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Audiolibros: 6 ventajas y algún que otro inconveniente

AutorYolanda Galiana el 8 de junio de 2022 en Divulgación
  • La lectura no está sujeta a un único formato: podemos leer en físico, en electrónico e incluso escuchar los libros.
  • Te contamos algunos de los beneficios y desventajas que traen consigo los audiolibros.

Libro conectado a unos cascos

La lectura ya no está limitada a un único formato. Desde hace años tan pronto puedes leer una obra en físico, como llevarla contigo a todas partes en tu libro electrónico o incluso escucharla mientras realizas las tediosas tareas del hogar. En cuanto a gustos no hay nada escrito: hay lectores que se ciñen a uno de los tres formatos y no hay manera de salir de él, mientras que otros aficionados a la literatura la disfrutan en todas sus vertientes y formas.

Los libros físicos y los electrónicos se hacen valer del mismo sentido para su lectura: la vista. Sin embargo, los audiolibros los consumimos a través del oído. Al tratarse de una experiencia tan distinta (desde luego no es lo mismo leer que escuchar), hay muchos lectores que se resisten a dejarse cautivar por ellos. A continuación te exponemos 6 beneficios que ofrece este formato para que te animes a darle una oportunidad; también te hablaremos de algunos de sus inconvenientes, pues somos conscientes de que no todo el monte es orégano.

Ventajas

Gestión del tiempo. Uno de los beneficios principales de escuchar los libros es que, al utilizar el oído en lugar de la vista, es posible llevar a cabo otras tareas mientras “leemos”. En físico y en digital es imposible compaginar la lectura con otras actividades, como mucho se puede poner música de fondo para amenizar nuestro momento de desconexión; por el contrario, los audiolibros te dejan vía libre para hacer lo que quieras, siempre y cuando te permitan mantener cierto grado de atención en lo que estás oyendo (no sería factible, por ejemplo, estudiar simultáneamente). Además, puede ser el modo de motivarnos a llevar a cabo esa labor que tanto nos cuesta comenzar, véase lavar los platos, planchar la ropa, tender… También pueden ser los acompañantes perfectos para los entrenamientos deportivos o durante los trayectos en coche o transporte público.

Accesibilidad. Escuchar un libro torna la lectura en una actividad accesible para las personas con discapacidad visual. Desafortunadamente, no todos los libros del mundo son traducidos al braille, por lo que el catálogo al que pueden acceder los ciegos o quienes han perdido visión es muy limitado. Este obstáculo desaparece con los audiolibros, ya que a día de hoy se pueden encontrar todo tipo de ejemplares grabados: novedades, clásicos, libros en otros idiomas… No solo se benefician de este formato ellos, sino que también quienes presentan trastornos como la dislexia.

Atención. Aunque al principio nos cueste horrores concentrarnos mientras escuchamos un audiolibro, lo cierto es que es cuestión de paciencia. Con el paso de los capítulos el oído se nos va acostumbrando y no nos requiere tanto esfuerzo focalizar nuestra atención en la historia. Como raramente se escucha un libro por sí solo y siempre se combina con otras actividades, con esta elección de formato estamos entrenando a nuestro cerebro para centrarse en una sola cosa, a pesar de estar expuesto a multitud de distractores.

Memoria. Junto a la atención los audiolibros también nos ayudan a mejorar nuestra memoria. Puesto que no contamos con un objeto físico que dispone de toda la información que necesitamos a simple golpe de vista —si no nos acordamos de algo es muy sencillo volver atrás para buscarlo—, escuchar en lugar de leer nos obliga a estar atentos a lo que se nos narra y también a recordar datos como nombres, fechas, eventos, tramas, subtramas… Retenerlo todo —o al menos lo más relevante— es esencial para seguir el hilo de la historia y esta capacidad no hace sino optimizarse conforme más libros escuchamos.

Comodidad. Otra de las grandes ventajas que nos ofrecen los libros escuchados es que no ocupan espacio. Aunque los ebooks también son más fáciles de transportar en comparación a los físicos, en cuanto a comodidad no hay nada que se asemeje a los audiolibros. Además de ahorrarnos el tedio de llevarlos de aquí para allá —¿ahora qué hago con él?, ¿cómo lo transporto para que no se me estropee?—, el poder escucharlos en cualquier lugar sin tener que pasar páginas ni sujetarlos es un alivio. Incluso es posible adentrarse en un libro tumbado y con los ojos cerrados, ¿no es acaso maravilloso?

Experiencia nueva. Leer un libro despierta nuestra imaginación, nos invita a pensar cómo serán físicamente los personajes, a crearnos imágenes mentales de los lugares que visitan, la emoción que se reflejará en sus rostros en cada momento… Los audiolibros añaden una nueva dimensión a todo ello, puesto que el narrador o narradora le da su toque personal a la historia (asigna voces determinadas a unos u a otros, cambia el tono de su voz para transmitir lo que están sintiendo, susurra, grita, llora…). Esta perspectiva es inalcanzable con el formato físico o el electrónico y hace que se experimente el libro de una forma totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados.

Inconvenientes

Aunque como ya has podido comprobar los audiolibros llevan consigo unos beneficios nada desdeñables, también pueden acarrear ciertos inconvenientes. No todo podía ser bueno, ¿verdad?

Tecnología. Una de las desventajas de este formato es que el usuario ha de contar necesariamente con un dispositivo tecnológico, ya sea un móvil, un ordenador o una tablet. Este hándicap no es exclusivo de los audiolibros, pues también ocurre con los libros electrónicos, que requieren un soporte tecnológico determinado.

Distracciones. Esta es una de las principales razones por las que a los lectores les cuesta tanto iniciarse en los audiolibros, es muy fácil distraerse mientras uno lo escucha y, por tanto, perderse en la historia está a la orden del día. Por otro lado, también es farragoso el sistema para volver al punto en el que hemos perdido el hilo: hay que rebobinar la grabación y la mayoría de veces nunca regresas a la escena exacta, teniendo que escuchar unos cuantos segundos o minutos que ya habías reproducido.

Vocabulario. Así como la lectura en físico o electrónico te permite aprender ortografía y gramática, con el audiolibro no contamos con esta facilidad; incluso en algunas ocasiones se nos hace complicado saber cómo se escriben algunos de los términos que se nos narra, con lo que perdemos la oportunidad de integrar nuevas palabras en nuestro vocabulario.

Subrayar. A los lectores nos encanta señalar nuestros pasajes favoritos en los libros. Cuando estos son físicos podemos utilizar pósits o subrayarlos; en los ebooks también existe la opción de hacer anotaciones, pero en el caso de los audiolibros, aunque es posible dejar un marcador en un momento concreto de la narración es una alternativa poco intuitiva y nada cómoda.

Narración. Así como el narrador puede ser un gran punto a favor, puede ocurrir que este se convierta en el motivo por el que aborrezcamos la historia. Ya sea por su tono de voz, la cadencia de sus palabras, su forma de expresar las emociones de los personajes…

Y ahora que ya sabes todo lo que pueden aportarte los audiolibros y conoces también los pequeños inconvenientes que pueden traer consigo, ¿a qué estás esperando para darle al play?

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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