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Estos grandes libros se escribieron gracias a una apuesta

AutorAlfredo Álamo el 13 de septiembre de 2017 en Divulgación
  • A veces la motivación de un escritor no es tan artística como parece.
  • No hay nada como un buen desafío para desatar la creatividad.

Dos personas echando un pulso por dinero.

Apuesta, desafío o reto. Nada como un poco de sana competición entre amigos para demostrar lo mucho que uno puede hacer si hay por el medio la oportunidad de ganarse unos billetes y, además, dejar claro quién es el mejor. Esto, tan habitual, no iba a ser menos frecuente entre escritores. Hoy os vamos a hablar de algunos de los libros más conocidos que nacieron a partir de una apuesta o un reto.

El año 1816 no tuvo verano, pero el grupo formado por Shelley, Byron, Mary Shelley y Pollidori no iba a quedarse sin diversión. Los cuatro, reunidos en Villa Diodati, decidieron competir entre ellos para ver quién era capaz de escribir la mejor historia terrorífica. Tras una noche entre velas y relatos fantasmagóricos, Mary Shelley escribió Frankenstein, demostrando quién era la mejor narradora entre tanto poeta consagrado.

El caso de Dostoyevski es diferente. No es que escribiera El jugador como resultado de una apuesta concreta… sino por su gran afición a visitar locales de juego y apostar dinero que, en realidad, no tenía. Acuciado por las deudas, apostó a que podía terminar El jugador en pocos meses… de no hacerlo, perdería los derechos y regalías del resto de sus obras, que no era moco de pavo. El resultado es una obra maestra de la literatura que refleja como pocas los riesgos del juego. Normal.

Tolkien y C.S. Lewis eran muy amigos y formaban parte de un grupo literario, los Inklings. Un día se retaron: tenían que escribir una obra en un género que no hubieran tratado antes. Lanzaron una moneda al aire para decidirlo, de tal modo que a Lewis le tocó una historia de viajes espaciales y a Tolkien otra de viajar en el tiempo. El resultado de Lewis fue la Trilogía Cósmica de Lejos del planeta silencioso, Perelandra y Esa horrible fuerza, mientras que Tolkien se quedó seco. Seguro que Lewis bebió gratis en su pub favorito de Oxford durante una buena temporada.

La hermana de Agatha Christie, Madge, la desafió a escribir una historia de misterio en la que el lector fuera incapaz de averiguar quién era el asesino, pese a contar con las mismas pistas que el detective. Christie, por aquel tiempo voluntaria como enfermera en la I Guerra Mundial, aceptó el reto, escribiendo El misterioso caso de Styles, su primera novela.

Entrando en el terreno de la leyenda, se cuenta que una vez, durante una comida de escritores, alguien lanzó el reto de contar una novela en sólo 6 palabras. Hemingway se levantó y dijo: “Se venden zapatitos de bebé, sin usar”. Luego se levantó y empezó a recoger billetes de 10 dólares del resto de comensales, incapaces de superar este excelente minicuento.

Vía: Electric Lit

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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