- La quema de libros se llevó a cabo de manera organizada a lo largo de 22 ciudades alemanas.
- Se quemaron todas aquellas obras que no compartían las ideas nacionalistas del régimen.
La difícil coyuntura económica derivada de las crisis de 1929, ofreció una oportunidad para los nacionalsocialistas de alcanzar el poder, ya que el aumento del malestar social favoreció la difusión de un discurso radical, provocando una polarización política sin precedentes. En las elecciones alemanas de 1932, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, consiguió una representación de 196 diputados. Tras una alianza con el Centro Católico Alemán, (ya que estos últimos temían el auge comunista), llevaron a Adolf Hitler al poder en enero de 1933, siendo nombrado canciller en un gobierno de coalición. Hitler juró la constitución, pero pronto traicionaría a sus socios e implantaría un estado autoritario.
En pocos meses, los nazis transformaron Alemania en un régimen totalitario, en el que Hitler y el partido nazi controlaban todas las instituciones y a la sociedad en su conjunto. Un año después de su nombramiento como canciller, se decretó la disolución de los partidos y sindicatos, y se suprimieron las libertades públicas y garantías individuales. Para el Estado nazi, la sociedad alemana debía de poseer una única y absoluta unidad ideológica.
Para ello, se creó el Ministerio de Cultura y Propaganda, el cual tenía como finalidad principal garantizar una cultura y pensamiento común basado en las ideas nacionalistas del régimen. Se desmanteló parte de la élite artística y literaria del momento, así como se crearon listas de autores y de libros prohibidos, muchos de los cuales fueron quemados en muchas de las plazas principales de distintas ciudades alemanas.
Estos rituales de quema de libros estaban organizados por funcionarios públicos, profesores universitarios leales al partido nazi, así como por multitud de estudiantes y jóvenes miembros de las Juventudes Hitlerianas. Tal y como afirmaban los dirigentes del Reich, el éxito del nacionalsocialismo en la juventud pasaba por depurar la educación: se depuró a los profesores de universidades y escuelas, se introdujo la censura en las aulas, y se apartó de la docencia a todo aquel que no jurase los principios ideológicos del nazismo.
La quema de libros se inició el 10 de mayo de 1933, dirigida y promovida por la Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund, (Federación nazi de estudiantes), y se llevó a cabo de manera organizada a lo largo de 22 ciudades alemanas, donde destacó de entre todas la quema de libros en Berlín. Esta quema de libros no fue una idea espontánea, sino que se trató de toda una técnica de propaganda, premeditada y más que estudiada por parte del colectivo nazi.
El acto se celebró con solemnidad militar, donde las juventudes hitlerianas en su gran mayoría vestían el uniforme y portaban antorchas. Se envió un programa detallado a todas las asociaciones estudiantiles, donde se especificaba los horarios de la proclama, cuál sería el lugar destinado para la quema, qué tipo de libros así como de autores iban a ser los elegidos o la hora a la que debería de terminar la hoguera. También se difundieron las instrucciones a seguir para recibir al ministro de propaganda, Joseph Goebbels, quien se desplazó hasta allí en persona, una vez ya no quedaron más que cenizas, para realizar un discurso político con la finalidad de agitar a las masas y defender la pureza alemana.
Aquel día, en la plaza de la Ópera de Berlín, se quemaron miles de libros. Todos aquellos manuales, novelas o ensayos, que proclamasen la defensa sobre el liberalismo, la socialdemocracia, el comunismo/marxismo, o se acercasen a un pensamiento judío, fueron pasto de las llamas. Entre los muchos autores perseguidos podemos encontrar: a los alemanes Albert Einstein o Alfred Döblin, escritores austriacos como Karl Kraus o Sigmund Freud, autores franceses como André Gide o Romain Rolland, hasta llegar a autores soviéticos tan relevantes como León Trotski o Vladimir Ilyich Lenin.
La quema de libros continuó produciéndose hasta finales de junio de ese mismo año, concretamente la última de ellas fue en la ciudad alemana de Darmstadt el 21 de junio. A día de hoy, no se sabe a ciencia cierta cuantos libros fueron quemados durante estos meses, pero se calcula que entre unas 25.000 y 30.000 obras fueron consumidas por las llamas.