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Bibliopegia antropodérmica, el arte de encuadernar libros con piel humana

AutorAlfredo Álamo el 2 de noviembre de 2018 en Divulgación
  • Alcanzó su apogeo en el siglo XVII.
  • Existió una gran variedad, de libros de anatomía a tratados sobre leyes.

Libro encuadernado en piel.

Bajo el curioso nombre de bibliopegia antropodérmica se esconde una de las artes del libro más curiosas y macabras que se conocen, encuadernar libros con piel humana. Esta manera de terminar un libro hoy puede parecernos repulsiva, pero a finales del siglo XVII no era tan extraño encontrar volúmenes que hubieran sido tratados de esta peculiar manera. Y no, no eran extraños libros sobre magia negra o hechicería, sino obras bastante más mundanas, como tratados médicos o testamentos.

Sin embargo, tampoco pensemos que era algo habitual. De hecho, se solía hacer sobre libros que tenían una gran conexión con el, digamos, donante de la encuadernación. Un claro ejemplo es el del libro A True and Perfect Relation of the Whole Proceedings against Garnet a Jesuit. ¿En qué consistía? Bien, es el conjunto de procedimientos judiciales contra Henry Garnet, que fue ejecutado por su participación en la Conspiración de la Pólvora (en la que se trató de atentar contra el Rey de Inglaterra). Tras su muerte, se forró el libro con la piel del reo.

No quedan demasiados libros encuadernados en piel humana. Bien por la antigüedad de estos o por el rechazo generalizado que provocaban al saber de su peculiar envoltorio, apenas podemos encontrar una cincuentena de estos volúmenes repartidos por bibliotecas de todo el mundo.

Quizá los que mejor han soportado el paso del tiempo son los tratados médicos, es posible que en libros de estas características se soportara mejor el hecho de usar piel humana. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una época en que los médicos pagaban a ladrones de tumbas para que consiguieran cuerpos con los que trabajar. Reutilizarlos para forrar los tratados no era algo descabellado.

¿Un ejemplo? La autopsia de William Burke, uno de esos ladrones de tumbas que decidió rellenar la demanda de cadáveres creándolos el mismo, sin necesidad de esperar a que la gente muriera por causas naturales. Tras ser ejecutado por asesinato, el médico que le hizo la autopsia dejó por escrito sus hallazgos en un libro que se encuadernó con la piel de Burke. Podéis echarle un vistazo en la biblioteca del Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo.

Con el tiempo, esta práctica se hizo menos popular, pero podemos encontrar ejemplos a finales del siglo XIX. Uno de los más curiosos es la curiosa, por no decir otra cosa, edición de Les terres du ciel (Las tierras del cielo), obra del astrónomo Camille Flammarion. Flammarion fue un destacado investigador y divulgador que hizo sus pinitos en el mundo del espiritismo. Pues bien, una de sus admiradoras donó la piel suficiente como para encuadernar este libro.

Y para los más morbosos, hay que destacar la existencia de una edición única de El escarabajo dorado, de Edgar Allan Poe, encuadernado en Bruselas en 1892 y cuyo editor dejó por escrito “Encuadernado en piel humana” en la primera página; algo que se confirmó posteriormente, al ser vendido a un coleccionista privado en 2016.

¿Y vosotros? ¿Habéis visto alguna vez un libro forrado en piel humana? ¿Os atreveríais a tocar uno? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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