Harold Pinter ha fallecido a los setenta y ocho años en Londres a causa de un cáncer de hígado. Pinter fue un autor semidesconocido para el gran público, incluso después de que se le otorgara el premio Nobel de Literatura en 2005 o de la concesión de múltiples premios a lo largo de su carrera, como el Molière o el Lawrence Oliver, así como distinciones en los festivales de Berlín y Cannes por su trabajo como guionista.
Su vida giró entorno al teatro, ya fuese como escritor, actor o director, aunque la poesía, la prosa o el cine, (fue el guionista de La mujer del teniente francés, entre otras) también fueron testigos de su carácter, de su pertenencia a los llamados “jóvenes enojados“, como Tom Stoppard, John Osborne o Arnold Wesker, protagonistas de la vanguardia inglesa de la postguerra. Ha sido comparado con Beckett o con Ionesco, y su teatro puede ser considerado como “teatro de la inseguridad” ya que sus personajes intentan reaccionar frente a los problemas, fracasando habitualmente.
Su activismo político y por los derechos humanos, lo llevaron a denunciar los golpes de estado en América Latina en los años setenta o la represión turca al pueblo kurdo. Este activismo político, marcó también sus obras siendo más políticas, al tiempo que más cortas, con alegorías a la represión. Esta denuncia política protagonizó sus apariciones en público en los últimos años, incluido su discurso en los premio Nobel, con una crítica descarnada a la política de los EE.UU. y el seguidismo británico.
Harold Pinter