- Varios escritores se propusieron escribir el peor libro de la historia.
- Una editorial se interesó para publicarlo.
Corría el año 2004 y un grupo de autores de ciencia ficción y fantasía, con mucho tiempo libre, decidió embarcarse en un curioso proyecto: escribir una novela con el único propósito de ser rechazada por cualquier editorial normal. Querían hacer una novela mala, muy mala, rematadamente mala, y se volcaron en ello. Sin embargo, al final, les ofrecieron publicarla.
La cosa tenía truco, claro. El objetivo de estos escritores era poner en evidencia a una editorial americana, PublishAmerica, que se anunciaba como una editorial tradicional, pero de la que todo el mundo dentro del mundo literario pensaba que era una editorial de autoedición que se dedicaba a vivir del trabajo extra de los escritores que publicaban, sin preocuparse de hacer promociones o algún esfuerzo por vender los libros.
En su web decían rechazar la mayoría de los numerosos manuscritos que les llegaban todos los días y, es más, publicaron un par de artículos en los que decían que la mayoría de ellos eran de ciencia ficción y fantasía, ya que eran dos géneros muy dados a las malas historias y el poco cuidado por parte de los autores. Esto enfadó a bastantes escritores que, liderados por James D. Macdonald, decidieron poner en marcha su plan: escribir el peor libro posible y mandárselo a esta editorial.
Atlanta Nights se escribió en poco tiempo, allá donde un autor dejaba un capítulo lo cogía otro a partir del mismo inicio, un capítulo perdido, dos capítulos iguales y, mi favorito, un capítulo escrito por un ordenador a base de frases aleatorias sacadas de los textos anteriores. La historia no tenía continuidad y los personajes cambiaban de sexo y nombre varias veces. (Por cierto, con la inicial del nombre de todos los personajes del libro, en inglés, PublishAmerica es una vanity press).
Así mandaron el manuscrito y esperaron. Dos meses después se les ofreció un contrato de edición que, tras analizarlo a fondo, decidieron rechazar al mismo tiempo que hacían pública toda la operación. Entonces la editorial publicó una nota en la que decían que se lo habían pensado mejor y les parecía que no cumplía sus criterios.
Más tarde, los autores de Atlanta Nights decidieron publicarlo en Lulu, dedicando sus beneficios a una ONG. Es una muestra impresionante de lugares comunes y mala literatura escrita por expertos. Una manera diferente de sacar a la luz a empresas dedicadas a jugar con las esperanzas de autores principiantes haciéndoles creer que su obra es una maravilla.