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¿Librerías o tiendas de regalos?

AutorAlfredo Álamo el 4 de noviembre de 2019 en Opinión
  • ¿Cómo va a ser la evolución de las librerías independientes?
  • El merchandising se está comiendo a los libros.

Juguete funko.

Hay que decirlo claro: cada vez es más difícil mantener una librería como las de antaño, donde solo se vendían libros. Ahora, con el poderío de Amazon y la persistencia de grandes cadenas, el librero que resiste la presión de las nuevas tecnologías y de los alquileres rampantes tiene que rendirse ante las nuevas tendencias, convertir su negocio en algo diferente, algo híbrido. Y ni aún así parece que la jugada pueda salirle bien.

El primer gran cambio sucedió hace ya más de veinte años, con la lenta conversión de muchas librerías en cafeterías, o incluso espacios gastronómicos. Todo empezó con una cafetera que complementaba la caja diaria para terminar con algunas de las más interesantes librerías convertidas en un lugar donde tomarse un mocaccino con pastitas.

El segundo, sin excluir el primero, es la presencia de numerosos objetos de merchandising y memorabilia, que ocupan cada vez más espacio dentro de los locales, hasta tal punto que en algunos ya son lo que más se vende. Las librerías se están convirtiendo en tiendas de regalo donde comprar corbatas de Gryffindor, pines con la cara de Poe, velas de relajación para una lectura tranquila, pequeñas lámparas para leer en la cama, marcapáginas de gatitos y funkos de tus personajes favoritos.

Y es que la situación económica hace que sea difícil irse a casa con un libro que cuesta veinte euros, pero quizá ese pin de nuestro autor favorito por cuatro sea factible. No nos engañemos, la mejor manera de ayudar a la librería que más nos gusta es comprarle los libros y dejar de acudir a grandes cadenas o a la compra por Internet.

Apoyando a estas librerías obtendremos beneficios culturales, presentaciones de libros, presencia de autores interesantes, clubs de lectura, la posibilidad de encontrarnos con gente aficionada a la literatura con la que charlar e intercambiar opiniones. Si dejamos que se conviertan en bazares, si permitimos que el poco espacio dedicado a los libros sea solo para superventas, entonces habrá sido como si la librería estuviera muerta y todavía no se hubiera dado cuenta.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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