Rumore Rumore!
Bien, mientras todo el mundo parece estar con la cabeza metida entre los lomos de La reina en el palacio de las corrientes de aire -yo también: en estos momentos voy por la página 450-, surgen, como es lógico, preguntas acerca del legado de Larsson.
La moda de los manuscritos perdidos, a medio terminar, o su elaboración a partir de notas escritas en la parte de atrás de una servilleta, está a la orden del día. Lo hemos visto en el caso más sangrante sobre la obra de Michael Chrichton y, en menor medida, con Bolaño. La pregunta es, ¿qué pasa con Larsson?
Los rumores que se escuchan hablan sobre los diez libros que Larsson tenía en preparación. Según su amigo Kurdo Baksi -ey, acabo de pasar por ese personaje hace poco en el libro- Larsson escribía varios de los libros a la vez, en paralelo. Entonces, ¿qué hay de cierto de ese cuarto libro?
Hay quien comenta que la compañera de Larsson habría escondido el portátil con el libro –en lugar de copiar el archivo y borrarlo del ordenador- en medio del problema surgido sobre los derechos de autor de Larsson, una agria discusión judicial entre el padre del escritor y su pareja. Sin embargo, lo que parece ahora es que Larsson decidió borrar el cuarto libro por completo al no estar satisfecho de cómo le había quedado (algo que solía hacer durante el proceso de creación) y que lo que queda escrito son las primeras 300 páginas del un hasta ahora desconocido quinto volumen.
En la red ha surgido una iniciativa para ayudar económicamente a la compañera de Larsson en su lucha judicial: aceptan donativos de fans larssonistas para pagar las facturas de sus abogados.
¿Qué hay de cierto en todo esto? A saber. No existen datos fiables sobre qué dejó el escritor. Hay que tener en cuanta que la trilogía ya hace tiempo que se publicó en Suecia y desde allí no han llegado noticias de que piensen “terminar” ningún trabajo iniciado por Larsson, aunque si el éxito de ventas de Millenium sigue el ritmo que lleva en todo el mundo no sería de extrañar ver a algunos editores rondar el cementerio de Estocolmo, pala en una mano, fanal en la otra, dispuestos a cavar tres metros de tierra fresca en busca de algún resto de manuscrito.
La reina en el palacio de las corrientes de aire