextual que responde a cientos de horas invertidas en la investigación sobre la vida de este curioso consejero de Enrique VIII, de la recopilación de documento tras documento que pudiera arrojar luz sobre la personalidad de este ser misterioso. El coro de personajes de Mantel parece ser un homenaje a todo lo que es complejo y malévolo en el ser humano, apoyado por el desastre del fanatismo religioso y político. Del mismo modo que ocurre en el Yo, Claudio de Graves, la autora juega con una corte fervorosa, compuesta de maniobras y juegos de poder que harían palidecer a la propia Livia, donde un hombre noble (o tal vez simplemente humano) intenta mantenerse a flote y proteger a los que quiere, por cualquier medio, ético o no. Pero lo ético tiene poco peso en las historias de Mantel, donde los lazos familiares, el deseo y la ambición son los verdaderos protagonistas.

La obra ganadora en concreto ha sido Bring Up the Bodies, la secuela de Wolf Hall, que ya ganó el Man Booker en el 2009 (en España se tradujo como En la corte del lobo). Mantel ya está trabajando en la tercera y última entrega, que tiene el título provisional de The Mirror and the Light. Se desconoce cuándo saldrá publicada esta última parte, y a Mantel le gusta tomarse el tiempo necesario para escribir sus obras. La escritora ha declarado que no se esperaba en absoluto ganar de nuevo el Booker. Tiene ya sesenta años, y toda una vida de escritura a sus espaldas, con obras que recibieron críticas muy positivas pero que nunca despegaron a nivel comercial. El éxito de su trilogía sobre Cromwell, compuesta de obras elaboradas y densas, con una prosa algo extraña y trabajada hasta la obsesión, es totalmente inesperado. En cuanto al premio, en la ceremonia de entrega se mostró eufórica, aturdida. No sé, dijo la Mantel, esperas veinte años a que te den un Booker y de repente llegan dos de golpe.

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El final de Poirot

AutorGabriella Campbell el 16 de octubre de 2012 en Divulgación

Hércules Poirot

Empecemos por lo más importante: Si eres aficionado a las historias de detectives de Agatha Christie protagonizadas por su peculiar sabueso gourmet Hércules Poirot, es posible que este artículo revele más de lo que te gustaría saber. Si has leído su novela Telón, seguramente no haya peligro ya de spoilers, esa palabra que puede referirse bien a un tipo de alerón que se añade a los coches o a desvelar al incauto lector información acerca del final o de algún aspecto importante (y hasta ahora desconocido) de la trama de una obra.

Christie supo desde el principio cómo iba a terminar su popular detective. Cuatro décadas antes de su publicación, ya lo tenía escrito. Mantuvo el texto a buen recaudo, mientras escribía y publicaba libro tras libro de misterios, asesinatos y asombrosas revelaciones finales. Pero con el tiempo hemos descubierto aspectos aún más esclarecedores de la relación de la escritora anglosajona con su personaje más emblemático. Hace poco ha salido a la luz un ensayo de la escritora que fue encargado en 1945 por el Ministerio de Información británico, acerca del estado del género policiaco en su país. Suponemos que la idea original era presentar un estudio que alabase el talento literario nacional ante la mirada atenta de otros países, pero Christie fue más allá, presentando un cuadro de lo más completo de grandes autores y obras contemporáneas, sin olvidarse de grandes clásicos y favoritos como Conan Doyle, y sin dejar de criticar a aquellos que le parecían menos que perfectos, eso sí, siempre con elegancia y de manera constructiva. Termina, de hecho, atacándose a sí misma, y pone al gran Poirot como ejemplo de lo que puede fallar al crear un personaje sin tener en cuenta su posible largo recorrido. Exclama en su ensayo Be very careful what central character you create -you may have him with you for a very long time! (Ten mucho cuidado con qué personaje central creas, ¡podrías tener que tratar con él durante mucho tiempo!).

Teniendo en cuenta el carácter revelador de este ensayo, y todo lo que nos dice del trabajo de una de las mujeres que más libros ha vendido en la historia de la literatura, sorprende que el texto, creado en 1945, haya tardado tanto en compartirse con el público lector. David Brawn, editor de Harper Collins, descubrió el escrito en 1997, pero no tuvo ocasión de publicarlo hasta ahora, como prefacio a una obra detectivesca reeditada, originalmente de 1933, que salió de las plumas de los mejores escritores de la época. Si bien el texto apareció en una revista rusa allá por el año 47, fue más o menos ignorado hasta su distribución actual, donde sirve como accesorio ideal para un conjunto de textos de autores coetáneos de Christie, que se unieron en su momento en lo que definían como The Detection Club (El Club de la Detección) para escribir una novela común llamada Ask a Policeman (Pregúntale a un policía). La obra será así, en conjunto, una representación coherente de la intriga y el suspense en la narrativa inglesa de su tiempo. Y en cuanto al final del policía particular, del investigador más conocido de Christie, ese término a una vida de lucha contra el crimen más enrevesado y extraño, esa anticipación de cuarenta años que supo guardarse su creadora, ese adiós que llegó a materializarse incluso en un obituario en el New York Times, mejor será que leáis Telón y no os estropeemos del todo el gusto por la sorpresa.

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