Lecturalia Blog: reseñas, noticias literarias y libro electrónico 112.545 libros, 24.650 autores y 91.914 usuarios registrados

Qué es la lectura fácil y cómo usarla para hacer un texto más accesible

AutorYolanda Galiana el 2 de noviembre de 2022 en Divulgación
  • Las personas con problemas de comprensión lectora y otras dificultades necesitan que los textos estén adaptados a sus necesidades.
  • La lectura fácil es un método que transforma la información y la hace comprensible para todo el mundo.

Chica vestida de rosa y sentada sobre una cama sostiene un libro abierto en su regazo

La lectura es, además de un placer que compartimos muchos, un derecho que nos permite comunicarnos e interactuar con las personas y con nuestro entorno. Desafortunadamente, no todo el mundo puede acceder a la información textual con la misma facilidad. Por un lado, hay quienes presentan dificultades permanentes —discapacidad intelectual, trastornos neuropsicológicos, trastorno del espectro autista, dislexia, afasia…— y, por otro, los hay que se enfrentan a dificultades transitorias como quien ha aprendido a leer y escribir de forma tardía, inmigrantes que aún no dominan el idioma de su nueva residencia o jóvenes cuyo proceso de escolarización ha sido deficiente. En todos estos casos tener delante un libro no es sinónimo de estar entendiendo lo que está escrito, ya que existe una barrera entre ellos y el texto. La distancia que les separa de comprender lo que leen no es insalvable gracias a la existencia de la lectura fácil. A continuación te contamos en qué consiste y cómo crear contenido basándose en sus reglas.

¿Qué es la lectura fácil?

La lectura fácil es, tal y como la define la Asociación Española de Normalización, un “método que recoge un conjunto de pautas y recomendaciones relativas a la redacción de textos, al diseño y maquetación de documentos y a la validación de la comprensibilidad de los mismos, destinado a hacer accesible la información a las personas con dificultades de comprensión lectora”.

En resumidas cuentas, es una forma de adaptar textos para acercarlos a quienes no los entienden tal cual están formulados. Para ello se incide en su redacción, diseño, maquetación, tipografía y otras variables que puedan resultar un obstáculo para el lector. Los textos aptos para transcribirse a lectura fácil no son solo libros, sino también todo tipo de documentos, folletos, páginas web, temarios y cualquier información en formato escrito.

Esta metodología surgió en Suecia hace más de medio siglo. En 1968 la Agencia Sueca de Educación creó el Centro de Lectura Fácil, organización que publicó ese mismo año el primer libro que se acogía a estas pautas. En los años setenta empezó a expandirse en los países nórdicos, pero a España no llegaría hasta el 2002, cuando se fundó en Barcelona la Asociación Lectura Fácil. Desde entonces este sistema ha ido creciendo poco a poco en nuestro país y cada vez son más las organizaciones y entidades que se han concienciado de la necesidad de implantarla.

¿Cómo se adapta un texto a lectura fácil?

La lectura fácil analiza el material y, para convertirlo en accesible, lo reescribe y reestructura teniendo en cuenta las normas y recomendaciones recogidas en la Norma Europea UNE 153101 Ex. de Lectura fácil. Las reglas son las que se exponen a continuación.

El tipo de letra tiene que ser clara, pulcra y libre de florituras, solo de este modo el lector podrá interpretar los caracteres sin peligro de caer en error.

El contenido debe estar organizado. La información del texto tiene que estar expuesta de forma estructurada y ordenada para que el usuario pueda seguir el hilo de lo que se intenta transmitir.

Las frases han de ser cortas y sencillas. Cuanto más larga sea la oración, más difícil se le hará comprenderla en su totalidad. Por ello, el mensaje tiene que dividirse en diferentes frases para facilitar su asimilación. Asimismo, hay que evitar el uso de frases en negativa, pues vuelven más compleja la información y pueden incluso hacerla incomprensible. En las oraciones es necesario impedir que aparezcan metáforas o comparaciones confusas que puedan entorpecer la lectura.

Las palabras deben ser fáciles de comprender. Hay que usar un vocabulario lo más sencillo posible; con ello nos aseguramos de que la información está siendo interpretada correctamente por el receptor. Al mismo tiempo, es importante limitar el uso excesivo de números y, cuando estos se usen, escribirlos como números y no como palabras.

Es muy recomendable incluir imágenes o pictogramas, siempre y cuando estos tengan relación con el texto y le sirvan como apoyo visual.

Una vez se ha llevado a cabo la adaptación, ha de validarse el texto, es decir, determinar si este es comprensible o no. Para llegar a una conclusión final lo tienen que leer personas con dificultades de comprensión lectora; serán ellas quienes decidan si es una lectura fácil válida o no. Si finalmente cumple con todas las recomendaciones y ha recibido el visto bueno de los usuarios, el texto puede acuñarse con el logotipo europeo de Lectura Fácil que lo distingue de aquellos que no lo son.

Por último, es necesario recalcar que no es lo mismo lectura fácil que hacer uso de un lenguaje infantil o demasiado coloquial. El método no pretende “infantilizar” el texto, sino coger la información que se da, reescribirla con palabras claras, reestructurarla y eliminar de ella todo lo que la haga confusa e incomprensible.

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

No se puede comentar esta entrada