Podría hacer lo que todo el mundo y recomendar, en este día tan especial, un puñado de novedades editoriales. Que las hay buenas, por supuesto. No obstante, ¿por qué se regalan siempre libros recién publicados? La respuesta es muy fácil: el libro es un regalo socorrido. No sólo se regalan a familiares y amigos libros que hemos leído y nos han gustado, también se regalan libros de los que hemos oído hablar (y que creemos que se amoldan a los gustos de la otra persona) o, directamente, cogemos el primero que nos llama la atención en las pilas de los centros comerciales o librerías. Estos tres factores explicarían en parte por qué siempre se compran los mismos libros, por qué la gente habla de los mismos títulos y por qué, al tiempo que se comenta que el mercado editorial no está viéndose afectado por la crisis, sino al contrario, muchas pequeñas editoriales están yendo a la quiebra.
No tanto por intentar ser original sino porque creo que hay libros, publicados hace años, que han de ser rescatados y releídos, me permito recomendar cinco libros nada recientes. También haré dos apreciaciones en caso de que estén descatalogados o sean inencontrables (cosa que dudo ya que algunos han sido reeditados con profusión): la primera, un buen libro de segunda mano puede ser el regalo perfecto para un lector empedernido; la segunda, pasar el Día del Libro en una biblioteca leyendo una buena novela no es una pérdida de tiempo, es una manera perfectamente válida de celebrar el día en el que lectores de todo el planeta celebramos nuestra afición común.
–Laberinto de muerte, de Philip K. Dick
Una de las supuestas obras menores del genial escritor de Illinois, lo cual es discutible. Más conocido por novelas como Ubik o El hombre en el castillo, o por haber sido llevado al cine con asiduidad (como en Blade Runner, Minority Report y Desafío Total, por mencionar tres películas de las casi veinte basadas en su obra), Laberinto de muerte no es sólo una de sus novelas más complejas, escrita cuando el autor ya empezaba a obsesionarse con la teología, sino también de las más divertidas. Muy buena piedra de toque para todo aquel que desconozca a este nada olvidado genio de la literatura de ciencia ficción.
–El imperio del sol, de J. G. Ballard.
Autobiografía del recientemente fallecido autor inglés. Alejándose de su tono habitual, Ballard nos cuenta un episodio importante de su infancia, su reclusión (junto a su familia) en un campo de prisioneros japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Buena novela de tintes históricos.
–El club Dumas, Arturo Pérez Reverte
Una pena que algunos conozcan esta obra de Pérez Reverte por la nefasta adaptación al cine que años después perpetraría Roman Polanski (todavía me sorprende que Garzón esté tardando tanto tiempo en abrir una causa contra él). Lejos del histrionismo de dicha adaptación, la novela refleja un juego entre bibliófilos magistralmente enhebrado en el que nada es lo que parece. Genial la caracterización de Lucas Corso, el protagonista.
–Rey Jesús, de Robert Graves
El autor de obras imprescindibles como Los Mitos Griegos es más conocido por Yo, Claudio o Las aventuras del Sargento Lamb, pero es en Rey Jesús en donde encontramos a un Graves en estado puro. La recreación histórica es intachable, aunque las excéntricas teorías acerca de la vida de Jesucristo hacen que esta novela no sea recomendable para fundamentalistas cristianos. No es de lectura fácil, lo cual se agradece en estos tiempos que corren.
–La señora Frisby y las ratas de Nimh, Robert C. O´Brien
Muy buena novela juvenil protagonizada por las famosas ratas de Nimh y algunos ratones en apuros (entre ellos, la mencionada señora Frisby y sus hijos). De mejor factura que la película de animación de 1982 El secreto de NIMH, de Don Bluth (que veinte años después nos sorprendería con Titan A.E.), puede ser una buena lectura para todo tipo de público, no tan sólo el de pequeña edad.
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James Graham Ballard
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