- Seguimos con este apasionante tour de letras y países.
- No hay mejor compañero en un viaje que un buen libro.
Uno de los grandes placeres de la vida, si os gusta escribir, es llevar un registro de vuestros viajes. Quizá en un futuro podáis retomar esas notas para un libro de viajes, o bien os podrán servir como inspiración o documentación. Como siempre, cuando somos jóvenes no creemos que nos vaya a servir algún día -o tal vez, que siempre nos acordaremos de los detalles, ¡ja!-, pero con el tiempo, se hacen indispensables. En cualquier caso, hoy seguimos recomendando libros para que os acompañen en un hipotético -o imaginario- viaje por Europa.
En Bélgica tenemos dos tradiciones literarias, la escrita en francés y la que se ha desarrollado en flamenco. La verdad es que siendo Bélgica el país del cómic por excelencia, os voy a recomendar que llevéis bajo el brazo alguno de los excelentes tebeos de Tintín escritos por Hergé. Si preferís la narrativa, tenéis a Amelie Nothomb, de la que os aconsejo Ni de Eva ni de Adán o Estupor y temblores.
Holanda es un caso algo peculiar, ya que durante la época colonial expandió su idioma a numerosos países, que luego han seguido publicando en holandés. Para viajar por Holanda os aconsejaría acercaros a la obra de Cees Nooteboom, uno de los grandes autores contemporáneos europeos y experto en libros de viajes. ¿Alguno en especial? La historia siguiente y Rituales.
En Alemania hay una gran tradición de libros de viajes, sobre todo en la época romántica, pero claro, sirven para visitar otros países (como el Viaje a Italia de Goethe). En cualquier caso, del mismo Goethe podemos leer Las afinidades electivas o Fausto en nuestro viaje. Si hacemos un recorrido por la Selva Negra, os recomiendo a los hermanos Grimm. ¿Algo más contemporáneo? El tambor de hojalata, de Günter Grass.
Por la República Checa llevaría siempre algún libro de Kafka, posiblemente El proceso, pero también se me antoja imprescindible llevar en la maleta La insoportable levedad del ser, de Kundera o La sombra de la catedral, de Milos Urban. Praga es una ciudad especialmente literaria y que invita a leer en alguno de sus numerosos cafés.
¿Qué os parece nuestro viaje hasta el momento? Desde luego, al ritmo que llevamos, nos hará falta una maleta solo para libros, o tal vez un ereader cargado hasta los topes. De todas formas, ¿alguna recomendación más? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.