Cuando a uno le preguntan por un actor veterano que sigue en la brecha solemos acordarnos de gente como Clint Eastwood (setenta y nueve años), Morgan Freeman (setenta y dos) o Jack Nicholson (también setenta y dos), pero el británico Christopher Lee cuenta en la actualidad con nada menos que ochenta y siete años (los mismos que Tony Leblanc, por cierto). Teniendo en cuenta que su primer papel en el cine fue en 1948, Lee lleva en el cine la friolera de sesenta y un años. Casi nada.
Durante la carrera cinematográfica de Lee han sido numerosos los papeles en los que ha interpretado a personajes nacidos de la literatura. De hecho su primer papel importante fue, precisamente, el de monstruo de Frankenstein en la película La maldición de Frankenstein (1957), basada en la obra de Mary Shelley, y en la que Peter Cushing hacía de Víctor Frankenstein, su creador. Fue una de las primeras películas realmente exitosas de Hammer Productions, que durante los siguientes años se especializaría en películas de terror hoy consideradas de culto. De hecho, sólo un año más tarde Lee interpretaría, también para la Hammer, nada menos que al conde Drácula, personaje de Bram Stoker que Lee encarnaría una docena de veces durante las décadas siguientes. Un año después le tocaría hacer de Sir Henry de Baskerville en El sabueso de los Baskerville, basada en la novela homónima de Arthur Conan Doyle, aunque su interpretación más conocida de ese año fue la de protagonista de La Momia (de Hammer Productions, por supuesto).
No paró ahí su intervención en películas basadas en novelas: en 1960 coprotagonizó Las dos caras del Doctor Jekyll, basada en la novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde; en 1962 fue el Baron von Staub en la adaptación de la novela Im Namen des Teufels de Hans Habe; ese mismo año hizo de Sherlock Holmes en una película alemana de bajo presupuesto; en 1965 fue por primera vez el Doctor Fu-Manchú (personaje de Sax Rohmer), uno de sus papeles más recordados y que llegaría a repetir cuatro veces más; en 1973 hizo de Rochefort en una adaptación del cineasta Richard Lester de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, en la que fue una de las primeras películas no consideradas de serie-B en la que tuvo un papel importante; en 1975 fue el villano de la película El hombre de la pistola de oro, en la que su personaje, Francisco Scaramanga, ponía en serias dificultades a Roger Moore, el James Bond de turno (cabe recordar que Bond es un personaje nacido de la pluma de Ian Fleming); y así hasta aburrirnos de enumerar ya que, según la Universidad de Virginia, Lee es el segundo actor más prolífico de la historia del cine, sólo por detrás del ya desaparecido Rod Steiger. También cabe reseñar que en 2005 la revista USA Today dijo de él que era el actor más taquillero y visto por el público de todos los tiempos. Casi nada.
Desgraciadamente para él, Lee ha estado durante gran parte de su vida encasillado en ciertos papeles. Dejando aparte a Fu-Manchú, el que más le marcó fue el de Drácula. No es sólo que hiciera doce veces de él, sino que son innumerables las películas de bajo presupuesto, ya fuera en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania o Italia, en las que interpretaba a ese mismo personaje pero con un nombre distinto por cuestiones de derechos de autor. Aunque durante los años setenta pudo salir del mencionado encasillamiento en parte, su vuelta triunfal a las pantallas no ocurriría hasta principios de esta década, y nada menos que interpretando a Saruman en la trilogía basada en El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, y al Conde Dooku (el nombre de su personaje es un claro guiño a su filmografía) en la segunda trilogía de Star Wars. Se da la curiosa circunstancia de que él fue el único de todo el equipo de las películas de Peter Jackson que conoció en persona a Tolkien, declarándose admirador de su obra (de hecho le hubiera gustado hacer de Gandalf, pero su avanzada edad le impedía participar en las escenas de acción).
Pero Lee es incombustible, y si bien tuvo sus más y sus menos con Jackson por la no inclusión de sus escenas en la tercera parte de la trilogía, ya ha manifestado que le encantaría volver a interpretar a Saruman en las dos próximas películas basadas en El hobbit, otra obra de Tolkien, o, debido a su edad y la imposibilidad de desplazarse a Nueva Zelanda para ponerse a las órdenes de Guillermo del Toro (director de las dos películas), dar al menos voz al dragón Smaug. Sea como fuere, la próxima vez que veamos a Lee interpretando será en la esperada Alicia en el país de las maravillas, dirigida por Tim Burton y basada en la obra Lewis Carroll, en la que este actor inmortal dará voz al dragón Jabberwock.