¡No has comprendido mi libro! es, entre otras, una de esas frases con la que jamás debes contestar a la opinión de un lector, ni en su blog, ni en Goodreads, en Twitter o en Facebook. Tampoco sirve para mucho enzarzarse en discusiones sobre su estilo al comentar o meterse directamente con su capacidad mental. Toda discusión entre un autor y un lector acaba por convertirse en un auténtico campo de minas en el que la única persona que tiene algo que perder es el escritor.
De hecho, en Goodreads hay un grupo «no oficial» de Escritores comportándose mal en el que se han ido acumulando nombres de autores que han decidido bajar a las trincheras para defender personalmente su libro. ¿La idea? Que nadie lea ni comente libros de estos autores hasta que aprendan a comportarse. ¿La realidad? Que además de filias y fobias personales, el concepto de mal comportamiento se ha extendido fuera de las redes sociales y allí han acabado autores como Orson Scott Card por sus declaraciones homófobas, por poner un ejemplo.
Sin embargo, el mundo de las reseñas y de los comentarios en Internet no deja de ser un reflejo del resto de la red, con gente sincera y bienintencionada y otros que se escudan en el anonimato para machacar a conciencia sin temor a represalias. Un ejemplo de esto ha sido el reciente Gamergate, dentro del mundo de los videojuegos, donde se ha llegado a las amenazas de muerte, exposición de vida privada y acoso.
Leo en The Guardian la historia de la autora Kathleen Hale, quien no pudo evitar caer en una discusión con una lectora en Goodreads. Dicha lectora había puesto su libro a caer de un burro, comentando ciertos aspectos de él (como que, en su opinión, se hacía apología de la violación) provocando que Hale fuera al grupo de los Escritores que se comportan mal. Pero, y esto es una vuelta de tuerca, también existe un grupo dedicado a los reseñadores que no son trigo limpio, Stop the Gooderads Bullies (Parad a los matones de Goodreads), donde se puede encontrar si esa persona que te está poniendo a parir es un troll de libro o no. En el caso de Hale, resultó que su comentarista -con la que tuvo una agria polémica- se había inventado su vida online, tanto en Goodreads como en Facebook o Twitter.
Aunque, según se comenta, algunas redes pueden borrar mensajes denunciados por otros usuarios o el propio autor. ¿Es una forma de censura o de defensa? Desde luego, no es un tema fácil de abordar. ¿Pueden o no pueden defenderse los autores de críticas malintencionadas? ¿Estas discusiones importan a alguien o sólo sirven para manchar la imagen online?
Os esperamos, como siempre, en los comentarios.
Orson Scott Card