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¿Para cuándo un Año del Libro?

AutorAlfredo Álamo el 23 de abril de 2019 en Opinión
  • El mundo editorial se vuelca en unas pocas semanas al año.
  • Las instituciones acuden a hacerse la foto de rigor.

Libro con rosas.

El Día del Libro se sucede año tras año y apenas podemos ver diferencias en más de una década cubriendo este importante evento. La industria editorial prepara un montón de lanzamientos, preparados también para la Feria del Libro, y trata de hacer el máximo ruido posible en busca de esa compra ritual que muchos lectores practican el día 23. Las instituciones van también al compás: lecturas organizadas, bibliotecas, cuentacuentos… Pero ¿y el resto del año?

No quiero parecer un ave de mal agüero. El Día del Libro es una celebración fascinante que anima a la lectura y que da visibilidad a autores, editores, lectores o libreros. En el caso de Barcelona, San Jordi es una experiencia maravillosa que desborda la ciudad. Madrid recibe algo parecido durante la Feria del Libro. Hay que luchar para que este tipo de actividades no desaparezca.

Pero. Siempre hay un pero. Cada año se repiten las mismas actividades sin apenas innovación. Lecturas, descuentos, alguna charla. Espacio en radio y televisión. Algún hashtag de Twitter que será Trending Topic. Pero el día 24, mientas se recogen casetas y rosas marchitas, nos encontramos con el mismo panorama desolador.

La inversión del estado en el fomento de la lectura sigue siendo despreciable. Las bibliotecas tienen que pelear por unos presupuestos exiguos mientras se aprueban leyes sobre derechos de autor que son cada vez más restrictivas.

Las grandes editoriales publican miles de títulos al año en busca del superventas que les salve la temporada, inundando las mesas de novedades de las librerías, ocupando el espacio mediático y haciendo cada vez más difícil a las independientes colocar sus propuestas, alejadas del foco de la mercadotecnia.

No podemos limitarnos a poner toda nuestra energía en un día al año de celebración. Hay que compartir nuestra pasión por los libros de manera continua. ¿Por qué no compartimos en redes sociales cada libro que disfrutamos? ¿Por qué no animamos a familia y amigos a leer más?

Lo cierto es que el aura de la lectura como una actividad elevada hace más daño que otra cosa. La lectura debería ser algo natural y popular. Deberíamos emocionarnos con el lanzamiento de uno de nuestros autores favoritos como quien acude a un derbi deportivo. ¿Por qué pensar que somos especiales por leer? Leer nos hace más humanos. Más populares. Debería unir a la gente, no separarla.

Por eso hay que acudir al Día del Libro con la idea de que es una fiesta, una celebración, pero con la idea de que el día siguiente es el día de nuestros libros, de los libros que leemos, que nos fascinan, que amamos y que compartimos. Si logramos transmitir nuestro entusiasmo, quizá, solo quizá, la literatura pueda sobrevivir.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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