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Librería Ramón Llull: ‘Sabes que vender libros nunca va a ser un gran negocio’

AutorAlfredo Álamo el 6 de enero de 2017 en Entrevistas
  • Se ha inaugurado hace poco una de las librerías más interesantes de Valencia.
  • Pese al bajón del negocio editorial, se sigue apostando por el libro.

Interior de la librería Ramón Llull.

La librería Ramón Llull llevaba varios años creciendo como una de las más interesantes de la ciudad de Valencia. Tras crecer en la zona universitaria, su dueña, Almudena decidió dar un salto de fe y trasladar la librería al casco viejo, a la Calle Coronas. El espacio ha cambiado por completo. Si antes hablábamos de una librería interesante, pero un tanto genérica, ahora nos encontramos un lugar creado por y para los amantes de los libros, lleno de rincones y detalles que nos hacen parar y pasar un buen rato. Hemos aprovechado para charlar con Almudena y preguntarle cómo es ser librera a principios del siglo XXI.

¿Cómo se te ocurrió meterte en un negocio tan peculiar como el de una librería?

Yo ya había empezado a trabajar en una librería, la Punto y Coma, llevaba 4 años trabajando y estudiando, pero no había pensado en dedicarme a ello. Una chica que trabajaba con ellos y yo decidimos comprarla porque iban a cerrar y así es como se creó la primera Ramón Llull. Eso fue hasta 2012, que me quedé al frente yo sola, aunque hubo mucha gente implicada en el proyecto. A partir de entonces empezamos a montar una vertiente más literaria, con clubs de lectura, presentación de libros, lecturas. Y ahora este año hemos cambiado y nos hemos trasladado hasta el centro de la ciudad.

Es una apuesta grande y tal y como está el negocio del mundo editorial. ¿Qué esperanzas tienes sobre el mundo de la literatura y cómo ves el futuro? Sobre todo, con este local, que es precioso.

Todo el mundo lo ve muy negro, el sector entero también es verdad que no da para muchas esperanzas, pero tú te adaptas a una vida en precariedad, sabes que vender libros nunca va a ser un gran negocio que de rendimientos en absoluto. Tengo un amigo que fue librero y que ahora es editor y dice siempre que no es un negocio, que es una actividad. Nunca vas a ganar mucho. Es una forma de vida, con tal de pagar a proveedores y sobrevivir, ya nos vale.

(…) lo que más hemos vendido es Instrumental, de James Rhodes, el de Lucía Berlín, Manual para mujeres de la limpieza; Aramburu (Patria) no hago más que reponerlo. Y el de Me llamo Lucy Barton.

Competís con un mundo de centros comerciales. ¿Qué estáis ofertando?

Bueno, por suerte el precio del libro es fijo en España, que es algo que yo creo que protege a las librerías. Yo no podría competir si no fuera así, como ocurre en texto, donde los grandes grupos los sacan por debajo de lo que a mí me costaría comprarlos. En el libro literario no pasa. La librería pequeña e independiente tiene otra propuesta, es otra cosa. La gente acude porque sabe que se va a encontrar otra cosa. Yo soy nueva en este barrio, pero el feedback se nota. Tú recomiendas mucho, lo que encuentras interesante, pero el cliente también te recomienda, te enseña y descubre libros. Eso se da más en una indie, y los que acuden lo hacen en un circuito de pequeñas. Son grandes compradores.

Interior de la librería Ramón Llull.

Las actividades y clubs de lecturas son importantes. Sobre todo, los clubs de lectura, que me encantan, son maneras de leer mucho más ricas de lo que hace uno solo en casa. Se comparte la opinión. Es un mundo de ocio y actividades que se da sobre todo en las librerías pequeñas. Uno hace la librería a la que le gustaría ir. O al menos lo intenta.

Veo que habéis montado una zona de té y café.

Sí, es una zona de autoservicio, gratis. Para que vengas, te hagas un café y te pongas a leer, para crear una sensación de hogar, de casa. A mí me apetecía mucho ir a una librería y hacerlo.

Pero es autoservicio. Hay un modelo muy de moda que es el de la cafetería-librería. Donde a veces la cafetería acaba por comerse los libros.

Es muchísimo más rentable una cafetería en los márgenes. Es menos complicado por el tema de gestionar las rotaciones de los libros. Todos los meses toca recibir, devolver… es algo continuo. Da mucho trabajo para algo precario. Lo otro tiene una dinámica constante. Hay quien lo ha combinado muy bien, los hay que han acabado más del lado de la hostelería. En mi caso, no era lo que quería hacer.

Pero el café te lo puedes tomar sin problemas en los sillones que tenéis.

Sí, sí. En la otra librería teníamos una fila de sillas que era un poco fría, impersonal. Me parecía mejor que fuera como la biblioteca de tu casa. Como si te quieres traer la taza de tu casa. Es una cuestión de convivencia. Llevamos poco tiempo y la gente ya lo usa, charla, coge un libro… como lectora me hacía mucha ilusión.

Lo cierto es que la distribución en España tiene que mejorar. Tendríamos que sentarnos todos los implicados en el sector, libreros, distribuidores y editores para ver cómo lo hacemos.

Interior de la librería Ramón Llull.

¿Cómo os relacionáis con las editoriales independientes, que tratan de escapar un poco de la distribución tradicional?

Lo cierto es que la distribución en España tiene que mejorar. Tendríamos que sentarnos todos los implicados en el sector, libreros, distribuidores y editores para ver cómo lo hacemos. Es que a veces te dejan muy pillada, con libros que no llegan a presentaciones, o para actividades que tenías previstas. En un sector tan frágil hay que ser más eficaces. Claro, personalmente te llevas bien, pero hay que hacer las cosas mejor.

En cuanto a las independientes, hay editoriales que tratan de ir por su cuenta, pero tienen trabajo doble, con reposiciones, devoluciones, etc. Pero trabajamos con ellas, así tenemos libros peculiares, muy cuidados, pequeñas maravillas que no puedes tener de otra forma.

¿Cómo ves la temporada navideña y Reyes? Porque llevas desde el día 19.

Lo que he observado, aquí, no sé si es la zona, lo que regala la gente es más fondo. No se va al último libro de tal o cual autor. La gente mira bien las estanterías y escoge con cuidado. Hay un bajón de ventas del clásico superventas. Nuestro fondo va tomando forma. En ventas, de los más conocidos te diría que lo que más hemos vendido es Instrumental, de James Rhodes, el de Lucía Berlín, Manual para mujeres de la limpieza; Aramburu (Patria) no hago más que reponerlo. Y el de Me llamo Lucy Barton. Y claro, mucho infantil. Luego te preguntan mucho para recomiendes tú. Eso me gusta mucho.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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