- La autoficción es un subgénero en el que el autor mezcla realidad y ficción.
- Te contamos en qué consiste y cuáles son algunos de los escritores que la han cultivado a lo largo de sus trayectorias.
La autoficción es una modalidad narrativa que se encuentra a caballo entre la realidad y la ficción. En los últimos años, esta particular forma de ficcionar las propias experiencias ha conseguido hacerse un hueco en un panorama literario dominado por la novela. Este auge no encuentra su motivo en un solo factor, sino que deriva de la confluencia de diversas circunstancias. En primer lugar, el individualismo que tanto copa la mentalidad de la sociedad de hoy en día; en segundo lugar, la diversificación de la literatura, que ya no solo se limita a la ficción y, en tercer lugar, la necesidad del lector de encontrar verdad en lo que lee.
Aunque la autoficción ha existido siempre, es ahora cuando está viviendo un momento de verdadero esplendor; cada vez son más los autores que la practican y, al mismo tiempo, cada vez más los lectores que se interesan en ella. A continuación te hablamos del origen del término y de sus características —que difieren de las de la autobiografía—. Asimismo, te presentamos algunos autores que han escrito autoficción.
¿Qué es la autoficción?
El término autoficción es un neologismo que surgió en 1977 de la mano del escritor francés Serge Doubrovsky. Fue en la contraportada de su novela Fils (Hijos) donde el autor usó por primera vez esta palabra para definir lo que el lector podía encontrar entre las páginas de su obra: “ficción de acontecimientos estrictamente reales”. Nacía así una categoría para englobar a todos esos libros en los que el autor se identifica con el narrador, pero cuyos hechos relatados pueden basarse en la realidad pero beber de la ficción, o ser directamente inventados.
Ahora bien, esta terminología puede causar confusión en el lector. Y es que, en literatura, se instaura entre autor y lector un “pacto de lectura“, entendiéndose como tal al conjunto de supuestos bajo los que se lee una obra. Por ejemplo, un lector que se embarque en la lectura de un libro de ciencia ficción lo leerá sabiendo qué tipo de trama podrá encontrarse y sabrá que está ante un relato ficticio; sin embargo, será muy diferente el abordaje que haga de un ensayo científico, puesto que el lector espera de este texto veracidad y rigurosidad. Del mismo modo que ocurre en el ejemplo, cuando el lector decide darle una oportunidad a una obra de autoficción debe tener claro que, en este caso, el pacto es ambiguo y difuso, pues se combinan el pacto autobiográfico y el novelesco. En el primero, el autor declara que lo que está escribiendo sobre su vida es verdad y, partiendo de esa base, el lector interpreta esa información. En el segundo, el escritor establece una distancia con el narrador y con la historia, con los que no se le puede identificar y que, aunque narra como si fueran verdaderos, son realmente ficción. La autoficción toma aspectos del pacto autobiográfico y del novelesco y configura una nueva alternativa literaria; en ella, el lector ha de ser consciente de que sí, el autor se identifica con el narrador, pero esto no implica que todo lo que relata sea verdad, creándose de este modo una trama que alterna entre datos reales y ficticios.
En resumidas cuentas, el escritor de autoficción recurre a su vida para inspirarse. Aunque se convierte en el protagonista de la historia, lo que cuenta está conjugado con la ficción: no se limita a narrar lo que ha vivido, sino que lo manipula para darle una forma nueva, atractiva y llena de posibilidades. Añade contenido, cambia datos, trastoca su experiencia y la moldea a su antojo para crear una interesante obra basada en la realidad pero no sujeta inquebrantablemente a ella.
Autores que han escrito autoficción
Son numerosos los escritores que han encontrado en la autoficción una manera de reimaginar sus propias vidas. En español, han escrito sobre sí mismos, añadiéndole cierta dosis de ficción, autores como Mario Vargas Llosa, Carmen Martín Gaite, Piedad Bonnett y Milena Busquets. En el caso de Vargas Llosa, publicó su libro de autoficción La tía Julia y el escribidor en 1977, el mismo año en el que Doubrovsky acuñó el término. Este título se considera uno de los pioneros de este subgénero en lengua española. Su protagonista es el joven Mario, que sueña con dedicarse a la escritura y que se enamora de su tía política Julia Urquidi, divorciada y 14 años mayor que él. En el caso de Martín Gaite, su obra encuadrada en esta modalidad narrativa es El cuarto de atrás (1978), gracias a la cual se alzó con el Premio Nacional de Narrativa. En el libro la autora indaga en su propio pasado y en el pasado del país a través del diálogo con un misterioso visitante; en esta conversación, deja entrever lo duro que era ser mujer en aquella época, a la vez que muestra sus sueños más profundos y sus aspiraciones como escritora. Otros ejemplos de autoficción en este idioma son Lo que no tiene nombre (2013), donde la colombiana Piedad Bonnett narra lo que supuso para ella y para el resto de su familia el suicidio de su hijo Daniel, y También esto pasará (2015) de Milena Busquets, título en el que la autora relata su vida mediante Blanca, la protagonista. A través de ella cuenta el duelo por la muerte de su madre, la editora y escritora Esther Tusquets.
En otros idiomas, destacan en autoficción la francesa Annie Ernaux y la belga Amélie Nothomb, junto al noruego Karl Ove Knausgård y la estadounidense Vivian Gornick. Annie Ernaux se convirtió en uno de los estandartes de la autoficción tras ganar el Premio Nobel de Literatura en 2022 pues, con tal reconocimiento, se ponía en valor el subgénero, que es alrededor del cual ha desarrollado la mayoría de su obra. Entre sus títulos más destacados se cuentan La mujer helada (1981), El lugar (1983), Pura pasión (1992) y El acontecimiento (2000). También Nothomb es una escritora muy afamada en este campo, que ha explorado en títulos como Metafísica de los tubos (2013), que relata su infancia, Ni de Eva ni de Adán, en la que retrata su primera juventud y La nostalgia feliz (2018), en la que indaga en la madurez. También cabe mencionar a Karl Ove Knausgård, el escritor noruego cuya mayor producción es la serie Mi lucha, iniciada con La muerte del padre (2009) y compuesta por seis títulos donde él es el protagonista. Asimismo, es destacable el libro Apegos feroces (1996) de la autora estadounidense Vivian Gornick, una aclamada obra de autoficción en la que el personaje principal, ella misma, camina junto a su madre, ya anciana, por las calles de Manhattan; a raíz de esos paseos, surgen concienzudas reflexiones sobre la vida, los modelos femeninos y la relación maternofilial.
En definitiva, la autoficción ha comenzado a arrasar en el panorama literario y parece estar aquí para quedarse. Y tú, ¿le has dado ya una oportunidad?