- La Revolución Cultural supuso un duro golpe al género.
- En la actualidad la ciencia ficción florece y se apoya.
A lo largo de la enorme tradición literaria china, lo cierto es que la literatura de anticipación nunca destacó frente a la pura fantasía. Quizá hubo un cierto cambio de rumbo durante las primeras décadas tras la revolución comunista, en el que se copió el modelo soviético: obras con un fuerte componente socialista y divulgación científica. Sin embargo, a finales de los años 70 llegó la Revolución Cultural de Mao, que casi supuso su absoluta desaparición.
No fue sólo la ciencia ficción, claro, la literatura en general sufrió muchísimo durante ese periodo, pero los géneros que no eran excesivamente populares tuvieron muchos problemas. En 1978 se recuperó el interés general por la ciencia y en el 79 aparecía la primera revista de ciencia ficción en años. Sin embargo, cuando todo parecía ir bien, la ciencia ficción fue considerada como “polución del espíritu revolucionario”, lo que desembocó en varios autores encarcelados y con el género prohibido de manera indefinida. Corría el año 1983.
Casi diez años después, en 1991, Yan Xiao, que había logrado capear el temporal con su revista Strange Tales donde publicaba ensayos en lugar de cuentos, que era su idea original, decidió montar una convención de ciencia ficción en Chengdu. A partir de ahí, y en un clima de protestas sociales por todo el país, la ciencia ficción volvió a dar pequeños pasos.
Lo cierto es que desde las élites dominantes en China no se ha considerado nunca a la ciencia ficción como algo provechoso y que, además, era un vector de entrada de ideas occidentales, sobre todo desde los Estados Unidos. Sin embargo, desde hace unos años, la política gubernamental ha cambiado. Corre el rumor de que, en busca de motivos por los que Occidente era líder en innovación, desde China se hizo una macroencuesta a los grandes inventores y líderes europeos y americanos. El resultado común a casi todos ellos: les gustaba la ciencia ficción.
Así pues, el veto y los problemas a la hora de escribir ciencia ficción casi han desaparecido -se mantiene la censura que el gobierno chino tiene con todo el mundo del arte-, y una nueva hornada de creadores se abre paso, logrando éxitos no sólo dentro del país, sino también en el extranjero.
Sin duda, la cabeza de puente es Liu Cixin, que logró hacerse con el Premio Hugo de Novela, el más importante de Estados Unidos, con El problema de los tres cuerpos. Algo inimaginable hace sólo unos años. Pero en China el movimiento sigue creciendo, con algo curioso: hay muchísimas autoras, siendo un género literario normalmente asociado con los hombres.
Es probable que en los próximos años sepamos mucho más de escritoras como Hao Jingfang, que ganó también el Hugo a Mejor Novela Corta en 2016, o de Regina Wang Kanyu, una de las más esperanzadas en el crecimiento del género. Según ellos, estamos asistiendo al nacimiento de una edad dorada en China para la ciencia ficción. Esperemos que sea así.