- Se empieza a trabajar para proteger documentos históricos.
- Es un problema que no se tenía en cuenta hasta ahora.
Además de las implicaciones sociales y económicas que esto va a acarrear, y que todavía preferimos no imaginar, pensando que si hacemos oídos sordos desaparecerán, los notables cambios de temperatura y humedad se han empezado a notar en muchos archivos históricos alrededor del mundo, donde es necesario mantener un entorno controlado para conservar libros y documentos históricos de gran valor.
Está claro que, si están bien equipados, es relativamente fácil conseguir salas con un ambiente constante, algo que, en bibliotecas y archivos menos afortunados, está empezando a ser un grave problema. Los cambios nos son buenos para la conservación y ya han empezado a surgir las primeras voces de alarma.
Pero el cambio climático amenaza incluso a grandes archivos modernos. Muchos de ellos están dentro de edificios históricos, que no están preparados para soportar algunos de los duros fenómenos meteorológicos que azotan por sorpresa algunas ciudades. En Estados Unidos se han dado cuenta de que algunas importantes bibliotecas y depósitos se van a ver afectadas en los próximos años.
¿Por qué? Bien, uno de los puntos principales es la localización. Las ciudades costeras son vulnerables a la subida del nivel del mar, pero también a la nueva hornada de huracanes y tormentas que provocan grandes inundaciones. Los edificios no están pensados para hacer frente a estas situaciones y se plantea una progresiva mudanza a sitios mejor preparados y situados.
Sin embargo, como ya hemos dicho, el cambio afecta mucho a los registros históricos y hay que hacerlo con muchísimo cuidado. No solo hay que encontrar o construir nuevos emplazamientos, sino que el traslado debe cumplir todas las garantías. Algo para lo que, mientas el cambio climático no se tome como una realidad por parte de los estados, no se encuentra financiación.
Quizá cuando los efectos sean evidentes, la conservación de la cultura no sea la prioridad más importante para los gobiernos, así que esperemos que los responsables actuales de archivos y bibliotecas comiencen un lento y silencioso trabajo que consiga salvar nuestro legado histórico.
Vía: Pacific Standard