- Leer con los más pequeños de la casa les permite concebir la lectura como una experiencia positiva.
- Te presentamos 6 consejos para que la lectura compartida sea divertida y estimulante para el niño.
Entre las infinitas preocupaciones de los padres a la hora de educar a sus hijos se encuentra la de fomentar el interés por la lectura. Hay muchísimas formas de invitar a los pequeños a adentrarse en el mundo literario: predicando con el ejemplo (si te ven constantemente con un libro en la mano es muy probable que quieran imitarte), regalándoles libros, llevándoles a bibliotecas, a actividades de animación a la lectura, a cuentacuentos… Entre todas estas opciones, hay una que es especialmente efectiva: leer con ellos. De este modo, no solo estás dedicándole tiempo —algo que cualquier niño agradece— sino que también estás demostrándole que leer puede ser divertido y una forma de conectar con los demás. A continuación te damos 6 consejos para convertir la lectura en una actividad fascinante para los más pequeños.
Selecciona libros adecuados para su edad
El primer aspecto a tener en cuenta es que, cuando se trata de niños, no es válido cualquier libro. A la hora de elegir libros para ellos es necesario atender a su edad, puesto que el momento evolutivo en que se encuentran determina su atención, su comprensión y su capacidad de aprendizaje. En el caso de los bebés de menos de un año, los ejemplares más atractivos son los que tienen poca letra, numerosas ilustraciones y son manipulativos. Si son más mayores, ya se puede empezar a echar mano de libros que, aunque sigan siendo muy visuales, tengan más contenido textual. Para seleccionar lecturas apropiadas lo ideal es pedir recomendaciones a profesionales como libreros, bibliotecarios o profesores.
Conoce los gustos del niño
Una de las claves para acertar con la selección de libros es hacerla según los intereses del niño. Más allá de comprar aquellos que nos puedan parecer a nosotros muy útiles y educativos —cuentos que aborden temas como la regulación emocional, el duelo, el respeto por el medioambiente, la aceptación de la diversidad…—, no hay que olvidar qué es lo que le apasiona al niño. Por ejemplo, si le gustan los animales, leer con él un libro repleto de dibujos de elefantes, tigres, cebras, rinocerontes, etc., va a ser el aliciente perfecto para empezar a considerar la lectura una práctica atractiva.
Crea un rincón de lectura
La estructuración espacial ayuda a los niños a organizar sus rutinas y a asociar una actividad con un lugar determinado de la casa. Así como la cocina la relacionan con la acción de comer, es vital que dispongan de un espacio concreto para la lectura. En ese lugar que hemos elegido hay que dejar los libros a la vista —una pequeña estantería, una mesa, un revistero…—, ya que de esta forma el pequeño sabe que tiene cuentos siempre a su disposición para cuando quiera leerlos, echarles un vistazo o simplemente mirar sus ilustraciones. Asimismo, el rincón de lectura debería contar con un sillón, sofá o una superficie como una alfombra mullida para que se pueda leer de la forma más cómoda posible.
Establece una rutina de lectura
Aunque debemos evitar que el niño piense en la lectura como una obligación, sí es recomendable, en la medida de lo posible, crear una rutina de lectura para facilitar que esta se convierta en un hábito. Lo óptimo es dedicar alrededor de 15 minutos al día a la lectura compartida, tiempo que puede ampliarse conforme crece y su capacidad atencional es más madura. La hora de irse a dormir es el momento que más se suele dedicar a la lectura compartida; sin embargo, se pueden utilizar otras horas del día para realizar la actividad, aprovechando que el niño está más activo y receptivo en comparación a la hora de la cama, cuando ya está muy cansado y le cuesta más estar atento.
Deja que el niño elija el libro
Ahora que ya dispones de un lugar, un momento para leer y una selección completa de libros interesantes y adecuados a la edad del niño, ha llegado el momento de ponerse a leer con él. Para comenzar la actividad, acércale al lugar donde están todos los cuentos y déjale que escoja entre todos ellos en cuál quiere adentrarse ese día. Si está indeciso, siempre puedes ayudarle dándole a elegir entre varias opciones —para hacerle más sencilla la tarea, cuanto más limitadas mejor—. No ser tú quien seleccione el libro, sino él, le hará sentirse más autónomo y una parte activa y fundamental de la actividad lectora.
Convierte la lectura en un juego
Presentar la actividad como dinámica y divertida favorecerá el interés presente y futuro del niño por los libros. Para ello, colócate lo más cerca de él que puedas, ya que estar demasiado alejados hará que la experiencia sea más “fría” y que se asemeje a una clase en lugar de un momento compartido y especial con un hijo. La cercanía ayudará también a que haya más interacción del niño con el libro y contigo. Invítale a participar de la lectura comentando con él las ilustraciones, asignándole la tarea de pasar las páginas, relacionando lo que ocurre en el libro con cosas de la vida cotidiana y con su propia experiencia (poniendo a los personajes nombres que él conozca, por ejemplo), etc. Por tu parte, es importante que modules el tono, que hagas voces —no hay mejor manera de convertir la lectura en algo entretenido para ellos— e incluso que actúes en algunas escenas para dotarlas de vida.
Siguiendo todas estas indicaciones es más fácil que el niño deje de asociar la lectura a algo negativo y empiece a considerarlo como una práctica positiva. Además, leyendo con él no solo estás promoviendo el acercamiento al mundo de los libros, sino que también estás estrechando vuestro vínculo. Es importante que le sepas transmitir lo muchísimo que te gusta pasar tiempo con él leyendo. Definitivamente, no hay nada más valioso para un niño que el hecho de que su figura de referencia le dedique tiempo. Y si a la ecuación se suma un libro… ¡mucho mejor!