- Forman parte de la base de nuestra cultura.
- Han evolucionado con el tiempo.
Desde los primeros cuentos populares a las novelas fantásticas de hoy en día, es inevitable encontrarnos con monstruos y villanos que escapan a las normas y a la razón. El canon occidental está lleno de estos seres que pululan por sus obras con total impunidad, logrando crear tanta fascinación como repulsa. El académico de la Universidad de Montreal, Jean-Charles Ray ha propuesto una sencilla tipología para clasificar a estos engendros de nuestra imaginación.
El fantasma del pasado.
Los fantasmas son figuras ambiguas que rechazan la muerte, pero que siguen con nosotros. Siguen volviendo una y otra vez para asustarnos, muchas veces sin una identidad propia. Nos identificamos con los fantasmas porque representan deseos incumplidos y pasiones secretas, algo que todos llevamos, en menor mayor medida, dentro de nuestros corazones. Vampiros y fantasmas clásicos victorianos pertenecerían a esta categoría.
El bárbaro desconocido.
El bárbaro es un monstruo que nos llega desde el mundo griego clásico. Pensamos que Atenas es la cuna de la democracia, pero era una sociedad muy xenófoba, vista, claro, con ojos de hoy. A lo largo de su historia inventaron numerosos monstruos destinados a deshumanizar a sus enemigos, puesto que a su violencia innata sólo se podía luchar con más violencia. ¿El problema? Que al derrotarlo, el héroe también se convierte en bárbaro.
Un ejemplo de bárbaro extraño sería Drácula. Viene desde lejos, invade Londres, no es humano… aunque también tiene trazas de fantasma del pasado, ya que este vampiro es un ejemplo de cómo la modernidad tiende al mestizaje de tradiciones, creando híbridos diferentes.
El mal innombrable.
Desde la peligrosa Medusa, que convierte en piedra todo lo que mira, a los horrores más allá del universo conocido creados por Lovecraft, estos monstruos escapan a la razón del ser humano y en su lucha con ellos lo más probable es que se pierda la vida o la razón. Probablemente ambas. Uno de los grandes miedos que acarrean estos seres es el de la infección, sea física o mental. Una vez te enfrentas al horror incognoscible, nunca vuelves a ser el mismo.
La quimera.
Pero hay una serie de monstruos modernos que pueden saltar de una a otra categoría, ya que pueden adoptar diferentes personalidades según mejor les convenga. Estas quimeras pueden llegar a ser contradictorias en apariencia, y de ahí nace su narrativa. Un ejemplo clásico sería el hombre-lobo, arrastrado por su naturaleza dual, y otro, más moderno, sería Hannibal Lecter, al mismo tiempo un hombre cultivado y amable y un caníbal salvaje.
Los monstruos modernos.
Hoy en día los monstruos ya no son estrictamente literarios, sino que están modificados por la imagen proyectada, y reflejada, en el cine, la televisión y los videojuegos. Vemos a los viejos monstruos en los nuevos medios, que van evolucionando. Por ejemplo, cada vez hay más monstruos de estilo mal innombrable en los videojuegos, de los que es mejor escapar que enfrentarse a ellos. Otro de los monstruos que han evolucionado es el zombi, ya que de ser el típico ser de ultratumba ha pasado a convertirse en una alegoría de la masa, el desencanto y la sociedad actual, casi como un bárbaro, un elemento ajeno y deshumanizado que provoca ese mismo efecto en quienes luchan contra él.
Vía CBC