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Aprender a leer cambia tu cerebro, aunque seas adulto

AutorAlfredo Álamo el 13 de junio de 2017 en Divulgación
  • Un estudio en la India ha dado resultados sorprendentes.
  • El cerebro humano crea nuevas conexiones al aprender.

Perfil de un cerebro humano con un árbol en su interior.

Leer no sólo es interesante como ocio o divertimento, es parte fundamental de nuestra cultura y es algo necesario para el desarrollo de una sociedad saludable. Con el paso de los años a veces olvidamos la lucha que se desarrolló durante décadas para conseguir que la mayor parte de la población de los países occidentales estuviera alfabetizada. Hoy lo damos por normal, pero todavía hay partes del mundo donde saber leer es todo un lujo. Pero, ¿nos afecta aprender a leer como adultos algo más que para poder trabajar con más información? La respuesta es que sí.

El experimento se ha realizado en una zona de la India, donde se ha trabajado con 63 personas analfabetas, a las que se ha enseñado a leer y a escribir en un programa de seis meses. Durante el proceso, no sólo se ha comprobado cómo mejoraban sus habilidades de lectura y escritura, sino que han sido sometidos a un seguimiento de su cerebro mediante resonancias magnéticas. Estamos hablando de gente que ya superaba los treinta años de edad.

Lo cierto es que han logrado unos resultados notables. Lo primero, que leer y escribir es algo que se puede aprender sin problemas a casi cualquier edad con un trabajo diario. Lo segundo, que han comprobado cómo se desarrollaban nuevas conexiones en sus cerebros, sobre todo en el córtex, que es conocido por su facilidad para adaptarse rápidamente a nuevos desafíos.

Pero esto era lo esperable. Lo que les ha sorprendido ha sido encontrar cambios en partes más profundas del cerebro. Han observado que el proceso de aprendizaje llevaba a una reorganización en estructuras cerebrales como el tálamo y el tronco encefálico. Zonas concretas dedicadas a adaptar y coordinar la actividad del córtex visual. Esto ayuda a filtrar información que nos llega visualmente, aunque no seamos del todo conscientes de ella.

En resumen, estas nuevas estructuras llevan a ajustar la comunicación en general a medida que los alumnos van mejorando su lectura, de tal modo que la velocidad de aprendizaje se dispara: cuanto mejor se lee y se escribe, más se acelera todo el proceso, mejorando, además, la manera de percibir y relacionarse con el mundo.

Esto demuestra lo flexible que es el cerebro, sin importar la edad, ya que el aprendizaje todavía puede generar cambios en él. Además, ha encontrado una relación entre estas partes del cerebro y la habilidad lectoescritora, lo que puede ayudar a entender mejor fenómenos como la dislexia.

Vía: Mental Floss

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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