Acabo de leer unas declaraciones de Antonio María de Ávila, director de la Federación de Gremios de Editores de España en la que, tras una reunión, por lo visto de lo más cordial, con la Ministra de Cultura Ángeles Sinde, ha adelantado las cifras de un estudio por el que, al parecer, las editoriales perdieron el año pasado 150 millones de euros.
Bueno, en realidad lo que ha dicho es que “dejaron de ingresar” 150 millones de euros -tirando por lo bajo, unos siete millones y medio de libros-. Es mucho más cómodo hablar en hipótesis de ese modo, hace que, sobre todo sin tener datos con los que debatir, no le haga falta argumentar nada. Dejar de ingresar quiere decir que respecto a las expectativas que ellos tenían han sufrido un descenso, y que ese descenso no tiene nada que ver con la crisis u otros factores: es la piratería electrónica la que es responsable, sobre todo lastrando el libro técnico.
Desconozco si las editoriales técnicas son unas pioneras en el mundo del libro electrónico, pero me da la impresión de que no es exactamente así. Aunque es cierto que en el caso de estos libros su conversión a digital es un avance tremendo en su utilidad, a mi me extraña que sea la primera en sufrir tantas pérdidas, sobre todo por el bajo nivel de venta de lectores electrónicos y, además, experiencias sobre el mismo tipo de libros en editoriales como O’Reilly que han visto aumentar sus beneficios al ofrecer versiones digitales.
Quizá el quid de la cuestión esté en dos puntos. Por un lado apoyan la ley Sinde en contra de las descargas, aunque su impacto de las webs de descargas con libros es, esto es una impresión personal, risible al mismo tiempo que pide que se controle el pirateo en la Administración Pública. Supongo que se referirá a fotocopias gratis, dudo que sea por temas de libro electrónico, pero bueno, por lo visto el canon que se paga por fotocopia, y que gestiona CEDRO, no les llega y ya están calentando motores para el punto 2: comenzar a pedir dinero al ministerio, uno de los puntales para cualquier español de pro.
En mi opinión hay que regular el mundo de las descargas de contenidos culturales al mismo tiempo que la industria se reforma, todas estas posiciones preventivas, tanto por garantes de los derechos industriales como por los defensores de la llamada cultura gratuita me parecen maniqueístas y no me gustan en absoluto. Es necesario articular el mercado para que la oferta cubra a la demanda con precios ajustados y no tratar de seguir hacia delante tratando de bloquear la red, algo que está más que demostrado como una pérdida de tiempo propia de gestores desfasados.
Vía: El País