- Stieg Larsson lanzando granadas, el plagio de George Orwell y mucho más.
- Siempre hay algo que te sorprenderá del mundo literario.
Autores y su mundo. Autores y su vida. Lo cierto es que es difícil no sucumbir a la enorme avalancha de historias extravagantes, aunque también sugerentes, que encontramos a poco que estudiemos ciertas biografías literarias. Extrañas costumbres. Extraños hábitos. Conductas poco habituales. Secretos que salen a la luz décadas después de su muerte. Una vez más, os invitamos a conocer algunos aspectos poco conocidos de grandes autores.
Cuando Virginia Woolf habla de que toda mujer necesita de una habitación propia para escribir novelas, en nuestra mente se forma la idea romántica de un rincón dedicado a atrapar a las musas, un templo ofrendado a la fe literaria. Si bien esta idea puede ser cierta, la realidad de la habitación de Woolf era, según su marido, Leonard, un amasijo de “viejas plumillas, trozos de cuerda, cerillas usadas, clips oxidados, sobres arrugados y ceniceros rotos”. Lo que sería una descripción acertada de la habitación de cualquier escritor.
Stieg Larsson destacó por su activismo antifascista, con numerosos artículos periodísticos y una notable investigación sobre la muerte de Olof Palme, aunque su obra más famosa haya acabado siendo la trilogía Millenium. Pero aquellos que piensen que el activismo de Larsson era de salón, no pueden estar más equivocados. El autor sueco, que estuvo amenazado por grupos de la extrema derecha durante años, pasó un año formando guerrilleras en Eritrea. Larsson colaboró con grupos marxistas formados por mujeres que luchaban para conseguir la independencia de Etiopía. Al parecer, estuvo enseñando cómo manejar lanzagranadas, entre otras técnicas de combate. Lo dejó después de un tiempo, debido a una complicación en uno de sus riñones, que le forzó a volver a Suecia.
George Orwell era un genio de las letras, pero eso no le impidió fusilar la idea de otro autor a la hora de escribir 1984. Sí, el creador del Gran Hermano saqueó Nosotros, de Yevgeny Zamyatin. Una novela distópica en la que una pareja de enamorados decide rebelarse frente a un estado totalitario que controla todos sus movimientos bajo el yugo, en apariencia benevolente, del Bienhechor. Tampoco pensemos que Orwell lo hizo de tapadillo, ya que reconoció haber utilizado Nosotros como base para su propia obra.
T.S. Elliot fue uno de los más grandes poetas del siglo XX, pero tenía sus particularidades, como la de gastar bromas tontas, que incluían cojines pedorreta y cigarros explosivos, pero lo cierto es que sus costumbres iban más allá. En ocasiones, aparecía deslumbrante, con el rostro tintado de un verde intenso, descolocando a todos sus conocidos. No se sabe si lo hacía para parecer una aparición del mundo de la poesía, para destacar entre otros o simplemente por el puro placer de provocar reacciones inesperadas.