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Literatura accesible: formatos que permiten leer más allá del sentido de la vista

AutorYolanda Galiana el 30 de noviembre de 2022 en Divulgación
  • La lectura no es una práctica limitada a la vista, pues también se puede leer a través del tacto o del oído.
  • El diseño de diferentes formatos de lectura ha permitido el acceso a la literatura a personas con discapacidad y otras dificultades.

Manos recorriendo la página de un libro transcrito al braille

La lectura es una práctica que tenemos asociada principalmente al sentido de la vista. Con la irrupción de los audiolibros hemos empezado a darnos cuenta de que la literatura puede disfrutarse de otras formas. Ahora bien, poder disponer de libros en diferentes formatos no solo sirve para satisfacer los variados gustos de los lectores, sino que es indispensable para hacer del mundo un lugar más accesible para personas con discapacidad. A continuación te presentamos las opciones que permiten leer más allá de la visión.

Leer con la vista

Como veníamos comentando, el sentido que hemos relacionado siempre con la lectura es la vista, pues es la que nos sirve para consumir libros tanto físicos como digitales. Sin embargo, hay personas con distintas discapacidades y trastornos que aunque puedan “físicamente” leer, les cuesta comprender y asimilar el contenido. ¿Qué hacer ante esta situación? Adaptar el texto. A día de hoy existen herramientas capaces de transformar lo escrito en un lenguaje diferente o, simplemente, más sencillo. Te hablamos de algunas de ellas.

Para las personas con TDAH o dificultades a nivel atencional es muy útil la lectura biónica. Se trata de una aplicación —Bionic Reading— que resalta el principio de algunas palabras para facilitar su lectura. Con ello se consigue que el lector no se fije en distractores, centre su atención y comprenda la información de una forma más rápida. Esta herramienta, a largo plazo, podría suponer un importante avance en el ámbito de la pedagogía, ya que su aplicación sería enormemente beneficiosa para personas con trastornos del aprendizaje como la dislexia.

En el caso de la lectura fácil, su sistema se basa en aplicar ciertas normas y reglas para simplificar los textos y convertirlos en un material más accesible. Las recomendaciones a seguir son las siguientes: usar un tipo de letra claro, pulcro y libre de florituras, organizar y estructurar perfectamente el contenido, utilizar frases cortas y sencillas y hacer uso de un vocabulario fácil de entender. Asimismo, es muy recomendable que se incluyan imágenes que funcionen como apoyo visual de lo expuesto.

Otra manera de facilitar el acceso a la literatura es traduciendo el lenguaje textual al lenguaje visual, ya que este último es mucho más comprensible. La herramienta que se utiliza para llevar a cabo esa “traducción” son los pictogramas, imágenes que forman parte de los llamados Sistemas Aumentativos y Alternativos de Comunicación (SAAC) y que tienen dos objetivos: aumentar el nivel de expresión (aumentativo) y compensar (alternativo) las dificultades de comunicación. Estos han de explicarse por sí mismos, es decir, no necesitar de una aclaración adicional, ser entendibles para todo el mundo independientemente de su lengua materna y estar compuestos por imágenes simples y con poco detalle.

Leer con el tacto

Cuando no se dispone de visión o esta está deteriorada se ha de echar mano de los demás sentidos para leer. El tacto, por su parte, es el que se necesita para acceder al braille, el sistema que inventó el francés Louis Braille para atender las necesidades de lectoescritura de las personas con discapacidad visual. No se trata de un lenguaje, sino de un alfabeto que se configura a través de celdas de seis puntos organizadas en tres filas y dos columnas. El usuario puede reconocer con los dedos las diferentes letras y símbolos dependiendo de si los puntos están en relieve o no. Gracias al braille es posible transcribir todo tipo de texto —ya sean libros o documentos— para que las personas ciegas puedan leerlo.

Leer con el oído

Otra de las formas en las que se les posibilita la lectura a quienes no pueden ver es a través del audio. Lo primero que nos viene a la mente al hablar de literatura escuchada son los audiolibros, un formato que creó reticencia al principio pero que cada vez conquista a más lectores. Además de la accesibilidad, cuentan con otras muchas ventajas: permiten llevar a cabo varias actividades al mismo tiempo, favorecen la concentración, mejoran la memoria, son cómodos y enriquecen la lectura a través de la interpretación del narrador.

A pesar de las múltiples virtudes de los audiolibros, en algunas ocasiones sus características no alcanzan a suplir todas las necesidades de las personas con discapacidad. Por esta misma razón surgió Daisy, un formato de audiolibro más avanzado que codifica la información de manera distinta para hacerla más navegable por los usuarios. Con este sistema, cuyo material está organizado y estructurado siguiendo un índice, los lectores pueden desplazarse cómodamente de secuencia en secuencia, pueden buscar en el texto, colocar marcadores, navegar línea por línea e incluso regular la velocidad del habla sin distorsionar la voz.

En resumen, es un alivio contar con todas estas posibilidades de lectura: la literatura, tan inmensa como necesaria, debe estar al alcance de todos.

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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