En 1984 a alguien se le ocurrió que David Lynch sería el tipo ideal para adaptar la obra de Frank Herbert, Dune, todo un superventas de la ciencia ficción -aunque si es realmente ciencia ficción o una novela de fantasía es uno de los debates recurrentes entre los aficionados al género-, que ya había sufrido un intento de adaptación por parte de Alejandro Jodorowsky que trató durante cinco años de implicar a Orson Wells, Dalí, Chris Foss a Pink Floyd y hasta a H.R. Giger -que realizó unos diseños alucinantes-, para no conseguir al final su objetivo.
Así que Lynch realizó su película ajustando bastante el metraje y… contando la historia muy a su manera, de tal forma que para muchos seguidores de Dune, el libro, la película es bastante mala y, para que no se diga, también se produjo el fenómeno inverso, con muchos fans de la película a los que la novela -y sus incontables continuaciones- les aburre sobremanera.
Bien, todo esto viene porque treinta años después, y en medio de la ola de creatividad en el cine (ejem), Paramount está preparando el remake de la película que se haya en estos momentos en los primeros pasos de su producción. De entrada ya han cambiado el director, de Peter Berg a Pierre Morel. El guión sobre el que se está trabajando es de Josh Zetumer, que hizo de una novelita corta de Fleming la película Quantum of Solace, y ahora le toca lo contrario, de una novelaza gigante reducir la historia a una película.
Pierre Morel es francés y está ligado a la factoría inagotable de Luc Besson, primero ayudando en películas como Transporter, Amor y otros desastres o War, y luego como director en Taken, una violentísima cinta protagonizada por Liam Neeson, o Distrito 13, con un montón de yamakasis haciendo piruetas por las calles de París.
Sin duda una elección interesante, a la vez que arriesgada. Uno de los problemas de Dune es la lentitud -otros lo llaman “complejidad“- de sus tramas. Desde luego, Lynch no se propuso en absoluto darle más ritmo, pero la contratación de Morel indica lo contrario, ya que pertenece a esa nueva escuela francesa capaz de ponerte los pelos de punta a base de puro movimiento de cámara.
Ahora, por favor, que no se pasen al 3D como locos, no creo que Dune sea la mejor historia del mundo para sufrir las gafotas bicolores durante mucho rato sin que haga falta en realidad. Aunque si al final la cosa va de saltar por encima de los gusanos de Arrakis dando volteretas, igual hasta se agradece.
Dune